Fernanda Melchor o la literatura como fuego: “Temporada de huracanes”

20/05/2017 - 12:04 am

Fernanda Melchor no sólo escribe con la potencia rabiosa que le reclaman los temas que ha decidido investigar, sino que en cada página muestra un oído y una agudeza pocas veces vista en nuestra literatura, escribe su colega, Yuri Herrera, en una muestra generalizada de cómo ha caído entre los escritores más destacados la nueva figura de esta autora veracruzana (1982), a la que conocimos por el libro de crónicas Aquí no es Miami.

Ciudad de México, 20 de mayo (SinEmbargo).- Temporada de huracanes fue un título que le recomendó Martín Solares y ella lo aceptó humildemente. Es joven, pero madura a la hora de escribir. Una prosa preciosista y cerrada, como la boca de un cocodrilo que te espera en cualquier rincón de la narrativa.

Un grupo de niños encuentra un cadáver flotando en las aguas turbias de un canal de riego cercano a la ranchería de La Matosa. El cuerpo resulta ser de la Bruja, una mujer que heredó dicho oficio de su madre fallecida y a quienes los pobladores de esa zona rural respetaban y temían.

Allí empieza la aventura literaria de Fernanda Melchor, donde el poder, el erotismo y los discursos en busca de un culpable se entremezclan para narrar la zona más pobre de México, la más olvidada.

–¿Existe La Matosa?

–Existe un pueblo que se llama La Matosa, que tiene un origen muy interesante, es un pueblo de negros, como San Lorenzo de los Negros, en Veracruz. Claro que es esa La Matosa que yo tomo. La Matosa además es el nombre de un negro libertario. Yo quería ese trasfondo como un poblado mestizo, afro.

–¿Existe el cuerpo?

–Hay muchos lugares donde existe el cuerpo y lo que hice fue agarrar pedazos y lo revolví.

–Cuéntanos la historia

–Unos chicos encuentran un cadáver en una zona de riego y se desata una serie de especulaciones en el pueblo. Por ahí aparece un personaje que dice haber visto el crimen y esta persona que se llama Yesenia, alias la Lagarta, muy chismosa y denuncia a su primo. La historia se va contando por partes, cada personaje que aparece en la narrativa va contando su versión de los hechos. Los únicos personajes que no se tratan en la novela es el principal victimario y la víctima, siempre son los discursos que se entretejen en torno a ellos.

–Lo importante es que un cadáver casi nunca despierta esos pensamientos, esos discursos

­–Claro. Tiene muchísimo que ver con cómo consideramos la nota roja y la manera en que la nota roja presenta la información nos hace ver como algo que pasa, que surgió. Esta novela nació porque una vez yo leí una nota y en ella se culpaba a una persona, al amante, de la que apareció muerta, porque le habían hecho brujería. Esto es súper veracruzano, pensé cuando lo vi, estaría bien interesante hacer una novela alrededor de ello. Alguna vez pensé en hacer una novela tipo A sangre frío, ver el pueblo, entrevistar, pero sigue siendo un lugar muy difícil para hacer ese tipo de investigaciones. Todo esto ocurrió en una zona que se llama Cardel, es la que más gente desaparecida en Veracruz tiene, donde han encontrado fosas clandestinas…ir e investigar un feminicidio no me parecía la idea más sensata. Y además me puse a pensar si entrevistar personas me iba a llevar a saber sobre un crimen. O sea porque tú dices que el discurso que se arma alrededor de un asesinato, ¿es eso? Entrevistar al homicida me iba a dar la razón, las verdaderas causas. Explorar lo que hay detrás de la violencia pasional era lo que yo quería hacer, esta violencia que conocemos y que viene de las personas más humanas que conocemos: el odio, el amor, la venganza, la humillación, el coraje, la envidia. Tal vez la respuesta está en explorarlo a partir de la ficción y lo que hice fue convertir a los personajes en mi depositario de los sentimientos, de lo fácil que puede ser matar a una mujer, en todo Latinoamérica…

–El Veracruz de mi pueblo, dices, pero antes no era así

–Era muy tranquilo, con esta especie de brotes, violencia pasional, me vio feo y lo agarré a machetazos, un poco provocado por el alcohol y el otro por el calor, que no todo el mundo se puede aguantar…Veracruz se ha trasformado de una manera triste y decepcionante, cómo de ser una sociedad de señoras que iban a tomar el fresco a la calle, ahora una sociedad de puertas cerradas, claustrofóbico, de paranoias. Ya no quieres salir a beber en la noche porque puedes resultar víctima de una balacera. No sabemos cómo volver, si la ciudad ha cambiado de carácter por completo.

–Han tenido unos gobiernos de terror

–Sí, eso tampoco ayuda muchísimo. Bueno, desgraciadamente es un tema muy complicado, parte de una tradición de votar por el PRI. Ya era el robo descaradísimo de Javier Duarte para que tuviera que ganar el PAN, pero Miguel Ángel Yunes no es una opción que nos consuele, un político de carrera preocupado por conservar su cargo, su lugar en el poder.

Una prosa preciosista y cerrada, como la boca de un cocodrilo que te espera en cualquier rincón de la narrativa. Foto: Especial

–Bueno, ha demostrado lo de los chicos con cáncer…

–Sí, es verdad. Pero, ¿qué puede hacer en dos años? Porque eso es una grosería, algo que Duarte cambió de que el Gobierno sea por dos años, prácticamente le agarraron las manos. Muy complicado, muy deprimente y muy ensombrecido para Veracruz.

–Tú, como Monge, como algunos otros, están empeñados en contar el México actual

–No está reñido hacer literatura y contar el México actual. A mí la literatura del crack, mi generación anterior, nunca me gustó. No me interesan tampoco las novelas políticas, que son desde mi punto de vista panfletarias. A mí lo que me interesa es contar historias, eso antes que nada. Tengo un compromiso con la verosimilitud, con el realismo, las novelas que más me gustan son las que hablan del tiempo presente. A lo mejor es una especie de reacción de esta generación a la generación del crack, aunque Monge es del 70 y pico, me lleva como 10 años. Nuestra generación quiere volver a México, no tengo oportunidad de hablar de un mundo que no conozco, hablo de Veracruz, de lo pasional y tengo cosas para decir al respecto.

–El tema del lenguaje es muy identificable…

­–Híjole, siempre hay varias tensiones, en mi caso fue que yo quería que la gente de mi novela hablara como habla la gente en Veracruz y al mismo tiempo está la intención de crear una lengua en torno a esos discursos; que sea al mismo tiempo el de las palabras comunes y que pueda decirle algo a mucha más gente. Emiliano lo logra muy bien. Siempre hay que contar cosas y no olvidar nunca eso. Hay que contar historias. Me costó mucho trabajo llegar al tono de la novela, yo quería que el lenguaje fuera demencial, muy intenso, muy arrebatador, que tomara al lector y lo zarandeara. Al mismo tiempo quería que no se perdiera el disfrute de la lectura. No sé si lo logré. Sé que puede llegar a ser pesado, esta prosa que no tiene párrafos, que se escribe a renglón seguido, trataba de encontrar momentos de calma, momentos de rélax…a mí en lo particular las novelas que me gustan mucho son las que agarran al lector y no lo sueltan. Empiezas a leer y es como si entraras en un sueño. Cuando era mucho más joven creía que la literatura debía ser algo mucho más complejo, que el lector no supiera lo que pasaba hasta la última página; ya luego me dije, eso no está bien, eso es confuso, se trata de llegar a un punto intermedio, apuestas por una literatura que vaya más allá de la frase simple, de la idea sencilla, más allá del lenguaje de todos los días y que sea al mismo tiempo comprensible.

–Tu juventud te ha marcado y ¿qué pasa cuando escribes la nueva novela?

–Esta novela me costó mucho entre otras cosas para no cometer los mismos errores que en la anterior. Pero al mismo tiempo uno no puede deshacerse de sus obsesiones. La violencia, las emociones difíciles de digerir para un ser humano, la búsqueda del amor, me gusta estar en contacto con todo eso. Pero, ¿cómo hacer eso sin escribir Falsa liebre 2? No sé si la juventud tiene que ver al respecto, me gustaría pensar que la novela tardé en escribirla porque debía encontrar este tono. Me puse a revisar mis diarios de cuando empecé a hacer la novela y la concepción estaba muy clara desde el principio, pero faltaba la paciencia para obtener el lenguaje y el tono requeridos. La paciencia para empezar una y otra vez porque no sale ese tono.

–Hablas de la paciencia, un elemento tan sustancial

–Sí, totalmente. Gané concursos desde chica, siempre supe que iba a escribir, eso es padre porque te motiva, pero tiendes a la complacencia, a la molicie, a la “huevonería”, pero es cuando tienes que tener mucha paciencia –algo que yo no tengo- porque las cosas no te van a salir bien de entrada.

­–¿Por qué se llama Temporada de huracanes?

–La novela se iba a llamar Domingo siete y el que le cambió el nombre fue Martín Solares. Yo tenía algo llamado Temporada de huracanes y se lo comenté, cuando él leyó el borrador me dijo que debía llamarse así. Y me gustó. El desafío de fomentar una voz que fuera como un huracán, que lo absorbiera al lector y lo zarandeara. Al mismo tiempo es curioso, porque todo el tiempo estás esperando que llegue la temporada de lluvias en la novela. Es una novela tropical, aunque no me gusta mucho esa palabra.

­–¿Y ahora qué?

–La novela saldrá en francés e italiano. A promoverla y en agosto más o menos me pondré a escribir la próxima.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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