PROTECCIÓN CIVIL: BROMA DE MAL GUSTO

19/09/2013 - 12:00 am

Hoy es el Día Nacional de la Protección Civil, justo cuando miles de comunidades están devastadas e incomunicadas por las tormentas. Se trata de una coincidencia trágica y reveladora: también hoy se cumplen 28 años del terremoto de 1985, que casi acaba con el Distrito Federal. La experiencia que dejan “Manuel” e “Ingrid” es de un Sistema Nacional de Protección Civil que simplemente no funciona…

Chilpancingo, Guerrero. Ni siquiera en la capital del estado se sabía la magnitud de los daños, mucho menos en las zonas serranas. ¿Y los planes de Protección Civil? Foto: Cuartoscuro
Chilpancingo, Guerrero. Ni siquiera en la capital del estado se sabía la magnitud de los daños, mucho menos en las zonas serranas. ¿Y los planes de Protección Civil? Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 20 de septiembre (SinEmbargo).– El clamor pudo escucharse mucho después. Hombres y mujeres de la Montaña y la Costa Chica de Guerrero cumplieron días sumergidos en el agua, antes de que las autoridades o los medios de comunicación se enteraran de ello.

Todavía ayer, decenas de localidades de esas regiones permanecían inundadas e incomunicadas debido a los derrumbes, los deslaves y los cortes de tramos carreteros ocasionados por la tormenta tropical “Manuel” y su hermana gemela, “Ingrid”, que pegó por el Golfo de México.

Autoridades no sólo de Guerrero sino de todo el país han ido desenterrando poco a poco la verdad: que dos terceras partes del país están dañadas y enormes extensiones del territorio, devastadas. La ayuda gubernamental aún no llega a esos miles de personas perdieron todo y, peor, no tienen siquiera en dónde resguardarse.

Como si fuera una broma de mal gusto, hoy es el Día Nacional de la Protección Civil. Se instituyó para recordar que el país debe ser previsor: es también aniversario del terremoto que acabó con gran parte de la Ciudad de México en 1985.

Pero, 28 años después, aunque el Distrito Federal parece estar más preparado a sismos, el resto del país tiene un atraso de décadas en protección civil, dicen especialistas.

Ayer, los municipios de Tlacoapa, Malinaltepec, Acatepec, Chilapa, Tixtla, Quechultenango, Mochitlán, entre otros, estaban prácticamente abandonados a la mano de Dios. Sus poblaciones seguían bajo el agua sin medios de comunicación.

Pero no sólo es en Guerrero. En puntos tan lejanos como Veracruz o Oaxaca, la situación era similar.

El municipio de Acatepec, por ejemplo, informó que desde hace varios días carecen de servicio de energía eléctrica. Decenas de sus localidades no tienen vías de comunicación y tienen atrapadas a familias que perdieron todos sus bienes. En el municipio de Tixtla se informó que un porcentaje importante de la población permanece inundada por el desbordamiento de las presas situadas en esa cañada, donde tampoco ha llegado la ayuda por parte del gobierno, dijo ayer la agencia oficial Notimex.

En Tlacoapa, en la región de La Montaña, los habitantes abandonaron las viviendas para refugiarse en las partes altas debido a las inundaciones ocasionadas por el desbordamiento de ríos. La población más afectada es Totomixtlahuaca. Mientras, los municipios de Quechultenango y Mochitlán de la región centro de Guerrero permanecen incomunicados por cortes de carretera ocasionados por las lluvias, lo mismo que muchas de las localidades y colonias en el municipio de Chilpancingo, donde la demanda reiterada es que no ha llegado la ayuda gubernamental.

Y el drama apenas comienza. Se requerirán miles de millones de pesos para recuperar la normalidad, en un país que debería gastar en otras prioridades, como el abatimiento de la pobreza.

En 2013 se canalizaron 5 mil 507.9 millones de pesos al Fondo de Desastres Naturales (Fonden), de ls cuales ya se gastaron 200 millones. Luis Videgaray Caso, Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), anunció ayer que la dependencia tiene disponibles 2 mil 800 millones de pesos de años anteriores y 3 mil 500 millones más del presupuesto de ese año, además de 5 mil millones de pesos del Seguro de Riesgos Catastróficos contratado por esta administración.

Esos 12 mil millones de pesos apenas servirán. Las labores de salvamento, el costo de las pérdidas en vivienda, en infraestructura urbana y carretera, en puertos y aeropuertos rondarán entre 17 mil millones y casi 50 mil millones de pesos, es decir, 0.3 puntos del Producto Interno Bruto (PIB).

La cifra parece también una broma de mal gusto si se considera que el Presidente Peña Nieto prometió 27 mil millones de pesos el 13 de septiembre para el Programa de Aceleración del Crecimiento, lanzado para contrarrestar la crisis que hunde a la economía mexicana.

La generación del empleo y la pobreza deberán esperar. Otra vez.

ABANDONO EN LA MONTAÑA

Ayer por la noche, el Centro de Derechos Humanos Tlachinollan denunció que los damnificados de la Montaña “han sido invisibilizados” pues “hasta la fecha no se han adoptado acciones gubernamentales para atender los daños que dejaron las recientes tormentas en esta región”.

“En la Montaña de Guerrero, cientos de comunidades indígenas permanecen incomunicadas por las inclemencias climatológicas. Es apremiante la situación que enfrentan comunidades Na’savi y Me’phaa de los municipios de Malinaltepec, Atlamajalcingo del Monte, Iliatenco, Cochoapa el Grande Metlatonoc, Tlacoapa, Acatepec y Copanatoyac, donde la gente está incomunicada y abandonada. Se han reportado accidentes y muertes de menores y adultos en Mixtecapa, Municipio de San Luis Acatlán, a causa del desgajamiento del cerro donde se encuentra asentada la comunidad”, dijo.

En las comunidades de Moyotepec y El Tejocote, del municipio de Malinaltepec, dijo la organización en un comunicado, las autoridades comunitarias han reportado más de diez muertes.  “En Tilapa y su anexo El Salto, pertenecientes al mismo municipio, se denunció una situación particular en la medida en que se han registrados accidentes hundimientos y daños a centenares de viviendas  así como destrucción de cultivos”.

“En Huehuetepec, del Municipio de Atlamajalcingo del Monte, el Cerro del Ixtle ha empezado a desgajarse y sus pobladores han salido de sus viviendas para refugiarse en los cerros aledaños pues no hay más caminos o espacios alternos; se teme que alrededor de 70 familias enfrentan el grave riesgo de que sus viviendas sean sepultadas”, agregó.

“Para Tlachinollan, los estragos causados por las lluvias en la Montaña son incuantificables por el momento, pues además de que no se han logrado precisar los fallecimientos y accidentes; al perderse la cosecha del maíz sembrado para la autosubsistencia en este ciclo agrícola, la mayoría de las comunidades de la región enfrentarán en el futuro inmediato una preocupante escasez de alimentos. Aunado a ello, las viviendas han sido arrasadas en muchas comunidades. La garantía de los derechos humanos a la alimentación y a la vivienda digna mediante acciones emergentes, en este contexto, resulta urgente”, señaló.

“La respuesta estatal no ha llegado a la Montaña”, expresó.

Como el Ejército, la Policía Federal es usada, en esta crisis por desastre natural, en tareas de rescate. Foto: Cuartoscuro
Como el Ejército, la Policía Federal es usada, en esta crisis por desastre natural, en tareas de rescate. Foto: Cuartoscuro

EL FRACASO DE PROTECCIÓN CIVIL

Apenas en el inicio de la administración de Peña Nieto, se anunció un reajuste al Sistema Nacional de Protección Civil, que dirige Luis Felipe Puente Espinosa.

El Primer Informe de Gobierno, dado a conocer apenas el 1 de septiembre, citaba: “Desde la nueva perspectiva en materia de protección civil, caracterizada por su énfasis preventivo, el Sistema Nacional de Protección Civil busca lograr una estrategia equilibrada, en la cual la prevención desempeñe un papel tan importante como la mitigación de las consecuencias adversas que ocasionan los desastres naturales y los que se originan de la actividad humana”.

Y dos semanas después, el sistema falló. Miles de comunidades quedaron incomunicadas a pesar de que se anunció, con días de anticipación, que venían dos tormentas al mismo tiempo –un hecho histórico– hacia territorio nacional.

La llegada de “Manuel” e “Ingrid” se previó por los sistemas internacionales desde el viernes 13 de septiembre. No fue sino hasta la noche del domingo 16 que Luis Felipe Puente, el coordinador nacional de Protección Civil, dio la cara. Anunció a los medios de la probable gravedad de los hechos. “Nos reporta el Servicio Meteorológico Nacional que es la primera vez que nos afectan dos fenómenos de este mismo tipo a un lado y otro de la República Mexicana”, dijo.

Un día antes, Puente estuvo enviando señales por Twitter: alertaba de posible daño por la llegada de los meteoros. Pero quienes no tuvieran Twitter (es decir: la mayoría de la población que resultaría afectada) jamás se enteró.

El resultado fue que, a diferencia de años anteriores –y a pesar de que ahora se cuenta con más y mejor tecnología– el número de muertos es mayor. Los datos hablan de unos 80 decesos, pero la cifra apenas empieza a contabilizarse.

Ayer, con el agua hasta el cuello, la Cámara de Diputados aprobó el descuento de una porción de las dietas de sus 500 integrantes para contribuir con los damnificados por el huracán “Ingrid” y la tormenta “Manuel”.

Pero los legisladores del PAN, PRD y PT reprocharon que el gobierno federal no aplicó a tiempo los protocolos de protección civil para alertar a la población y a los turistas.

El Diputado Manuel Huerta (PT) cuestionó al Sistema Nacional de Protección Civil. En Cuba, dijo, “hay fenómenos meteorológicos más difíciles y nunca se muere nadie, porque hay medidas. Aquí no aplicaron ninguna”.

El Diputado Víctor Manuel Jorrín (Movimiento Ciudadano) atribuyó la responsabilidad de no haber dado la alerta a tiempo sobre la crecida de las aguas al director de la Conagua, David Korenfeld.

“Conagua tenía conocimiento de las áreas que deben desfogarse cuando la laguna y el río de la Sabana en Guerrero tienen demasiada agua. Y no lo hizo en tiempo y forma”, dijo.

Luis Felipe Puente. Tarde y mal. Foto: Cuartoscuro
Luis Felipe Puente. Tarde y mal. Foto: Cuartoscuro

BROMA DE MAL GUSTO

Para conmemorar el terremoto de 1985, que devastó parte de la capital del país y dejó un saldo extraoficial de al menos 10 mil muertos, el gobierno de Vicente Fox Quesada decretó el 19 de septiembre de cada año como el Día Nacional de Protección Civil.

A 28 años de aquella tragedia, la prueba “Ingrid” y “Manuel” no fue superada. A decir de especialistas y legisladores, poco es lo que se ha avanzado a nivel de los gobiernos federal y estatal sobre la prevención y el manejo de los crisis naturales.

El Distrito Federal, por aquella dolorosa experiencia y por su ubicación en una zona de alto riesgo, se ha venido preparando año con año en la especialización de personal del Gobierno del Distrito Federal (GDF). También, el sistema de alerta sísmica, que surgió en 1991, se ha mejorado técnicamente y se ha extendido de los edificios públicos y hospitales, a prácticamente todas las escuelas públicas de la capital del país.

Este sistema fue desarrollado por el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico de la Fundación Javier Barros Sierra y se precia de ser de los más avanzados en el mundo. Se basa en el hecho de que los sismos que más afectan a la ciudad ocurren a gran distancia de la misma, en la costa del Océano Pacífico, por lo que las ondas que producen la vibración del terreno y los daños, tardan cerca de un minuto en llegar a la ciudad, lo que permite instalar una red de instrumentos a lo largo de la costa, que detecte el sismo en el momento en que ocurre y envíe una señal de radio a una estación de control en la Ciudad de México, que puede disparar una señal de alerta con cerca de 50 segundos de anticipación a que comience la sacudida.

Otra tarea periódica es la de los simulacros que se coordinan entre el GDF e instituciones públicas y privadas, con la intención de concientizar a la sociedad y darle herramientas para prepararse y reaccionar ante cualquier sismo, así sea de una intensidad menor.

Po ejemplo, este jueves 19 de septiembre de 2013, a las 10:00 horas, la sociedad capitalina, desde sus casas, edificios, comercios, oficinas, hospitales y escuelas, se unirán en una macro simulacro sísmico, para difundir entre la población las acciones básicas a seguir en caso de un sismo.

Pero en el resto del país, “Ingrid” y “Manuel” entraron –diría la conseja popular– como “Juan por su casa”.

El terremoto de 1985 dejó una honda huella en la sociedad de la capital del país y se convirtió también en un símbolo de la fuerza de sus habitantes, para resurgir de los escombros por encima de las autoridades locales y federales de entonces.

El sismo se registró a las 7:19 horas, tiempo del centro de México, y tuvo un registro máximo de 8.1 grados en la escala de Richter, con una duración aproximada de poco más de dos minutos. Al siguiente día (20 de septiembre), a las 19:38 horas, una réplica con una magnitud de 7.9 grados en la escala de Richter volvió a estremecer al Distrito Federal y aumentó el caos y la destrucción.

Aunque en menor medida que el DF, también se registraron perdidas humanas en los estados de Jalisco, Michoacán, Hidalgo, Guerrero y Oaxaca.

La Ciudad de México ha cambiado radicalmente desde entonces.

Pero el país sigue, como ya se vio, en manos de la contingencia. El Día Nacional de Protección Civil es, simple y llanamente, una broma de mal gusto.

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