Argentina, entre el temor y la resignación a una moratoria

24/07/2014 - 3:00 pm

Buenos Aires, 24 Jul (Notimex).- A sus 56 años, Paula Ramírez ya sufrió una dictadura militar, la hiperinflación de la década de 1980 y el “corralito” de 2001 que decomisó ahorros a miles de personas, así que no le asusta el riesgo de una posible moratoria de la deuda de Argentina y sus consecuencias negativas en la economía que tanto pregonan los políticos y la prensa opositora en los últimos días.

“Los argentinos estamos acostumbrados a las crisis, son ciclos, pero de una u otra manera siempre salimos adelante”, afirma a Notimex esta mujer que hace seis años, gracias a la recuperación económica que tuvo el país, logró ampliar una imprenta-papelería en el barrio de San Telmo, en Buenos Aires.

La optimista resignación de Ramírez contrasta con el clima atemorizante que pregona la oposición en torno a la moratoria o cesación de pagos de la deuda, popularizada aquí con su nombre en inglés: el famoso “default” que es invocado como la causa de todas las plagas económicas que sufrirá Argentina en el corto plazo.

Falta de inversiones extranjeras y nulo acceso al financiamiento son algunas de las previsiones pesimistas que se ciernen sobre el país, aunque la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ya recordó que recién en los últimos 10 días vinieron sus colegas de Rusia, Vladimir Putin, y China, Xi Jinping, con inversiones millonarias bajo el brazo.

La mandataria también aclaró que hace 11 años que Argentina no recibe financiamiento internacional, precisamente como resultado del “default” que decretó en diciembre de 2001 un presidente que apenas si estuvo siete días al frente del gobierno, en medio de una de las crisis institucionales más importantes de la historia de este país.

Ramírez cuenta que en esa época “sí que estuvimos mal, mucha gente no tenía ni para comer, las familias recogían comida de la basura, era muy triste. Ahora no pasa eso, pero mucha gente quiere que haya otra crisis para poder criticar más a Cristina, para echarle la culpa de todo, y si pueden, sacarla del gobierno”.

La mujer tiene razón, porque el problema de la deuda es analizado bajo la óptica kirchnerista-antikirchnerista que ha privado en todos los debates públicos de este país desde que en 2003 comenzó a gobernar el fallecido presidente Néstor Kirchner.

Basados en esa antinomia, los sectores afines al oficialismo insisten en que no habrá “default” alguno, porque Argentina ya pagó los vencimientos por 535 millones de dólares que debía cubrir al 92.4 por ciento de sus bonistas que sí aceptaron reestructurar su deuda en los canjes de 2005 y 2010.

En todo caso, denuncian, la culpa de que esos recursos no hayan podido ser cobrados todavía por los bonistas es del juez estadunidense Thomas Griesa, quien congeló el depósito para apoyar una vez más a los fondos buitre que representan menos del 8.0 por ciento de los acreedores, que nunca quisieron negociar, y que especularon al comprar bonos muy baratos de la deuda argentina que ahora pretenden cobrar muy caro.

La oposición, por el contrario, insiste en advertir el inminente peligro de un “default” producto de la necedad de la presidenta por pelearse con los fondos buitre y de enfrentarse al juez con un discurso ideológico, basado en la soberanía nacional, la defensa de los recursos y la negativa a dejarse extorsionar.

Más allá de los discursos, lo concreto es que el próximo 30 de julio vence el plazo para que los acreedores de Argentina que, a diferencia de los fondos buitre, sí renegociaron su deuda, reciban el pago que depositó el gobierno, ya que de lo contrario el país entrará en una moratoria involuntaria porque Griesa no lo deja pagar.

Ramírez confía en que todo se va a resolver, que Argentina no está tan débil como en otros momentos de su historia, aunque hay ciudadanos que, más allá de filias y fobias políticas, no coinciden con este optimismo y lamentan que el país esté, nuevamente, sumergido en la incertidumbre.

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