La “ciencia ciudadana”, el término de moda que ayuda a la investigación y salva a la biodiversidad

17/03/2014 - 1:30 am
La biodiversidad de diversas zonas del mundo puede ser salvada por científicos ciudadanos que colaboran con expertos. Foto: EFE
La biodiversidad de algunas zonas del mundo puede ser salvada por científicos ciudadanos que colaboran con expertos. Foto: EFE

Ciudad de México, 17 de marzo (SinEmbargo).- Algunos lo llaman ciencia de “crowdsoucing” [colaboración abierta] y abarca prácticamente todos los campos del universo científico tienen ya un proyecto de ciencia ciudadana propio. Desde la astronomía hasta la zoología.

Independientemente del nombre, lo cierto es que no se necesitan títulos, doctorados ni credenciales de la Academia de la Ciencia para convertirse en un investigador. Sin embargo, aunque el término suene novedoso, este movimiento no es propio de la era de Internet, se trata simplemente de un nombre nuevo para una práctica que viene de muchos años atrás.

Por su parte, los ciudadanos científicos son principiantes, voluntarios y otras personas comunes y corrientes que, unidos por su deseo de participar en la creación de una cultura científica, colaboran con expertos y organizaciones para ayudar a almacenar información vital para la investigación científica.

“Si observamos la larga historia de la ciencia y la tecnología, el concepto del científico profesional es en realidad bastante nuevo”, dice el doctor Christopher Kyba, del Instituto de Ecología de Agua Dulce y Pesca Interior de Leibniz. “Los ciudadanos fueron los primeros científicos. Los panaderos eran científicos, e igual que los granjeros. Para aprender a hacer pan o elaborar cerveza había un proceso de ensayo y error que se desarrolló con el tiempo”, agrega el experto.

Por su parte, Lars Lachmann, experto en conservación especies de la Union para la Conservación de la Naturaleza y la Biodiversidad (NABU, por sus siglas en inglés), pone como ejemplo que los datos recopilados por la comunidad ya constituían la base de los estudios ornitológicos de campo mucho antes de que el concepto de ciencia ciudadana se pusiera de moda.

Desde ornitólogos hasta astrónomos aficionados, la aportación ciudadana resulta vital para la ciencia actual. Foto: EFE
Desde ornitólogos hasta astrónomos aficionados, la aportación ciudadana resulta vital para la ciencia actual. Foto: EFE

“Los primeros científicos de aves eran sacerdotes y médicos. Hay mucho conocimiento más allá de las universidades, y la ciencia ciudadana aprovecha el tiempo y las nociones de la gente que no forma parte de la academia. Sin estas personas no tendríamos acceso a una enorme cantidad de recursos”, dice.

En este ramo, la organización alemana de protección de los animales tiene uno de los dos proyectos de ciencia ciudadana más grandes en este país y permite a sus miembros participar activamente en sus eventos anuales de observación de aves, con cientos de miles de participantes y millones de avistamientos de estos animales.

No obstante, hay quien cuestiona si esta ciencia ciudadana puede ser capaz de reportar resultados verdaderamente científicos. Según el doctor Matthias Nuss, del Museo Senckenberg de Zoología de Dresde, la respuesta es “sí”, y afirma que los ciudadanos científicos facilitan la mano de obra para compilar la cantidad de datos necesaria con la que los profesionales pueden llevar a cabo su labor.

Actualmente, el concepto de conservación de biodiversidad basada en la comunidad no es un fenómeno exclusivo de un país o continente. Así, en Reino Unido, ciudadanos científicos ayudan en la batalla contra el cáncer, mientras que en África la documentación de los leones en el Serengueti es realizada por miembros de la comunidad que colaboran con esta labor.

En América, Brasil también se suma a esta tendencia, y en colaboración con el gobierno alemán, el parque nacional Serra de Bodoquena inició unprograma de monitoreo de biodiversidad que promueve la colaboración de los ciudadanos con los científicos para recopilar detalles esenciales sobre la flora y fauna locales.

Teniendo en cuenta que el país sudamericano alberga un 70 por ciento de las especies animales y vegetales documentadas en el mundo, los ciudadanos científicos pasan de ser meros participantes a auténticos agentes en la lucha contra la desaparición de especies.

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