Ciudad de México, 20 de agosto (SinEmbargo).- El desarrollo impresionante de la China contemporánea se topa todos los días con los sinsentidos de una férrea burocracia expresada a través de prohibiciones inauditas y de constantes persecuciones a los que piensan distinto que el poder reinante.
No se trata ya de que los intelectuales y los artistas se enfrenten a las autoridades como reflejo de una función derivada de su propio oficio -es decir, el verdadero pensador es crítico, es molesto-, sino de cómo asumir lo que el editor Larry Warsh llama “la cuerda floja”.
“China entiende que para ser grande debe ser buena. Es decir, necesita articular una política que respete los derechos humanos básicos de la libertad de expresión y libertad personal. Es sólo que China quiere lograr esta meta según su propia agenda, con el fin de no alterar los intereses del poder y la riqueza, evitar que los militares se sientan amenazados y le resten poder a los tecnócratas del partido. Se trata de una auténtica cuerda floja”, dice en el prólogo del libro Weiwei-Ismos.
Experto en arte, Larry Warsh vive y trabaja en Nueva York, donde creó la fundación Fundación AW Asia, para difundir el arte chino contemporáneo, del que es experto.
A él le debemos el citado libro, novedad en la colección Marginales de Tusquets Editores y que ha llegado a México con la fuerza de una palabra “como una bala salida de un cañón”, propia de un artista en vigencia plena, probablemente uno de los que más ruido hace y por tanto más interés despierta en todo el mundo.
AI WEIWEI EN BUSCA DE LA LIBERTAD
Mientras en el patio del Museo Nacional de Antropología se lleva a cabo la muestra “Círculo de animales/Cabezas de zodíaco”, en nuestro país ha comenzado a circular el libro con las reflexiones del artista nacido en 1957 en Pekín, conocido por su fuerte oposición al gobierno de su país.
Ai Weiwei es considerado uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo. Sus creaciones son críticas y contestatarias, llenas de mensajes sociales. Es además un incansable combatiente en favor de la libertad, arquitecto y diseñador.
Su obra se ha expuesto entre otros en la Tate Modern de Londres, el Museo Martin Gropius Bau de Berlín, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y el Museo Brooklyn de Nueva York.
Entre las obras más conocidas de Ai Weiwei se encuentra el Estadio Nacional de Pekín, conocido como “Nido de pájaros”, y sus intervenciones de jarrones de cerámica antiguos para repintarlos o destruirlos.
Sus posiciones políticas, críticas al régimen chino, le han valido encarcelamientos y detenciones y lo han convertido en un símbolo internacional de la lucha por los derechos humanos.
Weiwei-ismos, un volumen que reúne una selección de reflexiones de Ai Weiwei sobre temas fundamentales de su obra, la política y su vida, estará ahora disponible en español en el mercado de libros en México.
El primer capítulo corresponde a la libertad de expresión, una obsesión en la obra y el pensamiento del artista chino.
“La estupidez se puede imponer por un momento, pero en realidad nunca podrá triunfar porque en la naturaleza de los humanos está el buscar la libertad. Los gobernantes pueden demorar esa libertad, pero no frenarla”, dice en el libro que surgió como idea en la universidad de Princeton y ya ha sido traducido a varios idiomas.
A propósito de los Juegos Olímpicos que se celebraron en 2008 en China y donde él tuvo una gran participación como arquitecto, Ai Weiwei se muestra convencido de que “sin importar el tiempo que nuestros políticos manden a entonar cantos de orgullo, cuántos fuegos artificiales lancen, ni a cuántos políticos extranjeros abracen, son incapaces de suscitar una auténtica atmósfera de alegría y celebración entre la gente”.
Lo que más conmueve de sus reflexiones es su enorme fe en la capacidad transformadora que tiene el arte en las sociedades.
“Creo que el arte es ciertamente nuestro vehículo para desarrollar cualquier idea nueva, para ser creativos, para ampliar nuestra imaginación, para cambiar nuestras actuales condiciones”, afirma.
En su cabeza y en su corazón, estética y ética van siempre unidas: “Pienso que todos los juicios estéticos –que todas las decisiones estéticas que tomamos- son elecciones morales. No se escapan de la dimensión moral en el sentido más amplio. Se tiene que relacionar el entendimiento filosófico de quiénes somos y cómo las llamadas arte y cultura funcionan en el arte actual”, expresa.
