Londres, 19 dic (EFE).- Los “indignados” que acampan desde octubre en las inmediaciones de la catedral de San Pablo, en el corazón financiero de Londres, se enfrentaron hoy a la primera de las cuatro jornadas del juicio que determinará si son desalojados de ese espacio público.
Tras escuchar a las partes por la mañana, el juez Keith Lindblom visitó el campamento en el que los manifestantes mantienen más de un centenar de tiendas de campaña para conocer de primera mano la situación en la zona, informó la cadena británica BBC.
La autoridad municipal del distrito de negocios londinense, la City of London Corporation, acusa a los manifestantes del grupo Occupy London de haber ignorado una orden para retirar de la calle sus tiendas de campaña y de estar provocando problemas en una zona turística.
El gobierno de la City argumenta que la protesta anticapitalista está bloqueando el paso a los transeúntes y dificulta a los turistas tomar fotografías de la catedral, levantada en el siglo XVII, y ubicada cerca de la Bolsa de Londres.
Según la corporación, las vistas programadas de colegios al monumento se han reducido a la mitad desde que comenzó la protesta y los comercios locales han visto reducida su actividad hasta en un 35 por ciento.
Los alrededores de la catedral de San Pablo están ocupados desde el 15 de octubre, después de un intento fallido por parte de los manifestantes de llegar hasta las puertas de la Bolsa londinense.
Las autoridades municipales acudieron a los tribunales después de que fracasaran las negociaciones para que los miembros de Occupy London desistieran de su protesta después del Año Nuevo.
Además del campamento ante el templo, el movimiento ocupó asimismo la céntrica plaza de Finsbury Square y un edificio de oficinas vacío propiedad de la entidad financiera suiza UBS.
Precisamente, en una audiencia distinta, un juez dictaminó hoy que los ocupantes de ese inmueble podrán permanecer en él hasta, por lo menos, después de Navidad, cuando el Tribunal de Apelaciones volverá a revisar la orden para desalojarlos. EFE
