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Un techo de lámina, 42 alumnos. En casi seis años, Duarte nunca pisó el municipio más pobre

23/05/2016 - 6:10 pm

La escuela primaria “Miguel Hidalgo y Costilla” de Mixtla de Altamirano, Veracruz, es un cuarto de concreto y techo de lámina que alberga a 42 niños, de los cuales sólo egresarán cuatro, de quienes su futuro es incierto: “Para qué le voy a echar mentiras, por aquí al estudio no le hacen caso los padres. La secundaria les queda a sus hijos a hora y media, caminando, a bien poquitos los mandan”, comenta el maestro del último grado. Ubicada en la Sierra de Zongolica, el Gobernador Javier Duarte de Ochoa no ha pisado las tierras del cuarto municipio más pobre del país en los casi seis años que lleva su gestión, denuncia la Alcaldesa, María Angélica Mendez Margarito.

Los alumnos de la primaria "Miguel Hidalgo y Costilla" de Zongolica. Foto: BlogExpediente
Los alumnos de la primaria “Miguel Hidalgo y Costilla” de Zongolica. Foto: BlogExpediente

Por Miguel Angel León Carmona
SEXTA PARTE DE UNA SERIE

Mixtla de Altamirano, Veracruz, 23 de mayo (SinEmbargo/BlogExpediente).– Sólo una vez al año los niños de la comunidad de Xala son felices, así lo comparte Yuri, una estudiante de segundo grado de primaria:

“Aquí no nos visitan los Reyes Magos ni el niño Dios. Los señores de una fundación juntan los cumpleaños de todos y nos hacen una fiesta el 30 de abril. Hay muñecas y carritos. Me hace feliz porque puedo jugar. Todos los demás días son tristes”.

Son voces de los hijos de Mixtla de Altamirano, el municipio más pobre de Veracruz y el cuarto a nivel nacional.

Yuridia Xalamihua Itehua es la de mejor promedio en la clase y la única que aceptó enfrentar a una grabadora de voz para dar su testimonio. Apenas despega los huaraches de plástico para llegar hasta el reportero, lo hace “de puntitas”. Saluda de mano y luego muestra sus dientes mientras sonríe; granos de elote tierno donde las caries se han adueñado de su blancura.

Alcanza, con esfuerzo, el metro con 25 centímetros. Si tiene 20 kilos encima se debe a la barriga abultada que se le asoma y a las lombrices que hacen de las suyas con ella y sus 41 compañeros de la escuela primaria “Miguel Hidalgo y Costilla”. Sus ojos son color negro, como sus cabellos y el lunar en la mejilla derecha, tonalidad que contrasta con su aspecto pálido, asediado de jiotes.

Tema pendiente para el doctor Fernando Benítez Obeso, Secretario de Salud y Director General de Servicios de Salud en Veracruz: decenas de infantes carcomidos por parásitos, manchados de la cara a falta de alimento, sin que nadie lleve su control alimenticio. Abandonados a su suerte, sin vacunas, medicamentos; ni siquiera pastillas purgantes.

En la débil figura de Yuridia lo único firme de su cuerpo son los brazos y las pantorrillas. Al igual que sus tres hermanos, no mayores a la década de edad, acompañan a su padre a cimbrar el hacha en el monte; ya después se regresan con las manos abiertas en forma de cuna, abrazando los troncos que les quepan y se aguanten.

Así comienza a compartir su rutina la entrevistada, mientras se acomoda en una sillita de plástico color naranja, el profesor da la orden a los demás en dialecto náhuatl de escombrar el salón de clases. Los párvulos aceptan y cogen escobas para dejarlo sin basura, listo para la siguiente jornada. Ya los olores a comal de leña y a necesidades fisiológicas se irán con el viento que pega en la montaña.

La pobreza en Zongolica también llega a las aulas de clase. Foto: BlogExpediente
La pobreza en Zongolica también llega a las aulas de clase. Foto: BlogExpediente

LA COMUNIDAD DE XALA NO ES APTA PARA MENORES DE EDAD

Yuridia Xalamihua despierta todos los días a las siete de la mañana, junto a dos de sus dos hermanos, con quienes comparte una cama tamaño individual. Mientras mamá hierve el caldo de frijoles que sobró del día anterior, ella peina sus cabellos lacios y decide qué ponerse; si la ropa que su padre le compró en bazares de Zongolica o la que visitantes le han regalado en ocasiones.

Cuando hay agua de lluvia acumulada en la cisterna que les donó la mencionada fundación internacional se baña en el patio de su casa. Cuando no, espera a que llegue el fin de semana para hacer lo que todos en el pueblo:

En Xala, los 328 habitantes se bañan, lavan ropa y hasta beben agua en el manantial de Xomiapa, debido a que nadie, ni siquiera la subagente municipal tiene el servicio potable, así lo refiere el Catálogo de Localidades, de la Secretaría de Desarrollo Social, (Sedesol).

Por su parte, los maestros de la comunidad atribuyen las enfermedades respiratorias al agua gélida que avientan los cerros y lava los cuerpos de sus estudiantes.

Según platica la niña de 8 años, en el desayuno su madre le sirve lo de siempre: frijoles. Para la tarde por lo regular hay soya y cuando rinde el dinero del pago de Prospera cenan sopa. La chiquilla comenta que a veces los platillos cambian de orden para hartarse de comer lo mismo.

“A mí lo que más me gusta es la soya, más cuando mi mamá le echa tomate y chile. Siempre lo como con dos tortillas y café”, comenta la de ojos vivarachos.

Para las ocho de la mañana inician las clases. A lo que la niña llama escuela, se traduce en un cuarto de concreto y techo de lámina que alberga a 42 estudiantes de primaria, habitualmente eran dos salones, pero el techo de uno se vino abajo con el aire desde hace cuatro meses y nadie ha subido a componerlo.

A Yuri le gusta leer y escribir, cuenta desde su silla, ya más suelta de su segundo idioma, el español. “Yo quisiera estudiar muchos, muchos años y no quedarme burra”, deseo de una estudiante mixtleca, la mediana de cuatro hermanos. Su mamá le dice que le echa ganas, aunque su papá se conforma con la primaria. Le dice que mejor se vaya enseñando a cocinar.

La pequeña Yuridia Xalamihua. Foto: BlogExpediente
La pequeña Yuridia Xalamihua. Foto: BlogExpediente

En la escuela “Miguel Hidalgo y Costilla”, la matrícula es de 42 niños; ocho están ubicados en primer año, diez en segundo, siete en tercero, cinco en quinto y cinco en sexto, de los cuales solo egresarán cuatro.

“Para qué le voy a echar mentiras, por aquí al estudio no le hacen caso los padres. La secundaria les queda a sus hijos a hora y media, caminando, a bien poquitos los mandan”, comenta el maestro del último grado.

En el reloj de la pared faltan 15 minutos para las dos de la tarde. Las clases están por terminar, Yuri comparte que irá a jugar con sus primos: “Hay veces que perseguimos mariposas, otras pateamos botes de plástico, como si fuera la pelota, o preparamos pasteles de tierra”,

La entrevista casi llega a su fin, pero la carita de Yuridia esconde algo, el maestro entonces le da una palmada en su espalda y la anima a describir otros dos problemas que tiene en casa: El alcoholismo y la violencia intrafamiliar.

“Pos mi papá toma mucha cerveza y aguardiente. Hay veces que llega, se enoja porque no hay de comer o porque su ropa no está limpia. Entonces si mi mamá le contesta, le pega con un palito de durazno en sus piernas. Nosotros mejor nos escondemos abajo de la cama porque si no también nos toca”, comenta en tono quedo al oido del reportero.

Son seis los aspectos que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, (Coneval), toma en cuenta para incluir a una persona en el millonario grupo de la pobreza extrema: el rezago educativo, las carencias por acceso a los servicios de salud, por acceso a la seguridad social, por calidad y espacios de la vivienda, por acceso a los servicios básicos en la vivienda y por acceso a la alimentación…

Pues bien, los niños y las familias en Xala, soportan los estragos que provoca el mal, aparentemente, incurable de la miseria. Sin la protección ni el interés del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) estatal veracruzano, comandado por Karime Macías de Duarte. Caminos sinuosos que jamás ha visitado Javier Duarte de Ochoa en casi seis años de su administración, así lo confirma María Angélica Mendez Margarito, Alcaldesa del cuarto municipio más pobre en todo México.

Finalmente, Yuri, antes de salir disparada a su casa, comparte que en los libros gratuitos de texto que consulta conoció el cuento de Aladín y la lámpara maravillosa, por lo que pide permiso para compartir cuáles son sus tres sueños, de esos que sólo los cuentos vuelven realidad. Los alumnos del grupo para entonces ya permanecen expectantes, escuchando la plática.

“Primero, que mi papi ya no huela a borracho ni tampoco nos pegue. Otro, conocer la rueda de la fortuna, como la de los cuentos de aventuras y el último, que nunca dejen de venir a visitarnos la gente buena que nos regala juguetes”, discurso de una niña de 8 años que provoca que los demás chiquillos levanten la mano y griten unísono, “Yo también”, “Yo también”, “Yo también”.

El maestro de la clase se ve obligado a decir que se trata de una suposición, que no habrá juguetes ni paseos en los juegos mecánicos, lo que provoca berrinches en algunos. Se van cabizbajos, arrastrando las bolsa de plástico donde guardan sus cuadernos.

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