México

La posibilidad de que temblara el mismo día y 32 años después, era de un 5%, dice geofísica de UNAM

23/09/2017 - 10:54 am

Al impacto emocional del fuerte terremoto del pasado martes que sacudió el centro de México se sumó el hecho de que era el 32 aniversario del destructivo sismo del 19 de septiembre de 1985 que quedó en la memoria de los residentes capitalinos como un gran desastre, ya que murieron alrededor de 20 mil personas.

Por José Antonio Torres e Isabel Reviejo 

México, 23 sep (EFE).-  La probabilidad de que se produzca un terremoto el mismo día y con 32 años de diferencia es del 5 por ciento en un país como México donde se registra una media de dos potentes sismos al año con una magnitud superior a 7 en la escala de Richter.

“Calculamos que las probabilidades son del 5 por ciento, aunque habría que matizar varios supuestos”, explicó a Efe Vala Hjorleifsdottir, investigadora islandesa del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Al impacto emocional del fuerte terremoto del pasado martes que sacudió el centro de México se sumó el hecho de que era el 32 aniversario del destructivo sismo del 19 de septiembre de 1985 que quedó en la memoria de los residentes capitalinos como un gran desastre, ya que murieron alrededor de 20 mil personas.

¿Qué probabilidad hay entonces en que un fuerte sismo ocurra el mismo día con 32 años de diferencia?

Para explicar esta probabilidad, la investigadora toma como punto de partida la premisa de que en México suceden como media anual dos sismos mayores a una magnitud 7 en la escala de Richter, con lo que cada día “hay una probabilidad de 1 entre 730”.

El 19 de septiembre de 1985, el dolor, la tristeza, la incredulidad se veía en los rostros de los mexicanos al sentir el movimiento de la tierra durante más de 90 segundos, interminables. Foto: Pedro Valtierra/Cuartoscuro

Detalla que si se considera cualquier día resulta que la probabilidad de un temblor fuerte “no es muy alta”, pero que la misma se incrementa al tomarse en cuenta los muchos años que han pasado desde el ocurrido el 19 de septiembre de 1985.

“Si se juntan todas las probabilidades de todos los años de que en alguno de los 32 años haya pasado un evento grande el 19 de septiembre, llegamos al 5  por ciento de probabilidad, 1 en 20”, explica la investigadora, con siete años de antigüedad en el Instituto.

Sobre la posibilidad de que vuelva a ocurrir otro gran temblor en algún 19 de septiembre en el futuro, sostiene que es “claro que puede pasar y con la misma probabilidad del 5 por ciento”.

Hjorleifsdottir admite que estas probabilidades parten de “números muy pequeños” porque no se conocen bien las estadísticas (históricas), aunque precisa que en los últimos 100 años se han registrado más de 50 sismos de magnitud 7 y mayor.

Como punto de referencia, de comparación, la investigadora islandesa señala a un automovilista que si conduce poco la posibilidad de accidente es menor a manejar todos los días.

Más allá de las probabilidades de que un 19 de septiembre con 32 años de distancia se sucedieron dos grandes temblores, los eventos sísmicos, tienen muchas diferencias en su epicentro y la distancia de la zona más afectada.

El del 19 de septiembre de 1985 ocurrió a las 7:19 horas locales con una magnitud de 8,2 Richter y con epicentro en el estado de Guerrero y dejó más de 20 mil muertos, la mayor parte en la capital mexicana.

Unos mil 500 edificios públicos, de los 70 mil existentes, se afectaron.Foto: Pedro Valtierra/Cuartoscuro

El ocurrido el 19 de septiembre se registró a las 13:14 horas locales con epicentro en los límites de los estados de Puebla y Morelos, y al momento ha dejado un balance provisional de 295 víctimas mortales, según el más reciente reporte de las autoridades.

Otro temblor volvió hoy, sábado, a sacudir el centro y sur de México con una magnitud 6,1 en la escala de Richter.

El movimiento telúrico se registró a las 07:53 hora local y su epicentro se localizó a 7 kilómetros al oeste de Unión Hidalgo, en el sureño estado de Oaxaca, la misma zona donde el 7 de septiembre pasado un terremoto de 8.2, el más poderoso desde 1932, causara 98 fallecidos.

Toda esta sucesión de temblores se explican, según la directora del SMN, Xyoli Pérez Campos, porque México “está en un contexto tectónico complicado” por la interacción de cinco placas tectónicas, las de Cocos, de Norteamérica, del Pacífico, de Rivera y del Caribe.

Estas placas son segmentos de la corteza terrestre, a la que dividen como un rompecabezas, cuya interacción al desplazarse sobre un manto semilíquido y viscoso es una de las principales causas de terremotos.

A lo largo del siglo XX se produjeron en México 100 sismos de magnitud Richter de 7 o mayores, y desde el año 2000, el Sismológico Nacional ha notificado nueve temblores de magnitud Richter 7 o mayor, el más fuerte el del pasado 7 de septiembre pasado.

TOPOS REPITEN HAZAÑA 

Nacidos con el terremoto que conmocionó la Ciudad de México en 1985, los Topos Adrenalina Estrella se ven envueltos, 32 años más tarde, en otra tarea de rescate en la capital, en la que confían que puedan sacar personas con vida pese a lo complejo de la situación y de que el ritmo de trabajo es “lento”.

La coordinadora de esta brigada de rescate, Pola Díaz, lleva días trabajando en el edificio Álvaro Obregón 286, que colapsó por el sismo de magnitud 7.1 en la escala de Richter que se sintió el 19 de septiembre en el centro del país y que hasta el momento ha dejado 292 víctimas mortales, 154 en la capital.

Después de tantas horas, aún quedan alrededor de cincuenta personas bajo los escombros y los trabajos “se empiezan a complicar”, asegura Díaz en una entrevista con Efe.

La lluvia que ha caído en la ciudad “es un factor determinante”. Cuando llueve, hay que detener los trabajos, y aparece la “remota posibilidad” de que alguna parte del edificio derrumbe, por el agua que absorbe la construcción.

Continúan los labores de rescate y remoción en el edificio de Álvaro Obregón 286. Foto: Diego Simón Sánchez, Cuartoscuro

Después de que los equipos de expertos de Israel y Japón hicieran un análisis del estado de la infraestructura al cumplirse las 72 horas del derrumbe y de que se hiciera un nuevo apuntalamiento de tipo metálico, el equipo de 16 topos trabaja, junto con los otros rescatistas, por encontrar vida entre los escombros.

Si las víctimas tienen “fortaleza física y espiritual” -asegura la coordinadora- “pueden darnos sorpresas”. Hasta el momento, cerca de 30 personas han sido rescatadas en el lugar.

Díaz espera que los trabajos se desarrollen “un poquito más rápido” porque su percepción hasta ahora es que “se ha estado trabajando lento”.

“Siento que el personal que tomó la emergencia es muy joven, que tiene muy buena teoría, capacitación, cursos, pero no tienen experiencia, lo que aprendieron lo están poniendo en práctica porque no hay edificios colapsados todos los días”, dice en referencia a los agentes de Protección Civil y Seguridad Pública.

Sostiene que esta falta de experiencia se traduce en que las tareas de rescate “no dan los resultados que espera la sociedad”.

La coordinadora cuenta que su agrupación tiene unos conocimientos más “prácticos” por haberse ocupado desde 1985 -cuando la tierra también tembló el 19 de septiembre- en este tipo de catástrofes.

Ella, por ejemplo, trabajó entre los escombros del Hotel Regis, que se derrumbó en la tragedia en la que murieron miles de personas.

Comparando la situación con la de hoy, la brigadista extraña la forma “rápida, organizada” de trabajar que había hace 32 años.

Además, “en el 85 ya se veía, pero ahora es más palpable esta lucha de poderes” entre lo local y lo federal, en las áreas de rescate y en la administración y coordinación.

Por otra parte, sí se han registrado mejoras, “definitivamente”, en temas de protección personal y en el campo tecnológico. El intercambio de información con otras instituciones, agrega, también ha generado valor.

En la Ciudad de México trabajan otras brigadas de Topos, como la Tlaltelolco y la Azteca. Los Adrenalina Estrella se quedaron únicamente en Álvaro Obregón 286, “debido a la cantidad de víctimas”.

Díaz relata que el primer día de trabajo “el acceso se dificultó un poco para los rescatistas”, porque no había información adecuada sobre los colapsos.

A día de hoy, continúan teniendo problemas puntuales, pero “no son de peso”, sino que están relacionadas con temas como la constante rotación del personal de seguridad que vigila los accesos y que en ocasiones no les deja acceder con facilidad.

Pese a esto, matiza, en la propia participación del rescate sí se ha notado que están “un poco restringidos”. “Como que puede más la presencia oficial”, reflexiona la rescatista.

 

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas