Bancos de Alimentos, el “pan” que puede alimentar a 870 millones de personas

19/04/2015 - 2:45 am

Oscar René Oliva

Guatemala, 19 abr (EFE).- Los Bancos de Alimentos que se iniciaron en la década de los setenta en Estados Unidos se han convertido ahora en los centros que reciben el “pan” que puede alimentar a 870 millones de personas que sufren hambre en el mundo.

Estas instituciones son los principales centros de acopio de donaciones de alimentos en buen estado para el consumo, en al menos 35 países, de productos que muchas empresas desperdician a nivel mundial, comentó en Guatemala Craig Nemitz, de la Global Foodbanking Network (GFN), con sede en Chicago.

En declaraciones a Efe, Nemitz dijo que estos bancos están aliviando la falta de alimentos en muchos países del mundo, en los que abordan a las empresas para que les entreguen los productos en excedente que ya no comercializan en los mercados.

Sostuvo que estas instituciones son ahora una herramienta para combatir el hambre, porque en el mundo se produce el doble de alimentos de los que la población necesita, pero, aún así, no llegan a la clase pobre.

En ese sentido, Alfredo Kasdorf, consultor para América Latina de los Bancos de Alimentos, comentó que, para eliminar el hambre, se debe aplicar una política a nivel mundial, fortalecer la búsqueda de más productos de consumo básico y ser más eficientes en la distribución para, así, llegar a las personas que más lo necesitan.

De acuerdo con cifras reveladas por el Banco de Alimentos de Guatemala (BAG), mil 300 millones de toneladas de alimentos se desperdician en el mundo cada año, de las cuales, 78 millones, son en América Latina y el Caribe.

Un miembro del BAG, creado en Guatemala en 2005, Edgar Estrada, explicó a Acan-Efe que, en el marco del Primer Seminario de Bancos de Alimentos de Centroamérica, Panamá y el Caribe celebrado en este país en los últimos tres días, 1 de cada 8 personas en el planeta sufre de hambre.

“Con los alimentos que se desperdician bien se pueden alimentar a 870 millones de personas con hambre en el mundo”, afirmó.

Estrada agregó que, paralelamente a la distribución de productos perecederos y no perecederos que reciben en donación, el BAG, que fue el primero que se creó en Centroamérica, tiene como objetivo crear “conciencia entre productores y distribuidores para evitar y reducir el desperdicio de alimentos”.

Afirmó que el compromiso de los bancos de alimentos, y sobre todo del de Guatemala, es impulsar el desarrollo integral a través de la alimentación a las familias que sufren y padecen hambre.

En los diez años que lleva funcionando esta institución, conformada por nueve empresas privadas y una fundación, su trabajo ha beneficiado a 200.000 personas, dijo.

Las bolsas de alimentos se venden a un 81 por ciento menos de su costo real en el mercado porque “no se pueden regalar”, debido a que la institución “necesita capitalizarse para comprar más productos e impulsar nuevos proyectos”, aseveró.

Según Estrada, las familias más beneficiadas son las que habitan en zonas marginales, gente de escasos recursos que vive, por ejemplo, en asilos, orfanatos, escuelas y Casas Hogar.

En su mayoría, se ubican en los departamentos de Guatemala, Sacatepéquez, Escuintla, Quetzaltenango, San Marcos, Totonicapán, Sololá, Petén, Alta Verapaz, Izabal, Jutiapa y Quiché que, juntos, representan el 54,52 por ciento de los departamentos del país.

Explicó que entre 2008 y 2014 se distribuyeron más de 1,61 millones de kilos de alimentos a 82 mil 403 familias, pero no solo víveres, sino también ropa, zapatos, juguetes, artículos de limpieza y de higiene personal, así como útiles escolares que les donan las empresas.

Aclaró que los productos no los distribuyen personalmente, sino que los entregan a 35 instituciones benéficas que tengan solvencia fiscal, representación legal y, como mínimo, 5 años de operaciones.

Destacó que el BAG también impulsa proyectos de impacto social, como el que se ejecuta en Chuisuc, Cantel, en el departamento occidental de Quetzaltenango, donde 25 mujeres producen jaleas.

Además, concluyó, han respaldado programas educativos y desayunos en escuelas porque “pan para todos es paz para mañana”.

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