Artes de México

ARTES DE MÉXICO | El verdadero editor: El Códice Florentino, origen y permanencia

24/06/2017 - 12:03 am

La aliteración es una figura retórica que consiste en la repetición de uno o más sonidos en distintas palabras. De acuerdo a Helena Beristáin, esta figura retórica se produce “por adición repetitiva y relaciona entre sí las palabras que ofrecen identidad parcial de sonidos”.

Por Melinna Guerrero

Ciudad de México, 24 de junio (SinEmbargo).- A semejanza de este fenómeno discursivo que gozamos en un poema “el sabido sabor de la saliva” (Villaurrutia) o que identificamos en la oralidad” erre con erre cigarro”, es verdad que existen procesos culturales, históricos, sociales, económicos y literarios en los que podríamos equiparar la presencia de una especie de “aliteración”.

Helena Beristáin indica que la aliteración puede presentarse por insistencia o redoble. En la historia, por ejemplo, distintos acontecimientos han ocurrido de forma similar, como si éstos se condujeran por un mismo perfil, con una misma insistencia, ¿o redoble?

“Quien no conoce la historia está condenado a repetirla”. Esta leyenda mediría de manera severa cualquier hecho que pueda asemejarse a otro, aquel que sigue un patrón similar al de hace doscientos o diez años atrás. Pienso, en cambio, para ellos, una aliteración; una repetición por adición, por suma, que relaciona entre sí, no palabras, sino acontecimientos que ofrecen identidad parcial, no de sonidos, sino de acciones.

De esta manera, la de medir las cosas a través del lenguaje, encontramos en los años, los números y las páginas de Artes de México la presencia de una aliteración: El Códice Florentino o Historia general de las cosas de la Nueva España; una insistencia, un redoble; una referencia obligada en la mayoría de las colecciones.

Le llevó treinta años a Bernardino de Sahagún registrar, en al menos mil doscientas páginas, la vida, ciencia, y arte de los pueblos indígenas en México. Con ayuda de la población, con su habilidad e interés por el náhuatl, Sahagún pudo realizar uno de los manuscritos más importantes de la historia. Su labor reconstructora nos recuerda que el Códice Florentino es memoria compartida, pero también una pieza a la manera de los grandes y monumentales edificios que permanecen en un lugar y que están allí para que el vacío no llegue hasta nosotros como un colapso.

En Sahagún la historia no es un almacén en el que se recopilan datos, imágenes, fechas de un pueblo. Es, en realidad, una de las primeras labores editoriales más dedicadas: Sahagún es, acaso, la figura del verdadero editor. Aquel que labora como un arquitecto.

En las revistas de Artes de México la presencia del Códice Florentino es permanente. En la mayoría de las colecciones, en especial de las revistas, Sahagún es el consejero y el guía. A la manera de la aliteración, que permite que un “término se repita hasta su término”, la presencia de Sahagún, produce que el arte popular, la cultura mexicana se repita hasta su término y, por tanto, sus significados y efectos se dupliquen.

“En la Historia general de las cosas de la Nueva España fray Bernardino de Sahagún cita una de las metáforas más sorprendentes e interesantes sobre las restricciones sociales de la alimentación en el universo nahua. Menciona que el cacao solamente lo bebían los nobles y acaudalados y lo llamaba yollotli eztli que quiere decir “precio de sangre y de corazón” (Chocolate III, Ritual, arte y memoria, número 110).

En cada uno de los temas tratados, Sahagún nos ofrece una referencia a la que tenemos que atender de forma obligada. Regresar a sus páginas porque uno de los autores lo ha citado, porque en el guión iconográfico de la revista fue necesario reproducir una de las mil imágenes que también se integraron en el Códice, representa esa “armonía repetitiva” de cualquier buena aliteración

“En su Historia general de las cosas de la Nueva España fray Bernardino de Sahagún describe el trabajo de los cesteros y petateros del valle de México y da algunos detalles sobre quiénes lo ejercieron, cuáles materias y técnicas usaban y qué formas tenían los cestos que producían (Cestería, número 38)”.

En este hecho incide entonces no un vicio en el que se repite lo que ya se ha registrado, sino que existe un reconocimiento y un diálogo con quien ha comenzado una de las tareas que finalmente Artes de México ha continuado: la de difundir, promover la diversidad cultural de México.

“No debemos confundir el tzoalli con la golosina que hoy llamamos ‘alegría’. […] Esto se confirma en un breve fragmento del Códice Florentino que describe la realización de la figura de Huitzilopochtli con tzoalli para la fiesta de Tóxcatl en vísperas de la matanza del Templo mayor” (Semillas de identidad II, nueve tesoros de México, número 123).

El encuentro con innumerables referencias al Códice Florentino se acerca ya a una experiencia acústica, como finalmente persigue la aliteración. El nombre de Bernardino de Sahagún, su título que lo antecede “fray”, las otra forma en como se le conoce a su obra Historia Natural de las cosas de la Nueva España, son un eco que da sentido a las publicaciones realizadas, así como a las futuras. Sin ese sonido, sin esa referencia que se cruza una y otra vez frente a los lectores de Artes de México, mucho de “las cosas naturales de la Nueva España” que en la actualidad se abordan tendría puntos ciegos.

Artes de México suma a sus cualidades y virtudes, la de ser una publicación aliterativa. El presente y el pasado se unen en un juego de voces, en esa armonía repetitiva que nos permite encontrar relaciones, diálogos entre el pasado y el futuro que finalmente forman parte de una misma historia, de una misma estructura, de un verso que se vuelve largo.

Artes de México: Cestería, núm. 38; Chocolate III, núm. 110; Semillas de Identidad II, núm. 123 y otras publicaciones más que dialogan con el Códice Florentino están disponibles en Artes de México.

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