Plaza / Mercado / Quiosco: gastronomía y arte entre Alemania y México

20/01/2017 - 12:01 am

El intercambio cultural entre Alemania y México durante este Año Dual ha tenido de todo: arte expresionista, música, fotografía y ahora, también gastronomía. Con “Plaza / Mercado / Quiosco”, la artista Meggie Schneider y el chef Vadim Otto Ursus toman un espacio público para reunir personas, experiencias y mucha comida mexicana con un toque alemán.

Video: Cri Rodríguez

Ciudad de México, 20 de enero (SinEmbargo).– “Vuélvanse locos, coman con las manos”, dijo el chef Vadim Otto Ursus a sus ocho comensales mientras repartía el plato fuerte, que consistía en un camarón gigante caramelizado, acompañado de frijoles con chicharrón y berro.

Para este punto, ya había desfilado por la mesa un pan comprado en el Mercado de San Juan, joya gourmet de la Ciudad de México en la que Vadim lleva semanas investigando, junto con tostadas de aguacate con chapulines y calabaza con chile ancho y queso Chiapas.

El quiosco de Vadim en plena Plaza San Juan. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo
El quiosco de Vadim en plena Plaza San Juan. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

Algunos de estos ingredientes son proporcionados por los mismos comensales, que desde el pasado lunes hasta el domingo 29 de enero podrán registrarse para ocupar un lugar en la mesa de Otto, quien junto al Goethe Institut, colocó en plena Plaza de San Juan, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Para hacer la transición entre lo dulce y lo salado, el joven cocinero de 24 años repartió piña seca con jamaica y lo que le siguió fue un típico pan de elote con muchas almendras, cubierto de espuma de coco y flores.

Todo el menú anterior, es parte de “Plaza/Mercado/Quiosco”, un proyecto gastronómico y social creado por la artista Meggie Schneider y su hijo, el chef Vadim, quien desde que terminó su formación en 2014, se ha dedicado a viajar por el mundo en busca de nuevos sabores, ingredientes y recetas.

Juntos han recorrido los mercados más importantes de la capital, el de Sonora, San Juan, la Merced y en palabras de la fotógrafa y cineasta, son como “microcosmos”, lugares donde la gente trabaja y a la vez vive, donde se puede encontrar de todo.

A estas alturas, Vadim ya conoce las carnitas, el chicharrón y la trompa de cerdo. Ha cocinado en conjunto con locatarios del Mercado de San Juan, cortado pollo “al estilo mexicano” y vendido cabrito.

En la mesa del quiosco alemán estaban sentados un funcionario de cultura, un consultor distribuidor de mezcales oaxaqueños, un actor, un dramaturgo, una diseñadora, que comían mientras curiosos se acercaban a preguntar si eran clases de cocina, si se podían inscribir, si estaban grabando…

En total se ofrecen seis platillos para degustar. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo
En total se ofrecen seis platillos para degustar. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

De acuerdo con los organizadores, se trata de una plataforma móvil, un proyecto social, un experimento artístico que “ofrece un menú a un grupo selecto de invitados, con el objeto de crear un banquete único para cada renovada congregación heterogénea de comensales. Una misma comida tanto para pescaderos y carniceros, como para cineastas y cocineros, pintores y verduleros, gestores culturales y curadores –una comida para personas que usualmente no comparten la mesa”.

Mientras esta “congregación heterogénea” come o platica, Meggie les toma fotos a lo lejos, se acerca a platicar, los llama por su nombre y agradece su presencia. Cuenta que su objetivo es hacer un libro con esta experiencia, por lo que pide a los asistentes su correo electrónico y una pequeña dedicatoria en el guestbook.

“A las 5:30 tenemos que recoger, porque obscurece y aquí es un poco peligroso”, dice una de las organizadoras.

La reunión va para las tres horas ya y en la mesa se bebe un café preparado con prensa francesa junto con un pequeño dulce de cacahuate que Vadim entrega a cada uno de los comensales, “es uno para ahora y otro para llevar a casa”, dice.

Al final, baja de su “quiosco” y se despide personalmente. Schneider entrega sus tarjetas de contacto a cada uno y los invita a comprar una de las bolsas ecológicas que promocionan el evento.

“Te voy a reconocer en la calle, traemos la misma bolsa”, dice la artista alemana mientras se despide.

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