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Jorge Alberto Gudiño Hernández

24/02/2018 - 12:00 am

El número uno

Es en el ámbito de los deportes donde suelen verse más este tipo de estadísticas, las que son capaces de clasificar la calidad de los deportistas de manera objetiva. Los ganadores de las medallas de oro de los Juegos Olímpicos de invierno más recientes, son, casi sin duda, los mejores de su especialidad.

“¿Qué hizo Federer, a sabiendas de que, pese a ese ranking parcial, ya era considerado el mejor de la historia?”. Foto: EFE

Esta semana Roger Federer ha vuelto a ser el tenista número uno dentro de la clasificación mundial de la ATP. Entre otras cosas, es el jugador más veterano que ha alcanzado dicho puesto, a los 36 años de edad. Sobra decir, para quien conoce algo de tenis, que, además, es el jugador que más tiempo ha ostentado ese lugar y que es el mayor ganador de torneos de Grand Slam, con 20 hasta la fecha. Es por esas razones que se le considera no sólo el mejor jugador del momento sino el mejor de la historia de dicho deporte.

Es en el ámbito de los deportes donde suelen verse más este tipo de estadísticas, las que son capaces de clasificar la calidad de los deportistas de manera objetiva. Los ganadores de las medallas de oro de los Juegos Olímpicos de invierno más recientes, son, casi sin duda, los mejores de su especialidad. Si acaso, es al hacer revisiones históricas cuando se puede entrar en polémicas porque se busca compararlos con otros competidores de diferentes épocas. Así, no es rara la discusión sobre quién ha sido el mejor futbolista de la historia o el mejor jugador de basquetbol. Es cierto que valen las preferencias personales y también los contrincantes que enfrentaron. En el caso de Federer, parece no haber ninguna duda: hasta que alguien supere sus números, seguirá siendo considerado el mejor de la historia. A esto abona, además, el que los rivales con los que se ha enfrentado a lo largo de su carrera, también han sido tremendamente buenos.

Resulta no sólo evidente sino deseable que en el ámbito de la literatura (y de las demás disciplinas artísticas) esto no pueda suceder. Aunque hay muchos tentados con señalar a quién consideran el mejor escritor de la historia, esto no pasa de ahí, de consideraciones personales. La subjetividad opera a todo lo que da y, pese a que existen ciertos parámetros para intentar definir la literariedad, lo cierto es que no son universales y se abre un amplio espectro para los gustos de cada uno de los lectores. Dije, al principio del párrafo, que esta falta de certeza es deseable. Imaginar a un escritor por encima de todos los otros abriría la puerta a decidir leerlo sólo a él: ¿para qué acercarse a los menores? (Está claro que exagero).

Al margen de la imposibilidad de cuantificar con precisión los niveles literarios, algo se puede aprender del asunto deportivo; del caso Federer en particular. Inició el año en el segundo lugar mundial, sitio que conservó tras ganar su torneo de Grand Slam número 20: estaba a unos cuantos puntos de Nadal, quien ostentaba el lugar privilegiado. ¿Qué hizo Federer, a sabiendas de que, pese a ese ranking parcial, ya era considerado el mejor de la historia? Fácil: se inscribió a un torneo menor que, de ganarlo, le daría los puntos suficientes para volver al primer puesto en la clasificación que se actualiza cada semana. Lo ganó.

Hay quien dice que el tenista suizo no tiene nada que demostrar, que cada partido jugado suma en su currícula. Pese a ello, su hambre de triunfo, esa competitividad inherente a los deportistas de su nivel, lo hizo romper el récord del jugador más longevo en la cima del ranking.

Si bien no es deseable poder cuantificar el mérito literario, a veces sí dan ganas que los autores se esfuercen por ser mejores. No es sólo sentarse a escribir con la comodidad con que podrían hacerlo algunos consagrados. Es trabajar duro para ser el mejor, para superarse. Seamos serios, esto no siempre pasa. Somos capaces de encontrar novelas mediocres de grandes autores, publicadas después de obras maestras. Tal vez no es que no les interese competir (pues dicha competencia es subjetiva) sino que ya están cómodos con su estatus. Tal vez. Sin embargo, eso no debería reducir el esfuerzo. Es verdad, a veces se gana y otras se pierde pero es lindo pensar que el autor de marras lo dejó todo en la cancha.

El deporte, también, tiene mucho que enseñar a la literatura.

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Aprovecho este espacio para invitarlos a la presentación de mi nueva novela, “Siete son tus razones”. Es la segunda parte de la serie policiaca protagonizada por el excomandante Zuzunaga. La cita será hoy sábado 24 de febrero, a las 15 horas, en la Capilla, dentro de la Feria del Palacio de Minería. Me acompañará Benito Taibo. Ojalá puedan acompañarnos.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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