“La amenaza Trump”: una historia que ya no es ficción

22/01/2017 - 12:05 am

El siguiente texto es una historia de ficción basada en hechos reales. Gabriel, el protagonista, puede ser cualquiera de los miles de mexicanos preocupados por lo que viene los próximos cuatro años con Donald Trump en la Presidencia del país vecino. Sabe que el magnate es una amenaza para la economía y estabilidad de México, pero también que no es la única, pues muchas veces el peor enemigo se encuentra en casa: presidentes, gobernadores, congresistas, policías y todo tipo de autoridades han puesto desde hace años al país en una posición dependiente. México recibe a Trump sin armas para defenderse: “vulnerable, corrupto, impune”, en palabras de Lorenzo Meyer.

Ciudad de México, 22 de enero (SinEmbargo).– Despertó y la sensación era la de la peor resaca de su vida, había tenido una pesadilla que lo dejó inquieto, “me siento como aquel 1 de julio de 2012”. Gabriel soñó que vivía en una país en el que los niños llegaban a las escuelas con armas y atentaban contra sus maestros, compañeros y contra ellos mismos. Que las balaceras en los antros ya no eran en el norte, donde ya están “acostumbrados”, sino en los principales centros turísticos. Que los precios de la gasolina y la canasta básica estaban por los cielos y el dólar ¡en 22 pesos! Y lo peor, que en los hospitales daban agua destilada a los niños en lugar de quimioterapia. “No, es una locura”, pensó.

Tras hacer memoria, recordó una parte graciosa del sueño, en la que el magnate neoyorquino Donald Trump ganaba las elecciones y había tomado ya protesta como Presidente de Estados Unidos, “¿ese loco racista?”, río para sí mismo. El empresario cuya frase más célebre hasta entonces era “you’re fired” (estás despedido) ahora ansiaba ser “el mayor creador de empleo que Dios haya visto” y la traía fuerte contra México: haría un muro en la frontera que pagaríamos, si era necesario, con las remesas de nuestros familiares en EU. Eso si queda alguien, pues amenazó con deportar a 5.8 millones de indocumentados; se llevaría a las empresas automotrices, a las farmacéuticas, terminaría con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y además, le importa un bledo el medio ambiente.

 

Entonces se dio cuenta que la pesadilla ocurrió porque se había dormido leyendo las noticias. Por la mañana del día anterior, el video de un joven de 15 años que disparaba dentro de un salón de clases en una secundaria de Monterrey, Nuevo León, había recorrido los medios digitales y redes sociales. Al modo estadounidense, después de atentar contra otros, se quitó la vida. “El atacante estaba en tratamiento por depresión”, decían los periódicos. Nunca antes se había visto en México, “eso es de ellos, allá se compran armas como cigarros, aquí no”, platicó con algunos de sus amigos vía WhatsApp.

Apenas días antes, el país –y el mundo entero– reportaba la noticia de una balacera en Blue Parrot, el beach club más famoso de Playa del Carmen, paraíso turístico en Quintana Roo, durante la fiesta de clausura del festival de música electrónica BPM. Gabriel había estado ahí, en la edición 2015 del encuentro de DJs. “¿Se acuerdan que ofrecían drogas como chicles afuera de los baños?”, comentó con sus amistades. Pero ni por haber atestiguado tal situación, cruzó por su mente un hecho de este tipo, “no es un atentado terrorista, es problema de narcos, pago por derecho de piso”, informaban los medios.

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No era una pesadilla, la realidad apenas empezaba. Gráfico: SinEmbargo
No era una pesadilla, la realidad apenas empezaba con la llegada de Donald Trump al poder. Gráfico: SinEmbargo

Gabriel volvió en sí. Vivía en un país en el que cada dos horas desaparece una persona; en el que hay una epidemia declarada por diabetes y obesidad y el año anterior hubo casi 16 mil homicidios dolosos investigados… “Y eso que nuestro Presidente no se levanta pensando cómo joder a México”, reflexionó.

Lo de Trump no era una broma, ni un meme en Twitter. Desde antes de su toma de protesta e incluso cuando todavía era candidato, la economía del país entero temblaba con cada palabra y tuit del republicano. “No aceptamos amenazas, México no pagará el muro”, insistió Enrique Peña Nieto nueve días antes de que Trump asumiera el cargo. El estadounidense, por su parte, insistió: “México, de alguna manera, y hay muchas, nos va a reembolsar el costo del muro. Va a pasar, ya sea mediante un impuesto o, más probablemente, un pago, va a pasar”.

Comenzó a hacer memoria, en días pasados sus amenazas empezaron a hacer efecto, ya no eran proyecciones a futuro ni especulaciones. El 17 de enero, General Motors Co anunció el traslado de parte de su producción de México a Estados Unidos, lo que implicaba quitar 100 empleos a México y darlos a su país.

Días antes, Ford anunció la cancelación de una inversión de 1,600 millones de dólares prevista para una nueva planta de San Luis Potosí.

Esto porque el hombre de negocios, que no de política, amenazó con imponer un arancel de 35 por ciento a las importaciones de vehículos.

“México es el cuarto exportador a nivel mundial y si las grandes fabricantes de autos continúan cediendo ante las amenazas, pondría en peligro a los 1 millón 100 mil empleos directos e indirectos de los mexicanos que genera ese sector, base del crecimiento económico nacional y que aporta el 3.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y el 18.3 por ciento del PIB manufacturero”, leía Gabriel en Sinembargo.mx el 10 de noviembre, apenas dos días después de las votaciones en las que Hillary Clinton perdió la Presidencia frente a Donald Trump.

“Ok, que se lleven sus empresas –pensó Gabriel– servirá para darle impulso a la economía y productores locales, como lo recomiendan últimamente”.

Así lo había visto en los medios de comunicación y redes sociales, “consume 100 por ciento mexicano”, “busca el código de barras 750”, “impulsa el campo”… Y aunque desde varios puntos de vista, incluido el de la salud, no todo están fácil.

“Como en todos los mercados tiene que haber equilibrio por lo que no solo se trata de fortalecer el mercado interno consumiendo lo mexicano, sino también hay que ser más productivo, lo cual se incentiva con la tecnología de otros países”, dijo todavía en diciembre de 2016 Sunny Arely Villa Juárez, economista e investigadora del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).

Sin embargo, sí se trata de una buena estrategia de resistencia: “Debemos ir a la defensa empleo por empleo, inversión por inversión. Si Trump ataca el aguacate, nosotros tenemos que ir con los productores de aguacate y fortalecerlos, preguntar qué se les ofrece. Debemos ir directamente con los atacados para que se fortalezcan y no se vayan; los necesitamos. Debemos cuidar lo que tenemos. Que Trump no vea que del otro lado no hay nadie”, en palabras de Cuauhtémoc Rivera, director de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes.

 

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Los días pasaron y el ambiente parecía más desolador, “¿otro gasolinazo en febrero?”, se lamentó Gabriel mientras leía el anuncio de un aumento del 8 por ciento en el costo de los combustibles.

Él, tiene automóvil que se suma al millón y medio de coches particulares en la capital mexicana, pero eso no es lo que más le preocupa, sabe que junto con estos aumentos viene una ola de subidas de precio en el transporte público, los servicios y de la canasta básica: hasta ahora, las tortillas, el arroz, la leche, los huevos, el frijol y la carne de res y pollo ya han elevado su costo.

Y aparte, el dólar sube… y seguirá subiendo. “Ni modo, a buscar otros destinos para ir de vacaciones”, fue el primer pensamiento de Gabriel al ver la escalada que la moneda estadounidense ha tenido en los últimos meses. La mañana después del triunfo de Trump, superó los 20 pesos, ahora, se vende casi en 23.

Pero Trump no fue la primera amenaza para el peso, antes hubo otra llamada de EPN. Del 3 de diciembre de 2012 a la primera quincena de noviembre de 2016, la moneda mexicana se había depreciado 63.95 por ciento frente al dólar en bancos, pues la administración de Enrique Peña Nieto lo recibió en 12.93 pesos, lo que se traduce en –una vez más- aumento en el costo de bienes y servicios.

¿Y luego, si quita el Tratado de Libre Comercio (TLCAN)?”, según María Fernanda Garza, de ICC México, el comercio bilateral entre la República Mexicana y Estados Unidos se multiplicó seis veces desde la firma en 1994, con una cifra de 500 mil millones de dólares en 2015, lo que ha convertido a México en el segundo mercado de exportación más grande para los productos estadounidenses y es su segundo proveedor más importante.

Exacto, muchas exportaciones. Pese a que la promesa hace 22 años era la entrada de México al primer mundo, más empleos y mejores salarios, la verdad es que los mexicanos tienen los peores sueldos en América Latina y el país desarrolló una dependencia a su vecino del norte.

El 5 de enero, la periodista Sandra Rodríguez publicó una entrevista con Antonio Payán, director del Centro de Estudios sobre México del Baker Institute for Public Policy de la Universidad Rice, en la que el especialista dijo que en esta apuesta única por las inversiones extranjeras, México participa sólo con mano de obra barata, por lo que su papel en las cadenas de manufactura norteamericanas es cada vez menos relevante.

“Y esa ha sido la estrategia económica de México: el apostarle a mano de obra barata, y ha sido un error en dos maneras. La primera, es por si llegaba alguien como Trump que dijera ‘esos empleos se quedan en Estados Unidos’; y, por otro lado, el hecho de que la automatización o robotización de las cadenas de manufactura obviamente implica que México se hará cada vez más prescindible. En ese sentido, México está pésimamente preparado y no previno absolutamente nada. Entonces, creo que hay un pánico justificado, pero merecido”, dijo Payán.

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"¿Make America great again?" Imagen: Omar Vargas, SinEmbargo
“¿Make America Great Again?”, la gran promesa del nuevo presidente de EU. Imagen: Omar Vargas, SinEmbargo

El 8 de enero pasado Gabriel veía los Globos de Oro, en donde la actriz Meryl Streep aprovechó para hablar, sin nombres, del ahora Presidente de los Estados Unidos: “No fue una buena actuación, pero cumplió su trabajo. Fue el momento en que la persona que va a tener el puesto más respetado del país imitó a un reportero con discapacidad. Alguien a quien superaba en términos de privilegios, poder y capacidad para responder”.

Fue en noviembre de 2015 que Trump ridiculizó al reportero de The New York Times Serge Kovaleski. Tres meses antes echó de una de sus conferencias al periodista mexicano Jorge Ramos, “Regresa a Univisión”, le dijo.

Recientemente, en su primera conferencia de prensa como mandatario electo, le negó la palabra a un reportero de CNN, “no seas grosero, hacen noticias falsas”.

“Un peligro para la prensa”, decían los medios y líderes de opinión. “Como si nos faltara más”, añadió Gabriel en sus redes sociales junto con una nota cuyo título anunciaba “2016: El año más letal para la prensa deja 11 asesinatos y sabor a impunidad”. Ahí se leía que durante el sexenio de Peña van 27 homicidios, sin contar los ataques físicos, intimidaciones, privaciones de la libertad, acosos y hostigamientos a los reporteros.

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El día llegó, Trump asumió y juró sobre la Biblia junto a su esposa Melania enfundada en un vestido azul. Alrededor del mundo, miles de personas se manifestaban en contra, pero también a favor. El sentimiento era de incertidumbre, ¿la mayor amenaza para el México moderno se había convertido en realidad?

“Para México y para el mundo”, dijo Gabriel a sus compañeros de oficina al mediodía de ese 20 de enero. “El tipo ni siquiera cree que el cambio climático existe, pondrá en riesgo los avances con tratados internacionales que ha habido hasta el momento y su muro aparte de todo, afectará el acceso al agua o a la comida de muchos animales”.

“Y aquí… las maquilas han frenado la inversión, las automotrices se están yendo ya, también se quiere llevar las farmacéuticas. Tiene planes para deportar a 5.6 millones de mexicanos que no estamos listos para recibir y que se sumarían a los dos millones de desempleados que ya están aquí, ¿y qué los recibe? pobreza, desigualdad, inseguridad ¡y falta de oportunidades en su propio país!”, continuó Gabriel.

“¿Vamos a estar presionados con Trump? Seguro, pero tenemos un caso especial, porque no somos los únicos amenazados (también China, los países musulmanes y hasta Japón) pero sí los más vulnerables”, dice.

“México será el país más afectado porque tiene más debilidades internas que China, a pesar de que también ha sido sujeto de las amenazas comerciales de Donald Trump. Pero China tiene una economía que está creciendo al 6 o 7 por ciento, tiene una inflación relativamente controlada y un margen tanto fiscal como monetario. México no. La debilidad y vulnerabilidad interna mexicana que han desarrollado las mismas autoridades es lo que lo hace ser el país más vulnerable ante las amenazas del exterior”, dijo Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics a SinEmbargo.

 Aquel 20 de enero, Gabriel se fue a dormir con la misma sensación con la que había amanecido días antes: la de despertar de una pesadilla. Son la desazón de vivir en un país lastimado por dentro y que desde afuera, lo quieren seguir golpeando. Supo entonces, que la película de terror de la que hablaba Agustín Carstens, apenas empezaba.

en Sinembargo al Aire

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