Los hombres del doctor Mireles

23/01/2014 - 12:00 am

Desde 2002 primero entraban en las casas y sacaban a las familias, después mataban a los hombres, allí mismo los asesinaban y violaban a las mujeres. Primero fueron decenas, después centenas. Primero los Zetas dominaron el territorio, después La Familia y hoy son los Caballeros Templarios. Son ellos los que se llevan a las niñas. Muchos han mandado a sus esposas e hijas afuera, para que no se las roben los narcotraficantes. Durante más de una década los cárteles se apropiaron de casas, de pequeños ranchos, de grandes ranchos, de la industria agrícola, de la economía local, de las alcaldías y, algunos aseguran, del gobierno estatal.

Los Templarios dieron la orden: el kilo de tortilla valía 12 pesos pero debían cobrarlo a 16 para el impuesto Templario. Lo mismo la carne cuyo pago extra era de 15 pesos. Controlaban la cosecha y venta de limón, se robaban el ganado, se apropiaron de cientos de casas, convertidas en centros de acopio para sus armas y drogas o casas de seguridad para secuestros. Llevaron a Michoacán el negocio del Cristal Met, las metanfetaminas con las que inducen a miles de jóvenes a matar y a quienes luego de engancharlos al vicio les pagan el sicariato con la misma droga.

“Me incorporé (a las defensas) porque ya no aguantábamos a la gente esa”, dice Agustín Villalobos frente a las cámaras de RompevientoTV, la televisora cibernética independiente que cubre desde una perspectiva más profunda los temas que los medios convencionales narran bajo el firme puño del discurso gubernamental.

El ranchero sigue hablando “me incorporé porque ya no aguantábamos a la gente esa en atropellos, en robos, en desfalcos que nos tenían los esos Templarios. Robo de ganados, de casas, secuestros”. Agustín es hombre de clase media de Tepalcatepec, sigue trabajando y colabora con las autodefensas para que las familias puedan llevar a sus hijos a las escuelas, pues él, como muchos otros narra cómo los Caballeros Templarios se adueñaron de los caminos de la región y tenían asolados a todos los ciudadanos. Las mujeres y niñas nunca estuvieron seguras.

 En la región el limón constituye el 80% de la economía agrícola local. Hipólito Mora Chávez (co-fundador del grupo de autodefensa de Tepalcatepec La Runa) y su familia se dedican a la siembra desde hace décadas; él se unió a los autodefensas para evidenciar primero ante la autoridad inepta y después ante el país, que los Templarios crearon un monopolio de la agricultura; son ellos quienes desde hace doce años deciden quién vende, quién siembra y quién pierde su cosecha. Para controlar el precio del limón dejaban abrir sólo dos veces a la semana a las empacadoras. Hipólito comanda al grupo de la Runa.

Tierra Caliente es una región que abarca territorio de tres estados, Michoacán, Guerrero y el Estado de México; es una zona árida en la que colindan tres pueblos abatidos desde hace más de 4,380 días, primero por el poder político y criminal de La Familia Michoacana y luego por el grupo escindido de ella: los Caballeros Templarios. En el valle dividido entre Apatzingan-Tepalcatepec y Huetamo, el doctor Manuel Mireles, médico general del pueblo y promotor de cultura, también de clase media, se unió a la defensa luego de atestiguar durante doce años la toma de las tierras, del pueblo, de las escuelas y los negocios. Antes, narra el doctor Mireles, en su tierra Tepalcatepec, los únicos vehículos que podían circular eran los de los Templarios, ellos impusieron el toque de queda. “Vimos morir a miles, hasta que nos cansamos. Nosotros sabemos de qué vamos a morir, nosotros al menos escogimos morir defendiendo a nuestro pueblo, a nuestra familia” asegura Mireles.

Don Martín Ochoa es un abuelo que ha visto cómo se roban a las niñas y violan a las mujeres; “nos cobraban impuestos extras por todo, asegura el abuelo, por eso me uní a la causa.”

Samuel Gómez, miembro de las autodefensas, logró, después de años, recuperar las casitas de sus hijos que los narcos se robaron. “Aquí no podían acercarse dos personas, no podían ni platicar ni hablar con el celular porque luego te caían encima” dice Samuel. Los autodefensas son pescadores, tabiqueros, ordeñadores de vacas, obreros honestos a quienes les han matado hijos y secuestrado hijas, a quienes les roban sus gallinas y su huerto.

Ellos coinciden en una idea central: durante más de una década los cárteles controlaban la economía local, imponían la violencia, gobernaban, asesinaban a quien se les rebelara; les mataban atándoles de pies y manos, con tiro de gracia. Por eso luego de ver que les estaban raptando a las hijas, decidieron que si los iban a matar sería defendiendo su tierra, a sus familias, su propia vida.

Primero decidieron formar los grupos de autodefensas, luego citaron a todo el pueblo quien votó por los más honestos entre ellos para ser consejeros ciudadanos, así el doctor Mireles fue designado líder del Consejo Ciudadano de las Autodefensas y Guardias Comunitarias, constituidas legalmente como asociación civil. Luego las mujeres conformaron el grupo de policía comunitaria de vigilancia del pueblo para proteger a los niños y niñas y cuidarse entre ellas.

Todas las personas que pertenecen a este grupo de autodefensas de Apatzingan-Tepalcatepec trabajan en su oficio normal durante el día, son secretarias, lavan ropa, trabajan en farmacias y oficinas, en sus días de descanso hacen guardia 24 horas; las amas de casa dedican más tiempo a proteger a sus vecinas. En la defensa nadie cobra un centavo, algunos tienen rifles viejos, de esos que la ley permite portar a los rancheros, otros tienen hachas, machetes y palos. Por las noches están de guardia también.  La mayoría las de armas más sofisticadas las han obtenido luego de batallas con los Templarios; muere y dejan las armas, ellos las utilizan para defenderse. Hay en total tres mil guardias armados y en realidad lo que da fuerza al movimiento es la organización de miles en red ciudadana, los cientos de radios con que se comunican entre pueblos y rancherías, el apoyo social que se dan organizadamente para defender a familias y comunidades.

Después de dos sexenios, en junio pasado de 2013, por primera vez el pueblo tuvo una kermés, hubo teatro y poesía al aire libre, el pueblo unido celebró vivir sin miedo. El gobierno federal podrá contar historias falsas, amenazar al doctor Mireles con arrestarlo si no obedece las órdenes de la Segob, los medios locales podrán contar las historias que convienen al gobernador, pero lo cierto es que la vida de 25 mil personas que habitan los pueblos protegidos por estos autodefensas sienten, por primera vez, que la tierra es suya al igual que su libertad.

Lydia Cacho
Es una periodista mexicana y activista defensora de los Derechos Humanos. También es autora del libro Los demonios del Edén, en el que denunció una trama de pornografía y prostitución infantil que implicaba a empresarios cercanos al entonces Gobernador de Puebla, Mario Marín.
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