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Redacción/SinEmbargo

17/01/2014 - 12:00 am

¿Una farsa, un teatro, un montaje?

Los sacerdotes de la Diócesis de Apatzingán, Michoacán, encabezados por el obispo de la zona Miguel Patiño Velázquez, se han convertido en los críticos más férreos de la estrategia contra el crimen que desplegaron el gobierno local y federal desde mayo pasado para apaciguar la región de Tierra Caliente. Ahora, en el relanzamiento de esa […]

Los sacerdotes de la Diócesis de Apatzingán, Michoacán, encabezados por el obispo de la zona Miguel Patiño Velázquez, se han convertido en los críticos más férreos de la estrategia contra el crimen que desplegaron el gobierno local y federal desde mayo pasado para apaciguar la región de Tierra Caliente.

Ahora, en el relanzamiento de esa estrategia, con más efectivos militares y federales, helicópteros, aviones, vehículos, etcétera, los párrocos han vuelto a la carga con los señalamientos de que tanto el gobierno de la República como el de Fausto Vallejo Figueroa han montado una “farsa, un teatro”, pues los miembros de Los Caballeros Templarios y, peor todavía, sus principales líderes, se pasean tranquilamente y hasta camuflajeados de periodistas –con chalecos y cámaras fotográficas– “en las narices” de la policía militar.

Ayer, el sacerdote Gregorio López, encargado de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, adscrita a la Diócesis de Apatzingán, realizó un duro señalamiento a las autoridades al revelar incluso que el miércoles pasado Nazario Moreno y Servando Gómez Martínez, alias “La Tuta”, los máximos líderes de Los Templarios, comieron en un rancho llamado “La Cucha”, muy cerca de Apatzingán, justo el día en que llegó el grueso de las fuerzas federales a Tierra Caliente.

Esta denuncia va en línea con lo que los líderes de las autodefensas han hecho durante los últimos meses a las más altas autoridades y a la prensa: Los Templarios están ahí nomás, ellos saben dónde y si las fuerzas federales así lo requieren hasta las llevan de la mano a sus escondites.

Pasa que, como dijo ayer el sacerdote López, ese cártel tiene comprados hasta a elementos de la XXI Zona Militar. Él lo dijo, como lo han dicho también los líderes comuneros, como lo han dicho los empresarios agricultores y comerciantes de la zona.

“Así están las cosas aquí, aquí es un lugar sin ley. Aquí mandan Los Templarios, aquí mandan, deciden y hacen lo que les da su regalada gana”, expuso el padre Gregorio López a una estación de radio local, y también se dijo harto de la situación y de las amenazas de ese cártel contra los miembros de la Iglesia católica que, como el obispo Patiño Velázquez, se han atrevido a alzar la voz y denunciar la complicidad de las autoridades con los miembros del crimen organizado.

Patiño, quien en reiteradas ocasiones ha enviado cartas públicas exigiendo al gobierno federal pacificar la zona, lo crítico el miércoles en otra misiva y expuso que en realidad ni los gobiernos ni los políticos tienen real interés en resolver los conflictos por los que atraviesa la zona de Tierra Caliente. Y la prueba, dijo, es que en lugar de desarmar a los delincuentes la estrategia federal consiste en desarmar a los comuneros.

También analistas y académicos coinciden en que el gobierno federal no está dando una buena señal al desplegar tantos y tan costosos recursos sin responder a la única exigencia que les hace la sociedad michoacana: que capture y descabece a los líderes del cártel de Los Caballeros Templarios.

“Querer mostrar a los ciudadanos de Michoacán que el gobierno tiene presencia y fortaleza, al mismo tiempo que no hay un solo miembro aprehendido del cártel de Los Caballeros Templarios, es un montaje que no ayuda a dar credibilidad al proceso de estabilización del estado”, dijo ayer el doctor José Antonio Ibáñez, director del Programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana, campus Santa Fe.

La emergencia en esa entidad no puede responderse sólo con la presencia de miles de efectivos, armas, aviones, sino con resultados concretos que le devuelvan al gobierno federal la confianza de la gente.

La apuesta es ya muy alta en ese estado para permitirse una nueva derrota. Esa no es una opción permisible, pues se confirmaría entonces lo que ahora se dice en las calles de Apatzingán y en todos los pueblos de Tierra Caliente: que se ha montado una farsa, un teatro, un montaje y que Los Templarios han comprado a todos…

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