“Robots sexuales degradarán relaciones humanas”, dicen expertos en ética en lanzamiento de una campaña contra estos autómatas, a quienes comparan con los “robots asesinos”,
Ciudad de México, 23 de septiembre (SinEmbargo).- La “humanización” de los robots no es precisamente lo que podría pensarse. No en esta época y con el desarrollo tecnológico actual. Sin embargo, las posibilidades latentes que pueden traer las mejoras de los autómatas hacen suponer que su presencia abarcará muchos aspectos de la vida cotidiana. Uno de ellos es el sexo. No obstante, antes de que muchos se adelanten, algunos especialistas advierten que tener sexo con un robot puede no ser una idea muy buena.
Kathleen Richardson y Erik Billing, un par de eticistas lanzaron la iniciativa llamada “Campaña Contra los Robots Sexuales”, con la que buscan prohibir el desarrollo de autómatas cuyo fin sea el de satisfacer sexualmente a humanos.
Los investigadores de la Universidad De Montfort, en Reino unido, y la Universidad de Skövde, en Suecia, son los creadores de esta campaña que busca crear conciencia en torno a esta cuestión y propone la prohibición de autómatas sexuales. Ambos comparan su iniciativa con campañas similares que tratan de limitar el desarrollo de robots “asesinos”. Richardson y Billing además creen que los robots sexuales degradarán las relaciones humanas y refuerzan una visión de las mujeres como objetos sexuales, publicó The Huffington Post.
A diferencia de otras tecnologías, la posibilidad de que los robots de placer sea una realidad es algo que está próximo a concretarse. Actualmente ya existen juguetes mecánicos para el placer sexual y los desarrolladores de hardware están trabajando para incorporar inteligencia artificial (IA) en sus diseños. Hay quienes ya se han adelantado y compañías como True Companion afirman estar produciendo el “primer robot de sexo en el mundo”. Tal es el caso del autómata conocido como Roxxxy que con un precio de 7 mil dólares (alrededor de 116 mil pesos), tiene ya miles de pedidos previo a su lanzamiento.
Por su parte, Billing y Richardson sostienen la postura que afirma el daño potencial que representan para la sociedad los robots de apariencia humana creados con el propósito de tener relaciones sexuales con humanos. Así mismo, dicen que estos productos aún no están ampliamente disponibles, “parecen ser un enfoque erróneo cada vez mayor en la industria de la robótica”, mencionó Richardson.
“Creemos que la creación de este tipo de robots contribuirá a relaciones perjudiciales entre hombres y mujeres, adultos y niños, mujeres y mujeres, y hombres y hombres”, agregó.
“El peligro de robots sexuales se encuentra en lo que leemos en ellos, cómo formamos fantasías que, en algunos aspectos, se convierten en una realidad –una realidad donde se espera que el usuario humano (masculino) encienda a su compañero robot mujer para su propio, solitario, placer”, dijo Billing. “Creo que la mayoría de nosotros estaría de acuerdo en que esto está muy lejos de una relación sexual sana y mutua.”
Por otra parte, en el sitio web de la campaña se desprenden los siguientes puntos:
*Creemos que el desarrollo de robots sexuales objetiviza más a mujeres y niños.
*El desarrollo de robots sexuales y las ideas para apoyar su producción muestran los inmensos horrores aún presentes en el mundo de la prostitución que se construye en la inferioridad “percibida” de mujeres y los niños, por lo que justifica su utilización como objetos sexuales.
*Proponemos que el desarrollo de robots sexuales reducirá aún más la empatía humana que sólo puede ser desarrollada por una experiencia de relación mutua.
Sin embargo, no todos comparten la opinión de Billing y Richardson, como Kate Devlin, investigadora computacional que califica de “miope” las intenciones de la campaña.
“En vez de pedir una prohibición total, ¿por qué no utilizar el tema como una base desde la cual explorar nuevas ideas de inclusividad, legalidad y cambio social?”, dijo. “El temor a una rama [de la inteligencia artificial] que se encuentra en su infancia es una razón para darle forma, no prohibirla. Sí, hay un lugar para la ética en la robótica y, al igual que las relaciones sexuales entre los seres humanos, hablar de ello puede hacer que sea mejor”.
No obstante, Billing se defiende ante las críticas: “No estamos en contra de la investigación en robots sexuales”, dice. “Sin embargo, estamos firmemente en contra del desarrollo de robots sexuales sin una consideración de las consecuencias éticas y sociales de este tipo de máquinas.”
