El PRI aprobó recientemente modificar sus estatutos y añadir al penúltimo párrafo del artículo 181 la posibilidad de que ciudadanos simpatizantes con prestigio y fama pública puedan ser postulados por el partido.

Fue unánime, entre la clase priista, que a quien más beneficiaba esta modificación a los estatutos era a José Antonio Meade Kuribreña, actual secretario de Hacienda, quien cuenta con una formación académica y una trayectoria significativa en el servicio público, incluso dentro de administraciones panistas.

Desde ese momento empezó a escucharse con mayor certidumbre el nombre de Meade Kuribreña como uno de los presidenciables para el proceso electoral de 2018, poniendo en jaque las aspiraciones -de consenso casi unánime- del propio Osorio Chong, secretario de gobernación y por supuesto uno de los cercanos del Ejecutivo federal.

Si bien alrededor de estos posibles candidatos adquieren resonancia nombres como el de Aurelio Nuño (para quien la Reforma Educativa se ha quedado como un malogrado intento de cambio profundo a nuestro sistema educativo) o el del propio José Narro, en el imaginario priista y en el de la opinión pública parece ser que la batalla por ungirse candidato presidencial rojiblanco se ha reducido a Meade Kuribreña y Osorio Chong, sin olvidar jamás la figura clave –lo sigue siendo aunque se le niegue- de Luis Videgaray, hombre-puente entre Estados Unidos y nuestro país y con una buena relación, dicho sea de paso, con Meade.

Más allá del juego de aceptación o no de las bases priistas sobre un candidato militante (Osorio Chong) o externo (Meade) y de lo que esto representaría para el partido en términos de conveniencia electoral (se dice que con Meade podría remontar del tercer al segundo lugar electoral), está también el hecho crucial e insoslayable de la posición de Estados Unidos frente a un vecino que –se quiera o no- ha sido determinante (como el resto de los países latinoamericanos- para su desarrollo, y en este sentido a Meade se le ha visto con buenos ojos, considerando que –también para el vecino del norte- el enemigo a vencer es López Obrador, quien ahora despunta en las encuestas comiciales.

Osorio Chong, por su parte, no figura más que en la letra chica del interés estadounidense, y si a esto agregamos que la estrategia contra la violencia –la mayor de sus responsabilidades- ha resultado realmente fallida, será muy difícil convencer a un difícil electorado (valga la redundancia) de que nuestro secretario de gobernación es la opción para dirigir sus destinos.
En virtud de todo lo anterior, no resta más que concluir que Meade será seguramente el candidato del PRI a la presidencia de la República.

Rogelio Guedea

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Abogado criminalista y doctor en Letras. Es autor de la “Trilogía de Colima”, publicada por Penguin Random House e integrada por las novelas Conducir un trailer (2008/Premio Memorial Silverio Cañada 2009), 41 (2010/Premio Interamericano de Literatura Carlos Montemayor 2012) y El Crimen de Los Tepames (2013/Finalista del Premio “Películas de Novela”). Su má reciente libro es La brújula de Séneca: manual de filosofía para descarriados (Grupo Almuzara, 2014). Por su trayectoria como escritor y académico, fue incluido en El mundo en las manos. Creadores mexicanos en el extranjero (2015), publicado por la Secretaría de Relaciones Exteriores. Actualmente es jefe del Departamento de Español de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda).

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