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Alejandro Calvillo

17/04/2018 - 12:02 am

El ejemplo es Lula y Mujica, no Chávez y Maduro

El hambre, la pobreza y la desigualdad es el gran reto en América Latina y gran parte del planeta. Desde hace cerca de 30 años la posibilidad de movilidad social prácticamente desapareció en nuestro país, es decir, quien nace pobre tiene las más altas posibilidades de vivir en pobreza el resto de su vida. Lo […]

Foto: Especial

El hambre, la pobreza y la desigualdad es el gran reto en América Latina y gran parte del planeta. Desde hace cerca de 30 años la posibilidad de movilidad social prácticamente desapareció en nuestro país, es decir, quien nace pobre tiene las más altas posibilidades de vivir en pobreza el resto de su vida. Lo anterior significa que en un país con más de la mitad de la población en pobreza, más del 50% de los niños y jóvenes del país, vivirán en las mismas condiciones de pobreza que sus padres. La pobreza no es el resultado de falta de trabajo solamente, la pobreza es sistémica, es el resultado de salarios que mantienen a más del 20% de la población de nuestro país en la incapacidad de adquirir la canasta básica de alimentos, es decir, el salario los mantiene en pobreza alimentaria, mientras más de la mitad de la población están en pobreza, con dificultades de acceso a educación, a salud, a la vivienda, a los servicios básicos. La pobreza alimentaria es la condición social que muestra el fracaso extremo de un sistema.

Lo más grave es que esta situación en que más de la mitad de la población vive en pobreza y una quinta parte, es decir, una de cada cinco personas, no puede acceder a los alimentos que requiere, está ocurriendo en países con un alto Producto Nacional Bruto, en países donde la riqueza se concentra cada vez más en unos cuantos. Cuando reflexionamos sobre cuál es el modelo en la región que podría darnos ciertas claves para enfrentar la pobreza y la desigualdad sin comprometer la estabilidad económica del país, sin duda está el gobierno de Lula. No es de llamar la atención que el neoliberalismo en América Latina ataque las propuestas políticas de izquierda señalando a Venezuela que es un desastre y enfrenta una catástrofe social y económica, y no diga nada, no señale el caso del gobierno de Lula. Se hace silencio sobre un gobierno de izquierda que no endeudo más, que de hecho pagó el total de la deuda que tenía con el Fondo Monetario Internacional, que en solamente siete años hizo crecer brutalmente la clase media y sacó de la pobreza a millones de familias.

Cuando Lula dejó el gobierno tenía más de un 80% de aprobación de los brasileños, un nivel nunca visto en ese país y difícilmente logrado en cualquier otro. Su gobierno logró la mayor movilidad social de la historia de Brasil: entre 2003 y 2010, 30 millones de personas superaron el umbral de pobreza, lo que logró también fortalecer el mercado interno. Al concluir su mandato, la tasa de desempleo era menor que la estadounidense. No todo lo invento Lula, su antecesor el presidente Fernando Henrique Cardoso había iniciado programas de transferencia de renta con el programa “Bolsa Familia”. Entre 2003 y 2008, durante la administración de Lula, la pobreza se redujo de 12% a 4.8%. Se recaudaron 70 mil millones de dólares con venta de acciones de Petrobras, destinando gran parte a exploración. El crecimiento económico anual promedio en esos años fue de 4.1% anual. El gobierno se vio favorecido por el aumento del precio mundial de las materias primas y supo aprovecharlo.

El primer paso que debe darse y que dio Brasil, fue combatir el hambre, pero con programas integrales que ayudaron a combatir la pobreza. En Brasil se han desarrollado instituciones democráticas con amplia participación ciudadana que también fueron un factor fundamental en los anteriores gobiernos para fortalecer sus programas de combate a la pobreza y el hambre. Al salir de la dictadura (1964-1985) Brasil supo construir estructuras de mayor participación democrática y una de ellas es el Consejo de Seguridad Alimentaria y Nutricional creado desde 1993, modelo que retomó FAO y la OMS para el Consejo Mundial de Seguridad Alimentaria.

El Consejo de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Brasil (CONSEA) fue reestablecido por Lula en 2013 después que Cardoso lo había clausurado. Lula volvió al CONSEA asesor directo de la presidencia en la materia. 2/3 parte del CONSEA son representantes de la sociedad civil (asociaciones, universidades, sindicatos) y 1/3 de ministerios del gobierno con observadores de órganos de gobierno e internacionales. El CONSEA ha sido fundamental en la elaboración de las políticas y directrices de las políticas contra el hambre y la mejora de la nutrición, para crear la Política Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional.

El CONSEA fue fundamental en el proceso de establecimiento de “Fome Zero” (Hambre Cero). Las transferencias económicas para enfrentar el hambre formaron parte de políticas integrales que no existieron en México con la penosa y corrupta “Cruzada contra el Hambre”. El ejemplo brasileño de política social, altamente combatido por la oligarquía de ese país, no sólo se enfocó en la transferencia económica, como lo muestra “Fome Zero”, formó parte de una política más amplia que conjuntaba el combate al hambre con el combate general a la pobreza. Este caso es un ejemplo que debe tomarse y ajustarse a nuestra realidad, en muchos aspectos, una realidad similar a la brasileña.

La Política Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Brasil coordinada por el Ministerio de Desarrollo Social y Combate al Hambre agrupó la labor, en la misma dirección, del Ministerio de Desarrollo Agrario y el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación del Ministerio de Educación. En México nada ha sido coordinado, ni la estrategia contra la obesidad. Más bien, las políticas han sido entregadas a las grandes corporaciones que actúan en sentido contrario al bienestar social.

“Fome Zero”, a diferencia de “La Cruzada Nacional Contra el Hambre”, tuvo el objetivo de ampliar el acceso a los alimentos, pero también, y muy importante: 1. fortalecer la agricultura familiar y 2. promover los procesos de inclusión productiva y generación de renta. Fortaleciendo la agricultura familiar se enfrenta la pobreza rural, se producen alimentos, se fortalecen los mercados locales y regionales. La creación de cadenas de comercialización, realizando compras gubernamentales a los pequeños productores, estableciendo la compra de alimentos desde las escuelas a los productores locales, entre otras políticas, fortalecen las economías locales, combatiendo el hambre y manteniendo las tradiciones alimentarias.

México tomó el ejemplo de “Fome Zero”, pero tomó lo que quiso, aquello que servía para la cooptación política-partidaria, la transferencia monetaria. Y utilizó la propia transferencia para servir a los intereses económicos. Un gran beneficiario de “La Cruzada Nacional contra el Hambre” fue la mayor corporación alimentaria del mundo, Nestlé. En la “Tarjeta Sin Hambre” se incluyeron varios productos de esta empresa, de 15 alimentos que pueden comprarse con la tarjeta, se encuentran un número considerable de la trasnacional, entre ellos Café Dolca, leche en polvo Nido, chocolate, leche Nido, entre otros. Nada en relación a aprovechar la oportunidad para el desarrollo de empresas que fortalezcan la economía de los productores agrícolas nacionales de café y cacao que se encuentran en algunas de las zonas más pobres del país.

Para las elecciones de este año a la presidencia de Brasil, Lula mantenía la mayor popularidad, más del 30% votaría por él. Le sigue en popularidad Jair Bolsonaro, un ultraderechista destacado por racista, clasista, homofóbico, contrario a los derechos humanos. Bolsonaro, como legislador, apoyó el impeachment que sacó del gobierno a Dilma Rouseff, en su intervención en el Congreso dedicó su voto, entre otros, al miembro del ejército brasileño que había torturado a la propia Dilma cuando estuvo encarcelada bajo el régimen militar brasileño. La proyección y popularidad de Bolsonaro ha sido creada por los medios de comunicación que han venido sembrando el odio personal contra Lula y Dilma, como lo han sembrado en otros países contra aquellos que pueden afectar los intereses de quienes ejercen el poder económico y combaten que el poder político no les sirva también a ellos.

No hay dudas de que la corrupción en Brasil alcanzó niveles muy altos y que todos los partidos políticos se vieron inmersos en su trama, tampoco hay dudas de que el ataque desde el Congreso a Dilma y el encarcelamiento a Lula, son actos totalmente desproporcionados en relación a la protección del mismo Congreso al actual presidente Temer y el papel que ha jugado la oligarquía brasileña contra Lula. Temer enfrenta acusaciones mucho más graves que las que inhabilitaron a Dilma Rouseff. Dilma fue acusada de disimular el déficit fiscal y no fue acusada de corrupción. El actual presidente Temer tiene cargos por obstrucción de la justicia y corrupción, pero el Congreso lo ha protegido.

El otro gran ejemplo en la región para nuestro futuro es el del expresidente uruguayo Mujica, amigo de Lula. Uruguay es el país con mayor nivel de igualdad en América Latina y no es sólo obra de Mujica, es de una tradición democrática que se sobrepuso a otra dictadura. Y como Dilma, Mujica también fue preso y torturado durante la dictadura, pasando 7 años aislado en prisión sin poder acceder a ningún texto, sin poder leer. En ese país pequeño, de poco más de tres millones de personas los gobiernos de izquierda de Tabaré Vázquez y de José Mujica han mantenido un crecimiento promedio anual del PIB de 7% durante diez años, disminuyendo la pobreza de 30% a 10% aproximadamente. El éxito han sido las medidas redistributivas y sus programas sociales: educación gratuita, cobertura universal de salud pública, pensión universal a los mayores de 65 años, entre otros. El ejemplo de Mujica está en los logros del Frente Amplio, de Tabaré Vázquez y Mujica, y, en especial, su ejemplo y mensaje de vida.

Así como Lula recibió muy diversos reconocimientos internacionales por los logros en su combate a la pobreza y el hambre, Mujica recibió un reconocimiento en todo el mundo por su forma de vida, por no acceder a los privilegios materiales del poder, por vivir con su mujer como una familia de clase media baja rural, por su sabiduría y su crítica constante al mundo material y el consumismo, por su ejercicio continuo de la empatía. Mujica se convirtió en el mundo, en especial, en los países de habla hispana, en algo así como un gurú social-espiritual. Su ejemplo, puso en el espejo la imagen grotesca de la vida presuntuosa de gran parte de los presidentes, de los políticos. Ni Lula ni Mujica tuvieron los desplantes de Chávez, de Maduro, ni denuncias de censura a los medios de comunicación. En cambio, encontramos esas denuncias de atacar la democracia a partir del control de los medios de comunicación, no a través de la censura, pero si a través del dinero, en países como México.

Cuando se habla de políticas sociales, de la necesidad de recuperar el Estado del Bienestar, para enfrentar la desigualdad, el hambre y la pobreza, se enfocan las campañas neoliberales en Venezuela, en Cuba. A esto contribuyen algunos “izquierdistas” que revindican a Chávez y llegan a justificar a Maduro. Desgraciadamente, esta situación inhibe la necesidad de discutir las políticas exitosas de combate al hambre, a la pobreza y la desigualdad, en sociedades plenamente democráticas. Y ese es el reto, hacer sobrevivir las políticas sociales, la redistribución fiscal, al embate de las fuerzas económicas que se niegan a dejar de seguir siendo las beneficiarias de la riqueza del país.

Nota al artículo “Nuestro Imbatible Refresco” de Francisco Ortiz Pincheti (http://www.sinembargo.mx/13-04-2018/3407155)
Quiero hacer algunos señalamientos al artículo de Francisco Ortiz Pincheti “Nuestro imbatible refresco”. Dos argumentos se presentan que pueden resumirse en: 1. es absurdo enfocarse en reducir el consumo del refresco, más acertado sería reducir el consumo de guajolotas (tamales en torta) y 2. El impuesto no ha ayudado a reducir el consumo.

En primer lugar hay que diferenciar entre calorías, las calorías no son iguales. Coca Cola ha tratado de reducir la discusión a un asunto de balancear las calorías que consumes con las que gastas. En la población mexicana hay que señala,r primero, como lo muestran las últimas encuestas nacionales de nutrición (2006,2012 y medio camino 2018) que el consumo de bebidas azucaradas es extremadamente alto. Se calcula que es mayor a 400 ml por persona al día en promedio y que representa el 70% del azúcar añadida en la dieta de los mexicanos. Es decir, entre los consumidores el promedio es de alrededor de medio litro al día, diez cucharadas cafeteras de azúcar (200 calorías), el máximo establecido para un adulto en un día por la OMS y el doble de lo que propone OMS como ideal que equivale a 5 cucharadas (100 calorías) para proteger la salud.

Las bebidas azucaradas tienen características que ningún otro alimento posee que las hacen constituirse en un riesgo a la salud: concentran muchos azúcares en poca cantidad, estos azúcares se encuentran en forma líquida (por ende su absorción es muy rápida), y hoy en día no solo contienen azúcar de caña sino también jarabe de maíz de alta fructosa, un tipo de azúcar con un metabolismo particular. Las calorías en bebidas no generan saciedad, es decir, si vienen en un alimento nos generaran saciedad, si vienen en líquido no, se convierten directamente en calorías extras. De hecho, el golpe glucémico que generan, que viene seguido de una caída, genera un deseo de mayor consumo, es decir, llevan a una mayor ingesta de alimentos.

La evidencia científica ya es concluyente en afirmar que el consumo de bebidas azucaradas aumenta el riesgo de desarrollar: obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, hígado graso y caries (lista de estudios en http://alianzasalud.org.mx/nodanessucorazon). Esto se debe a las características mencionadas y a que estos niveles de azúcar en sangre y, en especial, la presencia de fructuosa, se convierte en grasa en el hígado. Los estudios encuentran que el riesgo aumenta con una sola lata al día. Sin importar el resto de la dieta, una sola lata al día aumenta en cerca de 60% el riesgo de desarrollar obesidad en niños, por poner un ejemplo. En adultos, esa misma lata aumenta en 26% el riesgo de desarrollar diabetes, independientemente de si la persona tiene exceso de peso o no. Esto se debe al comportamiento metabólico que tienen los azúcares en las bebidas.

En México, el consumo promedio de bebidas azucaradas por persona, que supera los 355 ml que contiene una lata, coloca a una gran parte de la población en riesgo. Los estudios también confirman que a mayor cantidad consumida, mayor es el riesgo porque aumenta la resistencia a la insulina, aumenta la concentración de grasas circulantes en la sangre y en el hígado. Si bien algunos alimentos tradicionales tienen un alto contenido calórico, es imperante distinguir entre estos y las bebidas azucaradas. El consumo de una guajalota de manera regular aumenta, sin duda, el riesgo de obesidad y sus enfermedades asociadas. Aunque la guajolota crea saciedad, es decir, llena, su consumo cotidiano no es recomendable y se deberían hacer campañas para bajar el consumo de productos que se encuentran fritos y no tienen aporte nutricional De acuerdo al Sistema Mexicano de Alimentos Equivalentes, un tamal de 200 gramos contiene en promedio 500 kcal, entre 30 y 35 gramos de grasa (en su mayoría saturada), 10 gramos de proteína, 50 gramos de hidratos de carbono, es decir, la guajolota tiene un aporte nutricional. Sin embargo, la guajolota no tiene un impacto epidemiológico como lo tiene el refresco entre la población mexicana, su consumo no alcanza la incidencia y el impacto que tiene el consumo de bebidas azucaradas.

En primera instancia, es reconocido que el sobrepeso y la obesidad tuvieron un crecimiento exponencial iniciado en los noventas estrechamente relacionado con la apertura al libre comercio y con ello un aumento en la penetración de productos altamente procesados que sumados a una publicidad multimillonaria han permeado los hogares de ciudades y comunidades alejadas, presentándose un enorme crecimiento en el consumo de bebidas azucaradas. Por ende es innegable el rol que tienen las bebidas azucaradas y productos chatarra en la génesis de esta epidemia. Para ver la larga lista de evidencias científicas al respecto sugerimos visitar: http://alianzasalud.org.mx/2016/09/evidencia-cientifica/

Las bebidas azucaradas tiene características especiales:

– No generan saciedad, es decir, no provocan esa sensación de satisfacción o llenado como sí lo hacen los alimentos sólidos. Esto afecta el mecanismo de compensación que permite al ser humano regular su ingesta energética, induciendo muy probablemente la sobreingesta calórica. Por ello no son las 150 o 250 calorías que provienen del refresco, sino las que se suman a causa de la inhibición de la señal de saciedad que envía el cerebro.

– Unicamente contienen azúcares, ningún otro nutrimento, por ello se les ha llamado calorías vacías. Esto es grave particularmente en niños que están en crecimiento con altas necesidad de nutrimentos esenciales y, como suelen acompañarse de comida chatarra, desplazan alimentos nutritivos por consumir estas bebidas y productos ultraprocesados.

– Como ya se mencionó, la mayoría de estas bebidas tienen una mezcla de azúcar de caña con jarabe de maíz de alta fructosa, endulzante utilizado desde hace no muchos años, muy convenientemente para abaratar los costos de producción a costa de la salud de la población ya que este ingrediente tiene una mayor concentración de fructuosa que se relaciona directamente con el desarrollo de hígado graso y dislipidemias que llevan a enfermedades del corazón.

Ninguno de estos efectos es causado por el consumo de alimentos tradicionales que si bien pueden tener un alto contenido calórico, también proveen de nutrimentos esenciales como fibra, ácidos grasos indispensables, proteínas, vitaminas, minerales y antioxidantes.
Es interesante ver los impactos que las bebidas azucaradas tienen sobre la salud cardiovascular, un asunto que bien resguardo la industria azucarera desde el decenio de 1960, centrando la responsabilidad en las grasas saturadas (https://bit.ly/2dFT9II).

Sobre el impacto del impuesto en el consumo de refrescos, ya he escrito citando estudios publicados en prestigiosas revistas científicas revisadas por pares como el British Medical Journal, Health Affairs y Plus One, en los que se muestra una caída en el consumo de 6% en 2014 y de 9% en 2015. Las publicaciones patrocinadas por la industria refresquera no han sido publicadas en revistas científicas prestigiadas, incluso, ni en revistas no prestigiadas. Los datos proporcionados recientemente por la propia industria refresquera, por la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas, señalan que la venta de refrescos en 2017 aumentó 0.1% en relación a las ventas de 2016. Una lectura simple, como la que le gusta hacer a la industria es que aumentó la venta. Es tan simple esta lectura que basta decir que la población aumento 14 veces más que el consumo de estas bebidas, es decir, el aumento de la población fue de 1.4% frente al 0.1% de aumento del consumo de bebidas azucaradas. También, hay que revisar que los datos de ventas correspondan únicamente a bebidas con azúcares añadidos que son los que tienen el impuesto y no a bebidas con edulcorantes no calóricos.

Los factores que determinan el crecimiento o la reducción en el consumo de un producto son diversos: crecimiento de la población, comportamiento de la economía, variación estacional y temperatura (en el caso de bebidas). Antes de establecerse el impuesto en México, los mexicanos teníamos el mayor consumo en el mundo de estas bebidas. Después del impuesto hemos dejado de estar en ese lugar, superados por los chilenos, a pesar de que nuestro país ha sido destino de una de las mayores inversiones en el mundo de la principal refresquera (Carbonateando el Mundo, EPC 2016)

Sería interesante que mejor estuviéramos discutiendo que el impuesto fuera del monto recomendado por la OMS, por la World Obesity, por el INSP y otros organismos nacionales e internacionales. El impuesto fue de la mitad que propusimos, en vez de 20% fue de 10%, por lo tanto, el efecto es menor. También deberíamos estar discutiendo sobre el destino de los recursos y estar unidos para exigir que parte de las externalidades que genera este producto sean evitadas y cubiertas por los recursos generados por el propio impuesto, que se sumen otros más a demandar la existencia de bebederos con sistemas de purificación en las escuelas y espacios públicos y comerciales.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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