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Adrián López Ortiz

18/02/2018 - 12:00 am

López Obrador puede perder

Cierto, es el rival a vencer. Lo consignan así todas las encuestas y lo afirman continuamente sus seguidores. Por eso el mismo Andrés Manuel ya habla de su victoria como algo seguro (técnica de marketing electoral).

“Es difícil intuir que pasará con el gobierno si Andrés Manuel gana, pero una certeza sí tengo: su halo de santidad acabará muy pronto…” Foto: Juan José Estrada, Cuartoscuro

Andrés Manuel no es presidente todavía. Es más, las campañas ni siquiera han iniciado. Según la ley, estamos en esa nebulosa que se llama “intercampañas”.

Cierto, es el rival a vencer. Lo consignan así todas las encuestas y lo afirman continuamente sus seguidores. Por eso el mismo Andrés Manuel ya habla de su victoria como algo seguro (técnica de marketing electoral).

¿Ese arroz ya se coció? Nada más falso.

¿Por qué? Porque dada la significativa caída de José Antonio Meade en las preferencias, Ricardo Anaya se apuntala como un serio competidor para la Presidencia. ¿Puede ganarle? Claro que sí. ¿Lo logrará? Dependerá de su campaña y de cómo el voto del descontento se mueva.

López Obrador tiene un gran voto cautivo. Una cuota electoral que ha construido con más tesón y paciencia que ningún otro político mexicano.

Pero también hay que repetirlo para que no se olvide: López Obrador también polariza más que sus rivales. Así como hay un firme sentimiento pro-AMLO sobre todo en el centro y sur del país, también hay un amplio segmento anti-AMLO (más concentrado en el norte y el bajío). Son los chairos y la mafia del poder.

No digo nada nuevo. El mismo AMLO lo sabe y por eso él y su equipo han venido teniendo destellos de tolerancia y reconciliación hasta con los personajes más impensables: Cuauhtémoc Blanco, Napoleón Gómez Urrutia, Gabriela Cuevas, por mencionar algunos.

Deben estar conscientes que sumar personajes de controvertida reputación les abolla la carrocería ética del sedán del cambio verdadero, pero ahora lo importante es que el sedán llegue a su destino: Los Pinos.

Ese es el dilema de articulistas como yo, de encuestadores y, sobre todo, de los estrategas electorales: ¿qué pesará más en la siguiente elección?, ¿quienes ven en López Obrador un posible cambio de régimen o quienes temen su posible autoritarismo?

Desde ambos bandos se escupirá fuego, lodo y cosas más desagradables. Unos para fortalecer la idea de que Andrés Manuel nos llevará al pasado; y otros para, antes de las elecciones, dejar claro que solo hay un escenario futuro: la victoria de AMLO.

Y vale la advertencia de una vez. Aún con la ventaja actual, López Obrador puede perder.

Veo dos maneras en que esa derrota es posible: una ilegal y otra legítima.

El primer escenario es por mucho el más peligroso: que el Gobierno Federal, el PRI y sus compinches intenten repetir la victoria a todas luces ilegal del Estado de México.

Ganar a la mala pues, “robarse la elección”. Los creo capaces de eso y más, pero aún así eso es mucho más difícil de hacer a nivel nacional, sale más caro y debe también ser más difícil de tapar. Ese escenario, no tengo duda, pondría a nuestra incipiente democracia en una crisis institucional todavía más severa de la que atestiguamos hoy.

La otra es que AMLO pierda “derecho”. Que cometa errores, que su intención de voto ya no crezca y que Ricardo Anaya y su equipo hagan lo que les toca en campaña y remonten la desventaja, que no es tanta. Que el día “D” los que apuesten por cierta continuidad sean más que los que aspiran a un giro de tuerca. En ese escenario, el margen de victoria sería importante.

Es difícil intuir que pasará con el gobierno si Andrés Manuel gana, pero una certeza sí tengo: su halo de santidad acabará muy pronto, veremos ahora sí al político de carne y hueso tratando de gobernar un país muy complejo, con problemas y retos muy serios. Tres campañas presidenciales deben ser algo muy cansado, pero nada desgasta más que el ejercicio del poder.

Pero si pierde de manera legítima, sabremos si López Obrador es tan liberal como presume.

Adrián López Ortiz
Es ingeniero y maestro en estudios humanísticos con concentración en ética aplicada. Es autor de “Un país sin Paz” y “Ensayo de una provocación “, así como coautor de “La cultura en Sinaloa: narrativas de lo social y la violencia”. Imparte clase de ética y ciudadanía en el Tec de Monterrey, y desde 2012 es Director General de Periódicos Noroeste en Sinaloa.

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