Todo es cuestión de actitud; la sensación de felicidad y energía son un indicador de buena salud en la vejez: estudio

22/01/2014 - 12:00 am
El vínculo entre el bienestar emocional y el físico resultó tener consecuencias en el deterioro funcional de las personas. Foto: Cuartoscuro
El vínculo entre el bienestar emocional y el físico resultó tener consecuencias en el deterioro funcional de las personas. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 22 de enero(SinEmbargo).- Las razones detrás de una vida saludable en la vejez se sustentan por lo general en buenos hábitos. Sin embargo, un nuevo estudio dio a conocer que tener una actitud positiva frente a la vida y disfrutar de los pequeños o grandes placeres que esta ofrece, puede ser uno de los principales indicadores de una vejez saludable.

De acuerdo con investigadores del Departamento de Epidemiología y Salud Pública del University College London, las personas mayores de 60 años que declaraban haber disfrutado más de su vida y de las relaciones sociales que mantienen,demostraron tener mayor sensación de felicidad y plena de energía además de tener menos deterioro funcional al cabo de ocho años.

De esta manera, durante este periodo de tiempo, se efectuó un estudio en tres mil 199 hombres y mujeres de 60 años o más en el que se analizó el vínculo entre el bienestar emocional y el físico.

“Se trata de un estudio observacional, por lo que las conclusiones causales no se puede extraer. Sin embargo, nuestros resultados proporcionan evidencia de que reducir el disfrute de la vida puede estar relacionado con la discapacidad futura y la movilidad de las personas mayores”, publicaron los autores en Canadian Medical Association Journal.

No obstante, diversos estudios previos ya han mostrado una relación entre un mayor bienestar subjetivo y una mayor supervivencia y menor incidencia de enfermedad cardiaca o ictus, el cual se caracteriza por un déficit neurológico ocasionado por una disminución importante del flujo sanguíneo cerebral, de forma anormalmente brusca o, bien, por la hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral.

A medida que aumenta la edad, a medida que se cumplen años, la velocidad al caminar se considera un indicador de posibles trastornos neurológicos. Foto: EFE
A medida que aumenta la edad, a medida que se cumplen años, la velocidad al caminar se considera un indicador de posibles trastornos neurológicos. Foto: EFE

Esta relación es particularmente llamativa para personas con sentimientos positivos como felicidad o capacidad de diversión. Pero se sabía menos sobre la relación entre la sensación de bienestar y el declive físico asociado a la edad.

Para llevar a cabo el estudio, los participantes se dividieron en tres categorías de edad: 60-69, 70-79 y más de 80. Por otra parte, para evaluar cuánto disfrutaban de la vida los voluntarios, estos tenían que valorar de 0 a 4 las siguientes preguntas: “Disfruto de las cosas que hago”, “Me gusta estar en compañía de otros”, “En conjunto, miro el pasado con una sensación de felicidad” y “Me siento lleno de energía estos días”. Estas cuatro cuestiones conforman la subescala del placer de un test denominado CASP-19, que se encarga de medir la calidad de vida.

Por otra parte, los investigadores también se valieron de entrevistas personales para determinar si los participantes tenían deficiencias en las actividades de la vida diaria (AVD). De esta manera se contemplaron aspectos que incluyen el autocuidado, trabajo y ocio, los cuales son un indicador del grado de independencia.

Así mismo, para evaluar estas áreas, se tuvo en cuenta su capacidad para levantarse de la cama, vestirse, bañarse o ducharse sin ayuda. Por lo tanto, las conclusiones del estudio muestran que disfrutar de la vida garantiza una mayor independencia en las actividades de la vida diaria en una edad avanzada.

“Las personas mayores que son más felices y disfrutan más de la vida muestran descensos más lentos en su estado físico a medida que envejecen”, dijo Andrew Steptoe, autor del artículo. “Estas personas son menos propensas a desarrollar problemas en las actividades de la vida diaria, como vestirse, acostarse o levantarse de la cama sin ayuda, y su velocidad al caminar también disminuye a un ritmo más lento”, agregó.

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