En México se desperdician 10 millones de toneladas de alimentos al año; representan 37% de la producción agropecuaria

19/02/2014 - 10:29 pm

Ciudad de México, 19 de febrero (SinEmbargo).– En América Latina, donde millones de niños sufren desnutrición crónica, se pierde el 15% de los alimentos que se producen cada año, o unos 80 millones de toneladas.

Aunque no es consuelo, comparativamente América Latina es la región del mundo que menos comida desperdicia o pierde. En los países desarrollados, esta proporción puede alcanzar más de un tercio de la producción total de alimentos, dice un estudio del Banco Mundial.

El informe señala que la fecha de caducidad de los productos es un factor que contribuye de manera importante a estas pérdidas, especialmente en la etapa del consumo familiar.

“El consumidor tiende a pensar que no es seguro ingerir un alimento después de ese plazo, pese a las advertencias en contrario de los expertos”, dice el documento.

Señala que en México, por ejemplo, se desperdician más de 10 millones de toneladas de alimentos al año, que representan el 37% de la producción agropecuaria en el país, según datos del Grupo Técnico de Pérdidas y Mermas de Alimentos.

“Este desperdicio de alimentos supone terribles pérdidas en la inversión en agricultura y en los insumos de energía necesarios para producir comida que después se pierde y de la que no se obtienen los retornos esperados”, explica José Cuesta, experto en pobreza del Banco Mundial.

De acuerdo con José Cuesta  existen medidas técnicas inmediatas que pueden ayudar a frenar este desperdicio de alimentos. Algunas son tan sencillas como por ejemplo usar recipientes de plástico para depositar la fruta que se recolecta -en lugar de bolsas-, o mejorar los sistemas de refrigeración para evitar pérdidas en la fase de almacenamiento.

A su vez, el informe indica que la lógica económica de este problema es simple pero abrumadora: Cuanta más comida tiren los hogares, más comida adicional tendrán que comprar para poder cubrir sus necesidades.

“Esto implica que las familias utilizarán una mayor proporción de sus ingresos en comida y menos en otras actividades como educación o sanidad”, indica.

Se denuncia que a pesar de las repetidas crisis en el precio de los alimentos que el mundo viene padeciendo desde 2007, los gobiernos de la región no han llegado a políticas concretas de cambio de hábitos de consumidores y productores para frenar el grave problema del desperdicio de comida.

“No hay mucho nivel de conciencia, ni siquiera en los países más ricos. Hay conciencia para producir más alimentos pero no para mejorar la tendencia de pérdidas de alimentos en la región, sobre todo en concientización y educación”, concluye Cuesta.

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