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Francisco Ortiz Pinchetti

21/07/2017 - 12:00 am

La bomba mexicana

A menudo damos por hecho que la imagen de nuestro país en el mundo es semejante a la de Afganistán en los peores momentos de su historia. Suponemos que la violencia que nos agobia y que el mal gobierno ha sido incapaz de reducir nos proyecta internacionalmente como una tierra de inseguridad, ejecuciones masivas, secuestros, violaciones. Asumimos la vergüenza de ser una nación fallida y deplorable, corrupta hasta la médula. Y resulta sin embargo que ahora somos ya el octavo país más visitado del planeta, con más de 35 millones de turistas al año.

“No me extraña para nada que Enrique Peña Nieto haya hecho el anuncio sobre el ascenso de México del noveno al octavo lugar en la tabla de gigantes del turismo mundial como si se tratase de un mérito propio, casi personal. Es obvio que el Presidente está urgido de presumir algo…”. Foto: Cuartoscuro

A menudo damos por hecho que la imagen de nuestro país en el mundo es semejante a la de Afganistán en los peores momentos de su historia. Suponemos que la violencia que nos agobia y que el mal gobierno ha sido incapaz de reducir nos proyecta internacionalmente como una tierra de inseguridad, ejecuciones masivas, secuestros, violaciones. Asumimos la vergüenza de ser una nación fallida y deplorable, corrupta hasta la médula. Y resulta sin embargo que ahora somos ya el octavo país más visitado del planeta, con más de 35 millones de turistas al año.

Esto quiere decir que los viajeros internacionales nos tienen entre sus destinos favoritos, como a Francia, España, Estados Unidos o China. Y que en su ánimo a la hora de escoger lo que cuenta es la belleza de nuestras costas, selvas y montañas; la riqueza cultural, histórica y arquitectónica de nuestras ciudades coloniales, el esplendor único de nuestro folclore y la variedad y exquisitez de nuestra gastronomía, y no las noticias sobre la violencia que padecemos. Les aseguro que ninguno de nuestros visitantes se compró un chaleco antibalas antes de viajar.

Es muy buena la noticia que nos dio a conocer hace unos días la Organización Mundial de Turismo (OMT) en su informe anual 2016. Desde luego debe ser motivo válido de orgullo el contarnos entre las naciones favoritas de los terrícolas, pero adicionalmente ese lugar privilegiado se traduce en ingresos superiores a los 19 mil 600 millones de dólares anuales, según el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM).

Esa derrama económica de los viajeros internacionales en nuestro país superó los ingresos generados por las exportaciones de productos petroleros –crudo y sus derivados– por vez primera en 19 años, debido a que éstos cayeron a 18 mil 742.6 millones de dólares el año pasado, según el informe sobre la balanza de pagos del Banco de México. El turismo aporta 8.9% del PIB y genera nueve millones de empleos permanentes.

No me extraña para nada que Enrique Peña Nieto haya hecho el anuncio sobre el ascenso de México del noveno al octavo lugar en la tabla de gigantes del turismo mundial como si se tratase de un mérito propio, casi personal. Es obvio que el Presidente está urgido de presumir algo, y esto no es poca cosa. La verdad sin embargo es que el crecimiento del turismo internacional a México no puede atribuirse precisamente a que el actual gobierno de una prioridad a este tema, como debiera.

De eso nos da idea este dato: en el presupuesto federal 2017 la asignación al sector turismo se recortó en casi un 40 por ciento. El total de dinero que podrá utilizarse este año es de sólo tres mil millones 497 mil pesos, en comparación de los cinco mil millones 911 mil pesos de que se dispuso en 2016. Leemos que las posturas ante este recorte son contrarias, pues mientras algunos afirman que esto afectará de manera significativa los programas y planes turísticos, otros analistas defienden que con un poco de imaginación y creatividad se podrá aprovechar perfectamente los recursos asignados. Ahí está la clave.

Sin negar una importante promoción de nuestro país en el exterior, ni el hecho de que el número de visitantes a México haya crecido más del 50 por ciento de 2012 a la fecha (al pasar de 23.4 millones a los 35 millones de 2016), es claro que ese crecimiento obedece más a los atractivos turísticos que posee nuestro país, a los precios accesibles y a la inversión privada en el sector, particularmente en el ramo hotelero, y a una sorprendente pero cierta confianza de los viajeros, que a una política gubernamental adecuada y atinada.

Hace más de 15 años que Felipe González, ex Presidente de Gobierno de España –hoy por hoy la tercera nación más visitada del mundo, con 75 millones de turistas al año–, sugirió al entonces Presidente mexicano Vicente Fox Quesada el hacer del turismo una de las prioridades del desarrollo del país, dada su evidente vocación como destino internacional. Destacó la importancia que esta actividad tiene como instrumento para la distribución del ingreso y detonador del desarrollo social.

El turismo, ha explicado el propio ex mandatario español a partir de su vasta experiencia en el tema, reclama atender más de 60 servicios diferentes, entre ellos infraestructura, electricidad, agua potable, vivienda, salud, transportes, comercio, caminos, porque estos ayudan a elevar la calidad de vida no sólo de los visitantes temporales, sino de todos los ciudadanos. Esa es su verdadera trascendencia.

Me parece que este es el enfoque que debiera asumir el gobierno mexicano a partir de hacer del turismo una auténtica prioridad nacional. Una entre dos o tres, no más. El crecimiento tanto del número de visitantes como de ingresos da la pauta sobre el enorme potencial que esta industria tiene. Según expertos, es factible duplicar la afluencia turística a nuestro país en sólo 10 años, lo que colocaría a México entre los cinco primeros del top ten mundial encabezado actualmente por Francia.

Por lo pronto, la noticia que da origen a este comentario demuestra en primer lugar que la imagen de México en el mundo no depende tanto como se supone de las noticias negras, las frecuentes, reiterativas publicaciones negativas en medios de diversos países sobre la inseguridad, la corrupción, la violencia y los desaciertos de nuestros gobiernos. Y, en segundo lugar, que México tiene una identidad única en el planeta, lo que resulta en un atractivo irresistible. Válgame.

@fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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