Ciudad de México, 24 de agosto (SinEmbargo).- Aunque a la actriz estadounidense Patricia Arquette nunca le ha faltado trabajo y de hecho ha liderado durante años una serie exitosa como Medium, el Globo de Oro que ganó recientemente por su trabajo en Boyhood, la obra maestra de Richard Linklater, supo a revancha.
Algo parecido ocurrirá si se lleva, como es previsible, un Oscar como actriz de reparto por el mismo filme.
Quizás porque una mujer no puede estar casada muchos años con Nicolas Cage y salir viva de allí o porque estaba dado para que fuera su otrora hermosa hermana Rossana Arquette (sí, la de Buscando a Susan) la que dejara una huella profunda en el cine contemporáneo, lo cierto es que en el caso de Patricia las cosas tienen ese puntito justiciero que hace falta a la hora de descubrir algo que siempre estuvo allí pero no alcanzábamos a vislumbrar.
Un proceso que parece estar viviendo también la propia actriz, quien en una de las muchas entrevistas que ha otorgado recientemente ha dicho que por fin se va acercando a saber quién es realmente.
Nacida en 1968 en Chicago, Patricia pertenece a una familia relacionada con el cine, entre la que también está el actor David Arquette, casado durante muchos años con la protagonista de Friends, Courteney Cox, de la que se divorció hace dos años.
En Boyhood, da vida a una madre que hace malabares para atender las demandas emocionales de sus hijos, la de un ex marido (Ethan Hawke, magistral, como siempre) que siempre anda rondando por ahí, sin renunciar a crecer y tratar de ser feliz en medio de errores garrafales y una perspicacia nula para elegir compañeros de vida.
El filme de Richard Linklater se filmó durante 12 años con los mismos protagonistas, para dar la idea del tiempo real y conseguir con ello una autenticidad conmovedora, de esas que ya no se ven a menudo en la pantalla grande contemporánea.
“Aceptar me asustaba, pero lo acepté porque me parecía una oportunidad actoral única. Recuerdo que, durante el transcurso de su vida, mi madre poco a poco fue convirtiéndose en una mujer más sensible y más sabia, y ese proceso es algo que no puedes fingir. Si a los 33 años hubiera tratado de dar vida a una mujer de 45, no habría podido reflejar cómo cambia nuestro modo de percibir el mundo cuando maduramos”, dijo la actriz.
LA TELEVISIÓN PAGA, EL CINE COMPLETA
Arquette, quien por otro lado nunca dejó de creer en el proyecto de Boyhood aun cuando mucha gente desconfiara de lo que hoy es visto como una hazaña revolucionaria en el cine del mundo, está ahora inmersa en la realización de la serie CSI: Cyber, que se estrenará en abril por AXN.
Una de detectives cibernéticos por la que seguramente cobrará buenos y jugosos cheques, un hecho que compensa el salario mínimo que salió de la producción de Linklater y que ni se acerca siquiera a lo que ella le paga al paseador de su perro, según bromeó la actriz en una entrevista reciente al portal W.E.N.N.
“La televisión en realidad te permite ganarte la vida, alimentar a sus hijos, enviarlos a la universidad y para tener el lujo de tomar las decisiones de hacer lo que crea conveniente para mi carrera”, explicó la intérprete que ha trabajado con los mejores directores contemporáneos, entre ellos David Lynch, Tony Scott, Tim Burton, David O.Russell, Martin Scorsese y John Boorman, entre otros.
En una larga entrevista publicada ayer por el periódico argentino La Nación, Patricia volvió a hablar de la diferencia entre hacer cine y televisión.
“Bueno, déjenme contarles un pequeño secreto del negocio de hacer películas: la industria cambió mucho en los últimos diez años y hay un montón de actrices increíbles que no trabajan y que la pelean, pero que apenas pueden pagar sus gastos. Así que, primero que nada, estoy muy agradecida de tener trabajo y de que haya gente que lo disfrute”, dice.
“Además, siempre amé hacer filmes independientes por el placer de hacerlos y al mismo tiempo también me interesó mucho la idea de participar de la TV de aire, que es básicamente gratis. Es entretenimiento para las masas. Soy la cuarta generación de artistas en mi familia. Mis bisabuelos eran comediantes de vodevil y cobraban una entrada de cinco centavos por show, su propia versión de la TV abierta. Me encanta la idea de continuar esa tradición”, agrega.
A los 46 años, la hermosa rubia vive un momento de esplendor y muestra sin querer o no el lado más humano y normal de Hollywood, esa demencial fábrica de fantasías no siempre agradables ni edificantes.
