La Habana, 21 Ago (Notimex).- Yoandra tiene 19 años y es madre soltera, pues al término de un matrimonio tan breve como su noviazgo se divorció de su pareja que era dos años mayor.
Es hija única, abandonó los estudios y su abuela forma parte del creciente ejército de adultos de la tercera edad que aumenta en forma vertiginosa en el país.
La natalidad temprana, los divorcios, las uniones consensuales, la baja tasa de fecundidad y el envejecimiento de la población son algunos de los grandes retos sociales que enfrenta Cuba.
A través de campañas y otros programas, el gobierno intenta frenar el envejecimiento poblacional e incrementar la tasa de natalidad en este país caribeño.
Pero un reciente reporte oficial calificó como “discreto” el repunte de la natalidad en 2013, una tendencia que podría mantenerse este año todavía en márgenes insuficientes.
Según el último censo de población realizado en 2012 la isla tiene en la actualidad 11 millones 167 mil 325 habitantes.
La estatal Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) calcula un descenso hasta de 11 millones 029 mil 033 en 2025, mientras que para 2030 se espera baje a 10 millones 904 mil 985.
Casi 20 por ciento de los residentes en la isla es mayor de 60 años. Para 2035, unos 3.6 millones de personas, un tercio de la población cubana, superará esa edad, según datos divulgados el año pasado por la ONEI.
La mayor concentración poblacional se encuentra entre las edades de 16 y 59 años con un 63.3 por ciento del total, en tanto el grupo entre 0 y 15 años ocupa un 18.4 por ciento, de acuerdo con esta entidad.
La esperanza de vida en la isla caribeña se ha elevado hasta un promedio de 78 años.
Pero la triste realidad es que Cuba es uno de los países más envejecidos de Latinoamérica y para el año 2050 será uno de los más envejecidos del planeta.
Las acciones para aumentar la natalidad tienen fundamento en que desde 1978, la Isla no logra el necesario reemplazo poblacional de al menos una niña por cada mujer.
Las últimas cifras oficiales indican que la tasa global de fecundidad descendió el año pasado a 1.69, la más baja de América Latina, por lo que los nacimientos en la Isla no alcanzan el 2.1 que asegura el reemplazo generacional.
En la decisión de retardar el embarazo, tener sólo un hijo y hasta descartar tenerlo, ha tenido influencia la independencia económica y el papel social alcanzado por la mujer cubana en las últimas décadas.
Especialistas llaman sin embargo la atención sobre otros dos fenómenos: las crecientes uniones consensuales de parejas que no han planificado tener hijos y el aumento de los divorcios.
Cubanos y cubanas jóvenes piensan dos veces en la idea de formalizar un matrimonio, entre otras causas por el problema de la falta de viviendas en un país donde en una misma casa viven tres y cuatro generaciones.
Los bajos salarios (promedio 20 dólares al mes) y la idea de muchos de emigrar y establecerse en otra nación en busca de mejores oportunidades para ellos y sus descendientes, también retarda esa decisión.
Además, algunas muchachas prefieren olvidar sus sentimientos por su pareja actual y buscan como casarse con un extranjero para poder viajar, elevando con ello el saldo migratorio de personas en edad fértil.
