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Francisco Ortiz Pinchetti

23/03/2018 - 12:02 am

Días de guardar

Decía mi abuela Margarita, con su dejo de chihuahuense serrana, que la mejor manera de resarcir a nuestro espíritu de los agravios que le infligimos a lo largo del año es recordar con la mayor intensidad posible cada uno de los episodios evangélicos de la Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Tal vez eso […]

Tenemos apenas una semana para resarcir a nuestro espíritu, como decía la vieja inolvidable, de meses y meses de mentiras, agravios, demagogia, golpes bajos, difamaciones. Foto: Cuartoscuro

Decía mi abuela Margarita, con su dejo de chihuahuense serrana, que la mejor manera de resarcir a nuestro espíritu de los agravios que le infligimos a lo largo del año es recordar con la mayor intensidad posible cada uno de los episodios evangélicos de la Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Tal vez eso explica sus desapariciones misteriosas durante los días de guardar de la Semana Mayor, sus largas horas de penitencia con los jesuitas de la Sagrada Familia, en la colonia Roma, y su reaparición radiante al mediodía del Domingo de Resurrección.

Les platico esto porque este año la he recordado como pocas veces. Y es que esta vez arribamos a la llamada Semana Mayor con la ansiedad de quien huye de la estridencia atroz para penetrar en un oasis de sosiego y silencio. Los días de recogimiento que nos ordena la liturgia cristiana son oportunidad única de tener serenidad, así sea pasajera. Esta vez la tortura ha sido más despiadada que nunca, más insoportable que nunca Y sabemos que irremediablemente será peor lo que nos espera en los próximos meses, sin que tengamos ya una nueva posibilidad de escapar.

Tenemos apenas una semana para resarcir a nuestro espíritu, como decía la vieja inolvidable, de meses y meses de mentiras, agravios, demagogia, golpes bajos, difamaciones. Sólo el recuerdo del Viacrucis de Jesús puede darnos fortaleza para sobrevivir hasta el próximo primero de julio. Después de la farsa de las precampañas y la simulación de las intercampañas, noventa días de campaña formal nos esperan más allá del Domingo de Pascua. ¿Resistiremos?

Que Dios me perdone por decirlo en pleno Viernes de Dolores, pero coincido esta vez con el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, que lanzó un “ya basta” a los candidatos a la Presidencia de la República para que terminen con sus agravios y evasivas, y debatan de manera responsable. Le asiste la razón al líder del sector privado mexicano cuando pide a los aspirantes, desde la desesperación que comparto: ya párenle a los ataques personales y a las respuestas fáciles y superficiales que sólo apelan al encono social y a la división. Es tiempo de un debate serio y responsable sobre el país que estamos construyendo. (O destruyendo, diría yo).

Y es que el espectáculo que hemos vivido en las últimas semanas, agudizado en los días recientes, es absolutamente lamentable. Hemos sido atónitos testigos de acusaciones cruzadas, injurias y descalificaciones a través de los medios, y de bromas hirientes, noticias falsas, memes y campañas soterradas de desprestigio en las redes sociales.

Hemos padecido como tal vez nunca las contradicciones flagrantes de Andrés Manuel, los desatinos reiterados de José Antonio y las lamentaciones ya histéricas de Ricardo, desesperado por convertirse en víctima de persecución política para ser, como el tabasqueño en 2006, el enemigo-número-uno del sistema priista con la esperanza de que ello lo catapulte en las encuestas. Y de pilón, el sainete de los independientes, acusados unos a otros de tramposos cuando todos ellos son víctimas de una trampa jurídica urdida por los partidos políticos para cerrarles el camino.

No es poco tormento escuchar durante todo el santo día el trafique de los nombres que integran las listas de candidatos plurinominales de todos los partidos, que del chapulineo descarado y cínico han pasado a la venta –y la traición– de lealtades y principios. O las ocurrencias de los candidatos para hacer escarnio de sus hoy opositores, muchos de ellos compañeros y hermanos apenas ayer.

Vulgaridad, mediocridad, tedio, lugares comunes han sido el contenido de una contienda en la que la especulación, la diatriba y el sospechosismo han prevalecido sobre la coherencia y la propuesta, porque el objetivo de los candidatos no es convencer, como debieran, sino denostar y descalificar al contrario. A falta de ideas y razonamientos lógicos, recurren al insulto y la difamación, para sustentar supuestos pactos secretos entre los rivales para perjudicar al tercero.

El colmo de esta etapa de sufrimiento espiritual fue la difusión a través de las redes sociales del video de la Niña Bien, como ya se conoce, grabado por cierto en la capilla de San Sebastián Mártir, en Xoco, un templo colonial catalogado como monumento histórico. Luego de volverse viral, el corto musical pro “ya sabes quién” se convirtió en ariete de la disputa electorera cuando se acusó a Morena de su autoría con fines proselitistas, pecadores, y el partido de López Obrador salió a deslindarse de ese video que “ofende las creencias religiosas” de millones de mexicanos en vísperas precisamente de los Días Santos. Digamos que ya fue demasiado.

Sólo nos queda, amados hermanos, refugiarnos en los oficios de la Semana Mayor que está afortunadamente a la vista y en el recogimiento que la liturgia nos obliga entregarnos a la meditación…y al silencio. Son días de guardar, como decía mi abuelita. Válgame.

@fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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