Adiós al entrañable James Gandolfini; espectadores de todo el mundo lloran la muerte de Tony Soprano

20/06/2013 - 12:00 am
Foto: EFE
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Ciudad de México, 20 jun (SinEmbargo).- Una ola de tristeza inundó las redes sociales este miércoles y no precisamente por la derrota anunciada de la selección mexicana frente a su par brasileña, en el marco de la Copa Confederaciones de Futbol.

James Gandolfini, el actor que supo hacer de su capo de la mafia una criatura entrañable, dulce y feroz al mismo tiempo, un niño grande capaz de cometer crímenes terribles en un minuto y al otro mostrarse como un atribulado padre de familia que se pregunta por qué su hijo se resiste a portarse bien en el colegio, murió en Italia presuntamente a causa de un infarto.

Tenía apenas 51 años y si es por tener, poseía en ese cuerpo gigante y en ese rostro dulce de sonrisa desarmadora todo el talento del mundo para la actuación.

El protagonista de Los Soprano, una serie que es considerada la mejor de todos los tiempos en la historia de la televisión y que creó escuela abonando el campo fértil de la pantalla chica en desmedro de la antes omnímoda pantalla cinematográfica, había nacido en Nueva Jersey el 18 de septiembre de 1961.

Forjó una carrera en el cine como actor de carácter para finalmente emerger como una estrella  vistiendo las ropas de Tony Soprano, aunque sus inicios se dieron en el teatro de Broadway en la obra clásica Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, junto a Jessica Lange y Alec Baldwin, quien enterado de la noticia lamentó la muerte de su colega escribiendo en su cuenta de twitter una leyenda escueta: “Sad news”.

Debutó en el cine con Un extraño entre nosotros, de Sidney Lumet y a sus 30 años ya podía considerarse un actor profesional del celuloide con varios roles de reparto, entre ellos el novio tosco de Geena Davis en Angie y el tripulante de un submarino en Crimson Tide.

Pasaba con extraordinaria versatilidad de un lado al otro de la ley, atacando ferozmente a su vecina Robin Wright Penn en Atrapada entre dos hombres, de Nick Cassavetes o cumpliendo a rajatabla con su oficio de policía en La noche cae sobre Manhattan, también de Lumet.

Gandolfini interpretó papeles secundarios en varias películas más, antes de ser elegido como el jefe de una familia mafiosa disfuncional en Los Soprano, la serie definida como una obra maestra de la televisión contemporánea.

LA SUTILEZA Y LA POESÍA EN UN CUERPO INMENSO

No sólo porque le supo imprimir justas dosis de ternura y fiereza a su pater familias, sino también por el humor que adosaba a su vida tanto profesional y personal, como cuando una sufriente Lorraine Bracco (la doctora Melfi) tuvo que grabar una escena completita de un encuentro con su peligroso paciente en una sesión de psicoanálisis a la que James fue sin pantalones, a sabiendas de que la toma sería sólo de cintura para arriba.

Lo contó en el Actors Studio, en una entrevista memorable, de las pocas que solía dar, tímido contumaz como se consideraba en la vida diaria y resistente a todo lo que tuviera que ver con los medios periodísticos.

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Uno de sus últimos papeles en el cine fue el del lastimoso asesino a sueldo de Killing Them Softly, junto a Brad Pitt. Y aunque la película de Andrew Dominick nos quedó a deber muchas cosas (un buen guión, por ejemplo), pasará a la historia por algunas escenas en donde el rubio de Hollywood y el grueso descendiente de italianos de Nápoles y New Jersey se sacaban chispas jugando a la vida y a la muerte, pero más a la muerte.

Era un hombre de oficio que volvía con naturalidad a los papeles pequeños, sin reclamar para sí un estatus de estrella internacional y que trataba cariñosamente a todos los miembros de un equipo de filmación, sin distinguir jerarquías. Decía no pensar nunca en Tony Soprano y todos los compañeros con los que trabajó destacaban su preocupación por siempre hacerlo bien, sea cual fuere el papel que le había tocado en suerte.

No era un galán, pero dos rasgos de su rostro lo convertían en un hombre inolvidable: por un lado su sonrisa luminosa y por el otro sus ojos siempre entregados a un fondo de tristeza inasible, signos ambos que revelaban una sutileza que explica el destino artístico al que se volcó con pasión y disciplina.

Encarnó a Tony Soprano durante ocho años, en 86 episodios y hacia el final de la serie creada por David Chase ya odiaba al mafioso que le había dado fama, dinero y premios. Hijo de un albañil y de una cocinera escolar, jamás relacionaba la carrera de actor que había elegido para vivir con el glamour y el lujo.

“La gente no sabe y no debe saber que trabajas increíblemente duro como actor. Así que, hablando en términos de mis orígenes de clase trabajadora, eso queda al parejo. Pero es una forma rara de ganarse la vida, ponerse en los zapatos de alguien más y pretender ser alguien más es, a medida que vas envejeciendo, aterrador de vez en cuando”, declaró hace unos años a la agencia AP.

En la gran pantalla, se lo pudo ver recientemente en la comedia  The Incredible Burt Wonderstone y el año pasado en  Zero Dark Thirty, de Kathryn Bigelow.

El actor tenía previsto regresar al mundo del hampa en la ficción en una nueva serie,  Criminal Justice, en la que iba a ponerse en la piel de un abogado penalista. Para HBO, empresa con la que tenía todavía contrato, oficiaba de productor de documentales, entre ellos uno sobre el estrés post traumático de los soldados estadounidenses que habían estado en la Guerra de Irak.

Su muerte llenó de tristeza a la comunidad de actores en los Estados Unidos, pero sobre todo resultó dolorosa para los espectadores que en todo el mundo aprendieron a quererlo con su bata abierta, su caminar chueco, esa imagen de una existencia aciaga que sin depender de las circunstancias mostraba a un hombre impávido frente a la futilidad de la vida.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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