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Redacción/SinEmbargo

23/03/2017 - 6:53 am

El PRD, mal y de malas / Institución de (sin) instituciones / El “estrenón” a los radicales

Programa Universitario Emergente Nacional  Con las recientes reformas a la ley de educación, diversas instituciones se suman al trabajo de apoyo a jóvenes deportados. En Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que: “luego de que el Presidente Enrique Peña Nieto firmó el decreto de reformas a la Ley General de Educación para no frenar […]

Programa Universitario Emergente Nacional 
Con las recientes reformas a la ley de educación, diversas instituciones se suman al trabajo de apoyo a jóvenes deportados. En Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que: “luego de que el Presidente Enrique Peña Nieto firmó el decreto de reformas a la Ley General de Educación para no frenar la continuación de los estudios de jóvenes deportados de Estados Unidos, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, que encabeza Jaime Valls, dará a conocer este jueves por la tarde el Programa Universitario Emergente Nacional para la Terminación de Estudios Superiores. El plan, que busca también flexibilizar los procedimientos para la revalidación de estudios, se difundirá en una campaña en el país vecino”.

El PRD, mal y de malas
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) no tiene cómo ocultar su actual crisis. Los especialistas hablan de momentos muy difíciles internamente para el partido del sol azteca, a quien no se le augura un futuro muy positivo en las próximas elecciones. La columna de trascendidos Bajo Reserva, del diario El Universal, afirma: “nos dicen que los conflictos internos del PRD han escalado a un nivel que ha dejado entrampado el proceso interno del partido para renovar a sus órganos de dirección, entre ellos la presidencia nacional, hoy en manos de Alejandra Barrales. Nos comentan que el jaloneo ha obligado a cancelar el Consejo Nacional perredista donde se aprobaría la convocatoria para la renovación, así como la petición para que el Instituto Nacional Electoral organice las elecciones internas. Además, nos adelantan, surgen varias voces que indican que el proceso se podría resolver con un acuerdo entre tribus, donde se evite hacer elecciones y todo se reparta entre las corrientes. El PRD, mal y de malas”.

A propósito, en el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, comenta que: “ante la crisis interna y externa que vive el perredismo, en estos días podría darse algo que lo haga cimbrarse: un posicionamiento fuerte de algunos fundadores del PRD, incluido el mismísimo Cuauhtémoc Cárdenas. La idea es reflexionar en voz alta sobre el uso que se ha dado al registro del partido del sol azteca y, en ese sentido, exigir a sus dirigentes formales y reales ponerlo al servicio de la ciudadanía que quiere otro proyecto democrático de nación. ¡Ouch!”

También, en su columna de trascendidos, Frentes Políticos del periódico Excélsior, se asegura que: “alguna vez considerado el partido más exitoso de la izquierda mexicana, el PRD sufre desde 2012 el abandono de sus militantes. Tras la salida de López Obrador, quien ese año renunció para fundar Morena, y de Cuauhtémoc Cárdenas, comenzó la crisis. El colapso avanzó tras la salida de Zoé Robledo y Armando Ríos Piter, sin contar la desbandada en el Senado. Para colmo, su líder, Alejandra Barrales, sufre el descrédito por su departamento en Miami. Fernando Belaunzarán resume el momento: ‘O nos juntamos y acordamos una ruta o de plano que cada quien vaya viendo a dónde se va’. Este PRD difícilmente sobrevivirá al caso Barrales”.

Por su parte, el periodista, novelista e historiador Héctor Aguilar Camín, escribe en su columna de Milenio que: “Silvano Aureoles, Gobernador perredista de Michoacán, ha resumido en unas palabras la estrategia y la esperanza de su partido para las elecciones de 2018: ‘El PRD determinará quién será Presidente de México’. No dice que el PRD ganará las elecciones […]. En una elección cerrada como será previsiblemente la de 2018, la votación del PRD, aun si está disminuida, incluso si es la de un partido minoritario, puede hacer la diferencia en el triunfo de un candidato de alianza o coalición. En principio, si asume como partido bisagra más que como un partido competitivo […]. La pregunta a responder para su supervivencia como partido es con cuál de esas opciones puede efectivamente hacer la alianza y ganar: no solo seguir vivo como partido, sino con un poder efectivo, incluso mayor que sus votos aportados, en el gobierno de coalición que seguiría a la elección. Aliarse a la candidatura de López Obrador podría desde luego darle el triunfo, pero un triunfo que probablemente lo disolvería durante el gobierno de AMLO, inclinado a cualquier cosa menos a darle respiración artificial al perredismo. Aliarse con el PRI podría resultar tan escandaloso para las restantes huestes perredistas, que el perredismo simplemente podría vaciarse de votantes y perder incluso el porcentaje pequeño de votos que lo haría indispensable, estratégico, para ‘determinar’ la elección de 2018. La alianza con el PAN parece la más practicable, aun si resulta la menos ‘natural’ desde el punto de vista ideológico. Lo cierto es que esa alianza ‘antinatura’ se ha dado ya, exitosamente, en varias elecciones estatales. Resultaría menos difícil de tragar para los perredistas que no se vacíen hacia su querencia ‘natural’ que es López Obrador. Si entiendo bien, lo que dice la frase de Aureoles es que el PRD, lo que quede de él, lo que sus dirigentes puedan retener de votos y militantes durante el año que viene, irá a la elección en alianza con el PAN, y, en caso de ganar, hará con ese partido el gobierno de coalición con programa común que está previsto en la Constitución”.

Institución de (sin) instituciones
Sobre la postura que ha difundido el Ejército Mexicano en los últimos días, en el Reforma, el historiador y catedrático Lorenzo Meyer, hace una reflexión sobre el papel que juega actualmente la institución en un país colmado de violencias y escribe que: “a ojos del presidente Enrique Peña Nieto (EPN), las Fuerzas Armadas son la ‘institución de instituciones’. Para el general Guillermo Almazán, los militares ‘Somos el último recurso del poder político…’ […]. González Casanova […] al listar los ‘verdaderos factores de poder en México’, colocó primero a los caciques y caudillos regionales, luego al Ejército, el clero y los empresarios […]. Hoy, en cambio, Ejército y Armada están cotidianamente en las noticias porque, efectivamente, se han convertido en el último recurso del gobierno para evitar que el crimen organizado avasalle al gobierno y al resto de la sociedad. […] Al concluir la etapa más violenta de la Revolución Mexicana, Venustiano Carranza pretendió sacar al Ejército del centro del poder, pero fue el Ejército quien sacó a Carranza. Y en los años siguientes ese Ejército, hechura de la Revolución, fue el principal apoyo institucional del nuevo régimen. […] las Fuerzas Armadas mexicanas, sin enemigo externo verosímil […] sólo de tarde en tarde volvieron a recibir los reflectores políticos, cuando el control de una presidencia autoritaria […] fallaba en sus mecanismos de cooptación […]. En un gobierno y Estado bien llevados, la presidencia, el Congreso y la Suprema Corte deberían ser las grandes instituciones. […]. Las Fuerzas Armadas del Estado son el conjunto de las policías, por un lado, y el Ejército y la Armada por el otro. […] Ejército y Armada no pueden restaurar el orden perdido y las cifras de 200 mil muertos y 30 mil desaparecidos, durante los dos últimos gobiernos, lo prueban. La ‘institución de instituciones’ está desgastada por una guerra sin fin pues, por ella misma, no puede acabar con las fuentes de financiamiento del crimen organizado: el narcotráfico, el lavado de dinero y la enorme red de corrupción que alimenta y que se alimenta del crimen organizado. Para concluir, mal está un México cuyo régimen político depende de una institución de instituciones militar. Sin una red institucional civil efectiva, con legitimidad, ninguna estructura castrense, por más que lo intente, puede llenar el vacío dejado por el fracaso del sistema en su conjunto”.

También, en Milenio, el periodista Carlos Puig, escribe sobre las fuerzas castrenses y comenta que: “la coyuntura nos ha traído otra aparición inusual del Ejército mexicano contestando las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador sobre un enfrentamiento en Nayarit, la noche de Iguala y, según el director de Derechos Humanos de la Secretaría de la Defensa Nacional de México (Sedena), a quienes han dicho que la ley de seguridad interior es para que las fuerzas armadas tengan marco legal para violar derechos humanos. Pero erraríamos si vemos esta nueva aparición del Ejército en el vacío. Han sido meses llenos de mensajes de un Ejército cansado de hacer lo que no está preparado para hacer. Lo que se decidió que hiciera diez años. Si esta respuesta parece dura y políticamente atractiva, no fue menos dura la del general Cienfuegos en diciembre, cuando dijo: ‘¿Qué quieren los mexicanos que hagan las fuerzas armadas? ¿Quieren que estemos en los cuarteles? Adelante, yo sería el primero en levantar no una, las dos manos para que nos vayamos a hacer nuestras tareas constitucionales. Nuestra idea y nuestra profesión es otra y se está desnaturalizando. […]’. En el documento que la Sedena presentó en febrero ante el Congreso analizando las iniciativas a discusión sobre seguridad interior, insistieron en que no deberían contener funciones de seguridad pública para las fuerzas armadas ni sustitución de autoridades, lo que, en los hechos, vienen haciendo los últimos diez años. […] el Ejército está harto, desgastado. […]. Y como nada sucede en el vacío, valga mencionar que el febrero pasado fue el peor en homicidios dolosos desde febrero de 2011, el peor año del calderonismo. Es decir: hoy es evidente que la estrategia no ha funcionado para lo que fue creada, ni hay menos droga, ni hay menos violencia. ¿Cuál es el balance de diez años de esta guerra? Se preguntó el general secretario en diciembre: que a 10 años que se determinó que se reconstruyeran las policías, todavía no las vemos reconstruidas, se contestó. Tiene razón. Nada bueno sucede cuando un ejército se harta de la inutilidad de la clase política”.

Ayotzinapa no se mueve un milímetro de la hipótesis inicial
En El Universal, el periodista y escritor, Héctor de Mauleón, escribe que: “hace unos días el subsecretario para Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa, compareció ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH. El tema fue Ayotzinapa. Uno tendría que […] ser demasiado cínico, para negar que Campa ha acompañado […] las peticiones del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez sobre el tema de la búsqueda de los 43 normalistas desaparecidos […]. Campa es quizá el único funcionario que ha declarado que el caso Ayotzinapa muestra las carencias y los retos del sistema de seguridad y procuración de justicia de México. […]. Fue el funcionario que abrió, hace varios meses, la puerta al mecanismo de seguimiento de las medidas cautelares emitidas por la CIDH […]. Campa continuó siendo un interlocutor confiable frente a los padres de los normalistas desaparecidos […] dijo que 30 meses después de la desaparición de los alumnos no se ha consolidado otra hipótesis distinta a la inicial. […]. De acuerdo con Campa, estas búsquedas se hicieron, algunas con los mismos padres, y otras con los miembros del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI. […]. En septiembre pasado, el gobierno mexicano había atendido 93 por ciento de las 941 peticiones de investigación del GIEI. Había cumplido 34 de las 47 observaciones que, sobre el caso, emitió la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH. […] ‘Animal Político’ informó ayer que después de gastar 600 mil pesos en equipos láser de alta tecnología, la Procuraduría General de la República identificó 128 puntos, en los alrededores de Iguala […] en los que se pensaba que podrían existir fosas clandestinas. […]. De acuerdo con el portal, después de revisar los perímetros de Iguala y Cocula en los que se pensaba que podrían existir fosas clandestinas, ‘en realidad no se encontró nada’ […]. Campa dijo que ‘se han investigado otras líneas, realizado cientos de búsquedas, se ha estado totalmente abierto a cualquier indicio de información, y podemos decir que hoy no se ha consolidado otra hipótesis […]’. En síntesis, para él no existe hasta el momento una prueba que permita variar un milímetro la hipótesis inicial del caso Ayotzinapa. Lo que falta entonces son pruebas. ¿Dónde están?”

Eran muchos y parió la abuela
En los últimos meses la Ciudad de México ha dejado de ser ese lugar en donde la delincuencia no llegaba a cifras tan alarmantes. Entre las causas, en Milenio, el periodista Carlos Marín, destaca la nula capacidad de las instancias correspondiente para atender las denuncias y el momento por el que atraviesan los sistemas de readaptación social del país. Escribe que: “la capital resiente un alarmante aumento de delitos. Según la cámara local de comercio y servicios de turismo, siete de cada diez pequeños negocios reportan haber sufrido atracos, pero 66 por ciento de los afectados no denunció porque desconfía de ‘la autoridad’; 78 por ciento está convencido de que ir ante el Ministerio Público es perder el tiempo y 66 duda de la imparcialidad y honradez de los jueces. Para el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, ello se debe a que el nuevo sistema penal acusatorio ha permitido salir de la cárcel a un titipuchal de probables y verdaderos delincuentes. El ‘incremento obedece a que tenemos en la calle muchas más personas que antes estaban en prisión, y este es un factor nacional. Hoy Ciudad de México tiene 12 mil o más presos que estaban en prisión preventiva o ya purgando alguna pena y que están fuera…’, argumentó. Y es que, por más que las nuevas reglas procesales tienden hacia una justicia mucho más justa, el sistema carcelario prevaleciente nada tiene de ‘readaptación’ y sí mucho de universidad para que los primerizos se gradúen de temibles criminales”.

El “estrenón” a los radicales
En El Universal, el periodista Carlos Loret de Mola, escribe que: “se muestran sobrados, orondos, que no los vence nadie. Salen ante los medios de comunicación en plan de confrontación. Presumen que en la bolsa traen al pueblo, que ellos sí van a cambiar las cosas. […] Pero ayer, el terrorismo les bajó los humos a los encumbrados radicales. Con el doloroso saldo de cinco personas muertas y cuarenta heridas (al cierre de esta columna), el terrorismo dio oficialmente el estrenón a los radicales […]. Sucedió ayer en la Gran Bretaña de Theresa May, la Donald Trump inglesa. Una mujer que llegó al poder como resultado del terremoto político que fue el ‘Brexit’, la consulta ciudadana que arrojó que los votantes británicos querían salirse de la Unión Europea. […] El discurso que condujo a Theresa May a ser primera ministra de Gran Bretaña es el que argumenta que hay que sacudirse a los migrantes porque son terroristas, el del nacionalismo frente a la globalización. Ella ha respaldado a Trump […] y apenas antier secundó sus supuestas medidas antiterroristas de prohibir laptops y otros aparatos electrónicos en vuelos procedentes de un relevante grupo de países de mayoría musulmana. […]. Esta tragedia ya le pasa factura a su mandato. […]. El ataque es a la vez una llamada de atención a Donald Trump y también a su ‘alter ego’ Vladimir Putin, el Presidente ruso, quien decidió no asistir a la cumbre anti-Estado Islámico, en un gesto político que fue interpretado como una toma de distancia del Estados Unidos de Trump. El combate al grupo Estado Islámico de Irak y Siria […], el grupo terrorista que ha inspirado u orquestado los más duros ataques de los años recientes, sigue siendo un pendiente de las potencias que ya se pusieron de acuerdo en quién quieren que pierda […], pero no se han puesto de acuerdo en quién quieren que gane […]. May y Trump están encumbrados. Pero no toda la ola es a su favor: sus imitadores en Austria y los Países Bajos tropezaron en recientes elecciones y ahora este ‘estrenón’. El primero”.

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