Los materiales de la escultura contemporánea son radicalmente distintos a los que se asocian normalmente con esta técnica. El mármol, los metales y las maderas preciosas no tienen cabida en el arte de la holandesa Rosa Verloop; pero no por ello sus piezas deben ser consideradas como arte informal.
Nudos y vueltas de medias de nylon que se enredan hasta crear figuras humanas son rematadas por alfileres que fijan sus formas. De esta unión surgen seres deformes que parecen salidos de un experimento biológico. Sin embargo, en ellos hay un dejo de humanidad dolorosa reflejada en sus expresiones chuecas y dislocadas.
Alejada del hiperrealismo o lo conceptual, tan comunes en la escultura contemporánea, la obra de Verloop juega, además de la expresión, con la textura novedosa proporcionada por las prendas que constituyen sus piezas.
Hay quienes ven cuerpos deformados y catalogan las piezas como una mezcla entre las esculturas suaves de Yayoi Kusama con un toque de la carnosidad de la obra de Lucian Freud. Verloop, por su parte, define a su obra como una muestra de poder, vulnerabilidad y silencio.
