México

A mi hijo lo decapitaron y estuvo perdido en una fosa durante 4 años, acusa madre de desaparecido en Veracruz

15/08/2016 - 7:50 pm

Eran de Querétaro, pero el carnaval más famoso de México y las playas los habían llevado a tierras de Veracruz en febrero de 2012. Sin embargo, la única arena que poblaron fue la del panteón de Chavarrillo, en Emiliano Zapata, a unos 88 kilómetros de su paraje turístico. Allí los captores sembraron a los dos jóvenes: los cuerpos por un lado, y por otro, las cabezas. Los decapitaron. A uno de ellos tuvieron que arrancarle un dedo a su cadáver para verificar que fuera él.

Por Miguel Ángel León Carmona

Ciudad de México, 15 de agosto (SinEmbargo/BlogExpediente).– “A mi hijo lo decapitaron junto a su amigo. Cuatro años buscando sin saber que la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) de Veracruz los encontró a los seis días de desaparecidos. La exhumación fue lo más indignante: escarbaban por aquí, por allá y no los hallaban. Tuvieron que arrancarle un dedo a su cadáver para verificar que fuera él. Todo por un trabajo pericial que jamás hicieron”.

Palabras de la madre de Raymundo Isaac Rico Arias, un joven del estado de Querétaro cautivado por las playas del Golfo de México. Su último reporte fue el 14 de febrero de 2012 junto a su amigo José Antero López González: una fotografía con la Isla del Sacrificio a sus espaldas.

El carnaval más famoso de México y las playas los habían llevado a tierras jarochas. Sin embargo, la única arena que poblaron fue la del panteón de Chavarrillo, en Emiliano Zapata, a unos 88 kilómetros de su paraje turístico. Allí los captores sembraron a las víctimas, los cuerpos por un lado, y por otro, las cabezas.

“Si encontré a mi hijo fue gracias a la Procuraduría General de la República (PGR) porque el estado de Veracruz, aparte de ineficiente, me dijo, bueno pues ahí está su hijo ya puede llevárselo. De parte del Gobierno de Querétaro, lo de siempre: que no hay dinero”, dijo Arias.

“La funeraria estuvo a dos días de exhumar los cadáveres de nuestros hijos por falta de pago. Solicité apoyo a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), pero su respuesta fue que no entraba en el presupuesto”.

“Si hoy Raymundo descansa en el cementerio es gracias a mis vecinos y amigos que no me han dejado morir; son mis ángeles protectores. Y si digo que estoy sola es porque a los tres meses de la desaparición de Raymundo mi esposo murió desolado”, declaró la entrevistada.

Así el prólogo de otra historia extraída del tomo del duartismo que, de acuerdo con Luis Ángel Bravo Contreras, Fiscal General, por lo menos otros 949 relatos con denuncia aún siguen abiertos, sin respuestas, en la impunidad.

Raymundo era un joven profesor preocupado por la niñez queretana que ayudaba a los más marginados. “Las navidades eran para conseguir con empresas regalos y útiles escolares para los niños. Un maestro muy recto”, sollozó la madre.

“En 2010 fuimos de vacaciones al puerto. Habían pasado 27 años y mis hijos no conocían el mar. Nos la pasamos muy bien. Raymundo quedó encantado de la playa y regresó… pero jamás pensamos que pasaría todo esto. Hoy le digo con certeza: no pienso volver a pisar el estado de Veracruz”, sentenció desde el comienzo de la entrevista la señora Arias.

RAYMUNDO, ¿ERES TÚ, HIJO?

Foto: BlogExpediente.
Foto: BlogExpediente.

Fue el 9 de febrero de 2012 cuando Raymundo Isaac Rico Arias, de 27 años, en compañía de José Antero López González, de 24, salieron abordo de su automóvil Clío color rojo, modelo 2008. Serían tres días de relajación comiendo volovanes a orillas del malecón, gozando un danzón en el Zócalo o quizá disfrutando el vaivén de las mujeres de la costa. De todo, menos desaparecer.

Para el domingo 12 de febrero la madre recomendaría que el regreso lo hicieran por la mañana, pues la noticia del septiembre anterior, en 2011, los 35 cuerpos abandonados sobre bulevar Adolfo Ruiz Cortines en Boca del Río, no la dejaban serena. Sin embargo, las llamadas, desde entonces, dejaron de ser contestadas por Raymundo Isaac.

–¿Qué quieres? –preguntó una voz de adolescente.

–¿Eres tú, Raymundo?

Luego vinieron las risas y colgaron. Allí los fantasmas jarochos aparecieron. ¿Quién tenía el equipo del joven de 27 años? Años más tarde la madre descubriría que por lo menos cinco sujetos practicaban el salvajismo con desdén.

Las horas mutaron en días sórdidos y los familiares de ambos muchachos decidieron emitir, primero, la denuncia en el estado de Querétaro. La respuesta fue lapidaria desde un principio. “Será complicado, señora, primero por la distancia, luego porque se trata de Veracruz”.

La señora Arias comenzó a indagar por su cuenta y sólo así se enteró que los dos jóvenes se habían hospedado hasta el municipio de José Cardel, adyacente al municipio de Veracruz, ya con el presunto operar del cártel de los Zetas.

Fue hasta la semana siguiente que los padres de José Antero López González denunciaron la doble desaparición ante el ministerio público de Veracruz. Allí la autoridad presumió los procedimientos investigación a los visitadores, pues la copia de la denuncia era imposible de entregarse mientras la impresora no tuviera tinta.

“Mientras se aprendan el número de carpeta con esto basta, señores. Ustedes llámennos y se les irán dando reportes de manera puntual. En mala hora se les ocurrió vacacionar a sus muchachos. Tenemos mucho trabajo”, contestó el personal del entonces Procurador de Justicia Amadeo Flores, actual presidente estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Lo último que hicieron en suelo veracruzano las dos familias queretanas fue someterse a los análisis de ADN para que los perfiles genéticos fueran confrontados con los cadáveres que fueran reportados sin reconocer.

“Desde entonces tuvieron las herramientas para buscar a mi hijo; pero es tan deficiente su trabajo que en cuatro años no pudieron contactarse de Veracruz a Xalapa para preguntar por los dos jóvenes desaparecidos. Para entonces a mis hijos ya los habían asesinado”, lamentó la mujer detrás del teléfono.

“A MI HIJO LO ENCONTRARON A LOS SEIS DÍAS”

“Lo más indignante es que la Fiscalía General del Estado los encontró desde el año de 2012, seis días después de la desaparición. Cuatro años marcando desde Querétaro para escuchar lo mismo: ‘que estaban trabajando’”.

De acuerdo con rastreos satelitales emitidos por la Procuraduría General de la República (PGR), que se haría cargo de la investigación en 2015, el celular de Raymundo fue utilizado en el municipio de Emiliano Zapata, a 88 kilómetros aproximadamente del paraje vacacional de los jóvenes.

El número estuvo activo por cinco días, lográndose obtener datos de uno de los sujetos. La señora Arias se reserva la información para no viciar la investigación y por temor. “No sé todo lo que habrá detrás del asesinato de mi hijo”.

De acuerdo con notas periodísticas, los cuerpos fueron semi enterrados en el panteón de Chavarrillo, Emiliano Zapata, allí lugareños notaron un fétido aroma y se extrañaron por danzas de zopilotes casi a ras de suelo.

Al lugar arribaron las fuerzas armadas y efectivos de la Policía Estatal, quienes hicieron una inspección eficiente y encontraron las cabezas cerca de los pies de los ejecutados.

“Mi hijo desaparece el 12 de febrero, el 18 de febrero de 2012 ya estaban reportados como desaparecidos. Yo le llamaba a cada rato al fiscal y me decía siempre que estaban trabajando. Pero qué hacían, me pregunto. Los cuerpos hasta fueron noticia y nadie nos avisó”, reclamó la señora Arias.

“RAYMUNDO Y SU AMIGO ESTABAN PERDIDOS EN LA FOSA COMÚN”

Foto: Blog Expediente.
Foto: Blog Expediente.

Ya con una averiguación comandada por la PGR, el 17 de enero de 2016 se logró el cotejo de perfiles genéticos con los cuerpos inhumados en el panteón de Palo Verde, Xalapa. “Los agentes de Unidad de Búsqueda me dijeron que ya habían encontrado a mi hijo y a su amigo, más no como yo hubiera deseado”.

El mismo día las dos familias fueron trasladadas hasta la ciudad de Xalapa, a las instalaciones de la Fiscalía General del Estado.

La Fiscal encargada pidió un tiempo para confirmar que la muerte de Raymundo Isaac Rico Arias y José Antero López González. Sin embargo, de regreso a Querétaro la madre recibió una llamada de su familiar, asegurando que el Procurador de Justicia recién había asegurado en rueda de prensa la localización de los muchachos desaparecidos en Veracruz y que además ya los llevaban de regreso. La madre tuvo que desmentir tales aseveraciones ante los medios.

Para el 27 de febrero de 2016, por sugerencia de la PGR, la FGE muestra algunas de las pertenencias de los dos finados. “Vi un anillo de mi hijo, que siempre usaba en el dedo pulgar de la mano izquierda, una pulsera y algunas de sus prendas. En tanto, de José, su familia reconoció una cadena y una trusa”.

Los días pasaron inquietos para los familiares, ya convertidos en víctimas indirectas. Fue hasta el 19 de marzo que la Fiscalía de Luis Ángel Bravo Contreras confirmó la muerte de los jóvenes queretanos.

“El día de la exhumación, no tenían ni la menor idea de dónde estaba mi hijo. Rascaron al menos en cuatro cavidades. Raymundo fue el que más se pudo reconocer. Para entregármelo tuvieron que arrancarle un dedo, lo hidrataron y la huella coincidió finalmente con la de su cartilla militar”.

“En Veracruz, las autoridades nos dejaron así de que, bueno… ya los encontraron, ahora a ver cómo se los llevan”. La madre tras suplicar y exponer su caso ante el Senado de la República consiguió el apoyo para el traslado de ambas osamentas.

“A nosotros, el gobierno de Querétaro no nos ha apoyado en nada; en tanto la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas terminó diciéndonos que ya no entrábamos en el presupuesto. Si acaso nos ayudaron para los gastos de Querétaro a Veracruz, no más”, aseguró la señora Arias.

El 20 de marzo de 2016, hace cinco meses, parecía terminar la tragedia originada en Veracruz; sin embargo, la madre todavía adeudaba la cantidad de 11 mil pesos por los servicios funerarios. “Me amenazaron con exhumar los dos cuerpos si no pagaba. Gracias a muchas personas conseguí el préstamo y la deuda con la funeraria ya pasó, aunque el dolor se queda y para siempre”.

Así llegó el final de la entrevista, a cientos de kilómetros de distancia, pero con una tristeza que cimbró el auricular del receptor.

La madre, ahora integrante de la asociación civil Desaparecidos Justicia, agradece a Dios por haber recuperado a Raymundo. No obstante, aseguró: “seguiré colaborando con la causa de los desaparecidos hay mucho sufrimiento, pero más autoridades mentirosas e ineficientes”.

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