Ginebra, 21 ene (dpa) – La conferencia internacional sobre Siria celebrada en junio de 2012 en Ginebra debía allanar el camino a una solución pacífica a la guerra civil siria, pero los acuerdos allí alcanzados nunca se cumplieron.
Los ministros de Exteriores de los cinco países con derecho de veto en la ONU y varios países de Cercano Oriente condenaron en el documento Ginebra 1 la violencia permanente contra los civiles.
Los participantes de este grupo de acción para Siria se comprometieron por unanimidad a respetar “la soberanía, independencia, la unidad nacional y la integridad territorial de la República Árabe de Siria”. La violencia y las violaciones de los derechos humanos en el país debían cesar para dar paso a un “proceso político dirigido por los sirios”, contemplaba el acuerdo.
Las partes en conflicto debían también implementar el plan de seis puntos presentado en marzo de 2012 por el entonces mediador Kofi Annan, que contemplaba entre otras cosas el final de la violencia, un proceso político para solucionar el conflicto, la puesta en libertad de los presos, el acceso de las organizaciones humanitarias y el respeto a la libertad de reunión y manifestación.
La hoja de ruta de la conferencia de Ginebra para un proceso de transición en Siria preveía también la formación de un gobierno de transición en Damasco integrado por representantes del régimen y de la oposición. Por exigencia de Rusia el presidente sirio Bashar al Assad no podía ser excluido, lo que impidió que Occidente pusiera aplicar el que desde su punto de vista era el elemento más importante del nuevo plan de paz.
Representantes de la oposición siria ya habían dicho antes de la conferencia que para ellos era inaceptable que los responsables de crímenes contra la humanidad quedaran impunes y tampoco accedían a la participación en un gobierno de transición con Al Assad.
La oposición decepcionada por la conferencia anunció inmediatamente después de las conversaciones de Ginebra que apostaría más fuerte por la lucha armada.
