ENTREVISTA | Lydia Cacho: el amor y el sexo en tiempos de la madurez

24/11/2014 - 12:05 am
La periodista y activista arroja luz en los temas de salud de la edad madura. Foto: Especial
La periodista y activista arroja luz en los temas de salud de la edad madura. Foto: Especial

Ciudad de México, 24 de noviembre (SinEmbargo).- Cuando la periodista, activista y escritora Lydia Cacho (Ciudad de México, 1963) comenzó a idear su nuevo libro, sus amigos pensaron que había perdido el rumbo.

La autora de documentos duros y reveladores, la mayoría de los cuales la puso al borde de serias amenazas de muertes y persecuciones por parte de los directamente afectados con sus denuncias, de pronto se mostraba ahora preocupada por la menopausia en las mujeres, la andropausia en los hombres, el sexo, el amor, las mentiras y verdades alrededor de la mágica experiencia de la vida y las relaciones humanas.

Sin embargo, nada de perder el rumbo ni la razón. Por el contrario, el libro Sexo y amor en tiempos de crisis refrenda lo que la profesional tiene de amor por la investigación periodística y por las preguntas que dan sustancia a la profesión. Uno busca preguntar lo que no sabe para después contarlo a otros y así llegar a una conclusión transformadora, a un conocimiento nuevo.

Con más de 200 entrevistas realizadas a personas de todo tipo, Lydia quiso explorar las problemáticas de la sexualidad a la que se enfrentan ambos géneros a partir de los 40 años y el resultado es un trabajo de divulgación indispensable que muestra a la vez su versatilidad y compromiso con todos los aspectos de la existencia.

Lydia Cacho trabajó como asesora para el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) en Nueva York durante 1996 y 1997. Llevó a cabo entrenamiento en periodismo de salud y perspectiva de género, para lo cual viajó a África como representante de dicho fondo.

Ahí trató temas de divulgación científica de salud sexual y reproductiva con perspectiva de género con otras reporteras. A raíz de esa especialización publicó la novela Amor por ti daría yo la vida, ganadora del premio DEMAC, en la cual se explora la problemática del vih/sida y las relaciones de pareja en México; el volumen sería posteriormente reeditado por Plaza & Janés bajo el título Muérdele el corazón, en 2003.

Graduada del National Center on Domestic and Sexual Violence de San Antonio, Texas, y especializada en salud sexual-reproductiva y prevención de trauma, ha sido conferencista del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex) y capacitadora de equipos de trabajo con mujeres para una sexualidad libre y sana.

Es ganadora de 28 premios internacionales de periodismo y derechos humanos, así como experta en asuntos de género, masculinidad y feminismo. Autora de siete libros y columnista internacional, su obra ha sido traducida a más de 12 idiomas y publicada en 30 países.

–Tu libro explora las preocupaciones que nos son comunes a hombres y mujeres de todo tipo…

–Creo que sí. Una vez que sales del trabajo y regresas a tu casa, también regresas a la vida real, a tus preocupaciones íntimas. A tus relaciones amorosas y, por supuesto, eróticas. En ese entorno, exploramos. Una vez me dijo algo Juan Villoro que me marcó muchísimo. Yo había ido a Tamaulipas a dar una conferencia y nos pusimos a platicar. Juan me comentó entonces que cuando hay una guerra, sea en los Balcanes o en México, se documentan los muertos, los heridos, los daños colaterales, pero difícilmente alguien documente qué sucede con la vida íntima. Cuántos divorcios, cuántas separaciones, cuántos suicidios, cuánta gente pierde el deseo de vivir, de amar, a partir de la depresión que te genera la crisis…

–Y cuántos habrá también que le echan mano al vecino o a la vecina que siempre les gustó

–(risas) Claro. También. Por si nos vamos a morir pronto, hay que aprovechar.

–Siempre fuiste una mujer apasionada que no tuvo problemas en hablar incluso públicamente de sus relaciones amorosas. ¿Nunca te dijo tu mamá: Nena, de esas cosas no se hablan?

–Todo lo contrario. Mi madre (Paulette Ribeiro Monteiro) era francesa, psicóloga y feminista. Nací en el ’63 y era una época maravillosa donde mi madre daba cursos y talleres de sexualidad a los que nos llevaba a mis hermanas y a mí. Crecí en un entorno donde todo se podía hablar. No había tabúes. Tenía 12 o 13 años y recuerdo que mi madre me puso enfrente El Informe Kinsey, ese tratado de la sexualidad que es enorme. Me dijo: si tienes preguntas, aquí están las respuestas. Y claro, cuando iba en la secundaria me sentía la más docta frente a mis amigos.

–En este punto siento que las mujeres ponemos más el cuerpo que los hombres, para todo en la vida. ¿Lo ves así?

–Absolutamente. Investigando para el libro comencé a buscar información sobre sexualidad y lo único que encontré en México fueron algunos libros traducidos donde los datos correspondían a poblaciones estadounidenses o europeas, que tienen idiosincrasias muy distintas a la nuestra. En Latinoamérica, las feministas argentinas han hecho estudios muy interesantes sobre el cuerpo. En México hay algunos tratados sobre salud y reproducción femenina, muy académicos, muy buenos, pero mi interés era hallar textos más accesibles donde leyéramos las cosas que nos pasan a diario. Así empezó la idea del libro. Cuando desarrollé los cuestionarios fue un reto muy emocionante para mí, porque nunca había hecho un trabajo tan académico; así que fue elaborarlos de tal manera que la persona que los respondiera se percatara de todas estas cuestiones de las que estamos hablando.

–Tu libro destaca la preeminencia de la sexualidad en una edad, después de los 40, de los 50, en donde la sociedad se empeña en implantar la clausura del deseo

–Todas las entrevistas que hice a mujeres para el libro, tanto las que tienen una libido súper activa como las que la tienen más lenta, coinciden en afirmar que su vida sexual ha sido mucho mejor después de los 40. Se sienten más seguras de sí en todos los sentidos, tanto físico como emocional. La mayoría no tiene tanta preocupación por un kilo o más de peso. Saben que el deseo se construye desde otro lugar. La práctica nos demuestra, efectivamente, que el deseo en la madurez no depende tanto de la cuestión estética ni de la publicidad…

–¡Por suerte no hacemos el amor como en las películas!

–(risas) Imagínate qué aburrido sería. Lo divertido es explorar tanto con los hombres como con las mujeres mayores de 40, de 50, de 60, esa libertad que proporciona sentirnos más dueños de nuestro cuerpo. Es algo que se da más en las mujeres que en los hombres, lo que me pareció interesantísimo. Lo que hice al respecto fue una larga investigación en Internet, en los blogs más serios y en aquellos plagados de mentiras y tabúes. Luego comencé a investigar qué pasa con el periodismo científico en México, una materia que está en perenne agonía en nuestro país. Una de las características principales es que la mayoría está escrita por hombres y la parte escrita por mujeres es casi siempre sobre sexualidad. Son casi siempre mujeres periodistas jóvenes, escribiendo en espacios muy limitados. Hay otros medios que ni siquiera reconocen el tema de la divulgación científica. Así las cosas, hay colegas periodistas que escriben tantas barbaridades al respecto. Empecé a leer cosas que jamás había visto en mi vida.

La activista y escritora ha llevado a cabo una gran investigación sobre la sexualidad en la edad madura. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
La activista y escritora ha llevado a cabo una gran investigación sobre la sexualidad en la edad madura. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–¿Qué pasa con los hombres mexicanos?

–Bueno, yo tengo mi experiencia con los hombres con los que he vivido, con mis hermanos, con mis amigos, podría decir que a mis 51 años tengo una idea clara al respecto, pero cuando llegué con ellos y comencé a preguntarles cuándo se habían percatado de lo que significaba para ellos la masculinidad sólo dos me respondieron. Contrariamente, las mujeres frente a la pregunta sobre la femineidad tenían siempre una clara respuesta a la mano. Incluso las menos feministas, digamos. Para muchos hombres, preguntarles sobre su masculinidad era como pedirle una definición de la teoría de la relatividad con un enfoque posmoderno. En una entrevista de ese tipo y eso lo muestro en el libro, los hombres sistemáticamente admiten que pasan la vida demostrando su virilidad ante los demás hombres, nunca ante las mujeres y que por eso mienten sobre su sexualidad.

–También están los casos de mujeres depredadoras que usan a los hombres como objetos sexuales…digamos que la sexualidad ha cambiado mucho y cada vez sabemos menos

–Creo que sabemos menos…tenemos mucha información y esa información desequilibra mucho a la gente, le mueve el piso. También me parece que hay aspectos muy interesantes que hay que poner sobre la mesa en todas estas discusiones. A partir de un descubrimiento que puede ser menor como el photoshop las revistas empiezan a blanquearle los dientes a las modelos y a las celebridades; entonces mucha gente fue al dentista a pedir el mismo efecto, lo que originó grandes problemas dentales, porque comenzaron a usarse sustancias abrasivas que terminan con el esmalte, etc. La realidad comienza a imitar lo falso y es un detalle importante porque creo que lo mismo nos pasa con la pornografía. Toda esta cultura pornográfica que inunda los hogares, las escuelas, los teléfonos celulares, creando por ejemplo conceptos como “milf” (Mom I’d Like to Fuck), que de por sí la palabra es horrible…los chicos ven eso y piensan que está bien tener sexo con una mujer mayor o mujeres con ciertas características físicas, lo que va generando un mercado que termina por cambiar la cultura. Eso lo notas cuando entrevistas a la gente que se hace operaciones estéticas. Originalmente no pensaba hacer un capítulo dedicado a este tema, pero es increíble, hay hasta mujeres que se han operado los genitales que parecerse a las actrices porno. No reconocen que quieren parecerse a las actrices porno, pero comienzan a transformarse a partir de ideas generadas por la pornografía.

–Pasa que también una cosa es sentirse joven y otra muy distinta querer estar como cuando éramos jóvenes

–Descubrí varias cosas haciendo este libro y una de ellas es que en realidad los hombres y mujeres mayores de 40 tienen muy poca preocupación por los cambios de edad en la pareja o en las personas que les gustan. No encontré más que a una sola mujer, muy operada ella, que me dijo que no soportaba la vejez en los hombres con los que tenía sexo. Y la verdad que queda claro que ella tiene lo que podría llamarse un problema con la edad y el paso del tiempo, con la cercanía de la vejez y con lo que ella considera decrepitud. Lo más impresionante es que si tienes 60 años, aunque te operes, igual te darás cuenta de que tienes 60 años…

–Es que muchas veces las operaciones estéticas se la hacen mujeres de 50 para parecer de 49 y medio…

–Confieso no obstante que antes tenía más prejuicios con respecto a las cirugías. Casi todas las mujeres que entrevisté, incluidas las feministas, son menos criticonas que los hombres a propósito de las intervenciones estéticas, botox, inyecciones, etc. Sin embargo, casi todos los hombres a los que entrevisté se hicieron algo. También conocí a una médica que le ha hecho infinidad de cosas a muchos políticos, lo cual me despierta mucha curiosidad, ahora estoy mirando fijamente la cara de senadores y diputados para detectar las operaciones (risas) En este tema están las personas que optan por envejecer naturalmente, las que eligen hacerse algunas cosas sencillas y de plano las que están dispuestas a hacer cualquier cosa para evitar llegar a la vejez como alguien escurrido. Un señor dice en el libro que le da horror ver a esta gente que se “le escurre la piel”. Me parece que esa es la diversidad que nos rodea. Encontré mucho menos gente obsesionada en lo que hace al atractivo sobre los demás. Ya no se busca la perfección y eso demuestra que somos más inteligentes en el deseo de lo que los medios de comunicación nos dicen que somos.

–La construcción y la expresión del deseo no se rigen por los moldes estéticos

–Efectivamente, pienso en una escena de Sexo, mentiras y videos, cuando James Spader le dice a Andie McDowell que él ha podido comprobar que los hombres se enamoran de las mujeres que les gustan, en cambio las mujeres aprenden a sentir atracción por los hombres de los que se enamoran. Y esa frase es un cliché perfecto, redondito, porque la verdad es que no se distinguen géneros. Hay muchos hombres guapísimos y que sin embargo no tienen una obsesión en torno a que su pareja tenga que ser especialmente atractiva. Para ellos su mujer es guapísima y con eso les alcanza

–Dedicas un apartado a la dieta en el libro

–Sí, es un tema muy importante. En mi caso siempre he tenido problemas con la delgadez. Soy demasiado flaca y a menudo en la infancia me daban mucho que comer para que engordara un poco. Ahora tengo una enfermedad muy seria y luego de muchas quimioterapias, me ha forzado a emprender la recuperación inmediata luego de los tratamientos. Adelgazo mucho y muy rápido. No se trata solo de la apariencia, que también me importa, sino también de recuperar músculos, por un tema de salud. Tiene que ver con poder sentirme fuerte, con tener energía para todas las cosas que debo y quiero hacer. A raíz de todo esto he aprendido muchísimo sobre la alimentación. Hay que hacer una dieta para subir de peso, por ejemplo, pero bien, no se trata de subir de peso comiendo comida chatarra, sino de estar sano. Mi madre era una mujer que subía mucho de peso y hubo un tiempo en que esto le dio mucha angustia. Crecí preocupada pensando en cómo mi madre, que es una mujer tan inteligente, tan brillante, se hiciera problemas por 10 kilos de más. Con el tiempo aprendes a juzgar menos y a entender más.

"Lloro mucho, no tengo ningún problema en llorar cuando tengo miedo". Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
“Lloro mucho, no tengo ningún problema en llorar cuando tengo miedo”. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

LOS ABRAZOS QUE DUELEN

Lydia Cacho es vista en el mundo como la periodista que arriesgó su vida para denunciar abusos sexuales contra menores en México y en el mundo. En nuestro país no sólo ha escrito libros reveladores sobre el tema, como Los Demonios del Edén, sino que también ha dejado en evidencia la explotación comercial del sexo con menores con la anuencia de la clase política, implicando a varios personajes públicos y mandando a la cárcel a pederastas como Jean Sukkar

Vive bajo amenazas constantes y dos por tres debe abandonar su paraíso en Cancún para esconderse de quienes quieren hacerle daño y acallarla.

–¿Qué hacemos con este México, Lydia?

–Ayer estuve en la marcha con Mardonio Carballo y otros intelectuales, artistas, pintores…y hubo varios momentos en que estábamos tan conmovidos que tuvimos muchas ganas de llorar. Hubo dos momentos clave cuando se nos acercaron grupos de chavos anarquistas, con la cara tapada y dispuestos a todo. Inmediatamente y sin ponernos de acuerdo de antemano, comenzamos a hacer círculos y a decir: Sin máscaras y sin violencia. Dos de los chavos se quitaron las máscaras y los otros se fueron. Había una sensación de que todas las personas que veníamos marchando teníamos la razón y estábamos en lo correcto. Lo que me parece es que el país está despertando. A los 51 años ya no soy ingenua ni ilusa, creo que está cambiando de verdad.

–¿Qué papel ocupó el miedo a lo largo de toda tu carrera de activista?

–Un papel muy importante. Cuando comienzas a hacer activismo profesional, particularmente en ámbito de derechos humanos y eres mujer, todos comparten contigo mucha información de todo tipo, pero nadie te dice cómo puedes enfrentar el miedo y es lo que más trabajo me costó. No soy miedosa en el sentido tradicional, salir sola, tener miedo a la oscuridad, por ejemplo, pero aprender a manejar el miedo de los otros es tremendo. Descubrir que el miedo es una energía, no sólo una emoción. El miedo tiene pesos y medidas, a veces te queda en la piel y no se te quita. Lloro muchísimo, no tengo ningún problema en llorar y empecé a hacer terapia desde que decidí dedicarme al activismo.

–¿Viste el miedo en la cara de Roberto Saviano cuando lo conociste?

–Claro. Él está muy enojado por lo que le pasa. Nos hemos hecho muy amigos y siempre que estamos juntos adopto con él una postura muy maternal.

–¿Siguen las amenazas?

–Sí, se han incrementado porque Esclavas del poder se ha traducido a muchos idiomas. Hay particularmente un sujeto argentino que ha abierto dos antros en Cancún y la justicia lo ha requerido a partir del libro, así que ya me mandó a decir con un periodista que puedo morir en cualquier momento. Es Raúl Martins, ex agente del SIDE y torturador. Es un tratante que lleva y trae mujeres de Cancún a Argentina y viceversa. Tiene vínculos con empresarios y políticos muy poderosos. En Argentina me han pedido que vaya a testificar en su contra.

–No obstante lo cual sigues viviendo en Cancún

–Gran parte de mi equilibrio emocional en medio de las situaciones que me toca vivir se debe a que vivo en Cancún, en medio de la selva, con mis árboles, mis animales. Vivo en una casa de piedra que yo misma me construí. Ahí pinto, ahí escribo y ahí soy feliz.

–¿Cómo haces para saber cuándo tienes que dejar repentinamente tu hogar de Cancún?

–Estoy asesorada por una organización muy importante de seguridad y no porque la pague, porque sinceramente no la puedo pagar, sino porque me hice amiga del hombre que tiene a su cargo esa red de seguridad. Y él ha sido vital para mí en situaciones de extremo peligro. En ocasiones he recibido amenazas por correo electrónico y no he sabido cómo evaluarlas, algo que él sí. Las evaluó y me dijo: -Agarra tu pasaporte y vete ya del país. Una vez me fui a Miami, era lo más barato y lo más cercano… Como la mayoría de los periodistas, pienso que hay algo que decir y que tiene que ser develado para el debate público. Por eso seguimos, por eso hay que seguir…Además, no soy ingenua, tengo enemigos que me gané de por vida

–Sukkar Kuri, por ejemplo…

–Sí. No hay manera de que salga de la cárcel. Está en Toluca, en La Palma. Ni de broma saldrá.

 

 

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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