“Montajes de ópera más novedosos son de México”, afirma Joan Dornemann

24/05/2014 - 8:56 pm

Por Itzel Zúñiga (dpa)

Ciudad de México, 24 may (dpa) – Para la estadounidense Joan Dornemann, entrenadora vocal de la Ópera Metropolitana de Nueva York y una autoridad en la materia, México es el país que más montajes operísticos novedosos está realizando en el mundo.

“México está produciendo más nuevas óperas que nadie en el mundo, además con gran diversidad temática”, dijo en entrevista con dpa durante una visita académica a la capital mexicana, organizada por la Sociedad Internacional de Valores de Arte Mexicano.

Con la misma voz dulce con que por años ha aconsejado a cantantes y estudiantes, Dornemann menciona por ejemplo dos óperas del mexicano Daniel Catán, presentadas en escenarios estadounidenses: “Il Postino”, basada en la novela de Antonio Skármeta, y “La hija de Rappaccini”, inspirada en una obra de Octavio Paz.

Pero también hay muchas otras con temas que van desde el narcotráfico a los emperadores aztecas, cuyos nombres le resultan difíciles de pronunciar.

Dornemann, que ha instruido a grandes figuras como Plácido Domingo, Kiri Te Kanawa, José Carreras y Luciano Pavarotti, dice que los montajes mexicanos abordan gran variedad de temáticas como problemas sociales, emocionales o de actualidad.

Y es que, para la concertista de piano, que dice llegó “por accidente” al mundo operístico, “hacer ópera es contar la historia de tu tiempo, es narrar la historia de una época”.

Dornemann, de 75 años y de una vitalidad impresionante, viajó a México para instruir a un grupo de 14 jóvenes mexicanos en el Centro Nacional de las Artes. Los abraza, los anima, bromea con ellos, pero sobre todo les transmite la emoción por la música y el teatro que conforman la ópera.

A ella la carrera profesional le costó mucho trabajo. “Tuve que aprender, estudiar y trabajar todas las óperas clásicas”, cuenta. Las conoce al dedillo: cada personaje, cada historia, cada tesitura. Así llegó al “Met” de Nueva York.

Además obtuvo al apoyo de directores y cantantes como la española Monserrat Caballé, que un día le dio “un par de conciertos para tocarlos con ella”. “Eso me dio confianza y seguí”, relató.

De niña, Dornemann aprendió violín. Luego su madre le compró un piano. Pero si bien en el campo musical y operístico tiene todo el reconocimiento, ante el público su trabajo es anónimo, aunque eso a la llamada “Diva del Met”, como le dice la crítica neoyorquina, no le importa.

“El mundo de la ópera es grandioso. Por muy estresante que pueda ser, tiene grandes recompensas”, plantea. “Cada vez que enseño a un cantante hay una recompensa artística. Cada vez que trabajo con un cantante llega a ser parte de una gran compañía”.

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