Caso Monterrey, ignorancia y arbitrariedad

24/01/2017 - 12:03 am
La reunión 66 del grupo EMMA, realizada el sábado 21 de enero. Foto: Especial.
La reunión 66 del grupo EMMA, realizada el sábado 21 de enero. Foto: Especial.

Ante a la tragedia acontecida en un colegio privado de Monterrey, la reacción de Educación Pública ha sido autoritaria y persecutoria: Revisaron decenas de miles de mochilas, hallaron nada e hicieron sentir a los niños que los adultos tienen poder absoluto sobre ellos.

Las autoridades educativas han justificado su irresponsabilidad con el mito de que “ellos son responsables de impartir conocimiento y las familias de formar con valores a los jóvenes”, lo que es falso porque el sistema económico nacional tiene cinco décadas destruyendo núcleos familiares para aumentar la mano de obra disponible. Los niños se forman solos.

La tragedia de Monterrey es el resultado de una personalidad juvenil viviendo al límite con acceso a armas de fuego, una combinación presente en las decenas de casos similares registrados en Estados Unidos.

Enfurecen las agresiones que circularon por redes sociales contra el joven suicida, su familia y que demostraron el desconocimiento de los problemas de educación en México cuando, desde Ciudad Juárez, tenemos seis años insistiendo que el modelo educativo está incompleto y que además de conocimientos se debe asistir al adolescente en su proceso de maduración y formación como persona.

Pero el único interés del secretario de Educación Pública es vulnerar los derechos laborales de los profesores con la Reforma Educativa, ni siquiera tiene capacidad de comprender el concepto de educación integral.

En 2011 se le pidió a un grupo de académicos de la UACJ (entre ellos yo, Gustavo de la Rosa) y de la PGR que diseñaran un prototipo de programa educativo para ofrecer alternativas a los jóvenes de las colonias más afectadas por la violencia.

El modelo Educación a Menores con Maduración Asistida (EMMA), se ha convertido en un caso de éxito pero las autoridades batallan en convertirlo en política pública porque prefieren usar las tácticas policiacas de antaño mientras el evento desaparece de la atención pública porque, como Kardashians aztecas, el Gobierno actúa sólo para los medios de comunicación.

El modelo EMMA se aplicó durante cuatro años, entre 2011 y 2015, a favor de 100 jóvenes que desertaron de la secundaria; ya integrados en el programa prácticamente todos la terminaron, a 50 de ellos se les brindó la posibilidad de escoger entre una carrera técnica y estudios superiores, 20 optaron por oficios o trabajo y 30 siguieron en la preparatoria; este semestre se han inscrito en la universidad 13 de aquellos niños que hace cinco años aún luchaban por terminar la secundaria, siete lo harán el próximo semestre y cinco siguen en la preparatoria. Nos seguimos reuniendo mensualmente, este sábado 21 de enero tuvimos la junta 66.

¿Cuál es el secreto? Un maestro se encarga de brindarles los conocimientos académicos, un sicólogo les ofrece una sesión diaria dirigida a construir al joven como persona digna en sus dimensiones familiares, comunitarias, civiles y de nación, y un defensor de los derechos humanos consolida su confianza como ciudadano activo para que pueda proteger sus garantías, cumplir sus obligaciones y resolver sus conflictos pacíficamente.

No fue fácil, los jóvenes que integraron el proyecto vivían grandes crisis, estaban sumidos en procesos depresivos y rodeados por la mayor violencia del mundo; algunos nunca habían acudido a cursos escolarizados, ni siquiera a primaria, y otros sólo habían leído diferentes textos en su casa aunque no tenían experiencia socializando con otros jóvenes porque no salían a la calle por temor a perder la vida, unos más incluso jugaban el papel del padre ausente desde sus 12 años de edad.

Al estudiar estas condiciones comprendimos que los jóvenes debían durar menos tiempo en el aula y más en dinámicas con sentido humanitario y de formación ciudadana.

Cuando vi el video de la tragedia en Monterrey, cuando el joven permaneció inmóvil un instante antes del ataque, me recordó que con frecuencia nos encontrábamos con adolescentes que asumían una actitud similar, a quienes inmediatamente canalizábamos con el sicólogo siempre dispuesto para atender un caso más. Tal vez así evitamos daños mayores.

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Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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