PERFIL | MADERO: EL APELLIDO NO HACE EL OFICIO

20/05/2013 - 12:00 am
Gustavo Madero. Ni frío ni caliente. Foto: Cuartoscuro
Gustavo Madero. Ni frío ni caliente. Foto: Cuartoscuro

PRIMERA PARTE

Ciudad de México, 20 de mayo (SinEmbargo).- Gustavo Enrique Madero Muñoz tiene un apellido de esos que no estorban, sino todo lo contrario. El actual presidente del Partido Acción Nacional (PAN) es descendiente del Apóstol de la Democracia, Francisco Indalecio Madero, ex Presidente de México que detonó la Revolución Mexicana.

A Gustavo Enrique, el apellido Madero le ha significado desde la propuesta de volverse Delegado en el Distrito Federal, hasta acercarse a la posibilidades de ser Presidente de México.

No es broma: Jorge Triana recuerda que cuando Madero se desempeñaba como Diputado federal en la LIX Legislatura, sus compañeros legisladores del PAN jugaban con su nombre y el parecido físico con su tío abuelo, y lo intentaron persuadir de postularse como candidato a la delegación Gustavo A. Madero. Con ello, le decían no sin humor, garantizarían ganar una demarcación que parece negada para el PAN.

“Se reía y decía que de ninguna manera”, relata Triana.

Su apellido le ayudó también a abrirse paso en la política, a la que ingresó de manera tardía. Así lo recuerda Mario Vázquez, presidente estatal del PAN en Chihuahua, quien conoció a Madero en 1995 y percibió, desde entonces, cómo el apellido tenía peso en los ciudadanos.

Por eso Vázquez lo veía como un potencial candidato a la gubernatura de Chihuahua en 2004, aunque el entonces Diputado federal no se animara.

Cuando Vázquez supo en 2010 que Madero buscaría la dirigencia del blanquiazul, pronosticó su triunfo y le vio “espolones para algo más”.

“En su campaña por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) tuvimos una cena con él y algunos ya lo veíamos como candidato a Presidente de la República. Cuando se lo planteamos, él nos atajó y mostró su parte modesta. Esa trayectoria lo pone en condiciones de un político importante de México y eso me permite valorarlo”, dice Vázquez.

Incluso sus detractores reconocen la fuerza de su apellido. Es el caso del ex senador Juan José Rodríguez Prats, quien en una entrevista anterior lo llamó “nefasto para el PAN”.

“Gustavo tiene una figura amable, un atractivo, un nombre, un apellido. Inclusive una similitud física [con Francisco I. Madero] que nos hizo concebir esperanzas de que era el idóneo [para dirigir al PAN]”, dice Rodríguez Prats.

Ese es el Madero que respeta su apellido, el político decente, educado. Incluso el “poco suspicaz” que algunos compañeros de partido ven en él.

Pero para otros, el apellido no gana elecciones. Y quien lo porta, Gustavo, no está ajeno de equivocaciones, de falta de carácter. No lo salva de haber mostrado debilidad –por ejemplo– ante quien fuera el segundo Presidente de la República emanado de Acción Nacional: Felipe Calderón. El apellido no lo justifica, dicen, en su falta de previsión para impedir que la Asamblea Nacional celebrada en marzo pasado se interrumpiera en medio del revuelo causado por una propuesta incendiaria: la de elegir a los dirigentes por voto directo.

El apellido Madero, dicen esos otros que no son simpatizantes, no lo exime de una “evidente falta de habilidad para la política que le ha costado al PAN”.

Madero, quien empezaría a implantar un sello personal a la dirigencia del PAN a partir de la derrota electoral del 2 de julio del año pasado, es capaz de crear acuerdos afuera, como es el Pacto por México, tal vez su mayor logro. Pero otros le reprochan que dentro de su partido no logra esa capacidad de conseguidos externamente. Candil de la calle, oscuridad de su casa. Eso dicen.

Gustavo Madero llegó a la dirigencia identificado con Felipe Calderón. Y aunque con el tiempo se fueron separando, sí tienen algo en común: que ambos son vinculados con un grupo de políticos panistas a los que se relaciona con permisos ilegales para operadores de casinos. A Madero, en particular, se le relaciona con el ex Alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal; con el actual coordinador de la bancada albiazul en la Cámara de Diputados, Luis Alberto Villarreal, y con el Diputado federal y ex secretario particular de Madero, Jorge Villalobos. Todos ellos han sido señalados como parte de una red que facilitaba trámites a los llamados “casineros”.

A Madero también se le acusa de alargar conflictos por la disputa de dirigencias, como es el caso del Estado de México, donde la dirigencia estatal fue ocupada por un autollamado “admirador de Hitler” hasta que el CEN tomó cartas en el asunto. Y en el DF, donde recibió a un grupo de inconformes por el proceso interno, y a quienes prometió llamar para resolver el asunto, pero ya no lo hizo.

Madero es cuestionado por ser el impulsor de la candidatura a la gubernatura de Chiapas de Emanuel Nivón, lo que significó el desplome de la de por sí raquítica votación del PAN en el estado. Nivón, ex alcalde de Tapachula, está preso por presunto desvío de recursos.

SinEmbargo hizo varias solicitudes de entrevista antes de realizar este perfil. Hasta el cierre de la edición, Madero no respondió.

Diciembre de 2003. Gustavo Madero y Juan Molinar Horcasitas. Foto: Cuartoscuro
Diciembre de 2003. Gustavo Madero y Juan Molinar Horcasitas. Foto: Cuartoscuro

POLÍTICO TARDÍO

Gustavo Enrique Madero Muñoz, nacido en Chihuahua el 16 de diciembre de 1955, inició su carrera política a una edad inusual: cuando rondaba ya los 40 años. Antes de buscar su primer cargo político se dedicó más a las actividades empresariales. En su natal Chihuahua fue vicepresidente del Centro Empresarial del estado de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en 1993.

Se incorporó al gobierno del panista Francisco Barrio en la recta final de su mandato (1992-1998) en el área de Desarrollo Económico. Su interés en la política coincidió con el arribo del PAN a sus primeras posiciones de poder; de ahí que a Madero se le considere un “neopanista”.

En 2000, el empresario y licenciado en comunicación fue el coordinador en Chihuahua de la campaña de Vicente Fox, primer Presidente de Acción Nacional. La primera búsqueda de Madero por un cargo llegó un año después, cuando se convirtió en el candidato del PAN a la presidencia municipal de Chihuahua, elección que perdió a pesar de encabezar una “campaña muy buena”, recuerda el Senador Javier Corral, quien conoce a su paisano desde hace 18 años.

“Debo decirlo con claridad: no había irrumpido en el partido de manera importante, no tenía tras de sí un gran activismo; llega por primera vez y participa dentro de una candidatura interna y la gana y frente a un personaje de enorme trayectoria del panismo de la capital: Guillermo Luján Peña”.

Pero lejos de desanimarse, Madero volvió a participar en otra elección, la den 2003, por la diputación del distrito VI federal. Ganó. Y a partir de ahí, su carrera política fue despegando.

Cuando llegó a la Cámara de Diputados, nadie le vio perfil para la Comisión de Hacienda. Pero fue designado presidente del órgano, recuerda por su parte Triana.

Cuando el jefe de la bancada panista, el ex Gobernador de Chihuahua Francisco Barrio, dejó la coordinación para buscar la candidatura presidencial de su partido, Madero estuvo a punto de ser nombrado coordinador de los diputados albiazules.

En 2006 saltó al Senado, donde nuevamente encabezó la presidencia de la Comisión de Hacienda, y aunque no inició como coordinador de los senadores, el presidente del PAN, Germán Martínez, lo nombró en 2008 jefe de la bancada y sustituyó al defenestrado Santiago Creel.

Para 2010 Madero era candidato a la presidencia de su partido. Buscaba por primera vez en su vida un cargo dentro del PAN. “Si bien era consejero en Chihuahua, lo cierto es que nunca había ocupado un puesto dentro de comité municipal o estatal del partido”, dice Mario Vázquez.

La contienda por la presidencia nacional del PAN inició con cinco aspirantes. Después de la primera ronda de votación quedó claro que sólo Madero y el ex secretario particular del entonces presidente Felipe Calderón, Roberto Gil, tenían posibilidades de ganarla. Los demás aspirantes cerraron filas en torno a Gustavo Madero. La intención era impedir otra imposición en la dirigencia nacional por parte de Calderón. Ya habían tenido suficiente con Germán Martínez y César Nava, ambos calderonistas de cepa. Una serie de rebotes de fuerzas políticas le facilitó la llegada.

Madero Muñoz fue el presidente del PAN que perdió la Presidencia de la República el 2 de julio de 2012 y ganada 12 años antes. Con una aparatosa derrota, mayor que la que causó la renuncia de Germán Martínez en 2009, el chihuahuense se sostuvo al frente del partido.

Opuso resistencia a los estertores del calderonismo y ha liderado la reconstrucción de Acción Nacional, con resultados controversiales.

Noviembre de 2010. En campaña. Foto: Cuartoscuro
Noviembre de 2010. En campaña. Foto: Cuartoscuro

DE LEGISLADOR A DIRIGENTE DEL PAN

En la LIX Legislatura, iniciada en la segunda parte del mandato del Presidente Vicente Fox, el titular del Ejecutivo intentó sacar adelante la iniciativa de Reforma Fiscal apoyado por su partido y del lado priista, aliado de la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo, ahora presa.

El intento fracasó. Una de las llamadas “reformas estructurales” quedó sin ser aprobada. La intentona de apoyo príista al PAN le costó a la coordinadora de la bancada priísta ser destituida. “A pesar de que Madero presidía la Comisión de Hacienda, el costo del fracaso fue absorbido en su mayoría por el vicecoordinador, Juan Molinar Horcasitas”, recuerda Jorge Triana, compañero de bancada de Madero en dicha legislación. Su perfil gris lo salvó.

Cuando el ex Gobernador de Chihuahua Francisco Barrio dejó la coordinación, en 2005, para buscar la candidatura a la presidencia por el PAN, Madero sonó para ocupar la vacante dejada por su ex jefe. Al final, el cargo quedó en manos de Germán Martínez, amigo cercano de Felipe Calderón.

Fue una legislatura donde Madero coincidió con panistas que ahora lo acompañan en su aventura por la presidencia albiazul. Triana recuerda a Madero amable, serio y un legislador discreto, puntual, cumplido. Pero sin una bandera o debate memorable.

Los integrantes de aquella bancada panista siguieron en contacto a través de reuniones, a las que también asistía Madero.

Pero desde que es presidente del PAN, la situación ha cambiado.

“Se ha aislado. Aunque ha habido cierta solidaridad, cuando llegó nos dio gusto que llegara uno de la LIX Legislativa. Incluso se llevó a colaborar a varios miembros: a Tomas Trueba [secretario general adjunto general del CEN], Guadalupe Suárez [secretaria de Promoción Política de la Mujer], a Fernando Álvarez Monje [coordinador nacional de Ayuntamientos]. Varios están ahí, pero el puesto genera un desgaste terrible. Esa solidaridad de grupo parlamentario se termina cuando llegan algunos otros intereses”, recuerda Triana.

Ahí coincidió también con Juan Molinar Horcasitas, actual director de la Fundación Rafael Preciado y quien, se dice, es la materia gris en sus discursos. También coincidió con Miguel Ángel Yunes Linares, en ese entonces priísta cercano a Elba Esther Gordillo. Convertido al panismo, Yunes es una pieza fundamental del escándalo detonado en abril por Madero con los audios y videos que implican a funcionarios de Veracruz y federales en una intrincada red cuyo objetivo era usar programas sociales con fines electorales.

Yunes lo califica de “hombre de gran talento, mexicano responsable, patriota”. Y a diferencia de Triana, dice que era de los más participativos en el tema hacendario.

Tras la LX Legislatura, Madero llegó al Senado. Allí también presidió la Comisión de Hacienda y alcanzó, ahora sí, la coordinación del grupo parlamentario otra vez de rebote: fue gracias a que Santiago Creel, el coordinador hasta junio de 2008, fuera removido, defenestrado por el presidente del partido, Germán Martínez, en uno de esos movimientos atribuidos al carácter del Presidente Felipe Calderón, quien tenía en la mira a Creel desde que ambos compitieron por la candidatura presidencial del PAN en 2005.

Uno de los compañeros de Madero en la Cámara Alta fue el ahora  secretario general de la Organización Demócrata Cristiana, Jorge Ocejo, quien recuerda a Madero como “una persona que condujo con mucha responsabilidad” al grupo y cuyo rasgo distintivo era “más de conducción en la toma de decisiones”.

En agosto de 2010, Madero anunció que buscaría la dirigencia nacional del PAN. El entonces Presidente de la República intentó imponer a otro líder nacional, pero su poder estaba menguando; no pudo.

La presidencia de Germán Martínez, que terminó abruptamente, es recordada por los panistas como la de la alianza con el Partido Nueva Alianza y “La Maestra” Elba Esther Gordillo, a la que sólo se opuso, en el Consejo Nacional, el chihuahuense Javier Corral. Fue la que trajo el primer gran descalabro a Calderón, quien perdió las elecciones intermedias federales de julio de 2009. Al relevo llegó César Nava –hoy acusado de fraude a Petróleos Mexicanos (Pemex)–, otro integrante del equipo compacto de Calderón, ex secretario particular, hombre de todas sus confianzas. Llegaba a ocupar un interinato, a concluir el mandato inacabado de Martínez.

Nava continuó la política aliancista iniciada por Martínez, no sin escándalo: Contrajo segundas nupcias con la cantante Patylu, y el nuevo hogar de la pareja sería un departamento con un valor de 15 millones de pesos, que no correspondían a los ingresos declarados por Nava.

A fines de 2010, con el debilitamiento del Presidente, empezó la discusión sobre la nueva dirigencia. Fue, claramente, una disputa entre calderonistas y anticalderonistas. Cinco contendientes participaron: Gustavo Madero, Cecilia Romero, Francisco Ramírez Acuña, Blanca Judith Díaz y de último momento Roberto Gil, el gallo del entonces Jefe del Ejecutivo federal.

A dos años de aquella elección, aún no queda claro si a Madero también lo apoyaba Calderón; él intentó, en un principio, hacerlo saber así. Tampoco está definido si era apoyado por la esposa del Presidente, Margarita Zavala, como percibió Juan José Rodríguez Prats. El propio Madero negaba ser el “candidato oficial” durante su campaña a la dirigencia, aunque también se planteaba, en otros escenarios, como el más cercano a Calderón.

“No soy candidato oficial de nadie”, dijo en septiembre de 2010.

Mantenerse en esa zona gris, otra vez, le trajo beneficios concretos.

El Senador Javier Corral, quien conoce a Madero desde hace 18 años, explica que no era el candidato de Calderón, pero dejó correr el rumor en su beneficio.

“En realidad no era el candidato de Calderón. Nunca le pidió permiso a Calderón. Le comunicó que quería ser presidente del PAN y Calderón no fue capaz de inhibirlo o decirle que no. Sí puedo decir que sin ser el candidato de Calderón dejó correr una versión de que era su candidato y había otros que veíamos que no lo era. Pero él supo administrar esas dos cosas, sobre todo porque le dieron su apoyo al inicio de su campaña [calderonistas como] Juan Molinar Horcasitas, Salvador Vega Casillas y Ernesto Cordero, y después el Presidente lanzó a Gil, le armó un equipo, se le opuso a Madero pero éste ya llevaba mucho camino recorrido. De hecho dicen que Madero tuvo el apoyo de Margarita Zavala. Es lo que dicen. Yo dudo que ese apoyo haya sido real. A lo mejor tuvo manifestaciones de simpatía pero no creo que haya operado, sobre todo sabiendo que el Presidente Calderón estaba empujando a Gil”, dice Corral Jurado.

En la primera votación por la dirigencia panista, en la que despuntaron Madero y Roberto Gil, los demás candidatos se sumaron al proyecto maderista. Por ejemplo, el equipo de Romero esperaba conseguir por lo menos 20 votos más de los 55 que consiguió. El escenario para ellos lucía poco esperanzador y fueron de los primeros en sumarse a Gustavo Madero.

La alianza maderista era también la alianza antiGil, el candidato calderonista. Refiere José Luis Luege que a pesar de las dos imposiciones de Felipe Calderón, Martínez y Nava, “el Consejo no es un órgano carente de independencia, y así lo mostró en esa votación”.

“Gustavo tiene una figura amable, un atractivo, un nombre, un apellido, inclusive una similitud física que nos hizo concebir esperanzas de que era el idóneo pero sobre todo por oponerse a Roberto Gil. Por eso creo que su llegada fue coyuntural, para evitar un mal mayor. Entonces el panismo cerró filas”, dice por su parte Prats.

Madero ganó la elección y en las primeras fotos apareció con dos personajes: el primero, su predecesor: César Nava. Del lado izquierdo, sonriente, la esposa de Calderón: Margarita Zavala.

Algunos afirman que Madero tiene poco carácter. Otros que, como dirigente panista, se le opuso a Felipe Calderón. Unos consideran que le faltan habilidades para la operación política y, a la vez, otros ven en el Pacto por México su gran logro.

Unos destacan su amabilidad y atención. Luege dice, por ejemplo, que es muy difícil decirle a Madero que no. Rodríguez Prats, a pesar de sus diferencias, afirma que nunca ha sufrido una grosería de parte de Madero. Corral ve en el actual líder panista a un reformador del partido.

La suspensión de la Asamblea del PAN alimenta a aquellos que dicen que no es hábil a la hora de construir acuerdos.

La reconstrucción del partido, luego de la aparatosa derrota del año pasado, pasa por la discusión de sus estatutos. Pero está interrumpida, luego de que se quedó sin quórum. José Luis Luege dice: “Sí faltó operación [de Madero]. Sí faltó fuerza para dirigir mejor la Asamblea. El jefe de debate y el propio presidente del partido debieron haber parado la votación. Es válido pararla, hacer un receso, pedir calma a los compañeros. Y no lo hicieron”.

EL ESTILO MADERO

Juan José Rodríguez Prats pasó de brindarle su apoyo a Gustavo Madero para alcanzar la presidencia del PAN, a la confrontación.

En la interna panista, el ex Senador dio primero su apoyo a otro de los candidatos, el ex Gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña. No a Madero.

Pero cuando en la primera ronda de la elección la tendencia apuntaba a una contienda entre dos, Madero y Roberto Gil, Rodríguez Prats pidió a los simpatizantes de Ramírez Acuña votar por Madero, quien finalmente ganó la contienda. Se cumplía el objetivo de evitar la llegada de otro calderonista a la dirigencia de Acción Nacional.

El activismo de Rodríguez Prats para que los apoyos de Ramírez Acuña se sumaran a Madero, tuvo como resultado un acercamiento entre ambos. Madero se le acercó. Le encomendó ser delegado del partido en Michoacán, en 2011. Rodríguez Prats visitó al estado, asolado por el crimen organizado; descubrió la corrupción de diputados locales panistas, reconocida por ellos mismos.

“En mi primer viaje veo aquella corrupción terrible de los diputados locales. Reconocen que sí habían aceptado prebendas de Leonel Godoy [el ex Gobernador de Michoacán] y él [Madero] prácticamente me cesa. Ahí tuvimos esa confrontación. Ya después de eso, nuestra relación fue cayendo”, recuerda.

Reconoce que nunca ha recibido un trato grosero de parte de Madero. Incluso admite haber sido él más agresivo con el presidente del PAN. Pero en cambio sí ha sido ignorado, y cuando le ha pedido audiencia, el dirigente lo ha hecho esperar hasta tres meses siendo integrante del CEN y consejero nacional.

Igualmente le ha creado expectativas falsas. Rodríguez Prats buscó el año pasado la candidatura para Gobernador de Chiapas, pero se negó a participar en la contienda interna luego de que Emanuel Nivón, ex alcalde de Tapachula y actualmente procesado por desvío de recursos, se registró como precandidato.

Se habló de la posibilidad de una candidatura para Diputado federal para Prats, pero no llegó.

“Me sentí engañado. Eso tampoco lo maneja Gustavo: el oficio político para tratar, suavizar. Entonces empezó a lastimar a mucha gente en el PAN y no había el trabajo político de restañar heridas, de sumar. Mucha gente salió herida cuando se dio la lista de los senadores en las plurinominales, yo vi a varios. Esperaba la diputación después de Chiapas, en donde se me trató como perro. Y yo busqué platicar con él y al paso del tiempo he ido descubriendo que hubo una negociación con Juan Sabines [el entonces Gobernador de Chiapas] y que inclusive eso está en las actas del CEN. Mira cómo terminó Chiapas. Y ahí Gustavo violó artículos, estatutos, fue y destapó a Nivón al viejo estilo”, le reprocha.

Cuando por fin pudo hablar con Madero, Rodríguez Prats le pidió deslindarse de los “corruptos de Chiapas”. Ya existía el antecedente. Rodríguez Prats se opuso a la designación de Nivón, cuyo paso por Tapachula había sido un desastre financiero para el municipio. Se lo había advertido a Madero, a la candidata presidencial Josefina Vázquez Mota y al coordinador de la campaña presidencial, el chiapaneco Roberto Gil.

Pero Nivón fue designado candidato panista y el resultado fue un tercer lugar en la entidad.

En la plática, Madero escuchó a Prats y le dijo que tenía razón. Pero no cambió la situación.

“Ese es otro defecto de Gustavo: te escucha y acepta que tienes razón, pero no hace nada. Eso se lo dije un día en la tribuna: ‘Aceptas tus errores pero no los corriges’”, recuerda.

Otro caso es el de José Luis Luege. El ex director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) fue uno de los panistas convencidos en apoyar a Gustavo Madero para llegar a la presidencia de Acción Nacional.

El dos veces electo presidente del PAN en el Distrito Federal había tratado a Madero desde que el chihuahuense estuvo en el Senado. Lo define como un buen hombre, una extraordinaria persona, respetuoso, de trato decente.

Su impresión no ha cambiado con los años, aunque considera que al actual presidente panista en ocasiones le ha faltado firmeza.

“Sí, yo creí en Madero desde el principio. Yo a Madero lo traté como Senador, con temas de Chihuahua. Lo conozco bien y mi impresión de él es buena. No tengo nada contra él, ni algún reclamo. Y ha tenido mi apoyo y seguramente he apoyado sus decisiones, excepto la que me afectó a mí”, apunta.

Una decisión que incluso lo desestabilizó. Se refiere la de 2012, cuando Isabel Miranda de Wallace fue nombrada candidata a la jefatura de Gobierno del DF. Una postulación anhelada por Luege Tamargo, para la cual se preparó y por la que renunció a su cargo como director de la Conagua.

El ex funcionario federal estaba seguro de contar con los méritos suficientes para ser el candidato panista en la capital. Incluso contaba con el apoyo de cinco mil personas y de tres asociaciones civiles, dice. Cuando renunció a la Conagua le informó a su jefe, Felipe Calderón, su intención de contender.

Otros interesados eran los entonces delegados por Miguel Hidalgo, Demetrio Sodi, y por Cuajimalpa, Carlos Orvañanos; la ex dirigente del PAN en el DF Mariana Gómez del Campo y la entonces Diputada federal Gabriela Cuevas. La realidad era que sólo Sodi y el propio Luege tenían posibilidades.

Pero en enero, Madero llamó a Luege y lo citó en el Comité Ejecutivo Nacional. Le tenía una mala noticia. No habría elección. El candidato sería designado. Como en Chiapas. Y como en el estado sureño, se convertiría en una apuesta perdida.

“Yo le manifesté mi total oposición a una designación”, recuerda Luege.

Pero ya estaba puesta en marcha una operación para convencerlo de que era una decisión benéfica para el partido y para la candidatura presidencial la postulación de Isabel Miranda de Wallace.

Integrantes del Comité Ejecutivo Nacional le decían a Luege que Wallace, por ser mujer con un perfil especializado en seguridad, beneficiaría la elección federal. A la labor de convencimiento se sumaron los precandidatos a la presidencia, Josefina Vázquez Mota y Ernesto Cordero. Ambos le pidieron que aceptara y acatara la decisión, pero Luege se negó y pidió exponer ante el CEN las razones para ser considerado como el candidato en el DF.

“Finalmente tuve una plática con el Presidente [Calderón]. Ahí me di cuenta de que la decisión fundamentalmente no era del Comité Nacional, no era de Gustavo Madero: era más bien una decisión conjunta del Presidente Felipe Calderón con los coordinadores parlamentarios y con los integrantes del CEN. Entonces no era una decisión de Madero o de Cecilia Romero o del Comité Nacional”.

Una decisión basada en encuestas elaboradas por la Secretaría de Gobernación, dice, entonces encabezada por Alejandro Poiré.

Según esos estudios de opinión, Wallace tendría 25 por ciento de intención de voto, mientras Luege apenas sumaba el 15 por ciento.

“Les dije que esas encuestas eran equivocadas, que no representaban lo que eran. Les hice ver que el candidato Fox y el candidato Calderón estaban debajo de 15 por ciento cuando iniciaron las campañas y sin embargo habíamos ganado. Les dije que el perfil de la señora no era adecuado para el PAN en el DF. Di razones y ahí el Presidente me expuso que era por el bien del país. Me hicieron manita de cochinito; una presión brutal. Acepté pero diciendo que era responsabilidad de ellos”.

El resultado es conocido: un desplome del PAN en el DF. Un millón de votos menos que en 2006, lo que alejó aún más la posibilidad de ganar la elección presidencial. Y una candidatura, la de la señora Wallace, con un amargo recuerdo.

“Ese es un error compartido entre la gente del Presidente y del Secretario de Gobernación, que fueron quienes impulsaron a la señora Wallace. Y también Gustavo Madero, ¿por qué? Porque el presidente del partido debe tener la fuerza para, ante una presión, haber dado una argumentación en contra. Además, yo le di muchos argumentos a Gustavo Madero porque era un gran error la decisión que estaba tomando y simplemente no fui escuchado. Por supuesto que él tiene ahí una responsabilidad…”

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