“EL PRD SE DESLUMBRÓ CON EL PODER”: CAMACHO

16/05/2013 - 12:05 am
Manuel Camacho, en la entrevista. Foto: Antonio Cruz
Manuel Camacho, en la entrevista. Foto: Antonio Cruz

Ciudad de México, 16 de mayo (SinEmbargo).– El hombre que sanó las fracturas de la izquierda en 2009 busca nuevamente soluciones al galimatías que es su partido político adoptivo. Pero con dos novedosas variables: Una, el regreso del PRI a Los Pinos; y la otra, el acercamiento que la dirigencia perredista hace a la Presidencia de la República, como un insecto volador lo hace a la fogata…

Manuel Camacho Solís apunta que el PRD padece de “deslumbramiento” ante el poder presidencial. Este encandilamiento se revela en la inmovilidad de la cúpula del Sol Azteca ante las pasadas revelaciones del uso de los programas sociales federales a favor de los candidatos priistas en Veracruz tras lo cual, PAN y PRD amagaron con abandonar el Pacto por México si el Presidente Enrique Peña Nieto no separaba del cargo a su secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles.

“No te preocupes”, dijo públicamente Peña Nieto a Rosario.

A continuación, panistas y perredistas regresaron a la mesa de acuerdos con el PRI.

En entrevista con SinEmbargo, el Senador Manuel Camacho Solís presenta un diagnóstico general del partido antes de entrar a los demás detalles de la enfermedad.

La Coalición del Frente Progresista obtuvo en la pasada contienda federal 15.8 millones de votos; Peña ganó solamente con el 38 por ciento de la votación. Un primer par de conclusiones: Peña no obtuvo una mayoría clara, sino relativa, ante una oposición con “bastante” fuerza sin considerar la inequidad de la competencia.

“Deberíamos estar ante una respuesta que esté al tamaño de esa realidad y no olvidarnos de las últimas elecciones”. Continúa Camacho: “Si hoy fuéramos a una elección no obtendríamos esos 15.8 millones de votos que teníamos hace apenas un año y medio; desde el punto de vista estrictamente electoral habría que revisar la estrategia de la izquierda”.

Camacho habla del PRI con conocimiento de causa. Militó en ese partido hasta mediados de los noventa, cuando el entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari inclinó la sucesión a favor de Luis Donaldo Colosio y no de él.

“El gobierno opera políticamente y ellos sí saben a lo que van. Están convirtiendo su 38 por ciento en 50 por ciento y el PRD le está ayudando. Francamente no le conviene, ya no digamos al PRD, sino que no representamos a quienes nos dieron el mandato electoral de 2012”.

–¿Quién se está equivocando? –se le pregunta respecto a las figuras de la dirigencia partidaria, agregada a su vez en la corriente Nueva Izquierda, también conocida como “Los Chuchos” en alusión de Jesús Ortega y Jesús Zambrano, ex presidente y presidente en funciones del instituto político.

–No es un tema de personas, sino de estrategias. Cuando una estrategia nos puso como segunda fuerza y cuando vemos que ahora eso ya no sería posible, entonces, ¿qué error se está cometiendo? Alguien podría decir que se firmó el Pacto por México. Hasta cierto punto puede ser, porque no se midieron todas las consecuencias. Pero no creo que ese sea el problema, sino que en la relación con el gobierno se ha perdido capacidad de negociación. Y las batallas electorales no se ganan o pierden el día de la elección, se ganan o se pierden desde antes.

–¿Cuál es su balance de la persistencia de la dirigencia del partido de sostenerse en el Pacto por México luego del descubrimiento de la operación electoral en Veracruz?

–Cuando se firmó el Pacto había que tener cuidado, porque ya sabíamos que iban a pedirnos la apertura de Pemex y el aumento al IVA. Está en el texto del Pacto, salvo que no lo queramos leer. Pero, bueno, era un momento en que nos queríamos mostrar como una izquierda que sabe negociar. Yo creo en eso, yo creo en los pactos. Pero lo que sí me parece distinto es que ante hechos clarísimos de que no se respetan los términos de civilidad democrática, sigamos avalando a quien nos está ganando por debajo de la mesa. No se vale dar patadas.

“Cuando pasó lo de Veracruz era momento de endurecer, era el momento de una negociación en serio. Para el gobierno valía todo. ‘O toman decisiones clarísimas que demuestran que no tenemos un gobierno faccioso o no nos volvemos a sentar en el Pacto’.

–¿Esto significaba…?

–Fue público, que hubiera una sanción de parte del Presidente. Que (Peña Nieto) dijera: ‘Esta señora (Rosario Robles) ya no será Secretaria (de Desarrollo Social), este señor (Javier Duarte) ya no será Gobernador (de Veracruz)… El PRI aprueba un juicio político, el señor renuncia’. Tiene que haber hechos o se perpetúa la impunidad.

–Pero el Presidente dice: “Rosario, no te preocupes”.

–Puedo aceptar que todos nos equivoquemos en el camino. Ese fue un error evidente. Hasta los mayores partidarios del Presidente se lo señalaron. Ahora, se dejó ir una oportunidad de negociar y la próxima vez que (PAN y PRD) amenacen con que se levantan de la mesa, ¿quién les va a creer? Nadie.

–¿Es un síndrome de mujer golpeada?

–Sí: me tratan mal y yo regreso. El problema es que aquí no es una relación personal, sino una representación política de millones de voluntades que hay que cuidar.

***

Manuel Camacho coloca los problemas de su partido en una perspectiva fuera del propio instituto. En su visión, las fracturas, el encono de las corrientes y el relajamiento de la oposición al gobierno priista menguan el debate sobre la naturaleza del régimen político mexicano.

“No sólo estamos discutiendo el futuro de la izquierda. Discutimos la naturaleza del régimen político y qué se hará con la inconformidad social. Si aceptamos la existencia de una Presidencia delegativa, vamos directo al autoritarismo”, resume. “Hablamos de una Presidencia que pretenderá pasar por encima de la separación de poderes, de minimizar al Congreso…”.

–¿De integrar a la oposición?

–De cooptar a la oposición, de cooptar a los medios de comunicación y de criminalizar la protesta sociedad. Si vamos en esa dirección y suponemos que hay un solo mando en el país, que la Presidencia es unipersonal, que tiene derecho a todo, nosotros mismos estamos pavimentando el regreso al autoritarismo.

“Frente a eso, ¿qué? No se trata de proponer ningún radicalismo, sino simplemente de sostener los equilibrios de una República: la separación de poderes, el respeto a los derechos humanos, la toma en cuenta la opinión pública”.

–¿Está en la exigencia de esa agenda el partido en este momento?

–El PRD está muy deslumbrado con las mesas del poder. A mí no me espanta el poder. He estado ahí 20 veces. No hay que deslumbrarse. Hay que ubicarse y estos son los temas que la interesan a la sociedad y son los temas que pueden salvar al país. No es un tema del PRD, sino del Estado mexicano. Lo hacemos de otra manera o vamos a michoacanizar al país. Llega un momento en que las cosas se desfondan sin importar qué partido gobierne.

–¿Y qué hay de aquellos 15.8 millones de electores de la izquierda en el Pacto que ahora suscribe el PRD?

–Habría tres cosas que decir al respecto. Todo lo que tiene que ver con el tema electoral… Es inconcebible cómo a estas alturas le concedamos al PRI las ventajas del sistema patrimonialista y clientelar. El tema no son los 97 puntos del Pacto. La oposición no tiene por qué conceder un milímetro al gobierno y se debe ser tajante y elevar el costo como se le pudo elevar con lo de Veracruz, porque vale mucho más el pacto para el gobierno que Veracruz y nosotros dimos Veracruz a cambio de nada. Este es el primer punto: ninguna concesión antidemocrática.

“Segundo punto: necesitamos tener una definición clara sobre nuestra política de seguridad y justicia. No se trata simplemente de dejar de hablar del tema. ¿Qué haremos para recuperar la tranquilidad en la Laguna, en Tamaulipas, Michoacán? Este es un asunto de la izquierda, ofrecer una opción de política de justicia y democracia.

“El tercer tema es resolver la encrucijada que representa la implantación del programa de gobierno en la parte económica con el IVA y de la reforma energética. Debemos establecer una agenda de contenidos acompañada de una estrategia política. No nos perdamos. Hagamos esas tres cosas y así el Pacto en vez de que sea el motivo de nuestro debilitamiento será un instrumento de negociación y fortalecimiento político de lo que representamos”.

–Ante el desdén de Peña Nieto y la falta de oposición del PRD al respecto, ¿estamos en ruta de aprobación de aumento en el IVA?

–Están debilitando las representaciones partidistas y parlamentarias y sabemos que, cuando eso ocurre, se fortalece la calle. Quién sabe a qué vamos.

–¿Lo dejará pasar la dirigencia del partido?

–Si te debilitas y tienes menos votos, ¿con qué lo detienes? Y está el tema de que te desfonden por abajo, porque mucha gente no está de acuerdo.

–Suele pasar en el colaboracionismo.

–¿Qué es más rentable políticamente– pregunta Manuel Camacho– colaborar con quien esté en el gobierno u oponerte? Depende, pero se requiere una brújula. Si es por la pacificación del país y los derechos humanos, pues adelante. Si son temas de otro tipo que interesan sólo a algunos y si les das más fuerza para que nos derroten más fácilmente, pues ahí se está perdiendo la razón. A veces colaboras y otras dices que no, pero si nunca dices “no” estás perdido y creo que si nunca dices “sí” también estás perdido.

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Foto: Antonio Cruz

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Si las próximas elecciones estatales serán el primer termómetro colocado en el cuerpo del PRD para comprender su estado de salud, el pronóstico es, al menos, reservado.

En Baja California, donde se elegirá gobernador, el PRD no presenta candidato y uno de sus aliados naturales durante los últimos 12 años, el PT, compite en coalición con el PRI.

En Chihuahua, la Revolución Democrática aún no culmina su definición, aunque en realidad la aspiración ahí históricamente ha sido un simple asunto de mantener el registro partidario.

La capital poblana reproduce la alianza de hace tres años. El PRD se suma al PAN, cuya operación en terreno es llevada por los calderonistas y antilopezobradoristas Maximiliano Cortázar y Juan Molinar Horcasitas. El acuerdo electoral es completado por el Partido Nueva Alianza o lo que de esto queda luego del encarcelamiento de su creadora Elba Esther Gordillo a quien, una y otra vez, los perredistas han responsabilizado del deterioro educativo mexicano. Pero esto parece irrelevante, porque La Maestra es la madre política del gobernador en funciones, Rafael Moreno Valle a quien difícilmente se le puede ubicar de modo alguno como simpatizante de la izquierda.

En Sinaloa, con el gobernador Manuel López Valdez, otro ex priista cobijado por un frente amplio opositor, las cosas no son muy distintas en términos de la agenda izquierdista.

–¿Qué dividendos dejó a la izquierda su anterior alianza en Puebla?– se le pregunta a Camacho, uno de sus promotores.

–Ganó muchísimos votos en las elecciones de 2012. El que no hubiera un gobierno del PRI que manejara todo el aparato permitió que al menos hubiera competencia. López Obrador (detractor de estas alianzas) jamás habría obtenido esos resultados con un gobernador que fuera émulo de Mario Marín. Por lo menos equilibramos la cancha. Si necesitamos cambiar el rumbo del país, tenemos que cambiar la correlación de fuerzas, porque esto no se cambia por la fortaleza de las ideas, sino de la representación.

“Si en el camino se pierden todas las elecciones en el territorio con el sistema como hoy funciona, perderás la elección presidencial. Ve ganando los pedazos para ganar el todo y necesitas ganar el todo no para ganar el país, sino virar el rumbo del país, porque la izquierda nunca ganará con el 60 por ciento de los votos”.

Otro caso es Veracruz. Luego quedar evidenciado el uso electoral de programas sociales por parte de funcionarios estatales y federales del PRI, el presidente del PRD en la entidad, Sergio Rodríguez Cortés, propuso un acuerdo al que llamó Pacto por Veracruz. Javier Duarte otorgó su beneplácito de inmediato. Rodríguez Contreras es miembro de la corriente Foro Nuevo Sol –fundada por la ex gobernadora zacatecana Amalia García– hoy aliada de Nueva Izquierda que parece entregarlo todo.

Pero aún para el propio PRI sería un error tomarlo todo. Abunda y opina Manuel Camacho:

“Si el PRI gana como probablemente vaya a ganar en muchos estados y municipios, el PRI sacará toda la raja habida y por haber. Y aprovechará el debilitamiento del PAN y el PRD para sacar adelante sus reformas. Pero comete el gran error de pensar que se puede debilitar al parlamento y se puede apretar el tema electoral sin consecuencias. Lanzar a la oposición a la calle es desestabilizar el régimen”.

“Las oposiciones teníamos todas las posibilidades de ganar Veracruz. PAN y PRD unidos en Veracruz se habrían llevado Jalapa, Córdoba, Orizaba, Coatzacoalcos; todas las ciudades de Veracruz y probablemente la mayoría en la Cámara de Diputados local. Y dejamos que nos echaran abajo la alianza con la operación directa del Gobernador (Javier Duarte) y no hicimos nada en la mesa. Luego nos repitieron la misma dosis en Zacatecas y nos la acaban de repetir en Quintana Roo. Y nos quedamos cruzados de brazos.

“Si no defendemos lo que representamos en la mesa política, la gente que nos apoya simplemente se queda sin oportunidad del triunfo, independientemente de que quieran o no estar en el PRD. Las elecciones se ganan porque hay posibilidades de ganarlas. Si entras a las elecciones sin una pierna y un brazo roto se participa en condición de inferioridad. Sí creo que se han cometido errores estratégicos, errores tácticos y que los resultados de las elecciones del próximo julio deben ser un llamado de atención para replantear la estrategia del PRD y de todo el bloque progresista”.

–En esto está el pronóstico de lo que ocurrirá la próxima elección.

–Sí. Es muy difícil decir antes de una elección que te irá mal, porque parece que se ayuda a que te vaya mal, pero si no tienes frialdad estás muerto en la política. Sólo tomemos en cuenta las encuestas y ahí no estamos mejorando. Se dice: vamos a ver si aprobamos o no aprobamos el Pacto y tenemos una intención de voto menor a la existente hace seis meses. ¿Por qué?

“Si ponemos los números en perspectiva hacia 2015 o 2018, si las cosas siguen como van, el resultado para el PRD será adverso, porque tendrá la competencia del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) por un lado, del PT y Movimiento Ciudadano en tanto que pueden reclutar disidencias del PRD y porque una parte de la base del partido no simpatiza con algunas de las decisiones que se están tomando.  No sólo perdemos capital político, sino que no tenemos un horizonte de crecimiento claro”.

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Foto: Antonio Cruz

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–Usted hizo referencia al “deslumbramiento” del partido, ¿es ingenua la dirigencia del PRD?

–No le pongo calificativos, simplemente hablemos de resultados y estos los veremos en las elecciones. A lo mejor estoy equivocado. Mi opinión es que se hace una mala negociación política en el Pacto.

–¿Y qué crítica se puede hacer a MORENA?

–Hace su trabajo para ser un partido político, pero si MORENA no tiene una estrategia de inclusión a los demás no tiene ninguna posibilidad de ganar una elección nacional. Si unidos nos cuesta trabajo, divididos más. MORENA tiene que tener en el curso de los siguientes meses una estrategia en que su actuación no lleve, no digamos en términos del discurso, sino de los resultados, a fortalecer el voto priista.

–Se tiene cierta percepción de que la candidatura de Andrés Manuel en 2012 daría paso natural a la de Ebrard en 2018.

–No adelantaría eso. Creo que eso nos hace mucho daño. A cinco años hablar de las candidaturas… Es una enfermedad nacional. Dentro de tres o cuatro años realmente se verá quién está en condiciones de competir.

–¿Prevé una nueva elección dolorosa en la interna del PRD?

–La estrategia de resolver la elección interna por la vía abierta sería un error garrafal. Se reproducirán las peores prácticas ya conocidas. Necesariamente debe haber un acuerdo político o todos desgastarán al conjunto y a sí mismos. Y nadie puede cerrar los ojos ante la necesidad de ir a una reforma real del PRD, que está lleno de agujeros por todo el país, copado por gobernadores del PRI, etcétera. Sí hay que hacer esta tarea.

–¿Y quién puede hacerla en su opinión? ¿Usted?

–No… Yo ya me pasé dos años ahí equilibrando intereses y pasiones y estoy bastante contento haciendo lo que hago en el Senado, pero habría que encontrar no sólo a una personalidad, sino un acuerdo político real en que le otorguemos la autoridad a quien lo dirija. Si no será el puro regateo en que el partido quedará atrapado por las corrientes y las inercias de los intereses.

–¿Es Marcelo Ebrard?

–Podría ser y podría no ser. Si yo estuviera en el lugar de Marcelo no tomaría en este momento la decisión, sino que la mediría en seis meses. Después de las elecciones vería, si existe la oportunidad de hacer del PRD una fuerza funcional en la construcción de un acuerdo progresista. Si fuera así, en mi opinión debería entrarle con todo.

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Bajo la amplia –y para algunos contradictoria– idea que el PRD representa, no sólo Nueva Izquierda y otros segmentos del partido se sumaron al Pacto por México y de mantener acuerdos con la secretaria Rosario Robles.

Otro más fue Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Existen algunos puntos de contacto entre Camacho y Mancera. Uno es que Camacho también gobernó la capital del país. Otra es que son políticos no originarios del PRD, pero en el juego por este partido. Finalmente y quizá sea sólo un asunto de parentesco lejano, es que desde la academia Camacho formó políticamente a Marcelo Ebrard y éste creó, también políticamente, a Mancera, un hombre más propio de la academia.

También existen aspectos divergentes. El regente Camacho detuvo el avance del Programa Nacional Solidaridad del Presidente y su entonces jefe político Carlos Salinas de Gortari hacia el Distrito Federal. El Jefe de Gobierno Mancera pide el arribo de la actualización de aquel proyecto social, la Cruzada Nacional contra el Hambre.

Otro aspecto que podría marcar la diferencia entre el conciliador Camacho y Mancera es el distanciamiento –y posible enfrentamiento– que su administración toma de la mayor tribu perredista en el Distrito Federal, Izquierda Democrática Nacional, de René Bejarano a quien recientemente descarriló de su intención por dirigir el comité capitalino.

–Vemos a un Jefe de Gobierno que sí se sienta con Peña Nieto, pero nunca con Andrés Manuel López Obrador– se le comenta a Manuel Camacho.

–La propia historia del Distrito Federal enseña que las elecciones se pueden ganar sin clientelismo. Yo estuve ahí y nosotros ganamos las elecciones sin eso –dice respecto al “carro completo” de 1991–. No quisimos al Pronasol aquí, porque teníamos una debilidad política extrema. Esa es la justificación de los operadores, de todas estas gentes que sacan ventaja de las elecciones. La verdad es que un buen gobierno gana elecciones. Enrique Peña, sin necesidad de lo que están haciendo en Veracruz y otros lugares, podría perfectamente ganar las elecciones de 2015. Sin ninguna dificultad. Si se pueden ganar bien y con reconocimiento de la oposición, para qué, tú mismo, te pones un obstáculo en el que te vas a tropezar.

“El respaldo de la opinión pública y el respaldo electoral se articulan en la representación, en las negociaciones para constituir un gobierno fuerte. Lo que más debe importar de quien gobierna la ciudad es contar con el respaldo de todas estas fuerzas. Tienes que unirlas. No puedes golpear a unos y después esperar que contarás con ellos a la hora que los necesites. Veo muy bien que Mancera tenga una relación institucional con el gobierno federal. La tuvo Andrés Manuel con Fox e incluso Marcelo a pesar de la crisis de 2006 en las cosas importantes. Pero creo que conservar la autonomía del DF es un valor político nacional, porque en esta ciudad se han alcanzado algunas cosas. Es más segura, posee mayores libertades, cuenta con una economía pujante respecto a otras partes del país. Ese modelo, esos resultados te conviene preservarlos, porque eso es lo que da fuerza ante los otros actores, frente al propio gobierno federal, ante la opinión pública, los actores internacionales y de tus propios respaldos”.

–Mancera no está rechazando, está solicitando el apoyo social del gobierno federal– se le insiste.

–Son dos circunstancias diferentes. En ese momento yo pensé que era vital el que no hubiera proselitismo priista con los programas sociales, porque eso me quitaba cualquier posibilidad de interlocución con la oposición. Yo ya había vivido el 85 –año del sismo tras el cual surgieron varios movimientos sociales, algunos de las cuales se convertirían o integrarían en corrientes internas del PRD–, conocía el movimiento estudiantil universitario. Sabía que no tener interlocución con la oposición dura de esta ciudad era el principio del fin. Ya había visto como se deterioraban los gobiernos. A mí me dio resultado entonces, pero a lo mejor no da resultado hoy. Creo que a Mancera le convendría tener en torno suyo a todas las fuerzas políticas de la izquierda. Y todas son todas, fuera de clientelismos. No tenerlas es perder elecciones, sufrir enredos en la Asamblea Legislativa y al rato quienes dicen que te ayudarán te darán una puñalada.

–A la vez, el PRD permite y ha permitido una serie de prácticas que luego cuestiona a los otros partidos.

–Eso no tiene sentido. Da muy poco y quita muchísimo.

–¿Se siente usted optimista con el futuro de la izquierda?

–Sí, porque la lógica política que vivimos y viviremos es de tal intensidad que lo que no tenga anclaje rápidamente será rebasado y por lo tanto habrá oportunidad de hacer política más a fondo. A mí me ha enseñado la política que la posibilidad real de que las cosas se compliquen es lo que hace que se den los cambios, es lo que hace que la gente reaccione bien. De otra manera caemos en la cortesanía y el oportunismo y esto es totalmente inconveniente. A todo mundo le sienta mal la soberbia, la vanidad de la imagen. Esta es una profesión para gente que tiene la cabeza fría, para gente que tiene carácter y límites morales.

–¿Habrá sacudida en 2015 para el PRD?

–Sí– el único monosílabo de la conversación subraya su afirmación.

–Al parecer se la pasan mal si no se la están pasando mal dentro del partido.

–Ojalá yo me equivoque y salgan muy bien las elecciones de julio, pero debemos prepararnos para la posibilidad de que no sea así. Y ya no es cosa de un discurso, sino de reconocer problemas y cambiar la estrategia. Un desplome debería llevar a todos a la conclusión de que si no tenemos crecimiento en nuestra fuerza electoral, ya no tenemos mucho derecho a quejarnos.

***

–Usted hablaba de la necesidad de la reintegración de los partidos que obtuvieron los 15.8 millones de votos, ¿quién aleja más esa posibilidad: MORENA o Nueva Izquierda?

–Antes de especular, veamos lo que ya pasó. Después de las desastrosas elecciones de 2009, la oposición de izquierda estaba totalmente dividida. Se dijo que no había manera de unir eso: “Es que las candidaturas presidenciales”, “es que los intereses de la partidocracia”. Había 10 razones para pensar que no se unirían en una coalición y lo hicimos. Hicimos el Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA, coordinado por el propio Camacho) y establecimos un frente político.

“Después se condujo con mucha responsabilidad el tema de las candidaturas, empezando por la presidencial, lo que permitió dos cosas: el voto potencial de la izquierda volvió a levantar y permitió que la votación en el Distrito Federal fuera la más alta de la historia. Si nos hubiéramos dividido en el DF, nos habría pasado que buena parte de los militantes se fueran al PT o a Movimiento Ciudadano.

–Y otros al PRI (caso de una subcorriente de Nueva Izquierda en la Ciudad de México encabezada por René Arce).

–Y otros al PRI. Y se hubiera perdido no sé si la Ciudad, pero ciertamente varias delegaciones y distritos. Si ya tenemos esa experiencia, debemos entender que la unidad desde el punto de vista electoral nos da réditos y que la división nos es letal. La historia no se repite igual. No podemos pensar en una coalición idéntica que la hecha para 2012, pero sí creo que si no tenemos una estrategia inteligente para acomodar los intereses de los componentes de esta posición progresista, simplemente nos haremos un daño enorme y el juego al PRI de una manera fantástica. Y perderemos espacios importantísimos en el DF, como ya se han perdido Zacatecas, Michoacán y muchísimos territorios ganados.

“No es una decisión más, no es un tema electoral. Es un tema estratégico sobre el futuro de una fuerza política, de una representación y sobre una alternativa que debe tener el país. Si todo marchara maravillosamente, quizá hasta podría ser prescindible, pero no. Hay problemas muy graves en el país y hay que intentar otras fórmulas de solución”.

–¿Con qué liderazgos?

–No se pueden negar los votos de Andrés Manuel López Obrador ni la representatividad de la dirigencia del partido. Lo mismo con los otros partidos. Figuras como Marcelo Ebrard tienen peso u otros líderes de la sociedad civil con gran prestigio como Juan Ramón de la Fuente. El ingeniero Cárdenas debe ser parte del relanzamiento del movimiento progresista. ¿Cómo dar acomodo a todo esto? Siendo muy cuidadoso y evitando que alguien se quiera agandallar este capital político.

–¿Existe manera de reagrupar la izquierda?

–Debe buscarse una fórmula distinta a la de 2009. Entonces se reconciliaron las facciones del PRD, luego se trató bien a PT y Convergencia. Después puenteamos con López Obrador. No era una sola cosa. Había que incluir a todos y a cada uno dar su lugar, establecer acomodos, que nunca son perfectos, pero sin anteponer intereses personales. Si existe una posibilidad de arbitraje, de neutralidad en esto, eso facilita la operación.

“Ahora creo que debemos partir de los elementos sólidos que tenemos y no de la parte nada más formal. Si los líderes de los partidos solamente se quieren sentar a que les tomen la foto, entonces no están pensando en esto si no en algo muy cortoplacista. No se trata de ir contra ellos, pero tampoco de someterse a estrategias que van directo al fracaso. Creo que hay que potenciar lo que tenemos en el Congreso, particularmente en el Senado. La representación del PRD y el PT en alianza con el PAN puede dinamizar la reforma política y hacer una reforma mucho más democrática”, argumenta el también presidente de la Comisión de Reforma del Estado en la Cámara de Senadores.

“La otra parte es ir a las elecciones del 15 sin hacernos daño, sin meternos unos a otros zancadillas. Eso se puede arreglar, pero tiene que pasar por el hecho de que MORENA será un partido, de reconocer el liderazgo de López Obrador, de reconocer su representación a los partidos y de incluir a los sectores de sociedad civil que dan la potencia. Hay que hacer esa operación política.

“Y frente a las coyunturas que se van presentando hay que tener posiciones dignas y firmes. No agresivas. No es gritar, no es golpear la mesa. Es simplemente no olvidar que nosotros representamos algo diferente”.

–El partido parece un jarrón otra vez roto. A veces parece más pegamento que porcelana. ¿Se puede unir?

–No creo que se pueda pegar y que quede igual de limpio que como estaba de nuevo. Pero sí que con los elementos existentes se puede construir una fortaleza suficiente para construir la principal fuerza competitiva en el país. Eso sí es posible. La izquierda sí está en posibilidad de representar una oposición que no sea simplemente ir contra todo, pero que tampoco sea ir a entregar el capital político y además hacerlo por nada. *

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