Parcial y subjetivo | De lo erótico a lo pornográfico

22/03/2013 - 12:00 am

La discusión es antigua y recurrente. Intentar esclarecer la diferencia entre los dos conceptos hace que existan respuestas incluso disparatadas. Si uno se apega a las definiciones más simples, las de diccionarios canónicos, parecería no haber mayor problema: lo erótico tiene que ver con la sensualidad mientras lo pornográfico con lo obsceno. En otras palabras, lo primero posee un carácter positivo mientras lo segundo una carga pervertida. Quedarse en esa diferenciación basta para calmar algunos ánimos o para atizar las discusiones. Sobre todo, porque se carga de un elemento moral a determinados actos que no tendrían por qué acarrear dicha tara. Sin embargo, y con el fin de hacer un ejercicio que permita validar esta primera idea, bien podría usarse un par de ejemplos. Se me ocurre que la escena en el carruaje de Madame Bovary es una de las más eróticas que he leído mientras que un gran clásico de la pornografía es el Marqués de Sade. Y no me cabe duda: ninguna de las dos se acercan al otro concepto.

Al margen del asunto moral y de lo reprobable de las conductas de los protagonistas, la diferencia entre las dos escenas tiene que ver con la descripción de las acciones. Así, de pronto lo pornográfico es aquello que es rico en imágenes, mientras lo erótico está más relacionado con el poder de las sutilezas. Bastaron pocos renglones para despojar la diferencia de su connotación negativa para volverla un asunto de apreciación estética.

El problema es que tampoco es del todo cierto. Al menos no en la literatura de nuestros días. Novelas que incluyen entre sus páginas escenas de encuentros sexuales, con mayor o menor grado de detalle, se pueden contar por decenas o centenares. La evolución misma de la literatura y de la sociedad ha permitido desarrollar una cultura en torno a la imagen, a sus alcances. Por eso el debate se vuelve complicado, porque la diferencia ha desaparecido casi por completo: se puede construir una escena muy sensual y sutil cargada de imágenes provocadoras o, por el contrario, otra muy perversa a partir de sutilezas.

Ofrezco un listado de cinco novelas cuyo tema central está vinculado con algún grado de erotismo o pornografía. Insisto en “el tema central” porque, como ya he mencionado, novelas que incluyen escenas sexuales aparecen todos los días. Para acotar aún más el listado, he seleccionado sólo novelas contemporáneas. De lo contrario, el campo de estudio se multiplicaría en exceso. De cualquier modo, ya mencioné a dos que bien podrían ser los extremos de esta lista.

En los labios del agua

labios02En los labios del agua es una novela de Alberto Ruy Sánchez intensa y sensual a un tiempo. Las palabras van fluyendo como el líquido con que se va rodeando la conciencia del lector. Si el tema central apunta a ser el placer, la trama se desenvuelve como una forma de validar una vida dedicada a buscarlo a sabiendas de que, a la larga, éste terminará tras la eternidad del instante prolongado en el que se ha asentado. También es una novela de búsqueda, cargada de un misticismo en el que confluyen el plano espiritual con el físico. Sintetizándolos hasta su última posibilidad para volverlos plenos. Una plenitud que será la que conduzca a un amor entregado, sin cortapisas. Libre hasta la saciedad. Leer En los labios del agua es abrir una puerta a la seducción, al encuentro de placeres que van más allá de un acto concreto porque han terminado por volverse una forma de vida. Para la fortuna de los lectores, pueden continuar sus lecturas con las siguientes novelas del autor, todas cargadas de esta especial forma de seducción.

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Silencio de Blanca

somozaMuchos comportamientos sexuales están basados en los rituales. La idea de la repetición como una forma de propiciar los encuentros se suma a determinadas reglas para llevar a éstos a buen término. Eso es justo lo que sucede con Silencio de Blanca. Todas las semanas, el mismo día y a la misma hora, Héctor se reúne con Blanca. No lo hacen de una forma tradicional. Al contrario, su encuentro es más una escenificación, una puesta en escena regida por normas muy claras. Las mismas que los llevan a una exploración profunda de la sensualidad en la que intervienen todos los sentidos. De ahí que no sea gratuito el que Héctor sea un profesor de música: el tempo de la relación es fundamental. Sólo a partir de estos elementos se consigue atrapar al lector en un mundo tan cargado de erotismo que es imposible escapar de él. Al menos hasta el final en el que un giro de tuerca trastocará por completo a la lectura de esta novela de José Carlos Somoza.

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Las edades de Lulú

lulu02El despertar sexual de una jovencita de 15 años podría ser pretexto suficiente para contar toda una novela. Sin embargo, Almudena Grandes va más lejos. No le basta con narrar el descubrimiento de la sexualidad, sus implicaciones y sus cargas. El siguiente paso es crear un mundo contenido en el que las fantasías se vuelvan obsesiones. Así, el amor de Lulú está dirigido a Pablo, ese primer hombre en su vida que la ha “atrapado” a lo largo de quince años. La autora tampoco se queda con el retrato de ese mundo falsamente idealizado. Pronto rompe la burbuja para permitir a su protagonista experimentar con un sinfín de posibilidades. Así, esta novela ofrece un in crescendo poderoso, que parece guiar su tránsito hacia perversiones oscuras y perturbadoras.

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Las Violetas son flores del deseo

violetas_deseoLa sofisticación es uno de los ingredientes más efectivos a la hora de hablar de perversiones. Eso lo sabe bien Julián Mercader, obsesionado como está en crear una muñeca sexual que sea casi idéntica a una mujer real. No conforme con su creación y con las extrañas características que le van pidiendo los clientes, ha decidido llamarla Violeta, al igual que su hija. Entonces comienza un juego de sutilezas en el que, también, se rescata un manuscrito de Filisberto Hernández. De pronto, hay tantos elementos sobre la mesa, que resulta casi imposible que todo estalle. Sin embargo, Ana Clavel es una autora experimentada. Su mérito no radica sólo en hacer un planteamiento narrativo riesgoso ni toda la sensualidad que irradian esas páginas cargadas de perversiones. Su mérito descansa, también, en la forma en que consigue resolver la novela, con apenas unas cuantas líneas que son capaces de llevar a los lectores a preguntas por demás trascendentes.

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Zonas húmedas

humedasEl humor y el sexo no siempre están asociados. Sin embargo, a veces pueden convertirse en una combinación peligrosa. Al menos es así como sucede con esta novela de Charlotte Roche. Helen está hospitalizada por una fisura anal. Es apenas una adolescente que gusta del sexo duro, variado, con la mayor intensidad posible. Así que mientras convalece, va haciendo un repaso de su vida, de su descubrimiento de la sexualidad, de cada una de sus fantasías y preferencias. Mientras lo hace, el lector podría adoptar dos posturas diametralmente opuestas. Lo más sencillo es escandalizarse ante la idea de que una jovencita haya practicado todo lo que cuenta. Más interesante, en cambio, es descubrir la enorme carga humorística dentro de la novela. Así, de pronto lo grotesco y lo pornográfico podrán llegar a grados únicos que, incluso, descenderán hasta la compasión. Sea cual fuere la forma de lectura, este libro es una provocación y eso ya es una buena idea.

Cuando se habla de sexo, de sexualidad, de comportamientos relativos, es difícil estar de acuerdo. No sólo porque las personas pueden partir de posturas irreconciliables a nivel conceptual sino porque, en la práctica cada persona actúa de acuerdo a sus preferencias. Y eso sin hablar de las fantasías, que suelen trastocar los comportamientos habituales. Así pues, condenar determinada conducta es cerrarse a un mundo de posibilidades. Sin embargo, también es imposible probarlo todo. No sólo en el terreno de la praxis sino en el nivel de los deseos. Es entonces que la literatura se vuelve indispensable: como siempre, contribuye a incrementar nuestra experiencia. Valgan las cinco novelas anteriores como un buen punto de partida.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.
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