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Francisco Ortiz Pinchetti

15/07/2016 - 12:00 am

El tapado ya no fuma

Llegaron a las oficinas de Tabacalera Mexicana, allá en Azcapotzalco, con todo y sus proyectores de diapositivas, sus rotafolios y sus bocetos

El tapado de Abel Quezada, 1957. Foto: Especial
El tapado de Abel Quezada, 1957. Foto: Especial

Llegaron a las oficinas de Tabacalera Mexicana, allá en Azcapotzalco, con todo y sus proyectores de diapositivas, sus rotafolios y sus bocetos. Se instalaron en la sala de juntas de la dirección de la empresa y ahí esperaron la llegada de los ejecutivos de la misma, encabezados por el corpulento empresario de origen vasco José María Basagoiti Noriega. Eran mediados de 1957. Se trataba de la presentación que hacía un equipo de publicistas dirigido por el joven ejecutivo Eulalio Ferrer Rodríguez –un republicano nacido en Santander y refugiado en nuestro país– de las propuestas para la campaña en medios impresos de los cigarros Elegantes, una de las marcas líder de la compañía tabacalera, fabricante también de los Delicados ovalados, los Casinos, los Faros, entre otros.

Ninguna de las opciones, sin embargo, satisfizo a Basagoiti y su equipo. Rechazaron una tras otra las propuestas. Pedían algo más original e imaginativo, “más contundente”. El reiterado rechazo molestó a Ferrer. “No sé qué quieren, joder”, se quejó un tanto desesperado. Y con cierto sarcasmo, agregó mientras levantaba ambos brazos: “sólo que quieran que digamos que el tapado fuma Elegantes…”

–¡Eso! –brincó Basagoiti–. ¡El tapado fuma Elegantes, claro!

La frase encajaba en un ambiente marcado por la cultura priista del tapadismo, entonces en su apogeo. Estaba por resolverse la sucesión del Presidente Adolfo Ruiz Cortines y el uso de El tapado, que justamente había sido convertido en personaje de la vida nacional por el caricaturista Abel Quezada con sus cartones geniales en el diario Excélsior, era un hallazgo feliz. Así que fue al célebre monero regiomontano a quien se encomendó ilustrar con sus caricaturas la nueva campaña publicitaria de los cigarros Elegantes, que fue administrada por la agencia Camacho y Orvañanos y que se difundió en periódicos y revistas entre agosto y noviembre de ese año preelectoral. Y “El tapado fuma elegantes” se quedó para siempre en el folclor de la política mexicana.

El tapado de aquel sexenio resultó ser el secretario de Trabajo del gabinete ruizcortinista, Adolfo López Mateos, que por cierto sí fumaba… ¡pero Delicados! La campaña publicitaria fue un éxito, que compartieron Basagoiti y Eulalio Ferrer, a partir de una ocurrencia. El primero de ellos fue más tarde Presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). Como tal, él y Manuel J. Clouthier, Maquío, Presidente entonces del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) fueron los dos empresarios que como protesta abandonaron ostensiblemente la Cámara de Diputados el 1 de septiembre de 1982, luego de que el Presidente José López Portillo anunciara en su último Informe la estatización de la banca. “Creo que el Presidente se ha vuelto loco”, declaró Basagoiti a los reporteros poco después, en el vestíbulo del recinto legislativo de San Lázaro. Ferrer –escritor, cervantista, mecenas–, fundaría poco después su propia agencia publicitaria, Anuncios Modernos, precursora de Publicidad Ferrer, que llegó a ser una de las empresas más exitosas de su ramo en nuestro país. Nacionalizados mexicanos los dos, ambos fallecieron en 2009, con una diferencia de solo tres meses.

La anécdota de la Tabacalera, que me platicó muchos años después el propio Ferrer en su casa del Pedregal de San Ángel, viene a cuento porque los signos políticos de nuestros días apuntan cada vez más claramente hacia el resurgimiento de esa práctica deleznable y sustancial del PRI para resolver la sucesión presidencial. El tapado, efectivamente, está de regreso. Y viene acompañado por sus dos inseparables compinches: el dedazo y la cargada.

Carlos Monsiváis definió así en su momento la naturaleza de El tapado, que hoy retoma vigencia: “A lo largo de cada sexenio –escribió– el Tapado es el acertijo de cuya solución dependen fortunas y encubrimientos. Al principio, es un chiste al que le otorga forma y rentabilidad publicitaria el caricaturista Abel Quezada. El anuncio “El Tapado fuma Elegantes” es la cima del sentido del humor usado por la sociedad para, de paso, celebrar su impotencia. El Tapado es el Sucesor, pero también el centro de las nuevas dádivas y confirmaciones, es decir, el Tapado es el fantasma de la Presidencia por venir, el espectro que ha de materializarse en poder absoluto, y por eso los chistes sobre el Tapado festejan también la inexistencia de la ciudadanía” (Letras libres, agosto de 2000).

Por la vía del dedazo vil, en efecto, acaba de ser designado el ex director de la CFE, Enrique Ochoa Reza, como nuevo Presidente nacional del PRI, en sustitución del renunciante Manlio Fabio Beltrones Rivera. Quienes lo conocen, aseguran que Ochoa Reza, de 43 años de edad, es un buen tipo, inteligente, preparado, sagaz, afable, simpático. No tiene sin embargo ningún antecedente político, de dirigencia u operación partidista. Su antecesor, designado por supuesto por la misma vía, tenía cuando menos vastos antecedentes. Había sido dirigente estatal de su partido en Sonora, gobernador del Estado, tres veces Diputado federal y dos senador de la República, Presidente del Congreso. Tenía –y tiene— ascendencia innegable entre los cuadros priistas en todo el país. El nuevo dirigente es todo lo contrario; pero fue nombrado por dedazo del Presidente Enrique Peña Nieto, que no cuidó ni las formas. Agravió a los priistas con una candidatura única y fulminante y obligó de esa manera a la clase política tricolor a bajar la cabeza y sumarse a la cargada. Como en los buenos –peores– tiempos.

Todo indica que esa será la forma en que Peña Nieto designe por sí y ante sí a su presunto sucesor, con la diferencia de que no será como antes un nombramiento automático como primer mandatario del país. Evidentemente enfrentará circunstancias bien distintas, producto de la alternancia y los avances de la contienda electoral; pero muy probablemente será a partir de diciembre de 2018 el nuevo Presidente de la República. Eso significaría, para decirlo pronto, un salto para atrás de casi un cuarto de siglo, pues la última designación presidencial por vía del dedazo fue la de Carlos Salinas de Gortari en favor de Ernesto Zedillo Ponce de León, en 1994, luego del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta. Y les paso un tip: el Tapado para 2018 no fuma. Válgame.

Twitter: @fopinchetti

 

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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