“Hacer de la vida algo bello”: el poema que falta escribir, según el chileno Raúl Zurita

23/07/2016 - 12:05 am
Raúl Zurita, la voz más importante de la actual poesía chilena, durante su visita a la FIL Guadalajara. Foto: FIL/Gilberto Torres
Raúl Zurita, la voz más importante de la actual poesía chilena, durante su visita a la FIL Guadalajara. Foto: FIL/Gilberto Torres

“Canté, canté de amor, con la cara toda bañada canté de amor y los muchachos me sonrieron”: la cita emocionada y emocionante de la presidente de Chile, Michelle Bachelet, al entregar el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda al legendario y entrañable autor de “Purgatorio” y “Anteparaíso”.

Ciudad de México, 23 de julio (SinEmbargo).- “Un país de poetas, como dice el lugar común: soñado por poetas y cimentado por poetas. Fueron poetas los que levantaron los tijerales de Chile, poetas los que plantaron la bandera, poetas los que pusieron la techumbre.

Poetas son todos los que se levantan al alba, los que trabajan de sol a sol, los que estudian, los que laboriosamente construyen un futuro un poquito más humano para los suyos y mantienen la vista pendiente de ese horizonte en el que mi bienestar depende y es solidario del bienestar de los demás”, dijo la presidente de Chile, Michelle Bachelet, al entregar el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda al poeta Raúl Zurita, acaso la voz más apreciada y preciosa de la lírica contemporánea chilena.

“Un mundo egoísta, capaz de matar y torturar, excluyente, donde se le niega el espacio a las mayorías, un universo de alegría que nace de la necesidad de ser felices en esta Tierra que nos quiere”, es el territorio donde el poeta que fuera hecho prisionero por la dictadura de Augusto Pinochet y luego torturado brutalmente, recibió el galardón.

El autor de la trilogía Purgatorio (1979), Anteparaíso (1982) y La vida nueva (1994) criticó en su discurso de aceptación “el neoliberalismo rampante, el predominio de la falta de solidaridad y el afán de destruir el sueño de la integración latinoamericana”, al que se le oponen el arte en general y la poesía en particular, capaces de nacer en las peores circunstancias.

Como ejemplo de ello recitó “Último poema”, de Robert Desnos, el poeta francés que escribió en el Campo de concentración de Theresienstadt, donde murió el 8 de junio de 1945, a los 44 años de edad.

Soñé tanto contigo,

caminé tanto, hablé tanto,

amé tanto tu sombra,

que ya nada me queda de ti.

Sólo me queda ser sombra entre las sombras,

ser cien veces más sombra que la sombra,

ser la sombra que regresará y regresará

a tu vida plena de sol.

“Me siento muy contento. Me siento honrado y nos queda pendiente el más grande poema: hacer de la vida algo bello. Creo que hay una generación de poetas jóvenes que están emergiendo y que es absolutamente notable. La poesía es la voz más profunda del pueblo de Chile. Puede desconocerse, puede no leerse, pero ahí está en lista lo que somos, nuestros sueños, nuestras esperanzas, los temores, nuestras dudas, nuestros fracasos, nuestras aspiraciones. Todos con la poesía chilena. Espero que, si existe Dios, tenga la bondad de permitirme escribir un par de poemas hermosos, porque si no lo hago, me sentiría el peor de los hombres”, dijo el poeta, de 66 años de edad, enérgico y sonriente a pesar de su frágil estado de salud, afectado como está por el Mal de Parkinson.

VIVENCIA ALUCINADA DE LA GEOGRAFÍA AMERICANA

El jurado integrado por Mercedes Roffé (Argentina), Roberto Echavarren (Uruguay), Jorge Boccanera (Argentina), Naín Nómez (Chile), Cristián Warnken (Chile) y Augusto de Campos, (Brasil) decidió premiar a Zurita destacando, entre otros aspectos, “la trascendencia de su poesía, a través de la cual se expresan las distintas voces de la historia latinoamericana reciente y una vivencia telúrica y alucinada de la geografía americana, mediante una escritura innovadora, que retoma y reelabora los puntos claves de la tradición cultural occidental”.

Zurita se transformó en el cuarto chileno en ganar este galardón que otorga el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) de Chile a escritores de reconocida trayectoria en el mundo de la poesía iberoamericana, tras Carmen Berenguer, Oscar Hahn y Nicanor Parra.

¿QUIÉN ES RAÚL ZURITA?

Raúl Zurita nació en Santiago de Chile en 1950, fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 2000 y su libro de 800 páginas con el rotundo título de Zurita, obra considerada por la crítica especializada como un “evento literario”, traduce en poesía desgarrada las horas previas al fatídico 11 de septiembre de 1973.

“Es innegable la importancia de Zurita en la búsqueda de un lenguaje que dé cuenta de esta extraña identidad que nos conforma a los chilenos. Zurita se ha sumergido en ese trabajo y ha aportado al trabajar una veta generosa que abrió posibilidades a poetas más jóvenes – que ya no lo son tanto -, como Hector Hernández o Paula Ilabaca o incluso el talentoso e insoportable Germán Carrasco”, dice el joven escritor chileno Emilio Gordillo, en entrevista con SinEmbargo.

El poeta pronuncia su discurso. Foto: Consejo Nacional de la Cultura de Chile
El poeta pronuncia su discurso. Foto: Consejo Nacional de la Cultura de Chile

“Para mí, Purgatorio y Zurita son libros importantes, valientes y dedicados. Las acciones de arte con el CADA (Colectivo Acciones de Arte, surgido en 1979), que personalmente no me gustan, también fueron relevantes en su tiempo y contexto”, acepta el autor de la novela Croma.

“En tiempos en que ya no pueden existir más Nerudas, Nicanores, Lihnes o Gabrielas, los poetas más jóvenes pueden aspirar a ser un Zurita, más que sea. De eso sí que no hay duda. Zurita es un buen ejemplo de la figura del poeta en estos tiempos miserables para la poesía, siempre un poco amenazada con la extinción. Nos permite ver cómo el circuito que la rodea opera ante la improbable aparición de Lihnes, Nerudas o Gabrielas”, concluye Gordillo.

“La obra y los gestos estéticos de Raúl Zurita están inscritos a fuego en la literatura chilena. Es cierto que con propuestas menores e inocuas como “Poemas militantes” y sus performances en el desierto de Atacama, Zurita debilitó su capacidad de incordio, pero todavía es un poeta fundamental de los ‘70 y ‘80”, dice el novelista y catedrático chileno Felipe Ríos Baeza.

“Con el colectivo CADA concretó de manera efectiva ciertas intervenciones que recuperaban los espacios públicos secuestrados por la Dictadura de Pinochet (pienso en actos como “Ay, Sudamérica” y “No +”, por ejemplo), y eso le permitió articular dos poemarios radicales: Purgatorio y Anteparaíso.

En ellos Zurita entiende que el dolor colectivo, el duelo nacional, puede encarnarse no sólo en la palabra, sino en su propia persona. Esos volúmenes son la puesta en verso de la violencia ejercida sobre su propio cuerpo, como protesta al terror de Estado. Lo recuerdo, además, como un profesor sui generis, cuya estrategia didáctica, sin ninguna estúpida planificación por competencias de por medio, era hacernos ver que la poesía es, en términos emocionales y vibrantes, el género más conectado con la vida”, afirma el docente-investigador de Investigaciones y Estudios Superiores en el campus Querétaro de la Universidad Anáhuac.

“Lo que me atrae de Zurita es esta reconstrucción o recreación de lo que puede ser un enclave geográfico tanto de Chile como de Latinoamérica”, dice el poeta uruguayo Roberto Echavarren, integrante del jurado que le otorgó el Premio Iberoamericano de Poesía.

“Desde Neruda ha habido pocas figuras en la poesía chilena de estas últimas décadas que hayan llevado la poesía y la historia latinoamericana a un horizonte tan extremo como la de Raúl Zurita”, agrega.

“Entre amigos leíamos a Zurita. Siempre rumbo al amanecer y con las luces de la fiesta ya apagadas. Ahora que lo pienso leer a Zura en ese momento tenía que ver con la luminosidad de sus poemas. Esa voz que es poner el pecho a las balas del hambre y de las guerras para invitarnos al futuro y que sepamos que todo estará bien”, dice el poeta mexicano Gerardo Grande.

“Raúl Zurita fue para mí y durante varios años un chamán, un guía de la poesía-vida. Hablar de su obra es hablar del movimiento y lo fluvial. Ríos, mares en constante movimiento, lágrimas, fluidos, cielos líquidos. Su poesía desborda el libro para disfrazarse de performance, de happening. Siempre me ha gustado esa voz poética entre los vivos, los muertos y los más vivos. Una obra total que configura una biografía íntima y biografía pública de un país”, agrega el autor de La edad atómica.

POR UN MINUTO DE FELICIDAD

Leyó poemas a primates en el zoológico metropolitano de Santiago, acompañó con la voz a una banda de rock durante un concierto y en 1979 se masturbó públicamente en una intervención que realizó para, según él, relacionar el arte y la provocación que desvela el artista.

El año pasado se  reunió con sus lectores mexicanos en el Salón de la Poesía de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

“La poesía de Raúl Zurita conmovió durante la hora en la que el escritor clamó, cantó de repente, murmuró y leyó con horror y lamentos, a veces de memoria y sin voltear a leer el papel. La poesía se basta a sí misma para clamar su valor, pero es sólo hasta que es leída en voz alta de su propio autor, en que esta puede ser disfrutada en su totalidad. Y la voz de Zurita, baja, firme, entre susurros, de pronto tambaleante, narró demasiadas cosas y duelos como para que fuera imposible que los asistentes no sintieran un nudo en la garganta”, cuenta la crónica de la FIL.

“Hacerse pedazos por apenas un minuto de felicidad”, aconsejó entonces el poeta.

 

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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