Apagar la humanidad antes de Trump

23/07/2016 - 12:00 am
La posibilidad de tener en el cargo de Hombre Más Poderoso Del Mundo a un payaso anaranjado y sobrebronceado del que nos hemos burlado por meses, ahora es muy real. Foto: Internet
La posibilidad de tener en el cargo de Hombre Más Poderoso Del Mundo a un payaso anaranjado y sobrebronceado del que nos hemos burlado por meses, ahora es muy real. Foto: Internet

Así es, amiguitos, esta semana hemos votado por presionar el Botón de Apagar la Humanidad antes de ver lo que el “mundo libre”, como los gringos llaman a las zonas del planeta donde tienen injerencia, será si Donald Trump se convierte en presidente de EU. Me he topado con varios, algunos buenos, artículos que instruyen a los mexicanos de preocuparse antes de lo que pasa en su propio país que de lo que pasa afuera, y me parece una postura entre ingenua e irreal: nuestro destino está ligado con el de nuestros vecinos del norte, aunque quizá no de manera equitativa.

La posibilidad de tener en el cargo de Hombre Más Poderoso Del Mundo a un payaso anaranjado y sobrebronceado del que nos hemos burlado por meses, ahora es muy real, y mientras los estadounidenses sensatos se ponen a temblar y los asesores de Trump se dan a la tarea de, ejem, crear una estrategia política de verdad, de esas que se recitan ante un congreso y no se gritan furiosamente en frases cortas mientras tu pelo salta de un lado a otro, al mundo le llegan a diario noticias de un racismo renacido que ha quitado la vida a muchos afroamericanos inocentes y ha hecho que el resto se cuestione si la igualdad es situacional, o sea, si depende de las condiciones externas y no de, bueno, la certeza de que todos los seres humanos son iguales y tienen los mismos derechos fundamentales. Al racismo de esta índole ya lo habíamos palomeado: lo dábamos como resuelto y ahora, el Homo Sapiens erguido, con celular en mano y defensor de la igualdad, podía avanzar un paso más hacia delante y ocuparse del siguiente asunto en la agenda, a saber, la equidad entre géneros, el calentamiento global, los derechos de los animales o alguna otra cosa pendiente.

Sin embargo, los seres humanos no corremos en línea recta sino en espiral; hay un movimiento, eso es indudable, pero después de un rato volvemos a tener las mismas vistas que creíamos haber dejado atrás. Una espiral y no un círculo porque la perspectiva es nueva, tiene que ser nueva, pero ¿más superficial? ¿Más profunda? O sea, ¿la espiral corre hacia fuera o hacia dentro? Un Trump en la presidencia responde a los miedos más primigenios de la población estadounidense, al igual que el regreso del PRI a nuestra presidencia respondió a una serie de decepciones y, principalmente, a unas débiles esperanzas de cambio que no se vieron jamás justificadas por argumento racional alguno. Corrimos en la espiral y ahora volvemos a encontrarnos en un sitio similar, que si bien no es el mismo exactamente, tiene las mismas vistas: corrupción, censura, violencia creciente, impunidad y una clase política que da vergüenza. Habíamos sacado al PRI, creído en una alternancia democrática y ¡zas! En nuestra idea de lo que es la evolución, estamos de vuelta en la ilustración del orangután que arrastra los nudillos en el suelo.

Dicen que quien no conoce su historia está condenado a repetirla, pero hoy yo propondría un axioma nuevo: quien cree que su historia es historia, está condenado a repetirla. Quien cree que los errores se corrigen y se quedan así para siempre, quien cree que no se puede desandar un paso andado justamente por ver los procesos históricos como una línea recta. Tanto nuestros vecinos del norte como nosotros confiamos demasiado y bajamos la guardia, dejamos de tener la imaginación malévola que nos habría permitido considerar como reales tanto el regreso del PRI y lo que ello implica, para nosotros, como la subida a la presidencia de un escandaloso fascista que vivió toda su vida para y dentro de la televisión, para ellos. Los procesos históricos y políticos son mucho más complejos que una sola espiral: son miles de espirales de distintos anchos girando a distintas velocidades, entrelazándose, opacándose entre sí. Son un engrane que con nuestras pequeñas decisiones individuales remolcamos hacia un lado o hacia el otro. Hacia la “evolución”: es lo que habíamos creído siempre. Pero esta continua sensación de déjà vu indica otra cosa. Indica que no tenemos ni la más mínima idea de hacia dónde estamos corriendo.

Lorena Amkie
Nació en la Ciudad de México en 1981. Su idilio con las palabras empezó muy temprano y la llevó a pasearse por la poesía, el ensayo y el cuento, para encontrar su hogar en la novela. Graduada de Comunicación por la Universidad Iberoamericana, ha publicado la trilogía gótica para jóvenes Gothic Doll (Grupo Planeta) y la novela El Club de los Perdedores. Imparte talleres de escritura creativa y colabora con distintos medios impresos y digitales. Su cercanía y profundo respeto hacia su público, así como su estilo franco y nada condescendiente, le han valido la atención de miles de jóvenes en México y Latinoamérica, situándola como una de las autoras de literatura juvenil más interesantes en el mundo de habla hispana actualmente.
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