Rubén Aguirre, el gran conciliador en el elenco de Roberto Gómez Bolaños

18/06/2016 - 12:00 am

En Latinoamérica, el Profesor Jirafales es llorado como un genio. Aquí brotan los sentimientos encontrados. La enorme figura en todos los sentidos del elenco del Chavo del 8, murió en la víspera, víctima de una neumonía en la Vallarta de sus amores.

En El Chavo del Ocho, que empezó a emitirse en 1971 y todavía sigue viva en las pantallas, tanto en su versión original como en caricaturas, Aguirre, con su 1,95 metros de altura, era el entrañable profesor que cortejaba a Doña Florinda. Foto: EFE
En “El Chavo del Ocho”, que empezó a emitirse en 1971, Aguirre, con su 1.95 metros de altura, era el entrañable pretendiente de Doña Florinda. Foto: EFE

Ciudad de México, 18 de junio (SinEmbargo).- “Fumaba en el salón, salía con la mamá de un alumno, le pegaba a los latosos, exhibía a los burros, trabajaba en Televisa”, tuiteó el escritor Alejandro Páez Varela, apenas conocerse la noticia de la muerte del actor Rubén Aguirre, el entrañable Profesor Jirafales, quien falleció a los 82 años, a causa de una neumonía y por complicaciones de la diabetes que padecía desde hace años.

Mientras Florinda Mesa (su novia en la ficción y en la vida real la viuda de Roberto Gómez Bolaños (1929-2014), el creador del Chavo del ocho), manifestaba públicamente su dolor por la muerte del actor, su compañero Edgar Vivar (El Señor Barriga) se convertía en vocero de la muerte, antes de que una de las hijas de Aguirre, Verónica, confirmara la infausta noticia a la prensa.

En Latinoamérica lo lloran como a un genio y en México brotan los sentimientos encontrados, en un tiempo donde la famosa serie infantil no es vista con tan buenos ojos por los especialistas en educación, por los intelectuales, por los teóricos de la didáctica.

Rubén Aguirre, desde sus 1,96 metros de altura y su vozarrón se hubiera encogido de hombros y no habría entrado en ninguna polémica, porque después de todo por eso será recordado como un hombre de familia conservador, aficionado al trabajo y esencialmente un tipo que buscaba el acuerdo antes que el conflicto.

“Confirman que el Profesor Jirafales murió por sobredosis de tacitas de café”, anunció el periódico falso El Deforma, en un chiste que le hubiera causado gracia y al que hubiera aplaudido con su bonhomía y su a veces exasperante voluntad de quedar bien con el prójimo.

Era muy amigo del “jefe” Roberto Gómez Bolaños y por eso podía interceder ante él cuando alguien del elenco que no queremos nombrar pero cuyo nombre empieza con Ron y su apellido con Damón llegaba tarde al ensayo o no estudiaba los libretos.

Aguirre era, efectivamente, el bonachón que intentaba pegar las tazas que otros rompían, lo que no le impedía reconocer la genialidad de su amigo, el desaparecido actor Ramón Valdés (1923-1988), quien tal vez por ser tan iluminado para la actuación podía permitirse el zafarrancho y la indisciplina.

Serio candidato a llevarse siempre el premio del mejor empleado del mes, tampoco se embarró las manos cuando estalló el conflicto en el elenco del Chavo del Ocho. “No soy hosco, no me gustan las peleas, no sé si lo que reclaman es por ambición o qué”, le dijo a esta cronista a propósito de los entuertos legales que enturbiaron la relación entre María Antonieta de las Nieves (La Chilindrina) y Carlos Villagrán (Quico) con Gómez Bolaños, por los derechos de autor de sus personajes.

Fue María Antonieta de las Nieves la más tenaz a la hora de reclamarle al creador de la serie los derechos de la criatura de coletas y suéter rojo del que vive la actriz hasta la actualidad, recorriendo diversos circos y escenarios de Latinoamérica y Estados Unidos.

 El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado nacieron a finales de los 60 en la televisión mexicana y, aunque ya no los rodea el boom masivo que generó en sus inicios, los personajes creados por Gómez Bolaños, alias Chespirito, son vistos a diario por millares de niños en Latinoamérica.

En México, la cadena Televisa , dueña exclusiva de los derechos del programa, lo transmite a diario a las cuatro de la tarde, y lo mismo sucede en Perú y en Argentina, solo por citar dos países en los que estos personajes son muy populares.

Muchos teóricos han tratado de explicar la vigencia del “Chavo” y del “Chapulín. La crítica María Pérez Iglesias, por ejemplo, ha dicho que los niños aman estas historias porque se refieren a grupos sociales en desventaja y asumen la perspectiva cantinflesca tan famosa en América Latina.

DESPUÉS DE USTED

“-¿Profesor Jirafales? -¿San Pedro? -Que milagro tenerlo por acá. -Pues sí, estoy muerto. -Pase usted. -Después de usted”, bromea una internauta en Twiter, a propósito de la frase que el también llamado “Maistro Longaniza”, enamorado sin remedio de la madre de Quico, decía al paso de su dama.

Después de usted se llamó la biografía que Aguirre presentó el año pasado en Puerto Vallarta. Ya no podía caminar, pero apareció impecablemente vestido en un gran hotel de la ciudad marítima, para hablar con la prensa. Era vigilado de cerca por su hija Verónica, quien cuida puntillosamente su imagen y no permitía planos desventajosos.

Amaba la radio cuando en la radio aparecían locutores y periodistas profesionales, no cuando la radio caía en la desidia y era usada para pasar música. “Si quiero escuchar música, enciendo el equipo, no la radio”, decía.

Su tamaño le causó algunos problemas. Alguien dijo que sus manos eran como manoplas de béisbol y le negó un trabajo en la televisión cuando era joven, un hecho que no arredró al oriundo de Saltillo, quien con su labor en el entretenimiento dio bienestar económico a su familia y consiguió la aceptación popular.

Tuvo siete hijos y decía haber plantado más de mil árboles, su voz estruendosa lo llevó a convertirse en locutor profesional y en la televisión improvisaba, al estilo de los músicos de jazz.

¿Cuál cree que ha sido el mayor encanto del profesor Jirafales?, tuvimos a bien preguntarle el año pasado. Y él respondió: “Bueno, no puedo hablar mucho, porque se parece mucho a mí, Jirafales soy yo. Somos tan parecidos. Yo también soy vanidoso, presumido, como él. Soy cursi, muy cursi, romántico, no podría hacer una gran diferencia entre los dos. Por eso no me costó tanto trabajo encarnarlo. A veces me ponía el sombrero, encendía el puro y decía: ¡A trabajar! Sólo eso.”

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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