TECNOLOGÍA Y ACTIVISMO: NUEVA FUERZA PARA LA SOCIEDAD CIVIL

24/01/2012 - 12:00 am

Todo comenzó con un grupo de artistas apasionados por las nuevas tecnologías, quienes formaron una asociación civil para transmitir su trabajo de forma digital.

Su cercanía con otros líderes de la sociedad civil mexicana los llevó a dar un giro de 180 grados: Activarte se convirtió en una experta en la creación de herramientas y plataformas digitales, cultivadas especialmente para otras organizaciones sin fines de lucro.

Activarte ha sido pionera en la creación de redes sociales con fines de activismo y vinculación global, y con sus cursos y capacitaciones ha recorrido prácticamente toda la República Mexicana. Ha formado movimientos sociales y llevado los beneficios de la era tecnológica a los lugares más apartados en el país. Para ellos, fortalecer el activismo de México y a sus organizaciones civiles a través de las innovaciones tecnológicas, se ha convertido en un arte.

En 2010, México participaba por primera vez en la celebración del Día del Usuario de Internet, un evento originalmente creado por España, y que se ha ido extendiendo paulatinamente a otros países. En ese marco, las organizaciones de la sociedad civil hablaron fuerte y claro: “En México no hay mucho que celebrar, pues aquí, la brecha digital es todavía muy alta”.

Efectivamente, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en México el porcentaje de hogares con conexión a Internet es de apenas 18.4%, mientras que en el resto de naciones que pertenecen el organismo, esta tasa asciende a niveles del orden de 62%.

El problema es grande y no se circunscribe a los hogares. Después de todo, actualmente vivimos en “la era digital”, donde el uso extendido de las nuevas tecnologías ofrece a quien tiene acceso a ellas muchas y muy variadas ventajas.

“En todo el mundo la tecnología ya modificó la cultura, los hábitos de las personas, de los gobiernos … Ha simplificado trámites y revolucionó el comercio”, asevera  el especialista Octavio Islas, uno de los organizadores en el país del “Día del Usuario de Internet”.

Si de acuerdo a los datos de la Asociación Mexicana de Internet (Amipci), actualmente México tiene menos de 35 millones de internautas, (de unos 112 millones de habitantes en total) es evidente que la cultura digital en el país todavía deja mucho que desear.

El gobierno mexicano conoce y acepta este rezago y las consecuencias que conlleva, por lo que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) anunció en su momento una inversión federal por 500 millones de pesos destinada única y exclusivamente para llevar Internet a unos 60 millones de mexicanos que viven en las zonas más alejadas del país, en donde hay nulo acceso a las nuevas tecnologías, lugares en donde a veces no llega ni siquiera el servicio telefónico.

Y uno de los sectores que hoy padecen este aislamiento funcional de las nuevas tecnologías, es precisamente el de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales, algunas de las cuales están situadas o tienen su ámbito de influencia precisamente en esos sitios más alejados y más necesitados de servicios y modernidad del país.

Cambiar lo que es necesario cambiar es todo un arte

En 1989, México estrenaba sus primeras comunicaciones a través de Internet. Apenas tres años después de ese acontecimiento, un grupo de artistas mexicanos, quienes trabajaban como investigadores en el flamante Centro Multimedia del Centro Nacional de las Artes, decidieron incursionar en las nuevas tecnologías para promocionar su trabajo, y también para ayudar a que otros artistas tuvieran acceso a estas plataformas, que ya desde entonces, prometían lo que hoy es una realidad aplastante: tener alcances que traspasaran distancias.

Julio Garduño Colín es el fundador y director de Activarte, una organización sin fines de lucro especializada en las nuevas tecnologías; la gran diferencia de esta asociación, es que está enfocada casi exclusivamente a dar servicio a la sociedad civil mexicana, a acercar a las organizaciones sociales de México a la cultura digital. Todo un reto.

“Formamos una asociación civil, éramos unos 20 artistas, que queríamos usar estas plataformas para darle otra dimensión a nuestras creaciones … No era fácil: muy pocas personas tenían Internet, casi nadie tenía correo electrónico, el conocimiento y el acceso a ese mundo nuevo era prácticamente inexistente, pero nosotros dimos el paso adelante. Nos fue muy bien, hicimos varios festivales de alcance internacional, festivales multidisciplinarios, donde participaban todo tipo de artistas … Y partiendo de lo digital, organizamos actos físicos muy importantes … Fuimos pioneros”, dice en entrevista Garduño.

Aquellos artistas que querían probar las nuevas tecnologías en su oficio, no imaginaron en un principio el giro que daría su organización. Expertos en lo suyo, pero inexpertos en la creación y administración de una sociedad sin fines de lucro, obtuvieron una beca del Instituto Nacional de Desarrollo Social (INDESOL) para aprender de estos temas.

Fue en ese entorno que abrieron los ojos a una realidad que hasta entonces les era ajena. Si ellos sabían de nuevas tecnologías pero ignoraban todo sobre asociaciones civiles, descubrieron que a las organizaciones sociales les ocurría prácticamente lo contrario: conocían sus temas, pero ignoraban todo –o casi todo- sobre las herramientas digitales.

“Quienes formamos Activarte decidimos que había algo que hacer por ellos y para ellos. Los líderes sociales que conocimos nos animaron a acercar las plataformas digitales no sólo a los artistas, sino también a las organizaciones civiles de este país. En un principio, creamos un área de investigación especializada, en la que pusimos nuestra creatividad y nuestro conocimiento para inventar plataformas pensadas exclusivamente en las necesidades de estas organizaciones. Quizá, precisamente por ser artistas, nosotros podíamos soñar cosas y luego convertirlas en realidades”.

Además de los artistas, a este nuevo proyecto se sumaron voluntarios de diversas disciplinas: ingenieros de sistemas, diseñadores, artistas, sociólogos, comunicadores, mercadólogos. Todos ellos fueron creando así sus propios desarrollos, programaciones y plataformas.

“Y lo hicimos con nuestra propia infraestructura y nuestros propios servidores… no fue fácil, tuvimos muchos baches económicos y técnicos, porque estábamos creando cosas que no existían y buscando lenguajes nuevos, lenguajes tecnológicos que al usarse, pudieran potenciar el impacto social de las organizaciones civiles”, afirma Garduño Colín.

Del sueño tecnológico a la realidad social

El Instituto Nacional de Desarrollo Social se convirtió para los integrantes de Activarte en un excelente aliado. A través del INDESOL, esta organización en nuevas tecnologías creadas para la sociedad civil, comenzó a implementar e impartir los primeros cursos y capacitaciones: la forma presencial de convertir a la sociedad civil en activistas globales gracias a la ayuda de las nuevas tecnologías.  Viajaron a 22 estados de la República y acercaron estas herramientas a personas que con frecuencia no sabían siquiera sobre el uso básico de una computadora.

“Todavía hoy el programa de capacitación es uno de nuestros fuertes. Tenemos ya más de 15 años de experiencia, y cada día lo perfeccionamos. Los cursos suelen durar 24 horas, que repartimos en tres días. Ahí, los líderes sociales aprenden desde cómo se enciende una computadora, hasta la forma en que pueden interconectarse…  gracias al Internet, ahora es completamente factible detonar procesos de inteligencia colectiva a nivel regional, nacional e internacional, es sólo cuestión de saber cómo hacerlo y es precisamente eso lo que nosotros les enseñamos”.

Activarte, sin embargo, es mucho más que un órgano de capacitación. Tiene también un programa de investigación, donde un equipo multidisciplinario trabaja constantemente en desarrollar las tecnologías que aún no existen, y que están pensadas específicamente en las necesidades de las organizaciones.  Asimismo, esta asociación está inmersa simultáneamente en otras vertientes: un programa de digitalización, otro dedicado a la vinculación de movimientos con temas afines y un programa con alcance internacional dedicado a las redes sociales.

“En los cursos ofrecemos todo nuestro expertise en un solo paquete. Quienes asisten salen de ahí con su página de Internet ya creada, y con la configuración de sus correos electrónicos, además de llevarse el conocimiento de la forma idónea para el uso de las nuevas tecnologías en los ejes temáticos que maneja cada organización. Aquí capacitamos a todo tipo de instituciones sin fines de lucro, lo hacemos de manera gratuita o con costos realmente muy bajos y podemos trasladarnos a donde nos llamen, siempre y cuando nuestro presupuesto nos lo permita”, dice Julio Garduño Colín, el motor fundamental de Activarte.

En estos tres lustros de existencia, esta asociación especializada en nuevas tecnologías para la sociedad civil ha elevado los estándares tecnológicos y digitales de más de tres mil organizaciones sociales de México. Organizaciones de todo tipo y de todos los tamaños, y efectivamente, la mayor parte del tiempo ofrecen sus diversos servicios de forma gratuita, o bien, aplicando precios muy asequibles, que no pasan de dos mil pesos por año, y que garantiza a los usuarios la asesoría, la digitalización de su metodología, una página de Internet de alta calidad, estadísticas de impacto, y el conocimiento y la posibilidad de vincularse a otras organizaciones de México y el mundo que se muevan en el mismo eje temático.

¿Y Activarte, de qué vive? No sólo de amor al arte, pero casi. El equipo, conformado por apenas 10 personas, y que continúa hasta hoy trabajando con artistas, también ha ideado una peculiar forma de ser sustentable: ha creado una empresa paralela, que se llama Símbolo Multimedia y que ofrece estas mismas ventajas a pequeñas y medianas empresas, a quienes sí factura por sus servicios.

Hoy en día, Símbolo Multimedia recibe mensualmente entre 30 y 50 mil pesos. Gracias a esta entrada de fondos, Activarte puede seguir ofreciendo a las organizaciones civiles la digitalización de sus acciones, de forma gratuita.

México y sus movimientos tecnológico-sociales

Cada año, durante el cuarto sábado del mes de abril, se celebra el Festival Latinoamericano de instalación de software libre. En 2010 -el primer año en que México tuvo presencia- participaron en este evento 20 países con 350 sedes repartidas, de las cuales, 35 estaban situadas en territorio mexicano. Cientos de voluntarios ayudaron montando instalaciones, impartiendo cursos y conferencias, y enseñando a los líderes sociales las ventajas de este movimiento mundial, que busca terminar con la brecha digital y hacer accesible la tecnología a todas las personas, organizaciones y empresas.

Activarte participa estrechamente con este movimiento y pertenece a la red del Programa Nacional de Digitalización y Comunicación de Organizaciones Civiles, (OSCweb) que ofrece de manera totalmente gratuita, la instalación de programas y software, mismos que tienen el mismo nivel de seguridad, aplicabilidad y profesionalismo que los software corporativos, pero sin ningún costo y para fines sin ánimos de lucro.

“Nuestra convicción es esa: que esta tecnología sea libre y gratuita, y que llegue a quienes tiene que llegar. El fortalecimiento tecnológico es indispensable para que la sociedad civil de un país tenga verdaderos impactos, además, con estas herramientas gratuitas, evitamos el uso de programas piratas”, afirma Julio Garduño.

Y esta no es la única contribución que hace Activarte desde México para el mundo. Pioneros en el desarrollo de redes sociales especializadas para las organizaciones civiles, en 2006 los contactó el instituto de Capital Natural –una de las redes ambientalistas más importantes de Estados Unidos- para unir esfuerzos en este campo.

Juntos formaron lo que hasta ahora es la red social más poderosa de organizaciones civiles: Wiser Earth (www.wiserearth.org ) que actualmente engloba a 110 mil organizaciones civiles de 120 países. Se trata de una mega-plataforma capaz de vincular en tiempo real a instituciones civiles de todo el mundo, compartir experiencias, replicar soluciones y tener acceso a una inmensa base de datos en idiomas como el español, el francés, el inglés y el portugués. Julio Garduño, el director de Activarte, es hoy nada más y nada menos que el coordinador de todos los países de habla hispana.

“La participación civil en México es muy baja, y creemos que es necesario organizarse inteligentemente para cambiar la cultura de la inercia. El gran reto es vincularnos, organizarnos y hacernos visibles. Hacer sinergias. Con las nuevas tecnologías que hoy existen podemos crear nuevos paradigmas y lograr los cambios sociales que son tan necesarios hoy en día no sólo en México, sino en todo el mundo. El planeta lo necesita”, dice Garduño Colín.

Cierto. Comparado con otras naciones, México tiene un bajo perfil de participación social. En el país existen 11 mil 575 organizaciones debidamente registradas, y alrededor de unas 20 mil instituciones fuera de los censos oficiales. Pero en Brasil encontramos más de un millón de organizaciones civiles, y en Estados Unidos casi tres millones. Si a esto le sumamos la ignorancia digital, el reto se vuelve enorme. Y este es uno de los pilares de las acciones de Activarte.

La organización también forma parte ahora del Plan Nacional de Innovación Social (www.innovacionsocial.org.mx ) una iniciativa donde participan empresas, organizaciones sociales y diversos niveles del gobierno mexicano, cuyo objetivo es –según dice su página web-  “crear una nueva cultura de relación y coparticipación social a través de una plataforma de servicios integrales”, basado en las nuevas tecnologías y las redes sociales.

En los Centros de Innovación social que poco a poco están surgiendo en diversos puntos de la República Mexicana, Activarte ofrece sus cursos básicos para aquellas organizaciones de la sociedad civil que aún no tienen ningún contacto con la tecnología, pero también y sobre todo, ya están ofreciendo capacitaciones mucho más especializadas:

“Enseñamos cómo hacer una procuración de fondos a través de Internet, cómo crear campañas de concientización, cómo aprovechar las nuevas tecnologías para posicionar sus tendencias, cómo hacer mercadotecnia social y generar temas de discusión, cómo vincularse con otras entidades, cómo crear mapas mentales y generar escenarios futuros, cómo crear un consejo de administración de Internet, cómo generar plazas de teletrabajo o administrar el voluntariado nacional o internacional, cómo crear noticieros, o hacer sus propios programas de tv y radio, cómo crear medios comunitarios … En fin, el catálogo de temas que trabajamos es grande, y nosotros lo adecuamos a cada caso”, dice el director de Activarte, esta organización especializada en las nuevas tecnologías dirigidas a otras instituciones sin fines de lucro.

Durante la celebración del Día Mundial de Internet, el gobierno mexicano aceptó que también hace falta llevar la innovación tecnológica a las propias instituciones gubernamentales, muchas de las cuales, también carecen de este acceso a la era digital.  De acuerdo al séptimo estudio de la Asociación Mexicana de Internet (Amipci) en el país existen 34.9 millones de internautas y apenas 11.3 millones de computadoras conectadas a Internet.

En la actualidad, solo 10 de cada 100 mexicanos tiene acceso a los servicios de banda ancha. La meta prevista para este recién iniciado 2012, es aumentar esa cifra a 22 de cada 100, lo cual todavía no es un dato prometedor. En plena era digital.

Lograr una transformación social a partir de la innovación y de las plataformas de las nuevas tecnologías, será sin duda una tarea ardua, y en muchos sentidos, una verdadera obra de arte, algo que los fundadores iniciales de Activarte sospechaban en un principio, y que ahora, se ha vuelto la principal motivación de su activismo dirigido.

Cristina Ávila-Zesatti
Es periodista especializada en temas internacionales y en el llamado ‘Periodismo de Paz’. Fundadora y editora general del medio digital Corresponsal de Paz www.corresponsaldepaz.org
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