De máquinas de guerra a obsequios: los drones

25/01/2015 - 12:04 am
Considerados alguna vez como instrumentos meramente bélicos, los drones ahora tienen funciones más variadas. Foto: EFE
Considerados alguna vez como instrumentos meramente bélicos, los drones ahora tienen funciones más variadas. Foto: EFE

Ciudad de México, 25 de enero (SinEmbargo).- Apenas hace seis de años toda noticia que involucrara un objeto volador no tripulado provenía de zonas en donde se desarrollaban conflictos bélicos e iban aderezadas de horrores en donde las víctimas humanas eran, no sólo una obviedad, sino parte del daño colateral tolerable contemplado en toda operación militarizada. Sin embargo, en apenas unos meses las cosas comenzaron a cambiar: los drones ya no encontraban en medio oriente salvaguardando los intereses de las grandes potencias del mundo, sino en Europa y América, lo que es más, ya no se dedicaban exclusivamente a matar gente; ahora se les veía sobrevolando eventos masivos, monitoreando cultivos e incluso tomando fotografías de bodas. ¿Qué pasó?

La pasada Navidad miles de personas en el mundo encontraron un dron bajo sus árboles de Navidad y no se trató de un complicado plan de espionaje y marketing impulsado por el gobierno de Estados Unidos. Simplemente se trató de un paso lógico en la evolución de la tecnología, aunque –dadas las circunstancias en las que los vehículos voladores no tripulados fueron dados a conocer– en esta ocasión se trató de una transición que dejó a muchos sorprendidos.

De pronto en todo el planeta (al menos en los países desarrollados) puede verse a personas pilotando drones con la misma naturalidad con la que antaño se conducían automóviles a control remoto. Se trata de la más nueva cosecha de pilotos, y esta tiene que ver poco o nada con intereses militares. Al menos no hasta ahora.

Con nuevos modelos y tareas, los objetos voladores no tripulados ahora están al alcance de más personas. Foto: Shutterstock
Con nuevos modelos y tareas, los objetos voladores no tripulados ahora están al alcance de más personas. Foto: Shutterstock

“El ascenso de el dron ha sido tan meteórico que la legislación ha fallado en contenerlo, lo que explica por qué hay tanto debate acerca de cómo los drones interferirán con el control del tráfico aéreo. Mientras la NASA trabaja para combatir el problema, los aficionados a los drones son relativamente libres de hacer lo que quieran, donde quieran”, publicó al respecto Robin McNicholas para The Guardian, en un artículo llamado “Will 2015 be the year drones become art?” (¿Será 2015 el año en el que los drones se convierten en arte?).

En enero del año pasado el programa de drones de Estados Unidos, impulsado bajo el mandato del presidente Barack Obama llegó a su quinto aniversario. Sin embargo sus números no fueron motivo de celebración. Es así que por esas fechas ya llevaba en su haber una cifra de muertos estimada en al menos 2 mil 400 personas. Todo bajo el pretexto de “un solemne deber y responsabilidad de mantener seguro al pueblo estadounidense”, dio a conocer The Huffington Post.

A pesar de estos números poco favorecedores, los usos múltiples que en los últimos años se han hechos de los drones no sólo han suavizado su imagen pública, sino que también han despertado el interés de muchas personas, en muchos ámbitos, alrededor del mundo.

Por tal motivo son variados lo ámbitos en los que se contempla el uso de vehículos aéreos no tripulados, como la vigilancia, protección y control de especies animales (ya sea que se encuentren en peligro o no) o la documentación de desastres naturales como lo hizo el videasta Brian Emfinger, quien usó un dron para documentar las secuelas de un tornado que causó estragos tras su paso por Arkansas, dio a conocer Popular Science.

Se trata de aplicaciones interesantes, sin duda. Aunque en el caso de los fines documentales, se trata de un tema que (al menos en la Unión Americana) se encuentra en una zona gris de la legislación, ya que los derechos de libre expresión y de prensa chocan con los esfuerzos de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) que trata de acabar con los usos comerciales ilegales de los robots voladores, publicó Forbes.

El dron no tiene la culpa
Mientras tanto, los drones comienzan a ser aceptados poco a poco como parte de la vida cotidiana, sobre todo para algunos sectores en particular. Así, el dron es una herramienta bien establecida para los fotógrafos que desean capturar imágenes aéreas sin el gasto excesivo que implica la contratación de un helicóptero, por ejemplo. Sin embargo, los artistas han encontrado ahora usos mucho más imaginativos.

Desde el show “Sparked” del Cirque du Soleil, hasta Disney, pasando por “LOOP>>60Hz”, la pieza colaborativa entre el mítico John Cale y el arquitecto Liam Young, comenzamos a darnos cuenta de que, lejos de ser máquinas de matar al estilo de series como Homeland, los drones ofrecen una nueva y (para algunos) escalofriante manera de crear arte performativa.

La cultura drone pasó de entusiastas aficionados como Drone It Yourself (un kit que convierte casi cualquier cosa en cuadricóptero) a los drones de consumo. Así, los avances han sido tan dramáticos que los drones básicamente han llegado al gran público, gracias a su venta en tiendas de electrónicos como Maplin o RadioShack.

Mientras tanto, en terrenos no lúdicos, la guerra de drones es objeto de creciente escrutinio en EU y el extranjero. America Latina no se encuentra al margen de esta tendencia y ya en 2013 una audiencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) advirtió que Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, México, Perú, Panamá, Ecuador, Uruguay, Costa Rica, El Salvador, Trinidad y Tobago y Belice habían desarrollado o comprado la tecnología necesaria para operar drones. Por otra parte, un informe hecho ese mismo año por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que esta guerra tiene el potencial de socavar en gran medida la estabilidad mundial.

No obstante, pese a su creciente popularidad en todos los sectores, existen todavía una serie de dificultades que van de lo legislativo a la falta de destreza. De esta forma, mientras que en sitios como en Estados Unidos las autoridades de aviación civil y militar llegan a un acuerdo sobre las normas de uso, en otros lugares del orbe la mayor de las preocupaciones (tanto para propietarios como para terceros) es la inexperiencia y torpeza de quienes controlan estos aparatos (aunque culpen al drone).

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