ARRANCA LA FIESTA DE LOS LIBROS

25/11/2011 - 12:00 am

Si uno camina por estos pasillos es posible que se encuentre a Mario Vargas Llosa sentado ante una fila larguísima de lectores, firmando sus libros. O que más adelante, en el área dedicada a los niños, Jostein Gaarder esté conversando acerca de El mundo de Sofía con una reportera inquieta que no le da tregua.

También puede pasar que Lydia Cacho esté hablando de las redes internacionales de trata de mujeres y de niñas en un salón, y que en el de al lado Carmen Aristegui relate las infamias de Marcial Maciel.

Y en el área de profesionales quizás se encuentren un momento las leyendas del mundo editorial independiente: Beatriz de Moura, Jorge Herralde, Jacobo Siruela, mejor dicho: el Conde Siruela.

No sería extraño abrir una puerta y ver a Jon Lee Anderson y Martín Caparrós platicando sobre periodismo con Javier Solórzano.

Es muy probable que Arturo Pérez-Reverte y Élmer Mendoza estén manteniendo una conversación con Los Tigres del Norte en la explanada, y que el público grite: “¡Que canten, que canten!”.

Quizá Nancy Huston esté buscando sus libros en español y Aminatta Forna recorra los stands con su inusual belleza, medio escocesa medio africana, abriéndose paso entre la gente.

Tal vez Orkham Pamuk mire, maravillado, el auditorio en el que inaugurará el salón literario.

Tampoco sería imposible encontrarse, de pronto, a la vuelta de un pasillo, a Nadine Gordimer platicando con Carlos Fuentes. O a Elena Poniatowska, con su eterna sonrisa y su cabecita cada vez más blanca. O a Cristina Rivera Garza. O a Almudena Grandes del brazo de Luis García Montero; la novelista y el poeta.

A la mejor Jean-Marie Gustave Le Clézio está por ahí, recordando la época en que vivió en México y le apasionaba la historia de este país, con su amigo y coterráneo Jean Meyer.

O quizás los fantasmas de José Saramago y Carlos Monsiváis, ambos invitados frecuentes a esta feria, y ambos desaparecidos de este mundo con tan sólo un día de diferencia, se la estén pasando muy bien, por fin anónimos e invisibles, entre tanto libro.

O tal vez el espíritu de Tomás Segovia, el último en recibir el premio que se llamaba: “De Literatura Iberoamericana y del Caribe Juan Rulfo”, se esté paseando por el auditorio que sí logró conservar el nombre del autor de Pedro Páramo.

Porque en estos 10 días, en este espacio privilegiado, todo puede suceder.

Porque en el último fin de semana de noviembre y el primero de diciembre, todos los años desde hace 25, Guadalajara se convierte en la ciudad de los libros.

Y el mundo editorial no deja de observar, cada vez más sorprendido.

 

2010: el año del español

El año pasado, con Castilla y León como invitado de honor, más de 609 mil personas recorrieron los stands y pasillos del espacio de 34 mil metros cuadrados del centro de exposiciones Expo Guadalajara, en donde se lleva a cabo esta Feria del Libro, que por su volumen de negocios es considerada la más importante del mundo de habla hispana.

Mil 828 editoriales llevaron sus ofertas de títulos y autores, y 487 medios de comunicación, nacionales y extranjeros, les dieron cobertura. Y cómo no habrían de hacerlo, si esta empresa cultural ha demostrado ser de lo más rentable para el municipio que la alberga: la Feria Internacional del Libro de Guadalajara deja una derrama anual de 330 millones de dólares a esta ciudad, según su propia oficina de prensa.

Con 471 presentaciones de libros, 49 foros literarios, 22 foros académicos, 89 espectáculos artísticos y musicales y 85 actividades dedicadas exclusivamente al público joven, la oferta fue mucho más que vasta; en opinión de algunos, hasta excesiva. Porque eso sí, en la FIL de Guadalajara hay de todo y para todos; incluso libros de autoayuda. Porque su actual directora, Nubia Macías, insiste en que la vocación principal de la feria es la promoción de la lectura, no importa de qué se trate.

 

Mirando un poco al pasado

En 1987, auspiciada por la Universidad de Guadalajara, se llevó a cabo la primera FIL. No fue en el Hospicio Cabañas, símbolo cultural de la ciudad, sino en la muy moderna Expo Guadalajara.

Ese primer año, la feria estuvo dedicada a Juan José Arreola. Sus directores eran Bolívar Zapata y José Trinidad Padilla, ex rector de la Universidad y hermano del actual presidente de la FIL, Raúl Padilla.

Marisol Schulz Manaut, la pelirroja risueña y amable que durante años fue directora de Santillana México, y que ahora se encuentra a la cabeza de una nueva iniciativa librera: LéaLA, la Feria del Libro en Español de Los Angeles, es una de las pocas personas que ha estado en todas las ediciones de la FIL de Guadalajara. Desde aquella primera, que se antoja tan lejana hoy:

“Participé en la primera edición de FIL siendo editora de un centro de investigaciones, y si mal no recuerdo mi asistencia se debió a un encuentro de editores de revistas universitarias. Por razones personales y familiares, en esa ocasión acudí a FIL acompañada de mi madre y de mi pequeña hija, que en ese entonces tenía sólo cuatro años de edad, así es que evoco con nostalgia lo que para mi hija pequeña representó ver ese mundo de libros infantiles y recorrer de la mano de su abuela los talleres y las actividades para niños, mientras su mamá estaba encerrada en los salones de profesionales”, recuerda.

Mucho ha crecido la FIL desde entonces, y esto tiene que ver con uno de los personajes más polémicos del ámbito universitario y cultural de Guadalajara: Raúl Padilla López.

Criticado y admirado casi en la misma medida, encabeza y ha emprendido varias iniciativas culturales: además de la Feria del Libro, el Festival Internacional de Cine, la Cátedra Cortázar y el Centro Cultural Universitario. En la actualidad es Presidente del Consejo Directivo de la Fundación Universidad de Guadalajara, de la cual dependen todas estas instancias.

Se le ha intentado acusar de muchas cosas: de monopolizar la cultura en esa ciudad, de no transparentar las finanzas de la FIL, de propiciar el suicidio de Carlos Briseño Torres, un ex rector de la Universidad con quien tuvo desacuerdos significativos; sin embargo, nunca se le ha podido comprobar nada. Lo que sí se ha podido comprobar es que las instituciones culturales a su cargo han colocado a esta ciudad de la provincia en un primer plano del escenario cultural de este país. Asunto nada menor, dada la tradición centralizadora según la cual “fuera del Distrito Federal todo es Cuautitlán”.

 

Invitado de primer orden

A partir de 1993, la feria tiene un invitado de honor cada año, alrededor del que se organiza la parte central del programa literario y artístico. Así, desde Colombia hasta Castilla y León, los lectores, compradores de derechos de autor, editores y periodistas han tenido la oportunidad de conocer a autores y literaturas de países como Brasil, Perú, Cuba, Italia, Venezuela, Canadá, Argentina, Chile, Puerto Rico y España, o regiones como Nuevo México, Québec, la cultura catalana, Andalucía y Los Angeles.

Mientras se desempeñó como editora de Alfaguara, y después como Directora Editorial de Santillana en nuestro país, Marisol Schulz tuvo mucho que hacer con esta programación especial: “Cuando España fue país invitado me tocó coordinar la presencia en México de más de 20 escritores de aquel país, así es que las mesas y tertulias al terminar la feria eran multitudinarias y divertidas… Y qué decir de Colombia, de Cuba, de Cataluña”.

 

El premio que un día se llamó Juan Rulfo

El primer premio llamado “De Literatura Iberoamericana y del Caribe Juan Rulfo” fue para Nicanor Parra, en 1991. Desde entonces se entrega todos los años durante la inauguración de la FIL, aunque con otro nombre.

En su casa al sur de la Ciudad de México, con su habitual amabilidad, Margo Glanz, ganadora en 2010, recuerda al poeta chileno y algunos otros que lo recibieron después:

“Me parece muy bien que el primer premio se le otorgara a una gente del calibre de Nicanor Parra, de la antisolemnidad de Nicanor Parra, que en su discurso demostró, justamente, ese sentido del humor y esa capacidad de aceptar un premio y al mismo tiempo no endiosarse porque haya recibido un premio que aún no tenía en ese momento el prestigio que ha adquirido. Y muchísimos de los que lo han obtenido me parece sensacional que lo hayan obtenido. Todos en general lo merecen. Es un premio que se debe dar a personas que han hecho una labor literaria muy meritoria, y que por lo general, no se les reconoce públicamente. En ese sentido creo que es muy importante premiar a la poesía. Por eso me pareció muy importante premiar a Olga Orozco, premiar a Eliseo Diego, premiar a Tomás Segovia, a Rafael Cadenas”.

Desde la ciudad de Los Angeles, Marisol Schulz comparte sus propias anécdotas de la entrega de este premio:

“Recuerdo con mucho cariño, y es un recuerdo imborrable, el día que a Augusto (Tito) Monterroso le entregaron el Premio Juan Rulfo. Entonces, sí era el Juan Rulfo. Recuerdo su discurso, su elocuencia, su humor y la sencillez con la que se sentó durante más de una hora en el stand de Grupo Santillana para firmar autógrafos a sus lectores”.

A lo largo de su existencia, también han recibido este galardón dotado con 150 mil dólares: Juan José Arreola, Julio Ramón Ribeiro, Nélida Piñón, Juan Marsé, Sergio Pitol, Juan Goytisolo, Juan Gelman, Juan García Ponce, Cintio Vitier, Rubem Fonseca, Carlos Monsiváis, Fernando del Paso y António Lobo Antunes.

Después del año 2005, en que se le concedió a Tomás Segovia, cambió de nombre y pasó a ser Premio FIL y posteriormente Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. ¿La razón? Un comentario del poeta que, según se reprodujo en la prensa denostaba al autor de El llano en llamas: “Rulfo es un puro milagro. No se sabe por qué tuvo ese talento. No fue un gran estudioso ni un gran conocedor, pero nació con el don”.

Las palabras de Segovia provocaron que Juan Francisco Rulfo, hijo del escritor, así como otros miembros de la Fundación Juan Rulfo, iniciaran una batalla legal para, primero, registrar el nombre del jalisciense como una marca, y posteriormente, quitárselo al premio literario.

Así que en 2006, el periodista y ensayista Carlos Monsiváis recibió el Premio FIL de Literatura. Así, a secas. De buen humor, en su discurso de aceptación, Monsi (como lo conocían colegas escritores y periodistas), dijo que aunque le hubiera gustado que el premio todavía llevara el nombre de Rulfo no se quedaba con sensaciones amargas y de tristeza.

Ya para 2007, cuando se le entregó a Fernando del Paso, se le bautizó como Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances porque se decidió que sus objetivos se ampliarían más allá de las fronteras del español. Pero no fue sino hasta el año siguiente, cuando se le otorgó al portugués António Lobo Antunes, que se hizo realidad esta intención.

El poeta venezolano Rafael Cadenas lo recibió en 2009, y en 2010, en una ceremonia marcada por un chiste que ella misma soltó, y que el Secretario de Educación Alonso Lujambio secundó, se le entregó a Margo Glanz.

 

Recuerdo que usted hizo un comentario al respecto de que se sentía como Julia Roberts…

–Sí, me arrepiento de haberlo hecho porque lo único que la gente recuerda es ese comentario. Es decir, en ese momento, como me hicieron pasar por una alfombra roja y por toda la cosa, me sentí entrando a esas premieres de Hollywood o a los de acá del Oscar con toda esa parafernalia, entonces se me ocurrió ese chiste. Cosa que después me arrepentí… En fin, lo que uno dice espontáneamente a veces vale la pena pero ni modo, lo dije, ahí se quedó, y parece ser que es lo único que diferencia mi premio, que la única importancia que tuvo para mí el premio es que me sintiera Julia Roberts envejecida.

 

Pero más allá de la anécdota graciosa, Margo Glanz dice sentirse privilegiada por haberlo recibido:

“Me emocionó profundamente, me pareció muy bien, muy importante, no iba yo a no aceptar el premio, al contrario, lo acepté con una gran alegría, con un gran entusiasmo y con la idea de que de alguna manera se reconocía una obra que ha sido trabajada a lo largo de mi vida, una obra que se ha ramificado en diversas ramas. Me he ocupado muchísimo de la docencia, de la investigación, del ensayo, la difusión de la cultura, de la ficción, del periodismo”.

Este año, en una decisión que muchos consideraron sorprendente, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances será para un personaje por demás polémico: el escritor colombiano naturalizado mexicano Fernando Vallejo.

El autor de La puta de Babilonia demostró, desde la conferencia vía telefónica en la que conversó con la prensa cuando se anunció que él sería el ganador, que no teme expresar su opinión acerca del estado mexicano y de su guerra anti narco:

“México está recorriendo el mismo camino, en lo que a narcotráfico se refiere, que Colombia hace 20 años. Colombia está recorriendo un camino que México recorrió hace 50 o 100, que sigue recorriendo, el que recorrió el PRI, el de la corrupción política, el de la impudicia. ¿Qué quiere decir esto? Que México se colombianizó, y Colombia ya se mexicanizó. Aquí ya estamos en plena ley de la jungla. Yo he visto desaparecer el Estado en Colombia; primero todos los negocios tenían que pagar extorsiones, como ahora los negocios del norte de México, o sea las extorsiones del gobierno, extorsión por pagar impuestos para sostener a los burócratas impúdicos, más la extorsión de la policía. Bueno, es la desaparición del Estado y la proliferación de la ley de la jungla. A ver cómo nos defendemos y a ver cómo nos va”.

 

Mujer de sonrisa fácil y carácter inquebrantable

“Llevo siete años como directora, y al principio a mí me interesaba que la feria trascendiera las barreras del idioma y que nos lanzáramos también, que creáramos un proyecto de derechos, porque yo creo que la industria editorial en español puede crecer en tanto que los latinoamericanos y los españoles aprendamos a vender derechos. O sea, que compremos y vendamos, y aumentemos la capacidad de impulsar nuestras literaturas con conocimiento, de traducir la de otras lenguas y que también nos traduzcan a nosotros, o sea, que los grandes autores, los grandes ensayistas también sean traducidos y reconocidos. Que la gente sepa que en América Latina se está haciendo buena literatura”.

Nubia Macías sabe bien de lo que habla. Es una mujer que no acepta un no por respuesta.

Nacida en un pequeño municipio de Jalisco, San José de Gracia, pronto le crecieron las alas; tanto que ya no cabía en su pueblo, ni en su estado, ni siquiera en su país. Después de estudiar la carrera de Sociología hizo una maestría en Periodismo y fue corresponsal en varios medios europeos.

En 1987 tuvo su primer contacto con la FIL de Guadalajara, pero se fue para probar fortuna como periodista del otro lado del mundo.

Regresó unos años después, y desempeñó varias funciones, incluyendo la de Coordinadora de Prensa. En junio de 2001 asumió la Subdirección Operativa, y en abril de 2003, cuando María Luisa Armendáriz dejó la Dirección General después de afirmar que las finanzas de la feria se manejaban con opacidad, Nubia ocupó el cargo.

Desde entonces, esta mujer de pelo corto, con lentes de armazón cuadrado y sonrisa como de niña, dirige la feria del libro más importante del mundo de habla hispana.

“La feria fue un proyecto muy preciso desde el principio. Yo creo que los ingredientes del éxito son trabajo, responsabilidad, precisión, planificación, y sobre todo fue una disposición constante a que en México se hagan eventos de calidad, muy serios, muy profesionales que incentiven la industria. Ha sido un proyecto de largo aliento que ha sobrevivido a trienios y a sexenios gubernamentales. Aunque depende de la Universidad de Guadalajara, esto también ha hecho que la Feria se haya ido convirtiendo en una empresa bastante saludable, tanto en lo económico, en lo cuantitativo como en lo cualitativo, y también le ha dado independencia… y yo creo mucho en el trabajo en equipo, creo mucho en el equipo que trabaja en este momento en la feria y también creo en las anteriores personas que han pasado por aquí y que han ido construyendo, entre todos, esta feria. Es un trabajo de años, de mucha constancia, de mucho profesionalismo, de mucha inspiración”.

Y hoy, después de todos estos años, Nubia está convencida de que todavía tiene mucho que darle a la FIL:

“Me propuse profesionalizar al máximo la Feria, y en ese camino estamos. Yo creo que los proyectos tienen metas de corto, mediano y largo plazo, y yo sí creo que todavía hay cosas que falta por concretar del proyecto inicial, y que seguramente estaré aquí hasta que, tanto las autoridades que me nombran, como yo misma, sintamos que todavía le puedo aportar cosas al proyecto. Esto también tiene que ser muy claro de mi parte y tampoco que la soberbia le gane a uno, ¿no?, o sea, cuando uno ya no tiene cosas que darle a la institución o empresa creo que uno tiene que irse, y si sientes que todavía le puedes dar de verdad, con entusiasmo y alegría, y seguir provocando que la Feria de Guadalajara sea un gran evento, seguiré trabajando por ello”.

 

2011: el año de Alemania

El entusiasmo desborda a Nubia Macías cuando habla de lo que será la Feria Internacional del Libro de Guadalajara este año, cuando celebra su aniversario número 25 con Alemania como invitado de honor:

“El programa de este año está maravilloso, y la verdad es que vamos a tener dos  premios Nobel: a Herta Müller, la premio Nobel alemana, y a Mario Vargas Llosa, que van a estar en un diálogo. Y vamos a tener, en la apertura del Salón Literario, a Carlos Fuentes, que también es un referente muy importante en las letras hispanoamericanas, y que también estará presentando su ensayo sobre la literatura latinoamericana. Estamos hablando de unos 550 escritores, que pasan por la presencia de Mario Vargas Llosa, Herta Müller, Carlos Fuentes, Fernando Savater, el gran poeta Juan Gelman, así como este gran lanzamiento, esta apuesta que ha hecho la feria para reconocer a los nuevos talentos literarios que no han trascendido sus países, y que queremos que esta literatura latinoamericana se de a conocer y que la FIL de Guadalajara sirva de trampolín.”

La directora de la FIL se refiere a Los 25 secretos mejor guardados de América Latina, proyecto diseñado para promover a escritores como la mexicana Daniela Tarazona, la salvadoreña Jacinta Escudos, el colombiano José Luis Rivas y el ecuatoriano Andrés Burgos, entre otros. Pero ahí no termina la difusión que de las letras latinoamericanas hará la Feria en esta edición:

“Este año también estamos haciendo un esfuerzo muy importante para que la literatura latinoamericana, además de este proyecto de Los 25 secretos, esté presente en la Feria:  literatura argentina, chilena, colombiana, venezolana, ecuatoriana, un proyecto especial de literatura centroamericana. Casi todo el tiempo hablamos de literatura latinoamericana pero nunca nos enfocamos en que la presencia de los escritores centroamericanos esté, y este año vamos a tener a 12, tanto poetas como narradores y también vengan a dialogar con el público, entre ellos y con sus colegas, para que podamos descubrirlos”.

Y como su objetivo fue, desde el principio de su gestión en la FIL, ampliar el espectro más allá del español, Nubia insiste en el asunto:

“FIL Guadalajara no se quiere olvidar nunca de la literatura en otras lenguas, es un poco el enlace con lo que te decía desde el primer momento.

“Tendremos escritores de otras latitudes: viene el gran autor, escritor norteamericano (James Ellroy) autor de LA Confidential, entre otros títulos, va a estar presente en la Feria de Guadalajara.

“El festival de la literatura de la Unión Europea estará en Guadalajara, y queremos, con esto, tener una presencia mundial de la literatura, y también que todo el mundo sepa que Guadalajara es un espacio ideal para la promoción de las letras, no importa en qué idioma estemos hablando”.

Con propuestas como Ecos de la FIL, en donde los escritores salen del espacio físico de la Feria y conversan con los jóvenes en sus propias preparatorias, o Mil jóvenes conversan con…, en el que los estudiantes van a la FIL y preguntan a los autores cuáles son sus libros favoritos, o cómo comenzaron a escribir, este encuentro literario no deja a la deriva a ese público tan volátil pero tan entusiasta.

Para los niños también hay libros, espectáculos y talleres en su propio espacio, FIL Niños, ubicado en una zona ambientada especialmente para ellos, con colores agradables y monstruos de todos tamaños, de la Expo Guadalajara.

Además, durante estos 10 días (y aunque parezca imposible) se llevan a cabo también eventos como un foro de periodismo cultural, un coloquio sobre biodiversidad y recursos naturales, un seminario de lectura, un encuentro sobre cultura científica, la reunión de ilustradores más importante del país, FILustra, y muchas otras actividades más. Un poco de todo para todos.

Y por si fuera poco, Alemania llega con música, cine y artes visuales, además de su programa literario.

También hay un espacio para profesionales en donde se compran y venden derechos de autor, o en donde se comprueba que “el auge del libro electrónico” todavía está muy lejos de ser una realidad en nuestro país, ya que ni siquiera la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM) tiene cifras de venta en este formato.

Porque en estos diez días todo cabe, todo es posible.

En estos 10 días, en los que se vive a tope.

En estos 10 días, en los que los libros tienen la palabra.

Y el mundo entero, sorprendido, está observando.

 

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