Ronaldinho llega a Tijuana para los cuartos de final de la Copa libertadores; se enfrentará a Xolos

22/05/2013 - 12:00 am

Ciudad de México, 22 de mayo (SinEmbargo).– Joao de Assis Moreira era un astillero en la ciudad de Porto Alegre. Un señor entregado al futbol como todo Brasil.  A pesar de alcanzar un cierto profesionalismo pateando una pelota, Joao vivía inmerso en la pobreza de las favelas. Sus dos hijos fueron su salvación

Nacido en 1970, Roberto de Assis Moreira llegó al Gremio con tan solo 16 años. Sus atributos de futbolista hicieron que su familia saliera de ese mundo de carencias. El estilo de juego de “Assis” cautivaban en los campos. En su casa, su padre y su hermano menor lo admiraban. El padre impulsó la carrera de su hijo mayor pero como buen aficionado, supo que algo diferente y especial había en el menor.

Casi después de que aprendiera a caminar, Ronaldo de Assis Moreira se hizo de una pelota y no la soltó nunca más. Joao, impulsaba al pequeño a que nunca dejara la redonda sola. El niño comía, dormía y vivía con un balón mientras su hermano se hacía un lugar en el profesionalismo exigente brasileño.

“Jugarás en la selección y serás el mejor del mundo”. Joao pronunció estas palabras mirando a los ojos al pequeño Ronaldinho que con 6 años ya causaba admiración por su control de pelota.  Su enorme sonrisa de dientes chuecos no pasaban desapercibidos. Era un chico que sonreía sin parar mientras pateaba una pelota.

En 1988, Joao moriría ahogado en una alberca. Una tragedia que afectó notablemente a la familia. Ronaldinho nunca olvidó la tragedia y las palabras de su padre, “tú serás el mejor”. Su incursión en las divisiones inferiores del Gremio fue la patada inicial de algo que el mundo del futbol nunca antes había visto.

Ronaldinho asombró a Brasil con sus regates imposibles. La velocidad de su conducción con la pelota siempre pegada al pie y la frialdad para definir ya sea frente al portero o de un tiro libre al ángulo. El fenómeno se expandió cada vez más. Como una leyenda, el rumor de un prodigio se fue extendiendo a lo largo del orbe.

El Paris Saint Germain le dio la bienvenida a Europa en el 2001. Con 21 años, el pelo largo ondulado y la sonrisa gigante del brasileño iluminaron el parque de los príncipes de París. Tras un par de temporadas, Ronaldinho se convirtió en la joya más codiciada de Europa. El futbolista representaba una bomba de tiempo llena de talento.

Fue el Barcelona que realizó uno de los mejores fichajes de la historia. El mar mediterráneo recibió a la figura en 2003. El día de su presentación se vendieron 200 mil playeras con el número diez y su nombre a la espalda. Su debut fue cerca de la media noche en un partido frente al Sevilla en Camp Nou. Ronaldinho la clavó del ángulo en forma de agradecimiento.

De pronto el mundo empezó a creer en la magia. El FC Barcelona se convirtió en el Cirque du Soleil del futbol. La irrealidad de sus movimientos volvieron locos a quienes, en vivo o por una pantalla de televisión, estaban visualizando al futbolista. El Barça se llenó de gloria de la mano del brasileño que fue campeón del mundo en 2002.

En 2004 y 2005 el sueño de Joao se hizo realidad. Ronaldinho tuvo el mundo a sus pies cuando fue condecorado con el balón de oro de la FIFA. Con 25 años cumplidos, el techo del crack no parecía tener fin. Las especulaciones de hasta dónde llegaría no tenían un cálculo acertado. La ilusión de ver 5 o 6 años más de máximo nivel ilusionaba al mundo.

Cuando Ronnie ganó consecutivamente el balón de oro, su cabeza cambió de chip. La predicción de su padre había sido cierta. Ronaldinho se encargó de hacerla realidad y no quería nada más. La caída libre del astro fue estrepitosa. Su nivel y velocidad decayeron mientras su peso aumentaba y los rumores de fiestas descontroladas se volvían leyendas de boca en boca en Barcelona.

Incapaz de retomar aquel nivel sublime, Ronaldinho regresó a su país luego de un paso intrascendente en el Milan. La jubilación del mago lleno de melancolía al viejo continente mientras en Brasil fue recibido como Héroe. El Flamengo lo acogió con gusto. Mientras playeras y boletos para verlo jugar se vendían, el futbolista se introducía en un círculo vicioso de placeres que un atleta de alto rendimiento no se puede dar.

La relación con el club de Rio se distorsionó demasiado. El ave fénix que esperábamos ver se desvanecía poco a poco. El Atlético Mineiro llegó como la última luz de esperanza para el viejo astro. A sus 32 años, Ronaldinho se puso la número “80” y para asombro de todo el mundo, el ave fénix empezó a volar.

Fue en el marco de la copa libertadores donde Ronnie volvió a acaparar los ojos del mundo. Con un paso fantástico y rodeado de velocistas talentosos con la pelota, el mítico futbolista simplemente tiene que tocar la pelota como sólo el lo hace para que las cosas sucedan. Ronnie dirigió a su equipo hasta los cuartos de final luego de apabullar al Sao Paulo de Brasil.

El jueves 23 de mayo, Tijuana tendrá una fiesta distinta. Los benjamines Xolos, disputarán los cuartos de final frente al Atlético Mineiro. Ronaldinho estará en la grama sintética del estadio caliente. Xolos hará los honores como solo el futbol sabe hacerlo, jugando y tratando de ganar. Ahí, en el punto más alejado de toda Latinoamérica, Ronnie mirará todo el esplendor del territorio que tiene a sus pies.

 

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