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Ricardo Ravelo

21/04/2017 - 12:00 am

Javier Duarte: la entrega concertada

Lo cierto es que Javier Duarte se entregó. Un cercano amigo suyo le llamó por teléfono en días pasados y le dijo estas palabras: “Ya entrégate, Javier, no hagas sufrir más a tus hijos”.

Lo cierto es que Javier Duarte se entregó. Un cercano amigo suyo le llamó por teléfono en días pasados y le dijo estas palabras: “Ya entrégate, Javier, no hagas sufrir más a tus hijos”. Foto: Cuartoscuro

Suyo el poder, el dinero y el destino de los veracruzanos, Javier Duarte de Ochoa se sintió intocable durante mucho tiempo. Seguramente llegó a pensar que la impunidad lo cobijaría siempre, pues al igual que su mentor Fidel Herrera Beltrán solía decir que “lo que cuesta dinero nada cuesta”. Pero su buena estrella se apagó. Y la de Herrera también: sobre él hay investigaciones en curso, lo que derivó en su salida del Consulado de Barcelona, España.

Y es que, en efecto, Javier Duarte se sentía arropado y no menos impune, a pesar de los excesos en los que incurrió como Gobernador de Veracruz. Rompió el principio elemental de la política: gobernar para la gente. Duarte se olvidó de su pueblo y se dedicó a hacer negocios junto con una cauda de pillos –muchos de ellos legisladores locales y federales –que hoy le han dado la espalda y hasta niegan haber tenido alguna relación con él ahora que ha caído en desgracia.

Arropado en el poder, el dinero y en las buenas relaciones que se tejen con el billete, Javier Duarte se sentía un personaje todopoderoso. Y no era para menos. El mismo decía que estaba blindado porque en el 2012 le había entregado al candidato del PRI a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, 3 mil millones de pesos para su campaña. Y se ufanaba de estar protegido por el actual Presidente de México.

El dato sobre el desvío de esos recursos también lo soltó a boca llena Felipe Calderón a finales de mayo del 2016, durante el cierre de campaña de Miguel Ángel Yunes Linares, en Boca del Río, Veracruz. Ahí el ex Presidente panista dijo — sin tragos — que él ordenó investigar las finanzas de Veracruz y detectaron que Javier Duarte dispuso de 3 mil millones en efectivo de las finanzas del estado. (Luego trascendería que dichos recursos eran para la campaña del PRI, según comentó el propio Duarte) Lo que Calderón no explicó fue la razón por la que no denunció el atraco en su momento, cuando era presidente. En pocas palabras, se hizo de la vista gorda.

Javier Duarte fue localizado, como ya se sabía, en Guatemala. Desde hacía meses estaba ubicado, pero solía desplazarse de un lugar a otro cual vil tránsfuga. Aunque la PGR y el propio Presidente Enrique Peña Nieto festinaron su captura, lo cierto es que Javier Duarte se entregó. Un cercano amigo suyo le llamó por teléfono en días pasados y le dijo estas palabras:

–Ya entrégate, Javier, no hagas sufrir más a tus hijos.

A lo que Duarte respondió que lo haría.

Lo que siguió después fue toda una trama al estilo James Bond, cuyo guión pudo haber sorprendido al actor y periodista británico lan Lancaster Fleming, creador del personaje y espía de cine que se hizo célebre, entre otras cintas, por Casino Royale.

Y aunque el Presidente Enrique Peña Nieto diga, con dejo de molestia, que “ningún chile le embona” a la gente, lo cierto es que su palabra vale tan poco a estas alturas del sexenio que es claro que carece de credibilidad y son más factibles de creer las versiones de oídas que la historia oficial. Nadie puede desligar las capturas de Tomás Yarrington y Javier Duarte de la emergencia electoral en el Estado de México y eventualmente de la elección presidencial del 2018, la que hoy se da por perdida para el PRI y su cártel.

ORGÍA DE CORRUPCIÓN

Durante el gobierno de Javier Duarte no hubo ningún control sobre el manejo de los recursos públicos: enriqueció a familiares suyos y a no pocos socios que actualmente tienen en sus manos la riqueza amasada por el ex gobernador al amparo del poder. Uno de los más beneficiados, sin duda, fue su suegro, Tony Macías, receptor de sumas millonarias, quien solía pasearse por las calles de Coatzacoalcos, Veracruz, con todo lujo de ostentación y prepotencia.

Durante el sexenio de Duarte Tony Macías se hizo dueño de Los Heraldos, son cuatro periódicos que circulan en diversos puntos del estado de Veracruz para lavar la imagen del ex gobernador. Mensualmente recibía 200 millones de pesos del gobierno a cambio de silencios y lisonjas.

También estaba a cargo de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos (Cmas)donde manejaba unos 500 millones mensuales de presupuesto y cobros por el servicio de suministro de agua a la población. La empresa estatal la utilizó como caja chica personal: ahí cobraban decenas de empleados de los periódicos y a toda persona que le pedía trabajo le ayudaba, lo que fue creando una imagen de hombre bondadoso.

Lo que los empleados de nuevo ingreso desconocían es que, tan pronto entregaban sus documentos personales, Macías los daba de alta con salarios estratosféricos que oscilaban entre los 80 mil y 100 mil pesos mensuales, recursos que él se apropiaba. De igual forma, la empresa Cmas tenía en nómina a cientos de aviadores que recibían sueldos de altos ejecutivos sin trabajar.

El operador de toda esta maniobra se llama Jaime Ruiz, primo de Karime Macías, esposa de Javier Duarte, quien durante la campaña del ex Gobernador, en 2010, se ocupó de la campaña Adelante, con la que Duarte se lanzó como candidato a la gubernatura del estado. Ruiz desapareció del mapa tan pronto Duarte cayó en capilla y ahora vive en Villa Flores, Chiapas, refugio de Tony Macías.

Con las influencias de su yerno Javier Duarte, Tony Macías también se apropió de unas 400 hectáreas del parque industrial de Coatzacoalcos. Los terrenos formaban parte del fundo legal del municipio y de algunos particulares, pero a través de sucias maniobras se hizo dueño de esas tierras y ahí construyó naves industriales que actualmente rentan empresas como Bimbo y Nextlé.

Tan pronto se apropió de los terrenos, el Gobierno de Veracruz ordenó pavimentar toda el área con concreto hidráulico, introdujeron alumbrado público de primer mundo y de esa manera Macías incrementó su patrimonio personal. Actualmente el gobierno de Miguel Ángel Yunes libra una batalla legal porque pretende quitarle las tierras que, alega, pertenecen al municipio de Coatzacoalcos.

Con dinero público el suegro de Duarte también abrió dos restaurantes de postín. Uno es el Bluelofter y Sal de mar y ahí arriban las familias pudientes de toda la zona petrolera de Coatzacoalcos y Minatitlán, en su mayoría, altos ejecutivos de Pemex.

Otros beneficiados por la orgía de derroche emprendida por Javier Duarte y su banda es Jorge Tubilla Velasco, actual delegado del IMSS en Veracruz. Tubilla es primo de Karime Macías. Fue procurador fiscal y subsecretario de Egresos durante el gobierno de Javier Duarte.

Se afirma que Jorge Tubilla se convirtió en delegado del IMSS por recomendación de Karime Macías y José Antonio González Anaya, director de Pemex, quien es su primo. Las primas de Jorge Tubilla y de Karime Macías también explotaron jugosos negocios al amparo del poder: Córsica Ramírez Tubilla, por ejemplo, se encargaba de manejar las redes sociales del gobierno del estado y de promover la imagen de Javier Duarte a través de la colocación de espectaculares en todo el estado donde se resaltaban los logros de Duarte.

La otra prima de Karime y de Jorge Tubilla –Brenda Tubilla –se encargaba de la organización de la Cumbre Tajín, así como de la contratación de espectáculos y artistas dentro y fuera de México. También organizaba cada año el Festival de la Salsa. Todo lo hacía a través de una empresa que, se asegura, también fue utilizada para la compra de algunos inmuebles en Miami Florida, presuntamente propiedad de Duarte. De estos personajes nada se habla, pues tan pronto huyó Javier Duarte de Veracruz ellos también desaparecieron de la escena pública.

Como consecuencia de las investigaciones efectuadas en Veracruz, algunos colaboradores de Javier Duarte ya están en la cárcel. Se trata Arturo Bermúdez Zurita, ex Secretario de Seguridad Pública, quien de ser un “carga maletas” en el gobierno de Miguel Alemán Velazco pasó a ser uno de los hombres más ricos del estado, dueño de hoteles, ranchos, casas en Estados Unidos y de una fortuna descomunal.

Como Secretario de Seguridad Pública, Bermúdez permitió que la industria del secuestro floreciera –era su negocio – al igual que el narcotráfico, pues fue quien abrió la puerta en el estado al cártel de Jalisco Nueva Generación, rivales de Los Zetas, quienes operaron en Veracruz durante el gobierno de Fidel Herrera.

Otro personaje que está preso y que no tuvo empacho en el desvío de dinero fue Maurcio Audirac Murillo, ex Secretario de Finanzas, quien está tras las rejas en el penal de Pacho Viejo. Aunque permanece en prisión domiciliaria, Flavino Ríos Alvarado es otro implicado en la red de complicidades de Javier Duarte, según las investigaciones de la Fiscalía de Veracruz. Fue sucesor de Duarte tras solicitar licencia para separarse del cargo, en octubre de 2016, para después darse a la fuga.

A Flavino Ríos se le acusa de haberle facilitado a Duarte un helicóptero oficial para que el ex Gobernador se diera a la fuga. Ríos Alvarado, identificado con el ex mandatario Miguel Alemán, aduce que sí prestó la aeronave, pero afirma que en ese momento él desconocía que Duarte tuviera orden de aprehensión.

Lo cierto es que Miguel Ángel Yunes –su amigo desde los tiempos escolares –decidió encarcelarlo en el penal de Pacho Viejo, donde Ríos Alvarado permaneció dos semanas y luego enfermó por sus problemas cardiacos. Se afirma que la salida de Flavino Ríos hacia la condición de prisión domiciliaria fue producto de un acuerdo con Yunes, aunque dicha negociación política tuvo que pasar por la decisión de un juez. No es nada nuevo decir que en ningún estado del país el Poder Judicial es autónomo: dependen de los gobernadores.

Recientemente fue detenido en España Javier Nava Soria, vinculado a la red de lavado de dinero y delincuencia organizada de Javier Duarte. La PGR lo extraditará a México para ser procesado.

Larga es la cauda de políticos veracruzanos que están siendo investigados dentro y fuera del estado por delincuencia organizada, desvío de recursos públicos, lavado de dinero y peculado. Un caso emblemático es el del ex Secretario de finanzas, Tarek Abdalá, actual diputado federal, quien enfrenta un juicio de desafuero que podría resolverse en los próximos días en la Cámara de Diputados.

También se le acusa de un desvío de poco más de 2 mil 500 millones de pesos que, según las investigaciones, fueron a parar a las arcas de algunas empresas fantasmas actualmente investigadas por la Procuraduría General de la República (PGR).

Se le acusa de estar implicado en la compra de medicamentos apócrifos y del desvío de sumas millonarias para la red de empresas fantasmas que se armó para saquear al estado, comprar propiedades en México y el extranjero, a través de testaferros, la mayoría de ellos investigados por la PGR por el delito de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

Los reflectores y las pesquisas de la PGR también apuntan hacia el diputado federal Jorge Carvallo, cuyo enriquecimiento fue descomunal en el sexenio de Javier Duarte.

Carvallo le cargaba la maleta a Fidel Herrera cuando era Gobernador. En realidad no tenía en qué caerse muerto. Pero la abundancia lo tocó igual que ocurrió con Karime Macías –esposa de Javier Duarte — y la magia se hizo: en pocos años se volvió multimillonario y para ello le bastaron tres cargos: ser secretario particular de Duarte, presidente del Congreso de Veracruz y titular de la Secretaría de Desarrollo Social en la entidad. Con eso le bastó para comprarse hasta un avión privado y dejar de usar el transporte público.

Jorge Carvallo actualmente es investigado por el Sistema de Administración Tributaria (SAT). La indagatoria inició luego de que el área de inteligencia financiera de la Secretaría de Hacienda conoció que el legislador habría dispuesto de sumas multimillonarias que depositó a nombre de varias personas, muchas de ellas de muy bajos recursos, avecindadas en la Cuenca del Papaloapan.

Para Hacienda resultó inusual que esta red de personas de escasos recursos de buenas a primeras dispusieran de sumas superiores a los 30, 40 y hasta 100 millones de pesos, lo que encendió los reflectores y las alarmas. Una fuente del SAT consultada al respecto y responsable de esta investigación asegura que una de estas personas receptoras de dinero, al ser interrogada, declaró que el dinero no era suyo, que pertenecía al señor Jorge Carvallo, quien les había pedido el favor de que le permitieran depositar esos fondos en sus respectivas cuentas. Lo que en su momento no advirtieron es que esta circunstancia derivaría en otra más desafortunada, pues ahora son investigadas por lavado de dinero y delincuencia organizada.

La captura de Javier Duarte en Guatemala tiene todo el tinte de una entrega pactada, aunque la Procuraduría General de la República (PGR) lo niegue. Existen demasiados accidentes burdos en la ruta de localización del ex Gobernador de Veracruz: en noviembre de 2016, un mes después de que se fugó, un ex colaborador suyo fue detenido en el aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, con pasaportes falsos. Era obvio que el gobierno mexicano sabía que Duarte se encontraba en Guatemala o al menos muy cerca, en Centroamérica, pues.

A Guatemala, como todo el mundo lo sabe, se puede llegar caminando y sin documentos, pues es ampliamente conocido que la frontera sur es la más porosa que existe.

Los suegros de Duarte tienen residencia en Chiapas y conocen como la palma de su mano todos los vericuetos de esa región. No es descabellado afirmar que Tony Macías, el suegro millonario, le haya sugerido esconderse en ese país por más de una razón: porque con anticipación habían estudiado la ruta legal a seguir en caso de ser detenido y por la cercanía con los hijos, quienes durante meses vivieron en la casa de los abuelos.

El hecho ridículo e ilógico –no se le puede ver de otra manera –es que estando Javier Duarte en condición de prófugo de la justicia sus familiares hayan rentado un avión privado desde Toluca, Estado de México, para hacer un viaje a Guatemala, visitar al tránsfuga y llevarle dólares y euros para que siguiera disfrutando de sus vacaciones en el hotel Panajaechel, a orillas del lago Atitlán, uno de los centros vacacionales más concurridos.

Y otro episodio es la detención. Curiosamente lo aprehenden cuando la policía arriba al hotel y, coincidentemente, Javier Duarte bajó a la recepción a reclamar que no tenía comunicación en la habitación donde estaba alojado. Se sabe que en política las coincidencias no existen. Todo tiene el tinte de un arreglo, pues en otras condiciones la familia no incurre en el “yerro” de rentar un avión, anotarse en una bitácora de vuelo con nombres y apellidos reales y viajar a Guatemala. Sobre todo cuando es obvio que todos los sistemas de inteligencias están activos para detectar cualquier movimiento en torno al personaje buscado.

Detenido sin mayores resistencias –sabía que iban por él y que el acuerdo era entregarse –Javier Duarte acompañó a los agentes de Interpol muy quitado de la pena, como quien ya sabe lo que le espera. Hasta una sonrisa un tanto sarcástica soltó entre los agentes que lo arrestaron. Ahora enfrentará el juicio de extradición, el cual puede llevar varios meses. El tiempo máximo, según se estima, será de un año, tiempo suficiente para trabajar en una defensa.

Las investigaciones tanto de México como de Guatemala también apuntaron sus reflectores hacia un personaje presuntamente socio de Javier Duarte, quien le habría ayudado durante su estancia en ese país: Juan Armando Varillas, quien al parecer es el propietario de Penthouse en el que Duarte llevaba viviendo varios meses.

Lo más probable es que Guatemala conceda la extradición de Javier Duarte pero no por todos los delitos de los que se le acusa en México. Se asegura que regresará a México a enfrentar solamente los delitos financieros. El Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares exige, a nombre del pueblo de Veracruz, que le decomisen todas las propiedades y los recursos “que se robó” a Javier Duarte para reintegrarlos al erario público.

Sin embargo, esta medida está por verse. Hay que tomar en cuenta que legalmente Duarte no es dueño de todo lo que se le imputa, aunque lo sea por interpósita persona. Están otros nombres y empresas de por medio. Esta lucha legal no será fácil. Quizá el acuerdo de la entrega sea esa: que no le toquen el patrimonio. Su encarcelamiento es, en buena medida, un pago para el gobierno federal y para el Presidente Enrique Peña Nieto, sobre todo ahora que hay emergencia electoral: quieren ganar la gubernatura del Estado de México y la presidencia en el 2018.

En Veracruz, Miguel Ángel Yunes se adjudicó parte del mérito tras la captura de Duarte, aunque en realidad nada tuvo que ver: lo detuvo la policía federal y la Interpol. Este objetivo fue una de las promesas de campaña de Yunes, pero no pudo cumplir. Ahora la captura de Duarte y las investigaciones en contra de sus testaferros y ex colaboradores le sigue sirviendo de campaña para posicionarse en la gubernatura y con ello cumplir su proyecto personal y familiar: dejar a su hijo en la gubernatura. Todo es lucha de poder. La justicia solamente es un pretexto para que los Yunes se entronicen en la gubernatura por tiempo indefinido.

Yunes Linares no es ningún adalid de la justicia. A la gente se le olvida su paso por la Secretaría de Gobierno durante el sexenio de Patricio Chirinos –periodo en el que políticos y periodistas fueron perseguidos y amenazados — y los escándalos de presunta corrupción que protagonizó como titular del ISSSTE, en el sexenio de Felipe Calderón, su aliado.

Ricardo Ravelo
Ricardo Ravelo Galó es periodista desde hace 30 años y se ha especializado en temas relacionados con el crimen organizado y la seguridad nacional. Fue premio nacional de periodismo en 2008 por sus reportajes sobre narcotráfico en el semanario Proceso, donde cubrió la fuente policiaca durante quince años. En 2013 recibió el premio Rodolfo Walsh durante la Semana Negra de Guijón, España, por su libro de no ficción Narcomex. Es autor, entre otros libros, de Los Narcoabogados, Osiel: vida y tragedia de un capo, Los Zetas: la franquicia criminal y En manos del narco.

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