Leer para dejar de ser idiotas: Enrique Díaz Álvarez

23/01/2016 - 12:00 am
En la era del ojo, vivimos ensimismados, dice el autor. Foto: Especial
En la era del ojo, vivimos ensimismados, dice el autor. Foto: Especial

El autor del libro El traslado Narrativas contra la idiotez y la barbarie reivindica el papel de la lectura como poder transformador en una sociedad que se ha vuelto apática frente a los problemas del prójimo. Dejar de vivir ensimismados en lo que llama “la era del ojo”, es la apuesta.

Por Nuria Ocaña

Disidente de la apatía imperante en la sociedad mexicana de la actualidad, Enrique Díaz Álvarez escribe para reivindicar el papel de la lectura en nuestra concepción humana.

Su libro El traslado. Narrativas contra la idiotez y la barbarie explica la dinámica social en la que ha devenido la vertiginosa evolución tecnológica que experimentamos y en la cual no hay cabida para mirar al vecino y entenderlo.

“Nada es más frecuente en las sociedades contemporáneas que el miedo y la indiferencia hacia el inmigrante, el extranjero, el extraño. Parecemos incapaces de desechar los prejuicios que impiden cuestionar los relatos discriminatorios que nos separan. Sin duda, buena parte de la decadencia de la vida pública tiene raíz en la poca disposición para ponernos en el lugar del otro”, explica la editorial Debate, responsable de la publicación.

“Un acto de hospitalidad no puede ser sino poético, dice Jacques Derrida en el epígrafe de este libro, cuyo punto de partida es una premisa fundamental: la imaginación es un acto de resistencia política en tanto que suscita el traslado, esto es, la posibilidad de experimentar significativamente la vida de los otros. Hay que tener en cuenta este poder para hospedar e implicarnos con cuerpos e historias ajenas si queremos combatir la barbarie y esa idiotez que nos aísla de lo público”, agrega.

De una charla con Puntos y Comas, extractamos algunos pensamientos esenciales de este joven autor que considera la lectura el instrumento capaz de devolver el sentido de empatía a nuestro complejo entramado social.

LA LECTURA ES UNA TRINCHERA

La lectura es una trinchera que tenemos para traspasar fronteras todavía. Una novela o una crónica periodística, cuando es buena, permite ponernos en la situación de otra persona mediante la imaginación narrativa. Entonces, el traslado es una metáfora. La imaginación es fundamentalmente transgresora, pero ese simulacro es ética y políticamente relevante porque nos permite cambiar la perspectiva y sentir tanto empatía como indignación. En esta época en la que los fanatismos y los discursos racistas y xenófobos nos separan, la lectura permite que un personaje concreto o una historia específica nos acerquen más que los tratados sesudos.

IMAGINACIÓN VERSUS IDIOTEZ

Cuando hablo de idiotez no me refiero a la definición de la Real Academia de la Lengua, es decir, no me refiero al tonto, al engreído o al inculto, sino a la idiotez en el sentido que la entendían los griegos, con la raíz de la palabra “idio” que significa propio o privado. Para ellos el idiota era el individuo que sólo se interesaba por sus propios asuntos, por sus intereses particulares y privados, y se privaba de la comunidad.

Esa anestesia es muy peligrosa y está allí, la vemos a diario. Nos cuesta mucho trabajo prestar atención al dolor ajeno, a la injusticia, a la asimetría y al abuso del poder y nos afecta muy poco. Practicamos un mantra muy neoliberal cuando decimos “cada quien a lo suyo y lo demás se va a acomodar armónicamente”. Cultivamos la indiferencia.

Hay muchas formas de diagnosticar nuestra apatía pero creo que vivimos en una época que hace de la identidad un culto, que nos lleva a crear una marca de cada quien. Vivimos ensimismados.

CONECTADO CON EXTRAÑOS, ALEJADOS DEL VECINO

Es la era del ojo. En pocos minutos te enteras de la vida de un artista de China. La tecnología ha hecho próximo lo lejano y se crea esta especie de cercanía, pero nos conocemos mal. Somos miopes.

Hay mucha información pero hay poca disposición para entender realmente las circunstancias ajenas. Por eso es importante no detenerte en el dato –el dato está ahí, vivimos invadidos de información–, sino detenerte en esas historias que parecen incluso anécdotas y que se convierten en una especie de contra-narrativas ante el egoísmo o ante choque de civilizaciones.

La cabaña del tío Tom es una novela que se escribió en el siglo XIX en Estados Unidos y ayudó a abolir la esclavitud por la empatía que causó en los blancos la situación de la comunidad negra, en comparación con todos los tratados que se habían hecho antes; es decir, debemos entender que la lectura tiene alcances incluso políticos.

La imaginación tiene una dimensión pública de la cual no nos damos cuenta y, por ese lado, hay que cultivar y defender la lectura como un hábito cívico.

EL CHIVO EXPIATORIO DE LA CONTEMPORANEIDAD

El migrante, el refugiado, el exiliado me parece el chivo expiatorio de la contemporaneidad, es quien se sacrifica para mantener todo en orden. Sólo necesitamos oír las noticias, el drama que vivimos hoy es la radiografía de nuestro fracaso social, político y ético, un drama que revela nuestra indolencia y la falta de que las autoridades realicen el traslado simbólico del cual hablamos.

Es decir, al traslado físico que realizan estas personas, esa movilidad –que va a seguir ocurriendo los dejen o no– debe responderse también con un traslado mental: ponerse en el lugar del otro.

La ventaja de la lectura es que no está allí como la televisión, tienes que hacer un esfuerzo por imaginar, por eso no creo en los apocalípticos sobre el fin del libro, éste subsistirá y convivirá con otros medios.

VIVIR EN LO INMEDIATO

Es impensable concebir nuestra realización personal sin imágenes. El problema de vivir en lo inmediato, del constante flujo de información y de la combinación de recuerdos con otras imágenes y videos en nuestra mente es que mirar es sentir y, muchas veces, llegamos a confundir si aquello lo vivimos nosotros o alguien más.

Vivimos una expropiación de experiencias. Pero en el fondo, podemos aprovechar eso con la lectura. Enfrentamos la tragedia de vivir sólo una vida y nos encantaría vivir muchas más, en ese sentido somos infieles por naturaleza, por eso leemos, por eso vemos películas. Nos encanta pensar si hubiéramos hecho aquello y no lo hicimos, nos encanta vivir la vida ajena y buscamos hacerlo a través del arte.

No conozco a nadie que no le guste escuchar historias, somos seres narrativos. Por eso debemos aprovechar la imaginación, quizá de forma pequeña y modesta, para prestar atención a las injusticias que no hacemos caso.

APROVECHAR LA INFORMACIÓN

No se trata de ser renuente con la información, sino de cómo aprovecharla. Por ejemplo, saber lo que sucedió en la Primavera Árabe, sirvió para el movimiento del 15M. En ese caso, la información funcionó para que la indignación se compartiera en todo el entramado y se expandiera a nivel global.

La clave está en cómo filtramos la información que recibimos todo el tiempo, en cómo ponerle un freno a estos discursos que nos invaden sin darnos cuenta y que son muy peligrosos. Escuchar en las noticias, por ejemplo, “oleadas de inmigrantes” nos hace entender que es un fenómeno gigante del cual debemos protegernos y estamos criminalizando a las personas. Hay que cuidar mucho nuestro lenguaje y estar conscientes de eso. La ciudad es un entrecruzamiento. Necesitamos encontrar de qué manera reconocer lo común en ese entramado.

La forma de moda para definir la época actual es “complejidad” aunque me parece un poco vago. “Complejo” es desde la teoría de cuerdas hasta la infancia de Michael Jackson, pero hay una coartada favorable: esta palabra viene justamente de trama, de entrecruzamiento. Estamos entrelazados. Parece entonces un destino que ya está ahí. Lo lejano se ha hecho próximo e inmediato y lo que hacemos con eso está por verse.

Quién es Enrique Díaz Álvarez: Nació en la ciudad de México, 1976; es doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona. En 1995, el periódico La Jornada seleccionó una crónica que escribió sobre el terremoto del 19 septiembre de 1985 para ser incluida en el libro Volver a nacer. Desde entonces ha publicado ensayos, artículos, crónicas y entrevistas en medios como la Revista de la Universidad de México, La Tempestad, Quimera, Barcelona Metrópolis, La Cultura en México, Horizontal, Nuestra Aparente Rendición y Confabulario. El traslado. Narrativas contra la idiotez y la barbarie (Debate, 2015) es su primer libro.

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