Entrevista

La única vía para transformar es tener un pie en las calles y el otro en las instituciones: líder de Podemos

24/10/2016 - 12:04 am

El 15-M, movimiento de los indignados, nació en 2011 como un “rito de protesta” para hacerle frente al bipartidismo español del PP y del PSOE. Desde 1978, ese bipartidismo generó un espacio político que se agotó porque actuó “al margen de la ciudadanía y a espaldas de la voluntad popular”, aseguró en entrevista Germán Cano, consejero estatal de cultura de Podemos, un partido político que busca la transformación social con un pie en las calles y el otro en las instituciones. Desde esa perspectiva, el filósofo consideró que la candidata independiente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que planea participar en las elecciones de 2018, a pesar de haber generado polémica, es “un paso importante”. Durante la charla aclaró conceptos como democracia participativa, izquierdas y cultura, pilares de Podemos, los cuales podrían servir para el avance democrático en México. También habló de los obstáculos que puede frenar ese avance: el miedo al cambio y los golpes “duros” de la prensa.

Ciudad de México, 24 de octubre (SinEmbargo).– “No nos representan”, “Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español, la misma mierda son”, gritaban manifestantes enardecidos en las calles de España. Era mayo del 2011. Nacía el 15-M, el movimiento de los indignados. Sin ese movimiento, surgido en un contexto de crisis política y económica, no se hubiera generado en 2014 el partido Podemos, la vía intermedia entre la movilización social y las instituciones, aseguró Germán Cano, consejero estatal de cultura de ese partido político “con voluntad de transformación social”.

“El 15-M fue un momento de crisis del bipartidismo”, afirmó Cano, filósofo de formación, durante su participación en la XVI Feria del Libro celebrada en el Zócalo de la Ciudad de México.

Minutos antes conversó en exclusiva con SinEmbargo. Durante la entrevista dijo que en México se debe establecer un equilibrio entre los movimientos sociales y la política institucional, además de plantear una propuesta con un líder definido, el cual no tiene que ser totalmente vertical.

La candidata independiente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que planea participar en las elecciones de 2018, a pesar de haber generado polémica, expuso, “me parece un paso importante”.

“La pregunta correcta no sería tanto si en México hace falta un Podemos, sino, a la luz de los problemas de este país y de las circunstancias que existen en México, cómo se puede salir de los bloqueos políticos e institucionales”, dijo durante su visita a un país corrompido por la corrupción política, empresarial y ciudadana; un país frenado económicamente por la indisciplina fiscal; un país en guerra desde hace diez años que ha provocado decenas de miles de muertos y desaparecidos;  un país axotado recientemente por los asesinatos de mujeres.

–El sábado, el ex presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Emilio Álvarez Icaza, aseguró que las izquierdas en México están desunidas. “Pinches izquierdas”, así les dijo…

–Es el problema histórico de la izquierda…

–¿Crees que en México tenemos algo parecido a Podemos?, ¿o qué nos falta?

–Cuando estuve hace un año fue la pregunta que más planteaban. El acierto de Podemos fue romper o atravesar la contradicción entre política institucional y movimiento social. Generó un espacio intermedio que navegara entre ambas contradicciones. Ustedes tienen ahora mismo ese debate. El movimiento zapatista va a presentarse a las elecciones, lo cual me parece un paso importante. Está generando bastante tensión y bastante polémica. Muchos piensan que puede ser una traición. No digo que el paso a las instituciones sea bueno per se. Pero no hay otra posibilidad de transformar hoy de forma realista a las sociedades que no sea con un pie en las instituciones. En México en la media que se planteé ese camino intermedio entre los movimientos sociales y la política institucional, que se pueda hacer un equilibrio, que se pueda plantear una propuesta con un líder definido –en una sociedad de masas donde la televisión cumple un papel fundamental, mucha gente no conoce las propuestas políticas, es importante que por lo menos identifique a un tipo de liderazgo que no tiene que ser totalmente vertical–… No se trata tampoco de comparar, sino de analizar coyunturas diferentes. La pregunta correcta no sería tanto si en México hace falta un Podemos, sino, a la luz de los problemas y de las circunstancias que existen en México, cómo se puede salir de los bloqueos políticos e institucionales.

Después de responder eso, Germán Cano subió al escenario del Foro Bertolt Brecht para dar su charla “Del 15-M a Podemos”.

Desde ahí sostuvo que el 15-M no se identificaba con las coordenadas tradicionales de izquierda-derecha, pero la prensa intentaba encasillarlo en la izquierda. Él participó en ese movimiento.

“Podemos no es la expresión institucional del 15-M, pero no se entiende sin él”, aclaró ante los presentes.

En la entrevista con SinEmbargo, Cano profundizó en que el 15-M nació como “un rito de protesta”, entre otras cosas, para hacerle frente a ese bipartidismo que desde 1978 generó un espacio político que, “al margen de la ciudadanía y a espaldas de una voluntad popular, planteó un espacio que se ha agotado totalmente”.

No obstante, el movimiento social, que buscaba una democracia participativa, por sí mismo no iba a transformar a España, dijo. Se necesitaba un paso al interior de las instituciones, hacer trabajo desde ellas y “plantear puentes” entre la calle y los mecanismos de representación (el Parlamento, las leyes), con los riesgos que eso también suponía, reconoció el miembro de Podemos. La democracia, las instituciones, el sistema parlamentario “también tienen muchas trampas”, afirmó en entrevista.

“Decidimos dar la batalla en las instituciones”, resumió. El objetivo de su partido era eliminar la distancia existente entre los políticos y la ciudadanía.

La prensa extranjera ha ubicado a Podemos como un partido izquierdista, pero ellos se también se ven como un “experimento político” que busca reformular la historia española a la luz de las nuevas coyunturas y necesidades de los ciudadanos “azotados” por la crisis que no se identifican con el discurso actual de las izquierdas.

“La izquierda debe reconsiderar algunos de sus postulados. La izquierda tiene que tener una implantación más activa en la vida cotidiana, en la normalidad. Podemos es un experimento político que planteó de forma provocadora desafiar algunas cuestiones básicas de la izquierda: tener un liderazgo claro y mediático”.

En su exposición en la Feria del Libro, reiteró que a diferencia del movimiento social, Podemos añadió “a un líder claro y reconocible”, Pablo Iglesias, quien se hizo presente en los medios de comunicación independientemente de sus líneas editoriales.

“La televisión es un medio sociabilizador. No se le puede dejar solo a la derecha y a los conservadores”, justificó Germán Cano.

Sin embargo, España todavía no se está inclinando hacia las izquierdas. Por los años de dictadura franquista, el miedo marcó mucho a la sociedad española.

“Ahora, con el fin del bipartidismo, se está produciendo un discurso por parte de la derecha de vuelta al miedo. El miedo está obstaculizando esa oportunidad de transformación a las izquierdas”, dijo en la entrevista con este sitio. La otra piedra en el zapato es la prensa: en un primer momento jugó un papel de apertura, pero ahora “les dan duro”.

Finalmente, reconoció la importancia del internet para informar e influir en la preferencia política de los ciudadanos.

“Hay una fractura generacional brutal entre gente mayor que vive en entornos urbanos y gente joven en entornos urbanos. La gente mayor que no dispone de internet vota partidos tradicionales y esas personas se informan con la televisión española, es decir, por los medios habituales”, expuso. En México pasa igual.

A dos años de Podemos, Cano destacó “el triunfo” de obtener cinco escaños a meses de su creación “y no hemos hecho más que crecer”.

“Podemos ha sido un significante que reúne los malestares de la sociedad. Una piedra contra el sistema que busca ser una formación que dirija. Ese es el desafío”, dijo.

PODEMOS: DEMOCRACIA, IZQUIERDA Y CULTURA 

Llegó cuarenta minutos antes de su presentación. Con camisa negra, pelo y barba cana y cargando una mochila, disfrutó la música que un grupo de jazz interpretaba en el foro. Una vez que el ruido fue menor, comenzó la entrevista a un costado del escenario.

–A cinco años del 15-M, ¿de qué siguen indignados los españoles?

–Seguimos indignados básicamente por las mismas razones que nos llevaron a muchos a salir a las calles en 2011. Hoy domingo justamente en España ha tenido lugar un acto que vuelve a dar la razón a lo que se planteaba allí: la alianza entre el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el cual va a dar la abstención al PP con lo cual tendremos gobierno en pocos días. El 15-M nació como un rito de protesta, entre otras cosas, para hacerle frente a ese bipartidismo que desde 1978 generó un espacio político que, al margen de la ciudadanía y a espaldas de una voluntad popular, planteó un espacio que se ha agotado totalmente. Si a eso se suma la crisis económica que en España azotó seriamente a la población desde 2008 y si se van a producir nuevos recortes por parte de Europa, podemos deducir que las razones por las cuales la gente salió a las calles en 2011 siguen siendo las mismas. Seguimos en ese escenario. Hemos avanzado en algunos sentidos. Permitió a la ciudadanía pensar que no estaba tan loca cuando demandaba determinados derechos en educación y sanidad, y generó el cambio cultural en el que seguimos. El 15-M sigue estando muy vivo.

–Te voy a pedir que definas ciertos conceptos. ¿Qué es para ti democracia participativa?

–La democracia participativa, relacionada con el 15-M, fue una demanda que se escuchó mucho. Una de las consignas más importantes del movimiento fue ‘No nos representan’, el cual puede significar dos cosas. Una impugnación total de la democracia representativa, es decir, no sirve para generar sociedades más justas o podía decir que esos políticos que en ese momento estaban representando a la ciudadanía no valían. Creo que la situación era ambivalente. No era una demanda exclusivamente en favor de la democracia participativa, sino un grito que buscaba que una mayor participación de la ciudadanía en los asuntos públicos debía ir de la mano de una regeneración del sistema representativo. A título individual, la democracia participativa es un instrumento pedagógico indispensable para generar conciencia social y producir cambios sociales. Pero al día de hoy en la coyuntura española, por sí misma no puede impulsar ese cambio social. Necesitamos un paso a las instituciones, hacer trabajo desde ellas, plantear puentes entre la calle y los mecanismos de representación (el Parlamento, las leyes). El desafío está en cómo generar un cambio político que esté con un pie en las calles y otro en las instituciones.

En un momento de agotamiento del ciclo de movilización del 15-M, entendíamos que la democracia participativa no servía por sí misma para cambiar a España y necesitábamos dar el paso a las instituciones con los riesgos que eso también supone. La democracia, las instituciones, el sistema parlamentario también tienen muchas trampas. Para resumir, es un instrumento fundamental de empoderamiento y pedagogía popular.

–¿Izquierda o izquierdas?

–Izquierdas, definitivamente. Primero, la palabra izquierda es una metáfora en el contexto de la Revolución Francesa para definir dos posiciones dentro del Parlamento. Luego ha tenido una influencia histórica considerable. Hoy no podemos entender el siglo XX sin la tradición marxista. La caída del muro supuso un punto de inflexión, pero eso no quiere decir que la izquierda o el modelo de los partidos socialistas fuera lo que expresara Marx en sus escritos, pero desde ese momento en que la historia nos  enseñó que no había un camino directo a la revolución, tenemos que inclinar la izquierda en plural. Al momento de hablar de izquierda tenemos que pensar como si estuviéramos en 1848. Es más interesante situarnos en el instante en que el joven Marx empieza a experimentar la injusticia de la sociedad burguesa de su tiempo, y sus planteamientos que pueden ser vistos como utópicos. Ya sé que la izquierda no tiene que ver exactamente con el marxismo, es mucho más amplia. También tiene que ver con la tradición plebeya, con la tradición popular. Espartaco sería el primer militante de izquierdas. Esas tradiciones siguen siendo necesarias para enfrentar los retos de la actual sociedad. La izquierda debe reconsiderar algunos de sus postulados. La izquierda tiene que tener una implantación más activa en la vida cotidiana, en la normalidad. En ese sentido, me parece muy importante generar un diálogo entre lo que fue la tradición leninista clásica y la tradición de los movimientos sociales o pacifistas como el de Gandhi. Con eso puede encontrarse un futuro interesante para las izquierdas del siglo XXI.

–¿Qué es Podemos?

–Podemos es una iniciativa que surge al calor de la crisis española muy influenciada por lo sucedido en el 15-M y que planteó de forma provocadora desafiar algunas cuestiones básicas de la izquierda en España para adentrarse en un experimento que todavía necesita reformularse en función de los nuevos acontecimientos. Somos una especie de experimento político que muchos nos hemos embarcado para transformar la sociedad en un momento en que tenemos que pensar desde el principio. No es un partido de izquierda tradicional. No es desde luego un partido conservador ni mucho menos un partido meramente reformista. Es un partido con voluntad de transformación social que trata de embarcar su reflexión teórica y su práctica en un contexto nuevo.

–La prensa extranjera suele ubicarlos como un partido izquierdista, ¿entonces ustedes se asumen más como un partido de transformación social independientemente de la ideología?

–No, la ideología es importante. Uno no puede pensar y actuar al margen de la tradición. No sería justo. No somos una formación que piense que hay que empezar de cero; eso es absurdo y sería contraproducente. Una de las características del sistema capitalista actual es pensar que los individuos parten desde cero y que todo tiene que iniciarse sin ningún tipo de presupuesto. No es una formación que reniegue de su pasado, de las conquistas de sus mayores ni de la historia. Pero intenta reformular todo ese peso histórico a la luz de las nuevas coyunturas y urgencias. El siglo XII y el contexto español del 2016 no es el contexto de los años 40 o 70. Nuestro reto es traducir toda esa herencia desde un contexto histórico muy diferente en donde hay grandes sectores sociales que están sufriendo la crisis de una forma muy virulenta que no logran conectar con el discurso tradicional de izquierda. Y que está votando derecha u opciones regresivas. Es importante politizar el malestar, lo cual lleva a parámetros diferentes a los de clase o de postulados tradicionales de determinada izquierda. Pero no pensamos que hay que dejarla, sino traducir ese lenguaje a otras categorías.

–¿Qué es cultura?

–Uff. Hay varios planos de lo que entendemos por cultura. Esa indefinición hace que la palabra se utilice para cualquier cosa o tontería. Por estirarla demasiado, se está convirtiendo en algo muy vacío. Desde un punto de vista analítico, hay una idea de cultura asociada con el patrimonio artístico y las grandes obras realizadas por la humanidad. Otra dimensión es la cultura como forma de vida; el conjunto de los relatos que las sociedades se dan para interpretarse a sí mismas. Este segundo sentido es más antropológico y más importante porque tiene un elemento político fundamental porque no hay cambio social radical si no se ve acompañado por un cambio cultural (conjunto de valores, creencias y formas de vida que interpretan lo que está sucediendo en una sociedad).

–¿Cómo aplicas eso en Podemos en el área de cultura?

–Nosotros hablamos mucho de la cultura de la transición en España, una especie de dispositivo o de marco desde el cual era legítimo hablar de determinados temas, pero no de otros. Era conveniente hablar de determinados autores y no de otros. Había determinados problemas que eran tabú. Fue un corsé que impedía cualquier discurso que hablara de la confrontación, del conflicto o que introdujera otras variantes. La cultura de la transición planteaba que tuvimos 40 años de dictadura y luego la sociedad española, en un acto de responsabilidad, generó instrumentos de consenso para salir de ese pasado nefasto. Eso no fue así. Esa narrativa ha sido fomentada por determinados medios de comunicación y literatos. Desde Podemos es muy importante impugnar ese relato. Ver lo que surgió del 78 tenía muchos problemas. Se trató de dar una salida digna del régimen fascista que tuvimos durante todo ese tiempo. Muchas de las personas que tenían el poder con Franco lo siguieron teniendo durante la transición. Todo eso se convirtió en un discurso cultural, como el cine de Almodóvar. En Podemos nos tomamos en serio la cultura y queremos transformar ese sentido común. Transformar cómo vemos las cosas exige mucha actividad en la calle, pero también mucha sensibilidad cultural; cómo haces política y envías los mensajes.

–¿Cómo Podemos ha contribuido a una democracia participativa?

–No hemos llegado al poder, salvo en Ayuntamientos. En los de Madrid y Barcelona se está impulsando, a través de la gestión de las nuevas tecnologías sociales, que la gente vote las propuestas que han de llevarse al Ayuntamiento. Son sobre todo medidas locales. Es algo concreto que pone de manifiesto el compromiso de Podemos con la democracia participativa. Por ejemplo, en Madrid hay varios edificios que quieren tumbar para construir grandes centros comerciales. Si estuviéramos con un gobierno del PP, toda es apolítica urbanística estaría  al servicio del mercado; no se consultaría en absoluto a la ciudadanía. En lugar de dar la voz a esos intereses, en Madrid se ha ha abierto una consulta para que dijese qué política impulsar sobre esos edificios. Eso puedes hacerlo en un nivel local, pero en uno estatal es mucho más complejo. Además, nuestros estatutos del régimen que tenemos como partido obliga a una transparencia y a una rendición de cuentas respecto a la ciudadanía que expresa que nos tomamos muy en serio la necesidad de eliminar la absoluta distancia que existía entre la clase política y el pueblo. El 15-M fue justo por eso. La clase política se había completamente separado de la población. Decidimos dar la batalla en las instituciones.

–¿España se está inclinando hacia las izquierdas?

–Me temo que no. Si me dices se está generando un clima para una transformación social, te diría que sí. Pero no es gente que tenga claro que ese cambio debe de pasar por una política explícita de izquierdas. El problema es que España es un país muy marcado por 40 años de la dictadura y con el miedo de no volver atrás. La transición española surgió por intentar llegar a un acuerdo para no repetir el pasado y con el miedo al golpe de Estado. El miedo marcó mucho a la sociedad española. Ahora, con el fin del bipartidismo, se está produciendo un discurso por parte de la derecha de vuelta al miedo.  El que está utilizando Mariano Rajoy y el PSOE es ‘o nosotros o el caos y el caos es Podemos’. Eso todavía genera mucho miedo, sobre todo en poblaciones de cierta edad que han visto que han conservado ciertos derechos y, a pesar de que se han recortado ciertas cosas, la gente todavía tiene miedo. El miedo está obstaculizando esa oportunidad de transformación a las izquierdas. Hay gente que no es militante de izquierdas, que está sintiendo el azote de la crisis, podría estar comprometida con un cambio social, pero no se siente reconocida en ese discurso. No hay que pensar que la crisis económica y social pueda generar automáticamente un discurso emancipador o de izquierdas. Cuando más crisis hay, paradójicamente más triunfa la derecha. Eso está pasando en Europa.

–Además del miedo, ¿qué otros obstáculos ha enfrentado Podemos?, ¿la prensa?

–Sí, hay que reconocer que en un primer momento la prensa jugó un papel de apertura. A diferencia de la izquierda tradicional, que repudiaba a los medios, entendimos que había que dar la batalla en los medios de comunicación. Creo que ese problema lo tienen aquí en México por lo que oigo de gente de Morena, que Obrador no quiere dar la batalla en los medios. No opino. Lo he oído. Si no hubiera sido por los medios, no hubiéramos entrado en el tablero político. Pero hoy en día se ha vuelto en contra nuestra. Hay muchos intereses económicos detrás de los medios. Nos dan duro. La campaña que han hecho contra Podemos no tiene comparación posible con otros partidos. Nos han dado muy duro y nos siguen dando muy duro. Pero tampoco podemos deducir que a los medios ni agua; son un espacio de socialización política fundamental para las sociedades de masas. Es una batalla de David contra Goliat. Esto habla de la necesidad de generar medios alternativos; generar medios autónomos respecto a las fuentes de financiación tradicionales. En España, detrás de los grandes medios están los bancos y los multinacionales. Cómo no van a defender sus intereses.

–¿Qué medios identificas en España que sean alternativos?

–Ese es el problema. Ahora con internet los medios periodísticos están teniendo cada vez más valor. Se está produciendo un cambio. Grupo Prisa y El País habían sido un órgano ideológico fundamental del régimen. Los otros tradicionales como ABC o el Mundo siguen esa línea, pero ha sido El País el gran dispositivo mediático. Ahora están de capa caída. No tienen los lectores ni el poder de influencia que tenían antes. Internet ha sido beneficioso, pero no tenemos medios tan poderosos aún. Hay bastantes dispersos que generaran conciencia, pero la televisión sigue siendo un instrumento en manos de los poderes dominantes. No hay una televisión alternativa.

–En México el problema con los medios digitales es que no llegan a la mayoría de la población porque no tienen acceso a internet…

–Claro. En España también tenemos ese problema. Hay una fractura generacional brutal entre gente mayor que vive en entornos urbanos y gente joven en entornos urbanos. La gente mayor que no dispone de internet vota partidos tradicionales y es persona que se informa con la televisión española, es decir, por los medios habituales. ¿Cómo llegas a esa gente?

–¿Cuáles son las propuestas de Podemos contra la corrupción y la situación económica en España?

–Son dos elementos importantes de nuestro discurso. En España la corrupción está siendo un problema endémico sobre todo por el paso del PP por las instituciones. Tenemos un macro juicio al PP que está sacando las vergüenzas al partido. Desde Podemos, en nuestro programa electoral, hemos impulsado varias medidas para eliminar la Ley de Partidos que da bastantes ventajas fiscales y genera mucha opacidad en el sistema de financiación. Los partidos acuden a medios reprochables o  se relacionan con los bancos de una forma poco transparente.

En cuanto a la política económica, ha sido definida como una política social demócrata porque es la única posible en Europa, marcada por el euro. Si nos salimos podemos tener muchos problemas. Por la entrada a la Unión Europea, los países no son soberanos al establecer su política económica. Tienes que jugar con un margen muy limitado, pero realista.

 

Dulce Olvera
Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.
en Sinembargo al Aire

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