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PETA denuncia red de tráfico de animales: un elefante malabarista es vendido en 70 mil euros

25/02/2017 - 10:33 pm

La organización Abogados de Protección Animal afirma que “hay vínculos innegables entre los circos y propietarios privados de especies exóticas”.

Por Raúl Rejón 

Ciudad de México, 25 de febrero (SinEmbargo/ElDiario.es).- Un grupo de elefantes salta a la pista. Hacen equilibrios y ejercitan malabares. ¿Cuánto puede costar cada uno? “Tenemos constancia de que se han vendido por 70 mil euros”, explica la organización animalista PETA. Mientras el rechazo a los espectáculos con animales salvajes crece en el mundo y España, los datos del comercio legal de especies en peligro destinadas a circos y exhibiciones itinerantes muestran que todavía casi un millar de ejemplares de variedades salvajes amenazadas cambiaron de manos entre 2015 y 2016 para protagonizar números, según la Convención para el Comercio Animal (CITES).

La lista oficial de CITES muestra una variedad sorprendente de ejemplares que se compran y venden para circos o muestras: decenas de cocodrilos, primates (incluidos chimpancés), medio centenar de tigres, leones, hipopótamos, más de una treintena de osos pardos, centenares de aves y serpientes y hasta una morsa.

La gran mayoría de estos animales lleva el código de criados en cautividad. Los programas de reproducción desde donde salen los artistas se llevan a cabo en zoológicos o granjas comerciales, un negocio con sus propios mercados: 145 euros por una cría de caimán, 2 mil 300 por tigre… Pero el valor concreto de un animal con tirón comercial, como un oso especialmente entrenado o un rinoceronte gigantesco, no está estandarizado.

Un portavoz de CITES contesta a eldiario.es que “no tenemos la información sobre el precio que se paga en las transacciones”. Son los propios estados que han firmado la convención los que envían los datos al organismo internacional.

Las rutas comerciales dibujan itinerarios peculiares. Caimanes americanos que desde Rusia pasan a Uzbekistán para, de ahí, acabar en Kazajistán. Otro lote de cinco cocodrilos que estaban en Israel acabaron en Georgia adquiridos desde Azerbaiyán. Un grupo de tigres con origen en la República Checa fue exportado por Turquía a un circo italiano. Otra compraventa de estos grandes felinos mandó los productos desde México a Turquía.

Un ejemplar de una especie como el hipopótamo recaló en una empresa ucraniana vendido por otra bielorrusa. Un chimpancé de uso circense hizo el camino inverso desde Ucrania a Bielorrusia. Los registros de CITES muestran cómo una morsa, con procedencia canadiense, fue comprada por una empresa rusa a Qatar.

Los estados que aparecen como agentes comerciales cubren todo los rangos. Desde Alemania, Francia Portugal, Gran Bretaña, EU, Canadá o China a Bulgaria, Mongolia, Macedonia, Georgia, Letonia, Uzbekistán, Tayikistán o Azerbaiyán. España está poco mencionada en este periodo de tiempo: cinco importaciones de aves raras como cacatúas, guacamayos, cotorras o loros. CITES recoge las ventas legales.

PREGUNTA DEL PARLAMENTO EUROPEO

El traslado constante y kilométrico que experimentan los animales circenses es una de las principales críticas que reciben estos espectáculos. Tanto que un grupo de europarlamentarios remitió el 14 de febrero una pregunta escrita a la Comisión Europea en la que cuestiona al Ejecutivo comunitario si va a “prohibir el movimiento de ejemplares por la Unión Europea”.

Uno de los firmantes, el diputado de Equo Florent Marcellesi, cuenta que “el circo es un espectáculo que forma parte de la cultura y que debe defenderse, pero que no necesita ni debe tener animales para ello”.

La organización Abogados de Protección Animal (una organización radicada en Holanda, uno de los estados que han legislado en contra del uso de animales en espectáculos) afirma que “hay vínculos innegables entre los circos y propietarios privados de especies exóticas”. Y cuenta el caso de un director circense que acudió a ellos para que acogiera un animal pero que en realidad quería “venderlo”. Desde su punto de vista, “el mundo circense actúa a menudo como una fuente del comercio de mascotas exóticas”.

Los empresarios circenses tienen otra visión. El Circo Americano, por ejemplo, asegura que “es completamente falso que nuestros animales sean arrancados del medio natural. Son nacidos al menos de cuatro generaciones en cautividad.” Y añade que “nuestras fieras nacen en nuestro propio circo”.

DERECHOS Y BIENESTAR 

Esta lista de compraventa de fauna amenazada refleja el gusto por exhibir animales mortíferos como tarántulas o serpientes pitón. Estos reptiles se venden desde poco más de cuarenta euros si son neonatos comunes. Pero un ejemplar de más de 15 años se va a más de 400. Si es de la variedad albina, todavía más.

Con todo, la era de los animales circenses parece declinar. Al menos las cifras así lo vaticinan. Hace una década (entre 2005 y 2006), la base de datos de CITES registró la venta de 80 leones, otros tantos osos y más de 130 tigres para actuar en pistas. También 70 elefantes asiáticos.

Una manada de esa especie era el principal reclamo del circo Ringling que anunció hace meses que jubilaría a sus paquidermos. En enero de este año se supo que 2017 sería el último curso del autollamado “mayor espectáculo del mundo”. Barnum, la empresa propietaria, no ha accedido a revelar en cuánto están valorados sus ejemplares –que irán a una reserva en Florida, dicen–. Pero han resumido así su postura: “No somos partícipes de los derechos de los animales sino del bienestar animal”.

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