Entrevista

Laura Restrepo: el pecado y la escritura fragmentaria para narrar el mundo contemporáneo

21/05/2016 - 12:05 am
Una vocación de experimento guía el nuevo trabajo de la autora colombiana. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Una vocación de experimento guía el nuevo trabajo de la autora colombiana. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

La célebre autora colombiana presenta su propia “tiendita del horror”, en un libro de perfiles apócrifos, ficciones breves en realidad, con los que indaga en los bajo fondos de un mundo raro

Ciudad de México, 21 de mayo (SinEmbargo).- Para indagar sobre el mal y de paso honrar la vida eterna de Hieronymus Bosch y la obra de su autoría que reina en el Museo del Prado, “El jardín de las delicias”, la escritora colombiana ha hecho un libro distinto.

Un trabajo de perfiles apócrifos, ficciones breves con los que hace honor a la literatura fragmentada que –según ella– es signo de los tiempos.

Efectivamente, “como sacados de las pinturas de El Bosco, varios transgresores exhiben sus crímenes en las páginas de Pecado: un asesino, un adúltero, una descuartizadora, una pareja incestuosa, una mujer indiferente, un verdugo y un voyeurista y también la sombra del propio monarca justiciero. Todos ellos tendrán que comparecer ante el único juez que podría indultarlos: el lector. Los protagonistas de estos relatos tienen existencia independiente y sin embargo conforman una unidad, como los arcanos del tarot. Los une un hilo conductor: todos han incurrido en delitos atroces, pero sus vidas están marcadas por lo que llamamos el mal”.

En entrevista, la autora –nacida en Bogotá en 1950– de Hot Sur, Delirio y Dulce compañía (Premio Sor Juana Inés de la Cruz), entre otras, admite que la singular estructura de su nuevo trabajo promete ser un pequeño salto al vacío por medio del cual se interpela como nunca al lector, que esta vez tendrá que obrar con espíritu activo para completar las alas de sus textos.

–¿Tienes alguna noción del pecado?

–Poca, la verdad. Mi familia no era una familia religiosa ni castigadora. Crecí como una niña muy libre, sin presiones. Por eso mismo, cuando descubrí que lo regañaban a uno por algo que se llamaba pecado, me resultó todo muy extraño. Quizás el pecado para mí siempre fue una referencia cultural.

–Una referencia cultural relacionada con el sentimiento de culpa.

–Bueno, depende de cuál de los personajes estés hablando. La descuartizadora del final, por ejemplo, está muy libre de culpa. Está el caso del verdugo, cuya ética se basa en hacer su trabajo de manera impecable, y quien acaba dando la vida quizás para compensar todas las que ha quitado. Entiendo que el pecado ha perdido vigencia, pero es cierto que el remordimiento y la culpa siguen vivos

–Como sigue vivo el miedo… esa especie de pre-sentimiento tan paralizador

–Un miedo agravado por el hecho de que no hay un código preciso. No hay una ética laica que reemplace la de la religión, que solía distinguir entre el bien y el mal. Cada quien hace lo que le parece, por eso construí un escenario distinto para cada personaje, para que cada uno construyera su propio sistema moral.

–Esta falta de un sistema moral también hace pensar en una nueva especie humana, somos como mutantes, mutamos en monstruos.

–Sí, la idea era partir del concepto arcaico del pecado y desdibujarla hasta que el lector tenga que preguntarse si hubo o no pecado en determinada situación. Mi intención era que al final sólo quedara perplejidad.

Laura Restrepo nació en Bogotá y vive en Barcelona, con su pareja, el periodista y editor mexicano Carlos Payán. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Laura Restrepo nació en Bogotá y vive en Barcelona, con su pareja, el periodista y editor mexicano Carlos Payán. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–Es un libro distinto en el marco de tu obra.

–Y sí. Es un tema que tiene que ver con la edad. Después de 12 libros publicados, he decidido moverme con absoluta libertad, recurrir al periodismo, a la ficción, a la literatura, eliminar barreras de temporalidad, de género literario. Ya viví, ya escribí, voy a hacer lo que me dé la gana.

–En relación con tu país, ¿el pecado y el remordimiento son fruto de la falta de sistema moral?

–No sólo en relación con Colombia, sino también con México, donde nació este libro. Una tabla de valores móvil que siempre está señalando al otro como culpable. La idea era aprovechar la distancia y tratar de pensar en el problema de la ética, del mal, en términos generales. ¿No podremos crear una tabla moral común? Sería tan importante para nuestros países, que están en tanto contubernio con la muerte.

–¿El problema de la ética contemporánea es el problema del mal?

–Sí, creo que sí. Y en Europa, además, se siente muy claramente el problema del mal. Todo este asunto de los inmigrantes ha puesto en duda todos los valores, cualquier ética. Suponte que las democracias occidentales fueran la traducción exacta de los códigos religiosos, ¿hasta dónde se han ido extendiendo, transformando esos códigos religiosos? Hay gente que llega a Europa huyendo de la guerra, del hambre, de la muerte segura y aun así le cierran la puerta, no la dejan entrar.

–Noam Chomsky dice que lo primero que busca romper el sistema de las corporaciones al mando del mundo es el principio de la solidaridad…

–Absolutamente. Un regreso al egoísmo que nos hace preguntarnos si esto es lo que entendemos por democracia. Las relaciones entre los seres humanos están realmente mal, las relaciones del hombre con la naturaleza son de abuso, las relaciones con los animales son de una crueldad absoluta. Priman el hedonismo, el pasarla bien, el buscar su propio prestigio. Nacen así los principios del verdadero racismo: saquemos a los que tenemos en la mira de la categoría de humanos y entonces todo estará justificado. Yo que tengo, yo que soy, contra aquellos que no tienen ni son nada

–Haces lo que quieres pero, ¿te genera algún tipo de expectativa este libro distinto?

–Sí, claro, da un poco de miedo, porque vivo de esto y si este libro no les gusta a los lectores, sería un gran revés para mí. Pero al mismo tiempo estoy convencida del auge que tiene esta literatura fragmentada, fragmentaria, que es la que a la larga se irá imponiendo. Es lo que hacen las series de televisión, que han innovado mucho más que la literatura. Capítulos independientes, con formatos independientes, para imponer un estilo distinto. Siento hastío de la obrota completa con principio, medio y fin. La fragmentación es lo que necesitamos para narrar el mundo contemporáneo.

–¿Cambió el lector o cambió el escritor?

–No lo sé. En el caso de Pecado, siento que es un libro que exige mucho al lector, a quien no se le da nada servido en charola. El autor no juzga, es un libro que exige participación fuerte por parte del lector, encontrar los hilos conductores que hay de un relato a otro…etc. Hace mucho que no leo novela, mi relación con la narrativa viene más por el lado de las series televisivas. El ensayo me acomoda más, me parece que ha desarrollado una hermosa forma narrativa de contar cosas importantes.

–Bueno, en Pecado los ensayos tienen gran cuota de ficción, al fin y al cabo, escribes literatura.

–Claro, sí y eso me encanta. Pero, ¿qué pasa si el protagonista no es un personaje y es un concepto, un cuadro, una idea, el mal? La verdad es que se trata de un trabajo muy experimental, no tenía ganas de sentarme a contarlo todo, vérmelas con personajes clásicos y todo eso, aunque es evidente que sigo concibiendo las ideas en términos de la narración. ¿Literatura o periodismo? ¿Ensayo o ficción?: todo. ¿Por qué no?

Según la escritora, la escritura fragmentaria y las series de televisión son las que mejor narran el mundo contemporáneo. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Según la escritora, la escritura fragmentaria y las series de televisión son las que mejor narran el mundo contemporáneo. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–¿Cómo ves el mercado del libro en Latinoamérica?

–Lo veo interesante, por lo pronto, el 90 % de los lectores son mujeres, tanto para leer a hombres como a mujeres. Las mujeres llevan la absoluta vanguardia en la lectura y eso es muy agradable. También es lindo cuando te encuentras con un hombre que leyó tu libro y se sintió tocado, pero también hay una gran porción de lectores que no te lee por el simple hecho de que eres mujer. Tanto en Latinoamérica como en Europa.

–¿Se puede hacer algo contra eso?

–Escribir libros sin exclusivismos, tratando de hacer la mayor difusión posible. Lo que es alarmante es que en general los hombres están relegando el tema de la cultura en manos de las mujeres. Eso es increíble. No lo acabo de entender. Hombres que no leen, que no consideran que la cultura forme parte de sus vidas.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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