Un hombre del pueblo ocupa por primera vez la presidencia de Indonesia

20/10/2014 - 5:43 am

Yakarta, 20 oct (EFE).- Joko Widodo, un hombre del pueblo y sin bagaje político y sin vinculación con el régimen de Suharto, ocupa por primera vez la presidencia de Indonesia, un cargo que en el pasado desempeñaron generales y miembros de la elite nacional.

En nueve años, Jokowi, apodo con el que le han bautizado sus electores, ha pasado de ser un desconocido a dirigir la alcaldía de Solo, su cuidad natal, en dos mandatos, ganar la gobernación de Yakarta en 2013 y derrotar con ventaja en las elecciones presidenciales al exgeneral Prabowo Subianto, exyerno de Suharto.

Su origen modesto, un atípico estilo de ejercer la política en Indonesia cercano a la gente y una imagen de líder honesto y eficiente han labrado el trepidante ascenso.

Como alcalde y gobernador se distinguió por visitar las barriadas para hablar en persona con los vecinos y por presentarse por sorpresa en obras ante sus subordinados para corregir desidias y corruptelas.

Esta técnica, conocida en javanés como “blusukan” (visita espontánea), se ha convertido en su seña de identidad y fue su eslogan electoral, amplificado por otros gobernadores y alcaldes que intentan imitarle con más o menos éxito.

El “Obama de Indonesia”, como le llaman sus incondicionales, quiere regenerar el país y superar las prácticas de corrupción y nepotismo que predominaron durante las más de tres décadas que gobernó el país Suharto, el líder más corrupto de la historia, según la organización Transparencia Internacional.

Nació el 21 de junio de 1961 en Solo, una población del centro de Java de alrededor de medio millón de habitantes, es el mayor de una familia modesta y tiene tres hermanas.

Como muchos indonesios, atravesó dificultades para cursar sus estudios, y a los doce años empezó a compaginarlos con un trabajo en la tienda de muebles de su padre, Noto Mihardjo.

Después de su graduación, en 1985, desempeñó diversos empleos, incluso abrió un negocio “CV Rakabu” que, tras un comienzo esperanzador, acabó por tener que cerrar en 1990.

Al contrario que otros políticos indonesios, Widodo, un apasionado de la música heavy metal, no está avalado por una educación superior en el extranjero, pero cuenta con una licenciatura en ingeniería forestal y las dotes carpinteras heredadas de su padre.

Su bagaje internacional se reduce a contados viajes a Europa por negocios, que, según dice, le inspiraron para sus iniciativas urbanísticas como alcalde y luego gobernador.

Esta falta de experiencia le ha costado que se cuestione su idoneidad para dirigir la mayor economía del Sudeste Asiático, algo que se hizo patente cuando ganó la alcaldía de Solo en 2005.

Pero pasado un año, su forma de hacer las cosas había creado un nuevo estilo que calaba entre los ciudadanos a través de programas de seguridad sanitaria para todos los habitantes y disposiciones como prohibir a los miembros de su familia participar en los concursos de proyectos municipales.

La lucha contra la pobreza, la sanidad y la educación se mantienen como los pilares de su programa como jefe de Estado, así como combatir la corrupción y “engrasar” la administración.

Jokowi entiende el progreso de Indonesia como un proyecto común basado en “gotong royong” (cooperación común), defendido como una traza cultural de la nación.

El nuevo presidente de Indonesia dice que la puerta al futuro se abre a través de políticas que, entre otras cosas, revitalicen los mercados y el comercio tradicional y que ofrezcan más y mejores oportunidades de formación a los jóvenes. EFE

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